Miley se levantó de la cama en cuanto Nick hubo salido de su habitación y se quitó la ropa. Tomó una bolsa de la lavandería del armario y metió sus cosas en ella. Vestida sólo con el sujetador y las medias, abrió la puerta de la habitación y dejó la bolsa fuera antes de volver a cerrarla. Automáticamente, empezó a prepararse para meterse en la cama: se quitó la ropa interior, se lavó los dientes, se refugió en una ducha de agua caliente, y todo ello intentando negar lo rápidamente que había caído en los brazos de Nick Jonas y bajo su encanto masculino. Envuelta en una toalla y sin nada más que hacer, se sentó en el borde de la cama y se enfrentó a la realidad. Hacía menos de una semana que había fallecido su marido y ella se había lanzado a los brazos de otro hombre. Se sintió cansada. Aunque hubiese querido entender lo que le estaba pasando, nada en su vida la había preparado para aquello. Ni los colegios privados en las distintas ciudades del mundo en las que había vivido, ni el haber ayudado a su padre trabajando con niños desfavorecidos, ni, mucho menos, el haber descubierto que su marido, el hombre que había jurado amarla para siempre, hubiese llevado una doble vida.
¿Cuándo había empezado a desmoronarse su matrimonio? ¿Qué podía haber hecho para cambiar aquello? ¿Acaso habría habido alguna diferencia? ¿Y cómo había sido su comportamiento con Nick Jonas? En esos momentos era la persona a la que menos le apetecía volver a ver. Otro de los acreedores de Liam. Una cosa era dejar que él la consolase y, otra bien distinta, haberle ofrecido sus labios, su cuerpo. Y aun entonces, seguía sintiendo sus caricias. Su beso había sido dominante, diestro, y ella lo había recibido con una indecencia que todavía la sacudía. No debería sentirse así. Debería sentirse culpable, no estar deseando más. Todavía recordaba su olor, su calor. Quería que la sacudiese con su fuerza. No sabía si aquello era una reacción visceral ante la noticia de que Liam le había sido infiel, ante la prueba de que ella no había sido suficiente mujer para él. Miley se metió debajo de las sábanas y se tapó hasta la barbilla, a oscuras. ¿En qué se había convertido su vida, qué la esperaba en un futuro?
A la mañana siguiente, Miley se despertó al oír que llamaban suavemente a la puerta. Había soñado que se encontraba entre los brazos de Nick Jonas. Se sentó en la cama y se retiró el pelo de los ojos. Estaba hecha un desastre. La toalla en la que se había envuelto la noche anterior se le había bajado, y se la subió para taparse al ver que se abría su puerta. Nick apareció, su presencia era imponente y oscura, iba vestido con su característico traje de chaqueta. Sus ojos grises miraron con frialdad su pelo enmarañado, sus hombros desnudos y descendieron hasta el valle de sus pechos. Sintió que una ola de calor le recorría el cuerpo, su piel se volvió de pronto sensible al roce de la toalla. Se pasó la lengua por los labios repentinamente secos y vio cómo se le encendía a él la mirada al verla hacer aquello.
—Buon giorno, señora Hemsworth. ¿Ha dormido bien? —su tono de voz era duro, casi como si estuviese enfadado. Miley luchó por mantener su elegancia.
—Por favor, no me llame así. Yo no... No... —no pudo acabar la frase. No le gustaba cómo sonaba aquel «señora Hemsworth» de boca de Nick Jonas, ni de boca de nadie. Había sido la esposa de Liam, pero no había significado nada para él. Nada de nada. La noche anterior, al pensar en cómo se había dejado caer en los brazos de Nick, se había dado cuenta de que no había sido nada más que otro logro para su marido. Algo de lo que alardear delante de sus colegas. De lo que presumir cuando hablaba de lo lejos que había llegado a pesar de haber dejado de estudiar con quince años y haber pasado por todo tipo de trabajos. Nick frunció el ceño y sus ojos se volvieron todavía más fríos.
— ¿Quieres que te llame Miley? — Ella sintió un ligero escalofrío al oírlo pronunciar su nombre.
—Preferiría que nos ahorrásemos las formalidades.
—Como desees. Todavía no han traído tu ropa, así que me he tomado la libertad de pedir que te trajesen un par de cosas de la boutique del hotel. Espero que te queden bien. También he llamado al despacho de Tom Munroe. Nos esperan a las diez y media.
— ¿Al despacho de Tom?
—Tienes que averiguar lo siguiente que va a pasar, ¿no es cierto? Cuál es tu situación económica.
—Por supuesto. Gracias. Es sólo que me has sorprendido. Saldré dentro de un minuto —por un momento, había olvidado que le debía dinero a aquel hombre. Una importante cantidad de dinero. Era normal que él quisiese saber cómo iba a pagárselo. Nick levantó dos grandes bolsas con el nombre de la boutique del hotel y las dejó encima de la cama.
—Si no te queda bien la ropa, házmelo saber. Se puede cambiar.
—Gracias. Lo haré. — Al darle las gracias, Miley recordó cómo había aceptado él su agradecimiento la noche anterior, y cómo había reaccionado ella misma al sentir el roce de su piel, cómo se le encendía todo el cuerpo sólo con su presencia. Era como si aquel hombre irradiase una droga que intoxicase todos sus sentidos y le dejase la mente en blanco. Era un tipo peligroso. Y tenía un sutil poder sobre ella. Lo mejor que podía hacer era centrarse en todos los minúsculos pasos que tendría que dar para superar aquel día y todos los siguientes, en un esfuerzo por superar el caos que Liam había dejado en su vida.
Cuando Nick cerró la puerta, ella sacó con cuidado el contenido de las bolsas. Se sorprendió al verlo todo y tomó entre sus manos la fina y sugerente lencería de encaje, de un color azul turquesa. También había un liguero a juego. Examinó las tallas. Perfectas. Una idea inquietante se le pasó por la cabeza. ¿Habría escogido aquello él mismo, acariciando la delicada tela con sus largos dedos? Una oleada de deseo la invadió. ¿Se la habría imaginado con aquel conjunto de ropa interior puesto? « ¡No!». Tenía que dejar de pensar en esas cosas, de atormentarse así. Nick sólo había sido lo suficientemente considerado como para pensar en que necesitaba ropa. Eso era todo. Cualquier otra persona habría hecho lo mismo, dadas las circunstancias. Pero lo cierto era que en esos momentos no tenía a ninguna otra persona a la que acudir. Nick Jonas era el único. Y no sabía cuánto tiempo iba a seguir necesitando su generosidad. No. Se estaba volviendo loca si pensaba que había algo más detrás de aquello. Tenía que recuperar la compostura. Tenía que recordarse a sí misma dónde estaba y lo siguiente que tendría que hacer.
Se dio una ducha rápida y se desenredó el pelo. Se puso el exquisito conjunto de lencería, obligándose a ignorar la deliciosa sensación que le proporcionaba la tela al acariciarle la piel. La falda de lana dorada y la chaqueta a juego se le ajustaron a la cintura, acentuando su figura y reafirmando su trillada femineidad como si fuese la armadura de un caballero. Así vestida, se sentía invencible. Y así sería como se comportaría frente a todo el mundo. No había nada para ponerse debajo de la chaqueta, así que Miley se la abrochó, mirándose en el espejo y dándose cuenta de que el generoso escote en «V» dejaba al descubierto la cremosa ondulación de sus pechos. Frunció ligeramente el ceño. No le habría ido mal una blusa.
— ¿Estás lista? Nos da tiempo a desayunar antes de marcharnos. — Miley se volvió al oír la voz de Nick Jonas a sus espaldas. No lo había oído abrir la puerta, ni entrar en la habitación.
—Bella. Ese traje te sienta muy bien.
—Es un poco demasiado... —comentó ella levantando la mano a la altura del escote. Se había quedado sin palabras.
—Estás preciosa. Ven a comer algo. Luego iremos a ver a Tom Munroe. — Miley no tenía otra opción, más que hacer lo que él le sugería. Metió los pies en los zapatos, dando gracias de que no se hubiese estropeado a pesar de la lluvia, y tomó su bolso de encima de la cama.
En el salón de la suite, Nick luchó por controlar su respiración. Cuando había insistido al gerente de la boutique del hotel para que abriese la tienda a las siete de la mañana para elegirle algo de ropa a Miley, no se había imaginado lo impresionante que estaría con ella puesta. ¿Imaginársela? No, aquélla no era la palabra adecuada. No había hecho otra cosa más que imaginársela con aquella sexy lencería que él había elegido, o cómo sería desabrocharle los botones de la chaqueta y dejar al descubierto su cremosa piel. Se metió las manos en los bolsillos de los pantalones y cerró los ojos un momento, obligándose a pensar en su hermana. Por muy guapa y tentadora que fuese la viuda de Liam Hemsworth, y por mucho que su cuerpo la desease, aquella mujer había evitado que su hermana fuese feliz. Había impedido que su sobrino o sobrina tuviera unos padres que lo quisiesen. Cerró los puños al pensar que su hermana Selena no había podido adoptar el apellido del hombre al que amaba. Miley Hemsworth era más cobarde de lo que él había imaginado. Oyó un pequeño ruido detrás de él y se volvió a mirar a Miley. La miró con simpatía, ocultando el dolor que lo consumía cada día. Porque cada minuto que pasaba a su lado, era un minuto que no pasaba cerca de Selena.
—Hay fruta y cereales o, si lo prefieres, salmón ahumado y huevos revueltos. Por favor, sírvete lo que te apetezca —le dijo señalando hacia el carrito cubierto por un mantel blanco.
— ¿Tú has desayunado ya? —preguntó ella tomando un plato y levantando la tapa, deleitándose con el olor a salmón ahumado.
—Todavía no —respondió él. No debería tener hambre. La comida debería ser lo último en lo que pensase, pero desde que había conocido a Miley Hemsworth, dos días antes, todos sus sentidos se habían aguzado. Y le había aumentado el apetito. Todos los apetitos.
— ¿Quieres que te sirva un plato? — ¿Por qué no? ¿Por qué no dejar que le sirviese si era lo que quería? Nick se había dado cuenta de que Miley casi no lo miraba a los ojos, y eso hizo que desease que lo hiciese. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas, lo que quería decir que no estaba tan serena como quería hacerle creer.
—Sí, por favor. Tomaré salmón y huevos revueltos, gracias. — La observó mientras le servía una generosa ración en uno de los platos calientes. Luego se sirvió una más pequeña para ella y llevó ambos platos a la mesa de comedor. Fue casi como si ella fuese la anfitriona allí. Nick apretó los dientes con fuerza. La dejaría seguir soñando un poco más, pero sólo porque en esos momentos no le serviría de nada desvelar su posición. No había reconstruido el negocio de su padre y le había hecho un nombre dejándose llevar por el odio. No, se tomaría su tiempo y, cuando llegase el momento adecuado, le daría directo en el corazón.
El chófer de Nick los llevó al despacho de Tom Munroe. Nick le abrió la puerta a Miley y le ofreció el brazo. Un poco incómoda, por el hecho de que él tuviese la intención de acompañarla a la cita, Miley intentó protestar.
—Estoy segura de que tendrás cosas más importantes que hacer. Estaré bien.
—No, de eso nada. Ayer fue un día muy duro para ti, así que hoy quiero estar a tu lado. Y no intentes convencerme de lo contrario. — Miley no supo si era porque le había puesto la mano en la espalda al entrar al edificio, o por la confianza que había en su voz, pero el caso era que no había conseguido poner ninguna otra objeción, aparte de que Tom le había advertido el día anterior que se mantuviese alejada de Nick Jonas. Por entonces, sólo veinticuatro horas antes, ella había estado de acuerdo. Pero no se había imaginado en aquella situación, ni había pensado que la presencia del hombre que tenía a su lado sería tan imponente, ni tan extrañamente tranquilizadora. Tom Munroe intentó disimular su sorpresa al verlos entrar juntos en su despacho. Se apresuró a avanzar y a tomar las manos de Miley entre las suyas.
—Querida, debiste haberme llamado ayer.
—Oh, Tom —de pronto, Miley sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas al verlo preocupado—. No podía abusar de Helen y de ti. Ya tenéis suficientes preocupaciones. Además, Nick ha sido un gran apoyo —no podía contarle cómo habían reaccionado las otras personas a las que había considerado sus amigas. Volvería a darle un bajón si tenía que admitir que para ellos también había sido un trofeo, igual que para Liam. Un trofeo que, una vez deslustrado, sólo merecía acabar en el cubo de la basura.
—Nicholas —dijo Tom ofreciéndole la mano. Ambos se intercambiaron una mirada, lo que hizo que Miley se pusiese nerviosa. Era evidente que la mirada de Tom Munroe era retadora. Y no había podido verle la cara a Nick, pero había visto cómo la determinación del rostro de Tom se suavizaba un poco—. Bueno, será mejor que hablemos de negocios.
Tom se instaló detrás de su escritorio y tomó un fajo de papeles. Volvió a dejarlos en la mesa, se echó hacia delante, con las manos entrelazadas encima de la mesa; frunció el ceño, preocupado.
—Miley, tu situación es mucho más complicada de lo que yo esperaba. Liam llevaba una temporada teniendo problemas económicos y hacía tiempo que los bancos y otros acreedores lo rondaban. ¿Estás segura de que no sabías lo que estaba pasando? — Miley se sintió avergonzada y tuvo una sensación de amargura en la boca. No, no había tenido ni idea. Se había imaginado que tenía la vida que siempre había querido, y un marido que la amaba. ¿Acaso era aquello tan difícil de entender? Había creído ciegamente en Liam. Era cierto que, si volvía la vista atrás, recordaba haber visto algún correo extraño del banco, algún problema con las tarjetas de crédito, pero nada serio. O eso había pensado ella. Sacudió la cabeza levemente, no se atrevía a hablar.
—Eso pensaba yo. Siento decirte que hay algo más —continuó Tom suspirando y volviendo a tomar los papeles entre las manos.
— ¿Más? —Miley apretó los puños con fuerza.
—Sabías que la mujer que estaba con él cuando tuvo el accidente está siendo mantenida con vida artificialmente, ¿verdad? — Nick se puso tenso en su silla.
—Sí, la policía me lo dijo cuando vino a contarme lo que le había ocurrido a Liam. ¿Pero qué tiene eso que ver conmigo?
—Señor Munroe, no creo que sea necesario que angustie más a Miley con esa información —intervino Nick, con un tono un tanto amenazador.
—Lamentablemente, sí, señor Jonas. Resulta que la mujer con la que Liam tenía una aventura estaba esperando un hijo suyo. De acuerdo con esta información, está embarazada de treinta y dos semanas y los médicos están haciendo todo lo posible por mantenerla en vida hasta que el bebé esté un poco más fuerte. No creen que ella sobreviva al parto. No tengo constancia de que ella haya dejado la tutela del niño a nadie —Tom hizo una pausa y volvió a respirar hondo antes de continuar—. Miley, de acuerdo con el testamento de Liam, tú serías la tutora de ese niño.
DANY
7 comentarios:
Me encanto pobre miley siguela :-) por favor
Fantástico y miley tan dulce siguela por favor :-)
No se para que quieren un Blog si ni siquiera son capaces de subir continuamente y no estan capasitadas para hacerlo ni con el tiempo necesario, se que borraras mi comentario querida y me viene valiendo orto, tu misma promocionas otro blogs aqui pequeña si es tu blog permanece e tu blog y se fija en uno solo, quieres tener muchos y que todos se pasen al tuyo ten poquito orden si quieres que tu blog tenga mas fama por que JAMAS lo tendra solo adaptas novelas no eres escritora tu llamada Daiela no eres capaz de escribir una novela y no creo que te creas no tienes logica fisica en tu cerebrito mocosa estupida eres bien lela escribe algo por ti misma y deja de adaptar ten algo con secuencia logica pequeña puta de mierda me caga que solo adaptes
Att: Raquel
P.D yo no tengo miedo de que me conoscas pequeña zorra fea
Hay mamasita que madure yo? por favor eso no va conmigo, primo mirate al espejo, y si largate que eso va contigo, y no necesito cambiar nommbre pendeja fijate primero eres un asi tonta estupida asi sabes quien soy? dimelo porfavor al parecer me conoces muy bien y que te importa mi acento yo hablo como mas se me de la gana no cambio de nombres eres tan pendeja y que ni te das cuenta de quien soy yo antes lei tu blog, pero claramente eres tan estupida
No acabo de entrar y he leído lo que comenta,no hagas caso y sigue adaptando mucha gente lo hace y es fabuloso leer esas novelas con Niley a mi me encanta.Respecto a ti Raquel no pienso contestar a ningún ataque que intentes hacerme así que ahórratelo siguela Porfi cuando puedas xxxoooxxx
Pd:Con cariño Sofia
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