viernes, 30 de marzo de 2012

the manual of the forbidden- capi- 63




. En dos meses nadie sana una herida, y mucho menos si es tan profunda como la que yo había hecho. ¿Es que nunca podría llegar a estar con nick? ¿Ser feliz con él? ¿Tenía que conocerlo? Pero tampoco podía ignorar todo este amor que me quemaba por dentro, me hacía hervir la sangre y que ya hasta dudaba me cupiera en el corazón o en el cuerpo entero.

Sentí a liam a mi lado.

-Dile que no es demasiado tarde –me susurró y la gente volvió a mí alrededor, volví a la realidad que me asfixiaba.

Dí una rápida mirada a liam y luego la volví a nick; el murmullo de la gente me hizo perder las voces en mi cabeza, mientras la de nick continuaba metiéndose por mis oídos y llegaba a mi corazón. El suspiro angustiado que solté se hizo visible al empañar el cristal de la ventana, ¿por qué tenía que pensar demasiado las cosas? ¿Volver a escapar sería muy cobarde?

La música paró y junto a ella mi corazón estrepitosamente colapsó en nuevos latidos. nick miró hacía mí y aun a tal distancia, pude sentirme abrigada en el calor de su mirada.

-¿Qué esperas? –me instó liam, pero ni siquiera yo lo sabía.

nick no se movía, pero el par de músicos detrás de él comenzaron a retirarse, haciendo que la escena pareciera viva. Era hora de aclarar las cosas con nick y conmigo misma, también. Comencé a mover los pies hacía atrás y despegué las manos del cristal, dejando la huella de mis palmas. nick notó mi movimiento y en cuanto me dí la media vuelta, dio un salto hacía atrás y se echó a correr. No supe qué más hizo, porque caminé hasta las escaleras y bajé a grandes zancadas medio desequilibradas hasta la planta baja. ¿Qué iba a decirle? Mi cabeza era un completo caos e iba viéndome los pies al caminar, tratando de encontrar la respuesta correcta a todo este dilema.

Justo cuando iba a salir por la puerta, donde la luz taciturna del sol escaso ya comenzaba a alumbrar, un brazo me cerró el paso. El pecho agitado de nick se movía de arriba abajo bajo su sudadera negra y su respiración irregular me movía los cabellos de tanta cercanía. Tenerlo así de cerca después de tanto tiempo hizo que me debilitara por completo, pero me obligué a sacar fuerzas de dónde no las tenía para mantenerme de pie, aun cuando mi corazón estallara contra mi pecho.

-No escapes de nuevo –musitó, entrecortadamente y su aliento me estremeció el alma.
-¿Qué? –logré decir.
-Es lo que dice el cartel –hizo ademán para señalar el enorme eslogan que caía del edificio continúo, mientras medio esbozaba una tenue sonrisa-. No vuelvas a escapar, miley. Si lo haces, no voy a parar de perseguirte.
-¿Qué estás haciendo aquí? –pregunté, aun incrédula de que estuviera allí, hablándome.
-Ya te lo dije, no voy a descansar si sigues escapando de esa manera, ¿es que no ves? –me tomó de las muñecas y la piel ardió con su tacto, como antes- No eres fácil de olvidar, te he buscado como un loco por cielo, mar y tierra.
-Dos meses, nick–musité, con apenas un hilo de voz-. Dos meses han pasado. Si has estado buscándome, ¿por qué tardaste tanto?
-Tampoco eres fácil de encontrar –su mirada se angustió-. Corrí por mis maletas en cuanto te fuiste de Venecia, miley. Esa misma noche tomé un vuelo a un país cercano, pensando que tú estarías allí.
-¿A qué país?
-Egipto.
-¿Qué?
-¿Recuerdas cuando me dijiste que a ese lugar escaparías? Dijiste que era lo suficientemente lejos para huir de tus problemas –su voz comenzó a agitarse-. Estuve buscándote por más de un mes en cada rincón de Egipto, miley.
-Pero sabías muy bien que volvería a California. Tú lo oíste de mis propios labios –no sabía si sus palabras eran sólo un pretexto para excusar el tiempo, no sabía si era verdad tampoco. Pero es que me costaba trabajo aceptar que estaba allí y me quería, después de lo que yo había oído decirle a Kristen.
-¿Y quién me aseguraba que fuera verdad? –cuestionó, sin soltarme las manos- A lo mejor sabrías que yo te buscaría a donde quiera que fueras y decidiste mentir para que no pudiera encontrarte.
-¿Mentir? –la voz me tembló y las lágrimas comenzaron a salir, finas y cálidas recorrieron mis mejillas- nick, mentir era lo que menos llegaría a hacer en un momento como ese.
-¿A no? –Me miró, incrédulo y sarcástico- ¿Y esa vez que me dijiste que no me amabas? –Enterró su mirada miel en mí y el corazón se me colapsó- ¿Fue mentira o fue verdad?
-Eso fue distinto –dije, con voz ahogada.
-¿Por qué distinto?
-¡Por selena! –su nombre hizo doler mis labios.
-Ella siempre fue tu elección –musitó-, ¿pero qué hay de ti? ¡Qué hay de mí! miley, te juro que quise evitar esto –me apretó las muñecas-, pensaba en selena y en el daño que le provocaría si confesaba que estaba enamorado de ti. Muchas veces quise terminar con ella, pero no me atrevía y para ser sincero, tampoco quería cuando veía que coqueteabas con Chaz. Estaba furioso de verte junto a él y yo no podía quedarme sólo en ese momento. No era que utilizara a selena, también me dolía dejarla. Por supuesto que la quería, la quería mucho; y no me cabía en la cabeza como es que se podía llegar a estar enamorado de dos mujeres al mismo tiempo. Hasta que comprendí que no se puede, la quería a ella, pero de una manera distinta en la que sentía que te quería a ti. Cuando estaba contigo era como… no escuchar las voces de los demás, como si estuviera donde quisiera estar y no donde todo el mundo quiere que esté. Esa era la diferencia. Contigo era yo, con selena era la orden de las personas a mí alrededor. Por supuesto que me sentí un idi'ota por fijarme en la persona menos indicada, traté de evitarlo, pararlo, ignorarlo, ¡de todo! Pero cada día era más imposible. Hasta que me di cuenta que no podía luchar más con esto. Pero estaba confundido, no sabía si tú me querías a mí o si yo era el único. Hasta ese día en que te embriagaste y te llevé a casa, no podía dejarte sola en el departamento por eso te llevé a mi hogar; cuando tomaste mi rostro entre tus manos delicadas y me besaste te juro que removiste todo dentro de mí, algo que jamás me había pasado. No me creas si no quieres pero es la verdad. miley, entiéndeme, me sentí como un idi'ota tanto tiempo, sé que tú viviste con la misma agonía que yo; nos merecemos una oportunidad, un final feliz –rogó.
-¿Feliz? ¿Podrá deveras suceder? –Dije- Tú dime nick, ¿y Kristen?
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Ultimos capitulos de esta novela ya solo falten dos aproximadamente

the manual of the forbidden- capi- 62




Cuando llegamos, Blade ya estaba allí y nos regaló una extensa sonrisa al vernos.

-Suban, suban, es en el cuarto piso –nos dijo, dándonos la mano.

Sin duda era un edificio algo grande, tenía cinco o seis piso, no estaba muy segura; pero en Nueva York todos los edificios eran así.

-Vamos, faltan menos de treinta minutos –me instó liam, empujándome por la espalda.

Al entrar al edificio el aire acondicionado me golpeó el rostro. Afuera ya era frío, ¿por qué no mantenerse cálido adentro? Últimamente así eran mis pensamientos, triviales y sin importancia. liam y yo subimos por el ascensor hasta el piso cuatro.

-Ey, ¿cómo estás? –me preguntó, poco antes de que las puertas se abrieran.
-Perfectamente –contesté.

No es que fuera mentira, pero tampoco era completa realidad. Por supuesto, físicamente estaba de maravilla, emocionalmente… bueno, era preferible no hablar de ello. Me sentía estúpida, tonta, como si fuera la niña nerd de la que todos en el colegio se burlan.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, lo primero que vi, más allá de la gente, fue la vista a través de las grandes ventanas; los edificios y rascacielos se expandían gloriosos hacía el cielo por todo Nueva York.

-Vaya –exclamé y escuché la tenue sonrisita de liam.

Luego otra cosa captó mi atención, era un espacio un poco más pequeño que el de la primera exposición, por lo tanto, las fotografías estaban más juntas, observándome. Quise borrar con una sacudida de cabeza el recuerdo que me vino a la mente al verlas, a fin de cuentas, volver a ver a nick no había resultado tan bueno.

Los minutos trascurrieron rápidos y mientras veía gente ir y venir observando mis fotografías se hizo tedioso. No es que no me gustara la expresión de fascinación de la gente al verlas, pero quería exponer otra cosa, otras fotografías, algunas más recientes, algunas que no me dolieran y no hablaran en mi imaginación. Comencé a contar los segundos, no encontrando otra cosa qué hacer, y cuando le sonreía a la gente, empezaba otra vez desde cero. Así se me fue un buen rato.~

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De pronto, entre el murmullo de la gente, escuché algo ¿Música? Mi mente preguntó y giré completamente desorientada, ¿de dónde provenía? ¿Por qué se me hacía conocida? No era la única que lo oía, todos giraban sus cabezas y comenzaron a amontonarse en las ventanas.

El corazón se me paró al escuchar la voz.

liam, que estaba también en el tumulto de gente me miró de prisa.

-Ven a ver –lo oí apenas decir y obligué a mis, de pronto, agarrotados músculos a moverse.

Como pude, me abrí paso torpemente entre la gente, porque a pesar de que mi razón iba siempre en desacuerdo con la cosa latente bajo mi pecho, esta vez sabía que era algo real, algo de lo que mi corazón no saldría lastimado después, y entonces obedecía perpleja. Cuando por fin logré llegar hasta la grande ventana, media atontada aun, apoyé las palmas de mis manos contra el cristal, haciendo que se humedeciera por el repentino sudor que desprendieron; posé mi vista en la azotea del edificio continúo y entonces lo vi.

En ese instante fue como si el corazón hubiera revivido o despertado de un letargo doloroso, haciéndome sentir más viva que nunca. Porque más allá de sus estruendosos latidos con nombre propio, sabía muy en el fondo que esta vez, como ya lo había aceptado mi razón, esta vez no iba a ver decepción alguna.

¿Pero qué estaba haciendo nick? ¿Cantaba? Me cantaba ¿a mí? Al menos me miraba, mientras seguía dándole libertad a la bella voz que poseía y se llevaba una mano al pecho.

Unas ganas de llorar me invadieron sin explicación, era como si me estuviera trayendo serenata a mitad del día. La gente que me apretujaba a mi alrededor comenzó a desaparecer, y me vi perdida en las capas de terciopelo de su voz; pegué la frente al vidrio, ¿es que su voz podría llegar a ser más hermosa? Si ya era inspiradora cuando salía de su garganta como palabras, ahora no tenía comparación. Simulé una sonrisa, fue entonces que me percaté de que una lágrima había escapado de mis ojos y había llegado hasta mis labios. Estaba llorando.

Allí estaba y no era un sueño, una ilusión o una cruel jugarreta de mi mente. Entonces capté que colgando del edificio, había un enorme cartel que decía “Nessuna fuga di nuovo” con grandes letras azules. No sabía qué decía, jamás había aprendido italiano, pero cual fuera el mensaje, me impedía moverme, quería permanecer allí, observándolo.

Hice una comparación, y mi exposición salió perdiendo. nick era hermoso, en todo sentido que pudiera verle; su voz, su rostro, su cuerpo incluso, así usara el atuendo más ridículo del planeta. De pronto, un pensamiento me cruzó por la mente, ¿existía la posibilidad de que él me quisiera a mí? ¿Tan sólo a mí? Tenía que haber una razón por la que en este momento estuviera allí, cantándome esas hermosas palabras que me llenaban el alma, ese “por siempre” que agregó a su melodía, pero, ¿todo ello era verdad? Y si lo era, ¿acaso no seguiría siendo malo? El recuerdo desgarrador que aun no me abandonaba, era aquel en el que veía los ojos hinchados y rojos de selena, la tristeza en su rostro y la radiografía de su alma hecha pedazos. ¿Es que yo podía ser tan cínica como para terminar de arrebatarle lo que más amó?

Miré de nuevo a nick y otra lágrima corrió por mi mejilla. Ni siquiera yo misma me entendía; si él me quería y yo lo amaba más que a mi vida misma, ¿cómo podíamos estar juntos? ¿El dolor de selena era el precio a pagar? Me lastimaba querer hacerlo para estar con nick, no podía ser tan egoísta, ¿o sí? Era verdad que había pasado el tiempo, pero aunque para mí fuera eterno, en realidad no había sido bastante

the manual of the forbidden- capi- 61




Fue entonces que me moví, deslicé poco a poco mis pies hacía atrás y me fui sumergiendo en la humedad y oscuridad de aquel cuarto. liam se me quedó mirando, con una lebe expresión de confusión en el rostro.

-¿Pasa algo malo? –preguntó.

Me dí cuenta de lo vulnerable que era hasta entonces.

-¿Cuánto falta para que acabe la exposición? –le pregunté, con un hilo de voz.
-No lo sé –miró su reloj-, como cuarenta y cinco minutos –se encogió de hombros.
-¿Podrías encargarte del resto? Tengo, tengo que salir de aquí –miré a mi alrededor-. ¿Hay otra puerta?
-miley no entiendo –liam se acercó-. El sujeto que tanto buscabas está allí –señaló hacía afuera-, ¿no morías por verlo?
-Sólo sácame de aquí –rogué.
-¿Qué te hizo? ¿Por qué el cambio? –insistió.
-¡liam! –le grité- sácame de aquí. ¿Qué es esa puerta? –pregunté viendo una armazón de madera a un costado de la habitación.
-Creo que conduce a un pasillo lateral del edificio –se encogió de hombros.
-¿Podría dirigirme a la salida?
-Tendrías que salir por la puerta principal, pero al menos nadie notaria que has salido de este lugar.
-Genial. Me voy –decidí-. Encárgate de lo que sea necesario. Si… si nick pregunta por mí, dile que no me has visto, que me salí de este cuarto y no supiste a dónde fui.
-Pues… no sé a dónde vas. Así que no será tan difícil. Pero exijo que pronto me des una explicación.
-Luego. Gracias, liam.

Él me sonrió y salí despavorida por la otra puerta, huyendo de nuevo, huyendo de todo. No quería oír el “Lo siento por no quererte” de nick, ni algo como “Es que me di cuenta que amo a Kristen”. Ahora que lo pensaba, todo esto me había parecido un error. He allí lo que me había costado volver a verlo, un dolor aun más profundo en el alma. Como la hoja afilada de un cuchillo atravesándome el pecho.

Cuando logré salir al exterior, divisé la ciudad transitada y el alma me rogó seguir en cualquier dirección lejos y perderme. Caminé unas pocas calles y luego decidí tomar un taxi y pedir que me llevara a casa. Era imposible perderme en una ciudad que conocía demasiado bien. Así como imposible también no pensar en nick, en dónde podría estar ahora, qué estaría haciendo o pensando… con quién. Todo me torturaba, todo me causaba ganas de romper en llanto, ¿cómo podía ser tan estúpida? Mi plan había funcionado, nick había atendido a mi llamado y yo había logrado verle. Pero jamás me pasó por la mente relacionarlo con las demás personas, me concentré tanto sólo en nick y yo que olvidé por completo a terceros. Las muchas otras posibilidades de que nick no me quisiera o no pudiéramos estar juntos. No solamente existía selena en su vida, sino también alguien más. Alguien que ya había formado parte de su pasado, alguien que había dejado marcado su presente y que, si él quería, alguien que cambiaría su futuro.

Una lágrima rodó por mi mejilla, una lágrima que no pude contener; tan pesada como mi dolor, tan profunda como mi agonía. El taxi se detuvo frente a mi casa, o al menos, la fachada azul ya desgastada que reconocí como tal. Le pagué y bajé para adentrarme a casa. Subí y me tumbé en mi cama, a plena luz del día a llorar. Estaba enloqueciendo, me estaba volviendo una patética desquiciada. Llorar resultaba perfecto estando sola, sin preguntas, sin miradas; incluso la voz en mi cabeza guardaba silencio mientras las lágrimas seguían bajando por mis mejillas y mis sollozos se ahogaban contra la almohada. Y pensar que había perdido a la única familia que me quedaba, selena, por una estupidez mía, por un maldito error. En ese momento deseé fervientemente inventar una máquina que volviera el tiempo atrás, así, no iría jamás a Venecia, no hubiera conocido nunca a nick, no estuviera amándolo con todas las ridículas fuerzas de mi corazón y no estuviera sola en todo el mundo.

Pero era suficiente, ya había llorado mucho y a causa suya. Ya no podía ser tan vulnerable a él, no debía. No cabía duda que todo en este mundo se paga, y a lo mejor era el pago a mi maldad. Lo que yo le había hecho a selena, ahora lo estaba sufriendo. Pero no más, no iba a dejar que aquello me tumbara, tenía que vivir con ello de ser posible, pero iba a seguir adelante. Adelante, sin nada más que mi frente en alto. Era una promesa.

• • •

Habían pasado tres días, y aunque me negara a aceptarlo y llevara puesta una armadura de fortaleza, mi corazón preguntaba por nick. Tres días y ¿nada? liam  me había contado que, por supuesto, él le había preguntado a dónde había ido y cuando los hombros de liam se encogieron ante la interrogativa, nick salió disparado por la puerta, sin señal alguna de Kristen.

Pero ya no iba a pensar en ello, o al menos intentaría no hacerlo y no darle más concesión al asunto. Miré a través de la ventana del departamento y visualicé las grandes formas arquitectónicas de los edificios de Nueva York. Tenía pensado jamás volver, quedarme en algún lugar seguro hasta que el corazón sintiera de nuevo. Me preguntaba, ¿hasta cuándo sería libre?, ¿hasta qué punto resistiría él? Mi corazón palpitaba deseoso por sentir, por vivir, por amar; tenía miedo de no encontrar todo eso en alguien más. Andaría lejos, esperando no volver a atrás, no mirar profundamente su fotografía, negándome a todo aquello que aun sentía por él.

Si él apareciera, seguro mi corazón cantaría; pero mientras no lo haga y el tiempo pase; yo me haría más fuerte y evitaría derrumbarme en sentimientos vanos. Lo dejaría libre, para poder ser libre yo.

Los golpes en la puerta interrumpieron mi divagación.

-¿Estás lista? –la voz de liam era un poco reconfortable a todo mi dolor.

Desvié la vista de la vitrina para mirarle y sonriéndole, asentí.

-Vamos.

Tomé mi abrigo y bajé junto con liam hasta la recepción del hotel, para dirigirnos a la Avenida Madison, en donde volvía a darle vida a “Manuale del proibito”. Había sido un éxito en Broderick, y ahora, Blade lo había trasladado a Nueva York, en donde pidieron que la presentara. Estaba feliz, por supuesto, era el mundo reconociendo mi trabajo.

the manual of the forbidden- capi- 60




Me quedé parada en el mismo lugar por un par de minutos, viendo hacía donde la muchacha se había ido y luego le regalé un suspiro al aire.

-Credo di essere quello che ha vietato l'manuale. ~Supongo que yo soy lo prohibido del manual.

Mi corazón latió con una fuerza devastadora y luego colapsó de repente de forma teatral. Giré desorientada a fin de encontrar al dueño de aquella voz, sin saber si era sólo una fantasía en mi cabeza o una alucinación de mi mente.

Mi corazón latió con una fuerza devastadora y luego colapsó de repente de forma teatral. Giré desorientada a fin de encontrar al dueño de aquella voz, sin saber si era sólo una fantasía en mi cabeza o una alucinación de mi mente.
Pero allí estaba, incluso más hermoso que una proyección de mi cabeza, sonriéndome nervioso. ¡Era él! Las piernas perdieron su equilibrio y me temblaron, me quedé estática. Me llevé la mano al pecho, sólo para confirmar que mi corazón latía, porque yo sentía que había explotado dentro. No me percaté del momento exacto en que mis lágrimas se desbordaron, ya que la vista se me nubló y todo se volvió sólo siluetas borrosas. ¿Estaba respirando? Me obligué a recordar cómo se hacía, porque verdaderamente el aire había dejado de entrar a mis pulmones; y me limpié las lágrimas, esperando que mi vista se aclarara. Entonces volví a verlo, su hermoso y bello rostro lucía preocupado y el desasosiego pintó cada una de sus facciones.

-¿nick jonas? –la voz femenina de una chica partió la escena pero no retiré la vista empañada de nick, por temor a que desapareciera como si hubiese sido sólo una alucinación.

nick miró a la chica y los ojos se le abrieron de par en par, desprendiendo un fulgor desconocido.

-Kristen –musitó, sorprendido.

Y eso fue todo, perdí la conciencia porque ya no resistí tener pies de gelatina y no podía ya obligar a mis pulmones a respirar. ¿Caí al suelo? O ¿alguien me sujetó? Qué más daba, ya no contaba con la percepción de nada.

• • •

El olor a alcohol me invadió las fosas nasales y casi llegó hasta mi garganta, haciéndome arrugar la nariz y carraspear. Comencé a abrir los ojos poco a divisé una silueta junto a mí.

-nick –susurré. Pero la voz que respondió a mi llamado no fue la misma que había escuchado antes.
-¿Ya estás bien, miley?

Me tañé los ojos y luego parpadeé repetidas veces para aclarar mi vista. liam tenía un algodón en su mano izquierda y la mirada bien puesta en cualquier cambio en mi expresión.

-¿Dónde estoy? –pregunté, mirando a mi alrededor, pero al instante hubo otra pregunta más importante y volví a pasar la mirada por el lugar, pero esta vez con desesperación-. ¿Dónde está nick?
-Tranquilízate, dime que estás mejor –insistió liam-. Estás en la parte trasera del salón.
-¡Estoy bien! ¿Dónde está nick? –el lugar estaba más oscuro que alumbrado, pero lo suficientemente claro como para examinar cada rincón.

La boca comenzó a temblarme con un “No” inquieto en los labios por temor a que todo hubiese sido sólo una alucinación en mi cabeza. Tomé a nick del cuello de su camisa, inclinándome hacía él y percatándome de que estaba recostada sobre un sofá viejo con olor a humedad.

-¿Dónde está nick? –casi grité, desesperada, creyendo que me estaba volviendo loca, si es que aun no lo estaba.

El silencio de nick me hizo pensar lo peor y sentí que el corazón se me encogía acongojado en el pecho.

-El está… está hablando con una chica, justo afuera de la habitación –dijo y los ojos se me abrieron como platos. Mi corazón le ganó al pensamiento en mi cabeza y revivió con estruendosos latidos golpeando contra mis costillas.

Me levanté del sofá, como impulsada de éste e ignoré el lacónico mareo que me sucumbió la cabeza. Caminé agitadamente hasta la puerta del lugar y estando entre abierta logré ver lo que mi corazón pedía a gritos volver a sentir. Reconocería aquella espalda ancha entre millones y no dudé en salir a su encuentro, pero el nombre que pronunció me congeló los pies en el mismo sitio sin músculo movible alguno; trayéndome a la memoria el segundo antes de desmayarme.

-Kristen yo… –tartamudeó un poco, pero volver a oír el sonido de su voz fue como para un ciego volver a ver la luz del sol-. Es que no te entiendo.
-¿Qué es lo que no comprendes, nick? –la voz de la chica me incitó a fijarme en ella; tenía el cabello negro y ondulado, era más baja de estatura que nick y muchos allí, ya que le llegaba un poco por arriba de los hombros. Su boca ancha al igual que su frente y su nariz chata la hacían lucir como una muñeca Barbie, pero de alguna marca que ocupara el segundo lugar en ventas, lo suficientemente opacada por el primer lugar para no subir nunca a él-. Te lo estoy diciendo de la manera más sencilla que puedo –continuó-. Terminar fue un error, ¡me afectó tanto cuando me enteré que te habías ido! –dijo, con fingida melancolía, hasta yo pude notarlo.

Así que ella era Kristen. Cuando recordé lo que nick me había contado, casi quise salir a arrancarle los pelos con mis propias manos.

-miley –liam me llamó pero no me moví, seguí allí, tras la puerta, escuchando y viendo todo.
-Kris –nick tardó un momento en continuar y luego habló despacio-, cuando estábamos juntos, todo lo que yo te dije era sincero y real. Fuiste la novia que más… quise –volvió a silenciar y junto a aquella falta de sonido, mi corazón se desplomó.

¿Él aun la quería? Miré el rostro de Kristen, extasiado de alegría, mientras la sonrisa le crecía cada segundo un poco más. ¿Qué sentido tenía ahora la alegría de que mi locura haya funcionado? ¿Qué había de esperanza en tenerlo justo allí si en realidad seguía lejos su corazón? No había nada si él aun quisiera a Kristen. Nada.

the manual of the forbidden- capi- 59




Aquello era el sitio perfecto que Blade había conseguido para que se llevara a cabo mi exposición y aunque quedaba casi fuera de la ciudad, al norte de Broderick, liam se había ofrecido en llevarme y traerme las veces que fuera necesario.
Él siguió andando por las habitaciones del lugar, mientras que otras de las palabras que él había dicho, captaron mi atención. Faltaba casi menos de una semana para que se llevara a cabo la exposición y el mes se había pasado lento a pesar de todo, o mejor dicho, lento para mí, ya que cada día la agonía de desconocer el resultado de mi atrevimiento, me arrastraba en una incertidumbre desconocida que me obligaba a ignorar el paso de las foras en el reloj.
Cuando hubimos terminado de ver el lugar, liam me llevó a casa y me hizo prometer que no pensaría en otra cosa más que en la exposición fotográfica. Y aunque traté de hacerlo, me resultó completamente imposible, nick se había convertido en mi pensamiento constante y además, la razón de mi exposición, ¿cómo no iba a pensar en él? Eso, ni aunque me borraran la memoria.
Por la tarde charlé con Ferni y le conté las buenas nuevas, evitando por supuesto, el plan debajo de ellas. Además ella me lo ponía bastante fácil, ya que procuraba no hablar de nick tampoco. Me contó sobre lo bien que iba su relación con Chaz y que él me mandaba saludos, luego algunas cosas triviales que ocuparon el lugar de la conversación.
Yo debía de mantener la farsa, hacerle creer a las personas a mi alrededor que esto no era para mí más que el placer del trabajo bien recompensado y no una esperanza a mi locura.

El martes llegó con prontitud, a pesar de mi desvarío por el tiempo. Veía cómo acomodaban las fotografías en la pared, tratando de encontrar la manera de que se vieran elegantes y perfectas. Pero para mí ya lo eran. Me mordí el labio inferior con nerviosismo y luego divisé a liam hablando con Blade en la otra esquina, mientras le mostraba unos papeles y el viejo asentía.

Faltaba menos de un par de horas para que las puertas se abrieran y la gente pasara. Puse mi atención hacía el lado izquierdo de donde me encontraba parada y miré a los meseros acomodar los aperitivos en distintas bandejas para poder servirlos. A pesar de que todo era una situación distinta a otra, mi mente no dejaba de volar en torno a una sola cosa con nombre propio.

No es que tuviera precisamente la esperanza de que él apareciera, justo aquí. Pero al menos que me buscara luego, que supiera que estaba cerca de aquí, que supiera que lo necesitaba. Vi a liam acercarse a mí y le sonreí nerviosa.

-En un momento empezará todo, ¿estás lista? –me preguntó y sin dejarme contestar añadió-: Hay mucha gente que desea entrar.
-Estoy nerviosa, es la cosa que más quería cuando comencé a trabajar en esto y ahora ya está aquí.
-Los sueños se cumplen –me sonrió-. ¿O lo dudas?
-Te lo contesto luego. ¿Qué te dijo Blade? –pregunté, cuando lo vi salir por la puerta giratoria, además de querer cambiar de tema.
-Oh, tiene que irse, pero me dijo que le pasara un reporte de cómo había resultado todo. Él también está emocionado y ansioso. Oh, y quiere que pruebes los bocadillos.
-¿Blade quiere eso? –dije, extrañada.
-No, en realidad el que quiere eso soy yo, relájate, miley. Vamos –me tomó del brazo y me llevó hasta donde los mozos acomodaban las charolas.

Mordisqueé con ansiedad un par de aperitivos que rápido hicieron aparición en mi garganta al pasar por ella. Pronto se llegó la hora, el reloj marcó las diez de la mañana del martes treinta y uno de Enero, las puertas se abrieron y gente comenzó a entrar, girando sus cabezas hacía cuanta foto veían y dirigiéndose a ellas. Me di la media vuelta y cerré los ojos, yéndome a sentar a otro lugar porque no quería ver la cara de las personas al mirar las fotografías, no deseaba saber qué pensaban, qué se les ocurría. En ese momento me arrepentí de haber dicho sí.

Así pasaron cuarenta minutos de las dos horas que se habían predestinado para la exposición. Cuarenta largos y tormentosos minutos de ver –aunque no haya querido y haya hecho casi todo por evitarlo- el rostro de las personas que sonreían y movían sus cabezas en forma de asentimiento y fascinación al contemplar las fotografías que habían sido tomadas por mí. “Manuale del proibito” estaba siendo un éxito que a la gente le gustaba por encontrar inspiración en aquellas imágenes a blanco y negro.

Alguien me tocó el hombro y el corazón se me paró por un segundo. Me giré sobre mis talones y una chica de ojos grises me sonrió. El corazón volvió a su ritmo, decepcionado.

-Disculpa, ¿eres la autora? –me preguntó, mientras en su mano izquierda sostenía una libretita.
-Sí así podría llamársele, sí –le devolví la sonrisa que antes me había dado.
-Hola, soy Natalie Robertson y trabajo para el periódico local –me ofreció la mano en saludo de presentación y yo la tomé-. Debes de sentirte orgullosa de que tus fotografías estén fascinando a todo el que entra por esa puerta y las ve, ¿no es así?
-Vaya, gracias –dije, tímida.
-En lo personal a mi me han encantado, pero ¿podrías decirme, por qué el título? ¿Qué significa? Si no me equivoco es italiano, ¿verdad?
-Así, es. Significa, manual de lo prohibido –dije, sintiéndome repentinamente incómoda, al no haber visualizado esto en el plan.
-Y, ¿por qué? –insistió.
-Bueno… –tartamudeé, no iba a darle una explicación extensa ni platicarle mi vida, sólo dije lo primero que vino a la mente al pensar en nick-. ¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista del “No toques, ni codicies” pero que cada momento te incita más y más a… tenerlo.

Ella miró a su alrededor después de lo que yo le había dicho y miró todas la fotografías de forma rápida. Después me sonrió.

-Ya entiendo –dijo-. Todo tu conjunto de fotografías forma un manual de una sola cosa prohibida, ¿verdad?

Abrí los ojos ante la sorpresa de que ella haya realmente comprendido.

-Así es –dije.
-Gracias por responderme –me sonrió y volvió a darme la mano-. Ha sido un placer conocerte.
-Igualmente –respondí y luego la vi alejarse haciendo anotaciones en su libreta.



the manual of the forbidden- capi- 58




lo volvería a ver. No que eso cambiara las cosas, quizá me odiaba por destruir su relación con selena y más aun por publicarlo sin derecho alguno pero… era tanto el anhelo de saber de él que de cierta manera se había convertido en una necesidad. ¿Llegaría la noticia hasta Japón o donde sea que nick se encontrara? Miré a Blade y de pronto lo vi como una esperanza.

Él había terminado de ver todas mis fotografías y la sonrisa en su rostro me decía que le habían gustado. Repentinamente la idea de exponerlas no me resultaba tan descabellada. No si eso, de alguna forma, me acercaba a nick.

-Vaya –dijo Blade, admirando la última imagen-. Son fantásticas –confesó-. Es como si te contaran una historia.

Me reí.

-Tienen una historia, no hay fotografía que no la tenga –admití.
-Me gusta, estoy encantado con su trabajo, señorita cyrus. Sería un honor para nosotros exponer estas fotografías –me dijo, con los ojos rebosando de excitación-. ¿Qué dice usted?

Y entonces mi mente había cambiado por completo, mi perspectiva ya no era la misma que hace unas horas.

-Hagámoslo –acepté, llenando mi cabeza de la imagen de nick, ignorando si estaba bien o mal.

La sonrisa de Blade se volvió aun más intensa, acentuándose en su moreno y arrugado rostro, luego me extendió la mano.

-Hagámoslo –repitió.

Estaba loca, severamente loca. Había aceptado la propuesta de Blade y ahora no podía echarme para atrás. Y es que alguna parte de mi cabeza, quizá la más destornillada, tenía la ridícula esperanza de que aquella exposición, de alguna manera me acercara a liam.
Tenía que llamar a Blade para darle el nombre de la exposición, me había dado sólo un día para pensarlo, ya que todo se llevaría acabo en un mes, a finales de enero.
Me había pasado casi toda la noche en vela, ideando algún buen nombre para mi trabajo, algo que fuera como el título de una historia, pero nada era lo suficientemente bueno. Luego recordé una de las conversaciones que había tenido con Ferni, aquella en donde le mostré la cantidad de fotografías que había tomado de liam. Había usado un término para referirme a ellas: Manual de lo prohibido, porque para mi eso eran. Entonces tuve la idea y el nombre para mi exposición, Manuale del proibito, en italiano, porque había sucedido en Venecia.
Luego de que llamé a Blade y que encantado aceptó el título, tecleé el número de liam, él aun me debía ciertas explicaciones. Le pedí que viniera a mi casa y a los pocos minutos apareció tocando mi puerta. Lo hice entrar y lo senté frente a mí en la sala.
-¿Recibiste la noticia, no? –me sonrió, no sabiendo qué esperar.
-liam ayer. ¿Por qué no me dijiste?
-Porque pensé que ibas a decir que no y no estoy equivocado, ¿verdad? –enarcó una ceja.
-Pues no, pero… acepté –exhalé.
-¿Aceptaste? ¿En serio? –la expresión de viva alegría le volvió al rostro.
-En contra de mi misma, incluso –admití.
-¿Por qué dices eso? –preguntó, confundido.
-Porque al exponer esas fotografías, terminarán por odiarme, liam. Fui y destruí su perfecta relación, le mentí a liam al decirle que no lo amaba y ahora, vengo aquí a exponerle mi vida a medio mundo.
-No estás exponiendo tu vida –me contradijo-. Cada persona interpretará las fotografías a su manera, allí no dice “le robé el novio a mi mejor amiga” ¿o sí? –volvió a levantar la ceja.
-Ya lo sé, pero soy tan egoísta que no importa tanto que liam se enoje y me odie por completo, me duele muchísimo pero… sólo quiero verlo de nuevo. Por eso acepté, liam, esto me da la esperanza de volver a contemplar su rostro.
-¿Egoísta? miley, eres la persona menos egoísta que conozco, pero te diré lo que sí eres: masoquista –fruncí el ceño pero el continuó hablando-. Por una vez en tu vida, miley, date gusto a ti misma. Vives preocupándote de la vida de los demás, de sus opiniones y te dejas de lado –me sacudió ligeramente de los hombros-; piensa por una vez en ti. Si esto puede que te acerque a ese tal liam, pues no te detengas. Por una vez en la vida, lucha por lo que quieres.
No me había detenido a pensar, que aunque liam fuese un bruto de sentimientos, podría llegar a ser también el amo y señor de la razón. Y justo ahora la tenía, no me iba a echar para atrás pensando en la gente a mi alrededor, o la que alguna vez estuvo allí; aun por más ridícula que fuera la idea y burda la esperanza, debía seguir adelante.
-Supongo que tienes razón, liam –le sonreí y él también.
-No supongas, la tengo –rió y luego me abrazó-. Sé que va a ser la exposición fotográfica más popular en California –me animó.
-O más allá.
• • •
Después de aquella tarde y de muchas más, mientras el tiempo seguís su trascurso y con el se llevaba mis suspiros; la fecha de la exposición fotográfica se acercaba. Blade había hecho su reconocido trabajo al darle la suficiente publicidad al mío; mandando a imprimir folletos, volantes e incluso un espectacular en la ciudad. Blade era un viejo chiflado, pero me daba esperanza. Inclusive se utilizó el diseño de una página web en la Internet, anunciando la exposición fotográfica “Manuale del proibito” por Miley Cyrus y a lado, una fotografía de nick, la que liam había llevado a Blade. Ver mi nombre bajo el título y a lado de la fotografía era para mí como una llamada de auxilio para que nick la pudiera ver. Algo que esperaba lo trajera hasta mí al reconocer aquel nombre, del cual anhelaba no se hubiera olvidado tan pronto.
No esperaba que me tendiera los brazos y me abrigara en ellos; sólo quería verlo de nuevo, tenerlo frente a mí era el deseo más ferviente de mi corazón, y aunque me odiara con toda su alma, le explicaría que lo amaba y porqué le había mentido; pero sólo si él atendía ami llamado.
-Es espectacular, ¿no crees? –el eco de la voz de liam resonó en el salón vacío, trayéndome al presente.
-¿Cómo dices? –pregunté, haciendo demasiado evidente mi falta de atención.
-El lugar, es grandioso –dijo, fingiendo no darse cuenta-. Ya me imagino todo, ¡no puedo esperar a que llegue el martes!
Miré a mi alrededor curiosa por las palabras de liam, aunque la mayoría de las veces resultaba ser un exagerado, esta vez tenía razón. Era un salón grande, con piso de mármol en color negro, las paredes blancas se expandían extensas dándole un espacio realmente grande y una ventilación y luminosidad al lugar. 

the manual of the forbidden- capi- 57




-Si se pregunta cómo conseguimos su teléfono y su nombre, pues déjeme decirle que tiene un amigo muy… insistente –soltó una risita gutural.

Me quedé en silencio por un momento, sintiendo cómo encajaban todas las piezas del asunto de liam. Él había tomado una de mis fotos ayer, y ese mismo día la había llevado con Thomas Blade –una persona que jamás me había visto pero que tenía que ver conmigo- para que me diera la oportunidad de una exposición de arte, de fotografías. Por eso no quería decirme, por eso esa mirada misteriosa cuando vio el sobre… mataría a liam.

-Es usted muy callada, señorita cyrus –bromeó Blade soltando otra risita.
-Lo siento. Disculpe, esa foto no debió de salir de mi casa, es un error –farfullé, ¿cómo iba a hacer una exposición de todas las fotografías que tenía de nick? Ni que estuviera loca.
-¿Por qué no viene y lo hablamos? Y traiga las demás fotografías. Es una oportunidad excelente, ¿la va a dejar pasar? –me tentó.

Me mordí el labio inferior, vacilante.

-¿Señorita cyrus? –insistió.

-Llego en una hora, ¿le parece? –dije, dándome por vencida.
-Perfecto. Hasta pronto, entonces.

Trunqué la llamada de manera brusca y me llevé las manos a la cara. Ahora además de “roba novios” me volvería una asesina. liam me las pagaría, pero antes tenía que recuperar mi foto.

Me dirigí al estante de libros y tomé el sobre de fotos, lo introduje en mi morral y salí directo a aquel edificio en el que había estado ayer. Mientras iba, pensaba en la posibilidad de aceptar la oferta de Blade. Exponer mis fotografías en un salón inmenso, mientras ofrecían aperitivos elegantes a la gente que admiraba mi trabajo era el deseo que tenía desde que empecé a dedicarme a la fotografía; el deseo de todo fotógrafo profesional que dispara su lente para encontrar la belleza en este mundo. Pero existía otro lado de la moneda. La parte oscura del sueño.

No podía exhibirle a medio mundo mi… mi… ¡ni siquiera sabía qué era! Simplemente no podía exponer esas fotos. ¿Qué pensaría selena si se enterara? Si hubiese una remota posibilidad de perdón, seguro desaparecería. O nick, a lo mejor creería que lo había utilizado. Ya no podía ser más mala de lo que ya me sentía, ya no soportaría que me catalogaran así.

Caminando, hice un poco más de una hora y cuando llegué, inmediatamente recordé la ubicación de su oficina, a donde liam había ido el día anterior. Me dirigí hasta allá y le sonreí a la señorita tras el escritorio. Una muchacha menuda como de unos dieciocho años.

-Hola, soy Miley Cyrus, vengo a ver a Blade –anuncié.
-Miley Cyrus, claro. Permíteme tantito –me sonrió y descolgó la bocina del teléfono y en un susurro parloteó algo que no pude entender; luego colgó y me sonrió-. Pasa, te está esperando.
-Gracias –le devolví la sonrisa de manera fugaz y luego entré a la oficina.

Al instante, el olor a pino fresco me rozó la nariz, haciéndome arrugarla levemente. Había visto su fotografía en Internet, pero sin duda de eso ya había pasado algún tiempo. Era un sujeto con escaso pelo, ahora ya gris; su rostro robusto estaba cubierto de una piel expuesta bastante al sol. Me sonrió.

-Miley cyrus –se levantó-. Qué placer me da conocerte –me extendió la mano y la tomé, recelosa, con mi ceño ligeramente fruncido-. Siéntate, por favor.

La silla rechinó en el suelo cuando así lo hice.

-Señor Blade… –empecé.
-Thomas, por favor –me interrumpió, afable.
-Bien, Thomas. Esa fotografía no debió llegar a usted, es que…
-¿Cómo que no? –se echó para atrás, como sorprendido.
-Es que esa foto era… –luché con mi fuero interno para no decir “prohibida” y buscar la palabra adecuada- era…
-¿Fenomenal? ¿Excelente? ¿Maravillosa? ¿Cautivadora? –me interrumpió, de nuevo.

Y a pesar de todo lo que dijo, aquello no se acercaba ni un poco al significado que yo le daba.
Me reí.

-No, es que… –resoplé, frustrándome- Esa foto es personal.
-Piénsalo, sería una bellísima exposición fotográfica –gesticuló, como imaginándose la escena, ignorando mi comentario. Luego de un segundo, me miró-. Y sin duda sería una gran oportunidad para ti. No me digas que no es lo que quieres. Todo fotógrafo lo quiere –presionó, y tenía razón.
-¿Qué fotografía le dio liam? –inquirí, quería saber cuál era la imagen que le había fascinado tanto.
Suspiró al verme renuente, luego se levantó de su silla de cuero y fue por una carpeta azul de su archivero. Volvió a sentarse y me dio el folder. Lo tomé y luego lo abrí. El corazón se me expandió por todo el pecho y el estómago se me encogió. Entre mis manos tenía una de mis fotografías, una de tantas imágenes que no había visto hace tiempo. El hermoso rostro de nick exponía su perfil izquierdo, y las luces de fondo de aquella feria proyectaban un centelleo en sus ojos. Era hermoso.
-No sé si vea lo mismo que yo veo en esa foto –me dijo Blade-. Yo veo una frase de alguna canción romántica, un cuento corto para contarles a mis hijas en las noches. No sé si me doy a entender –juntó sus manos sobre el escritorio y se inclinó un poco sobre él-. Me gustaría ver todas, por favor.

Entonces lo miré. Luego saqué de mi morral el sobre que contenía las demás, y aun medio vacilante, lo deslicé sobre la madera del escritorio hasta las manos de Blade.

Él me sonrió y luego abrió el sobre, sacando todas las fotografías. Cerré los ojos por un momento, bajando la cabeza. No sabía qué estaba haciendo, o mejor dicho, sí sabía pero no estaba segura de hacerlo. selena y nick y vinieron a mi cabeza. Si de alguna manera se dieran cuenta, ¿cuál sería su reacción? ¿lo creerían un abuso o quizá una burla? Sobre todo nick, él es quien aparece en las fotos y… ¡nick! Por un momento pude ver una cara de la moneda que no había visto.

Si nick llegase a saber, ¿vendría a buscarme? Al menos para reclamarme, enfadarse o cualquier cosa, y yo… 

the manual of the forbidden- capi- 56





-¿A dónde fuiste, liam? –lo miré, parando mi caminar.
-Ah… saludar –se encogió de hombros.
-¿A saludar a quien? –fruncí el ceño.
-A una persona con la que ya me había topado antes.
-¿Tiene que ver conmigo? –por un segundo, lo que dura un latido, nick pasó por mi pensamiento.
-Esa persona jamás te ha visto –dijo, ya más calmado e hizo que me calmara también-. Anda, ya vamos por nuestro pago –me instó a seguir caminando hacía el siguiente cubículo.

No sabía por qué, pero la incertidumbre no se iba. Algo me decía que todo eso tenía que ver conmigo. O a lo mejor, de verdad me estaba convirtiendo en una paranoica. No quería hacerme falsas ilusiones en que a lo mejor, nick también tuviera que ver en esto; pero era algo ilógico. nick  estaba muy lejos y liam ni siquiera lo conocía más que en fotos.

Cobramos nuestro dinero y lo repartimos mitad y mitad, luego liam me llevó a casa en donde las especulaciones continuaron.

Era una terca, si liam me conocía bien sabría que no me iba a dar muy fácil por vencida y que no me iba a quedar de brazos cruzados; además de que era una completa curiosa igual que… nick. Era inevitable no traerlo a mi pensamiento, vivía allí día y noche y no podía bloquearlo. Pero todo esto sólo se enredaba con tantos nombres, de por sí, eran ya suficientes.

La noche llegó rápido, pero no dispersó mis pensamientos. Tenía que separar todas las cosas que se enredaban en mi cabeza y saber en qué se relacionaban una con la otra. nick y la canción, liam y su misteriosa desaparición en la mañana, nick, liam.

Suspiré y me asomé por la ventana, el cielo oscurecido sostenía un cuarto menguante en lo alto y tuve que pensar en nick, una vez más. ¿Dónde estaba? Deseaba tener una señal, un lugar, lo que sea. Quería que alguien me dijera que lo había visto, que estaba bien, quería saber cualquier cosa. Pensarlo me hacía recordarlo, a poco más de un mes de haber regresado, tenía su recuerdo nítido en mi mente: sus bellos ojos miel brillando con luz propia, su cabello lizo despeinado y castaño, tan suave como espuma en los dedos, sus sonrisas tan mágicas y sus labios… deliciosos.

Suspiré de nuevo y me puse a pensar en liam, ya que si seguía dándole luz verde a los pensamientos de nick, se me iría toda la noche y terminaría llorando. Volví a concentrarme en el asunto de liam entonces, recordé lo que le me contestó cuando le pregunté si aquella persona tenía que ver conmigo: “Esa persona jamás te ha visto”. A liam no le gustaba mentir a sus amigos, pero cuando no quería decir algo daba una respuesta real pero no acertada. Abrí los ojos de par en par. Entonces aquello sí tenía que ver conmigo, podía apostar a que sí. Pero… ¿de qué forma? Aquella persona tenía que ver conmigo, pero jamás me había visto… todo era tan confuso.

Volví a mirar la luna, nick, nick, nick. ¿Dónde estás? ¿Estará pensando en mí? Me reí, no podía siquiera alejar un minuto mis pensamientos de él. Ya debería de saberlo, es como pedirle a un manzano que no produzca ya sus frutos.

Como sea, tarde o temprano tenía que enterarme de lo que liam tramaba; sólo que esperaba que no fuera demasiado tarde.


La luz de la contestadota parpadeaba cuando llegué a casa. Había estado casi toda la mañana vagabundeando por mi ciudad en busca de buenas fotografías para tomar. Había tomado sólo tres en casi seis horas. Me acerqué y apreté el botón para oír el mensaje, mientras iba por un vaso de agua.

Oh, buenos días señorita cyrus, o buenas tardes según escuche mi mensaje.
Su fotografía nos ha fascinado y queremos que nos muestre toda la colección. Hay algo especial en esa imagen y, estaríamos muy honrados en ver su trabajo para si usted quiere, hacer la exposición.
Comuníquese en cuanto oiga el mensaje. Ya sabe el teléfono de la compañía, pregunte por el señor Blade.
Que pase buen día, hasta luego.

El pitido que anunciaba el final del mensaje me hizo aterrizar. ¿Cuál fotografía? ¿De qué exposición está hablando? ¿Qué señor Blade? Corrí hasta el teléfono y garabateé el número de esa llamada en un papel, luego lo marqué. Una voz femenina me contestó al segundo timbre.

-Olmos estudio, ¿en qué puedo servirle?
-Amm… ¿hay allí un señor Blade con quien pueda comunicarme? –pregunté, terriblemente confundida.
-Claro, enseguida.
-Gracias –tamborileé los dedos en la mesita mientras escuchaba la fastidiosa melodía a través de la bocina del teléfono.
-Oficina del señor Blade, ¿en qué puedo ayudarte? –me contestó otra voz más aguda que la primera. Fruncí el ceño. ¿Qué allí todo mundo contestaba de la misma manera?
-Hola, ¿podrías comunicarme con el señor Blade, por favor?
-¿Quién lo busca?
-Miley Cyrus.
-Oh, claro. Enseguida –dijo y transfirió la llamada por un lapso de tiempo más corto que el anterior.
-Señorita cyrus, es usted –dijo la voz de hombre, ronca y amable.
-Eh… sí, pero aun no entiendo quién es usted –musité, con franqueza.
-Bueno, soy el presidente de las exposiciones fotográficas de esta empresa. Thomas Blade.

Los ojos se me abrieron como platos. Thomas Blade, había leído de él hace bastante tiempo; era el “productor” de las exposiciones fotográficas que tuvieron más fama en el país y no sólo allí.

-¿Señorita cyrus? –preguntó, ya que me había quedado muda.
-Estoy aquí –farfullé-. Pero aun no entiendo por qué me llamó.
-Pues vimos su fotografía. Nos ha encantado y…
-¿Qué fotografía? –lo interrumpí.
-Un joven vino el día de ayer mostrándonos una fotografía que usted tomó en su viaje a Venecia, Italia, según nos contó él muchacho.

El corazón comenzó a latir debajo de mi pecho. Todo estaba cobrando sentido de pronto.

-A decir verdad, la fotografía es muy buena y pensamos que una exposición con ese tipo de fotografías sería magnífico, pero antes queremos ver todas.
-Ah…