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viernes, 1 de junio de 2012

no promises- capitulo- 31




EPILOGO
Cinco años más tarde.
—Un agente no entraría en un edificio de esa manera —dijo Miley , señalando a la televisión con un cuenco de palomitas en la mano.
—¿De verdad, mamá? —preguntó Carolina y Miley miró hacia su hija, que estaba sentada a su lado.
—Sí, cariño, mira —dijo señalando de nuevo—. Tendría que aparecer por el lado derecho y…
—Nos vas a estropear la película.
Ella miró a Nick y le pasó las palomitas.
—¿Quién nos estropeó Licencia para matar la semana pasada? ¿Eh?
El dejó el cuenco sobre la mesa y apretó a su mujer contra su pecho. Después le acarició el vientre redondo con satisfacción.
—Eso te pasa por ser un agente secreto —le susurró él.
Ella inclinó la cabeza.
—Prefiero ser solo tu mujer. Simplemente.
—Cariño, tú de simple no tienes nada.
La besó con ternura, mientras le acariciaba su vientre hinchado. Estaba deseando tener a su hijo en brazos, ver las facciones de Miley en el niño.
—Te quiero —susurró ella.
Él la miró a los ojos.
—Yo te quiero más.
Ella sonrió y se recostó contra él.
Nick suspiró pensando que su vida no podía ser mejor. Apretó a su familia con fuerza y recordó aquella noche lejana hacía diez años. Cuando sus destinos se cruzaron. cuando llegaron a enamorarse aun sabiendo que , de por medio, habia...NADA DE PROMESAS
...Y... la explosión de aquel encuentro todavía los bañaba con una lluvia de amor.








The end...

jueves, 31 de mayo de 2012

no promises- capitulo- 30



Nick entró corriendo en la habitación de su hija y se encontró con la nueva niñera paseándose con la niña en brazos por toda la habitación.
La joven rubia lo miró con desesperación.
—Siento haberlo despertado, señor. Se despierta continuamente llamando a su mamá.
—Lo sé —dijo él, tomando a la niña en brazos—. Vuelva a su habitación. Yo cuidaré de ella.
La niñera hizo lo que le pidió.
Nick se sentó en la mecedora y apretó a la niña contra su corazón. Era demasiado pequeña para entender nada; solo sabía que la mujer que había actuado como su madre no estaba con ella. Era cruel. Y Nick se culpaba a sí mismo. Había hecho lo que se había jurado que no haría: separarse de ella. Miley había confiado en él y él le había fallado al echarla de su lado. Sacándola de su vida.
Ella era una mujer fuerte e independiente. Llevaba sola muchos años y sabía cuidar de sí misma. Por supuesto, podría resolver sus problemas sin su ayuda. Pero, ¿y él?
Por enésima vez se preguntó dónde estaría y qué estaría haciendo.
Se había marchado antes de que él saliera del cuarto. La última imagen que tenía de ella era con la cara llena de lágrimas. Había vaciado su habitación en un momento y le había dejado una nota para informarlo de que llamaría a la agencia para que le mandaran una sustituía inmediatamente.
Como si fuera tan sencillo sustituirla.
Con solo mirar a su casa y a su hija, sabía que a Miley no solo le importaba el espionaje yla CÍA. Sinembargo, no podía evitar los pensamientos que lo invadían. Pensaba que él nunca podía ser suficiente para ella, que su vida aburrida nunca podría remplazar la intriga y el peligro de ser un agente. ¿No le había costado a él dejar su carrera? ¿Cómo iba a pretender que lo hiciera ella?
Se frotó la cara.
Sin embargo, sin ella, su vida parecía vacía.


Miley se acercó a la casa y observó a su familia. No los había llamado por miedo a que la hubieran rechazado.
Quería salir corriendo; sin embargo, se obligó a dar un paso al frente y a abrir la verja del jardín. La puerta rechinó y varias caras se volvieron hacia ella. Ella dio un paso hacia delante y esperó.
—¿Miley? —llamó Michael caminando hacia ella.
Ella asintió.
En el otro extremo del jardín, una mujer joven de pelo negro gritó y salió corriendo hacia ella. Michael fue el primero en tomar a Miley en sus brazos. En el mismo instante en que la soltó, Cassie se abrazó a ella, llorando.Miley  intentó controlar sus propias lágrimas pero no lo consiguió.
Entonces, escuchó la voz cavernosa de su hermano Richard.
—¡Vaya! ¿Qué es de tu vida?
Miley soltó a Cassie y miró a su hermano mayor.
—Lo siento —dijo sin ocultar las lágrimas.
Su expresión flaqueó. Se miraron fijamente y, entonces, Richard se acercó a ella lentamente y la rodeó con los brazos.
—Todo está bien, Miley. Ya estás en casa.

—Nick me llamó preguntando por ti —le dijo Katherine, mientras le pasaba un vaso de té helado.
Los hielos tintinearon cuando ella agarró el vaso.
—¿Qué quería?
Kate la miró.
—Hablar contigo.
Ella movió la cabeza.
—No puedo verlo, Kate. Sería demasiado doloroso.
—Siempre has ido por lo que has querido, Miley. ¿Por qué no lo haces ahora?
Miley se dirigió hacia la ventana del salón de Katherine.
—Lo que yo quiero no puedo conseguirlo. Ya no.
-Lo que yo quiero no puedo conseguirlo. Ya no....
—¿Estás segura?
—Sí. Solo quería paz y tranquilidad. La rutina era tan agradable… Me gustaría tomar clases de baile, hacer fiestas para los amigos y… tener mis propios hijos —casi se ahoga—. Lo tenía todo, Kate. Y yo soy la única culpable de su destrucción.
—Yo no diría eso, cariño.
Ella se volvió de golpe, con el corazón en un puño, y se encontró con Nick.
—¿Es cierto que has dejado la CÍA?
No podía decir ni una palabra por la impresión, así que asintió. La manera en que la estaba mirando le paraba hasta el corazón.
—¿Por qué?
—Ya no podía hacerlo. Eché un vistazo a la pistola y comprendí que aquella era la antigua Miley. Aquella vida pertenecía a la mujer que había ido a tu casa —tomó aliento—, no a la mujer que había salido de ella.
—Entiendo —dijo él sin poder apartar los ojos de ella.
Desde que había salido de su vida había sentido que se ahogaba y, ahora, por primera vez en muchos días, lograba volver a respirar.
—Siento haberte engañado, Nick —dijo ella de repente—. Pero era parte de mi trabajo, tenía…
—Lo sé —la interrumpió él—. Me llevó un tiempo darme cuenta —dijo metiéndose las manos en los bolsillos—, pero ahora sé que estábamos a salvo. No debí echarte de casa cuando confiaste en mí. Me porté como un idiot.a.
—No. Tú solo estabas…
—Sí, Miley —dijo él con firmeza—. Eres una mujer sorprendente y yo tenía miedo de no ser suficiente para ti. Sé lo emocionante que es la vida de agente secreto. ¿Cómo podía ofrecerte yo algo mejor?
—Ya lo habías hecho. Me lanzaste una cuerda cuando me estaba ahogando. Era una mujer solitaria que se había olvidado de vivir y de amar.
—No puedo ofrecerte toda la emoción de la vida de espía.
—No la quiero.
—¿Yo solo soy suficiente para ti?
Ella asintió, no podía hablar por el nudo que tenía en la garganta.
Él le acarició la cara y le deslizó la mano por el pelo.
—Te quiero, Miley. Te he echado tanto de menos —dijo él—. No me importa lo que hayas hecho hasta ahora ni cómo te llamaras. Solo quiero que a partir de ahora te llames Jonas.
—Te amo —le dijo ella con ardor.
—Entonces, vuelve a casa conmigo, cariño —murmuró él—. Vuelve conmigo a River Bend y cásate conmigo.
Nick contuvo el aliento.
—No hay nada que más desee en el mundo —respondió ella lanzándose a sus brazos.
Él la beso, ahogándose en sus labios, en su aroma. Sabiendo que tenía el resto de la vida para saciarse de ella.
Antes de que ella apareciera en su vida, se había sentido perdido, errante. Pero ella apareció y le dio una segunda oportunidad.
No podía esperar más tiempo para empezar su nueva vida con ella.
—¡Oye! Aquí hay alguien que quiere la parte que le corresponde —dijo Kate.
Ellos se separaron y vieron a Kate entrar con Carolina en brazos. Cuando la niña vio a Miley extendió los brazos hacia ella.
—¡Mamá! —gritó y Miley la tomó en brazos.
La vida normal nunca le había parecido tan hermosa.
Se acercó a Nick, respirando su aroma, acariciando el pelo de la niña. Una gloriosa paz la invadió y Miley le dio gracias a Dios por la nueva oportunidad.
Por tener una vida normal, que era como la misma gloria.

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Bueno aqui esta el final ya solo falta el epilogo, espero que les haya gustado esta novela.
ATT: @sariiSmiler

sábado, 26 de mayo de 2012

no promises- capitulo- 29


—Maldita sea. No lo sé con certeza. Dame algún tiempo —colgó y cortó la línea que la conectaba a través de medio mundo. Cerró el ordenador y dejó el teléfono a un lado.
El silencio era abrumador y Miley tomó aliento antes de hablar.
—No me puedo creer que hicieras que me investigaran.
—¿Por qué no? ¡Tu vida no es otra cosa que un puñado de secretos!
—Sí, lo es. Bueno, lo era.
Él ignoró su respuesta.
—¿Para qué agencia trabajas? ¿El FBI,la CÍA?
Miley agarró su maleta, la abrió y despegó la línea de la parte inferior. Con un cuchillo que tenía allí oculto, rasgó el lateral y sacó una carpeta de cuero negra. La abrió y le entregó a él una cartera de piel igual que la que él llevaba en el servicio secreto.
Él la abrió y miró la placa del interior. De la CÍA.
Nick lanzó un juramento.
Ella pestañeó, sintiendo que el precioso mundo que había empezado a disfrutar no hacía mucho comenzaba a hacerse añicos.
—Caldwell. Eso explica por qué no encontraba nada sobre ti —dijo él lanzándole la placa—. ¡Hasta me mentiste con tu nombre!
—Tuve que hacerlo. Estaba protegiendo mi vida y la de cualquiera que estuviera a mi lado.
—Nosotros solo éramos tu tapadera —afirmó él, horrorizado.
—No —negó ella con firmeza—. No esperaba que estuvieras aquí. Lo sabes.
—Podías confiarme tu cuerpo y tu corazón; pero no tus secretos. Yo podía haberte ayudado.
—No, no podías.Nick , escúchame —dijo ella alzando una mano para tocarlo, pero la mirada fría de sus ojos la detuvo—. Mi compañero estaba tramando algo con el bando contrario. Yo lo vi y lo grabé. Después de cubrirme la espalda, envié la cinta a un senador. Después, tenía que ocultarme hasta que lo cazaran. Si no, él podría haber venido por mí.
—¿O por Carolina?
—No. Vosotros no corríais ningún peligro.
—¿Y que habría pasado si tus planes hubieran fallado y tu compañero te hubiera localizado? ¿Me vas a decir que Carolina no corría ningún peligro?
—Yo la hubiera protegido con mi vida —dijo ella con firmeza.
—Yo puedo protegerla, maldita sea. Pero si no fuera por ti y tus mentiras, no tendría que hacerlo.
—Estaba intentando proteger mi vida. No podía confiar en nadie.
—¿Ni siquiera en mí? ¿Por qué no?
Bajo su furia se escuchó una súplica. Estaba dolido y herido y necesitaba que lo calmaran.
—Cariño, quería hacerlo, pero sabía que reaccionarías así. Aquel día en el supermercado lo supe. Mira ahora; estoy confiando en ti y lo único que tú haces es gritarme.
La expresión de él era como el hielo y Miley sintió que la distancia entre ellos aumentaba.
—¿Estaba Katherine Davenport metida en esto?
—Ella me dio el trabajo, pero no sabía por qué lo quería.
—¿Ella sabe a qué te dedicas?
—Sí. Pero ni siquiera mi familia lo sabe.
—Así que los dejaste para convertirte en una espía —dijo él con disgusto—. Para utilizar a la gente, para utilizarme a mí.
—Yo no te estaba utilizando. Lo sabes muy bien. Era mi vida la que estaba intentando proteger. Mark Faraday tiene más experiencia que yo. Podía haberme encontrado si hubiera sabido que yo lo había descubierto. Entonces, me hubiera matado —dijo ella.
—¿Por qué estás tan segura?
Ella apartó la mirada.
—Porque eso sería lo que yo hubiera hecho.

Su expresión se tornó dura como el granito y Miley vio que el amor que sentía por ella desaparecía.
—Esto es demasiado serio para que me lo hayas ocultado, Miley.
—No había ningún peligro hasta que tú empezaste a investigar mi pasado.
—No es tu pasado. Todavía perteneces ala CÍA.¿Acaso no sabes ya quién eres?
Sus palabras eran afiladas como cuchillos.
—Pensé que era la mujer a la que amabas.
Las facciones de él se retorcieron de dolor.
—Por lo visto ni siquiera soy eso —añadió ella.
Nick se marchó de la habitación sin decir nada y Miley entendió. Nunca conseguiría que la perdonara. Así que hizo lo único que podía para mantener algo de dignidad: preparó la maleta y se marchó.

Nick ni siquiera la vio irse. No hacía falta. El sentimiento de pérdida lo invadía hasta lo más profundo de su ser, hasta robarle el aire.
Se sentó en la cama y hundió la cara entre las manos.

Miley pasó por debajo del arco de piedra del Centro de Inteligencia George Bush y no sintió lo que había esperado. No era como volver a casa, no sentía como si se estuviera embarcando en una nueva aventura. Simplemente, se sentía extraña. Sus tacones resonaron sobre el suelo de mármol mientras caminaba por el vestíbulo en dirección al ascensor.
Había pasado tres días informando a sus superiores, al senador y al director. Se negó a decirles dónde se había ocultado durante los dos últimos meses hasta que logró que le prometieran que no se pondrían en contacto con Nick. Ya lo había involucrado demasiado y no permitiría que destruyeran su vida más de lo que ella ya lo había hecho.
Continuó por el pasillo, abriendo puertas dobles hasta que llegó a la oficina de su jefe.
Él apenas levantó la cabeza.
—Caldwell, estoy ocupado.
—Bien. Esto solo nos llevará un par de minutos.

miércoles, 23 de mayo de 2012

no promises- capitulo- 28




—Escúchame, Nick, no sé qué significa esa mujer para ti; pero si yo fuera tú, le haría un montón de preguntas.
—Eso haré, créeme.
Nick le dio las gracias y colgó. Agarró un lápiz y le dio vueltas pensativo, después se levantó y salió de la habitación.
—Me voy a tomar el resto del día libre —le dijo a su secretaria al pasar por la recepción.
—Pero, señor, tiene la agenda repleta de citas.
—Cancélalas —gruñó, saliendo por la puerta.
Iba a buscar a Miley y a saber todo lo que necesitaba.
Miley estaba en la habitación de Carolina con la niña en brazos. Estaba meciéndose en la hamaca cantándole una nana para que se durmiera la siesta. A Nick casi se le rompe el corazón ante una imagen tan tierna.
Odiaba pensar en lo que estaba pensando.
Pero ella le había mentido. Le había mentido desde el principio.
Miley dejó a la niña en la cuna y la cubrió con una sábana.
Nick sintió una opresión en el pecho.
Cuando Miley se volvió y lo vio allí plantado, le dedicó una sonrisa. Se acercó a él para darle un beso. Nick la apretó contra él, devorando su boca, deseando que todas sus sospechas fueran falsas. Se dijo a sí mismo que no le importaba, pero, en realidad, le importaba muchísimo.
—¡Vaya! —exclamó ella cuando él se separó.
Entonces, ella entrecerró los ojos al ver su mirada taciturna.
—¿Qué pasa?
Él no contestó. La agarró de la mano y la llevó a su dormitorio.
—Ya entiendo —dijo ella, riéndose.
—No; no entiendes.
—¿Jonas?
Ella se separó y él se volvió para mirarla. La expresión seria de sus ojos hizo que un escalofrío le recorriera la columna.
—¿Por qué te comportas así?
—Miley—dijo él en voz baja, agarrándola de los brazos para atraerla hacia él—. Quiero empezar a construir una vida junto a ti. Quiero algo más que una relación temporal y superar este sentimiento de que te voy a perder en cualquier minuto.
—No me perderás.
—Entonces, ¿por qué no me cuentas qué estás ocultando?
Ella lo miró a los ojos y supo que el momento de la verdad había llegado.
—¿No puedes contarme qué es lo que tanto te preocupa? Confía en mí, cariño.
Ella se puso de puntillas y le dio un beso.
—De acuerdo —dijo y dio un paso hacia atrás—. Te voy a confiar mi vida.
Él pensó que ella debía ser testigo de algo. Estaba casi seguro.
—Trabajo para el gobierno —dijo ella.
—Eso no es cierto —dijo él con la mirada seria.
—Sí lo es.
—¿Cómo es posible entonces que no haya nada sobre ti?
Ella palideció.
—No hay nada sobre Miley Stuart, ni tarjeta de la seguridad social, ni impuestos, nada.
—¡Oh, Dios! —susurró ella al darse cuenta de lo que había sucedido—. Has hecho que me investigaran.
Nick se tensó un poco.
—Sí.
—¿Cuánto me has investigado?
Nick frunció el ceño al ver el horror reflejado en su rostro.
—¿Cuánto? —gritó ella.
—Cuando llegaste aquí, le pedí a un amigo que buscara información sobre ti. Ya me había olvidado del asunto hasta que hoy me llamó. La investigación fue lo suficientemente exhaustiva para descubrir que no existías.
Ella lanzó un juramento y salió de la habitación corriendo. Se dirigió hacia su habitación, abrió la puerta del armario y sacó una maleta.
—¿Te marchas? No sin hablar conmigo.
—No me marcho. Pero no tienes ni idea de lo que has hecho —dijo ella, abriendo la maleta para sacar el ordenador y el teléfono.
—¿Por qué no me lo dices?
—Me dijiste que confiara en ti y eso es lo que estoy haciendo.
—¿De qué me estás hablando?
Ella abrió el ordenador portátil, lo puso en marcha y conectó el teléfono.
—De que por tu pequeña investigación podrían matarme.


Nick sintió pánico mientras los dedos de ella se deslizaban sobre el teclado del ordenador. Observó la pantalla y vio la línea roja saltar de los Estados Unidos a otros tres continentes y, después, volver a los Estados Unidos. . «Está desviando una llamada telefónica», pensó él y consideró dónde podía haber aprendido a hacer aquello y por qué. El punto rojo se detuvo en algún lugar de Virginia.
Inmediatamente, supo que estaba llamando a las oficinas centrales del gobierno en Langley, Virginia.
Un mal presentimiento le recorrió la espina dorsal. Aquello solo podía significar una cosa. Una opción que él no había tenido en cuenta.
Ella no se atrevía a mirarlo mientras hablaba por teléfono.
—Patterson —dijo la voz de su jefe al teléfono.
—Índigo, Alfa, 4—0—8. Codifica la llamada.
Miley estaba temblando. Un pánico que nunca había sentido le invadía todo el cuerpo y hacía que sus músculos se tensaran.
—¿Lo tenéis? —preguntó ella en cuanto pudo hablar.
—¿Dónde diablos te has metido? He estado intentando localizarte.
—Dónde esté yo no importa. ¿Lo tenéis o no? —dijo ella con poca paciencia.
—Sí, ya lo tenemos, pero tú también tienes que venir.
Miley dejó caer los hombros mientras apartaba el teclado.
—Ya lo sé.
—Fuiste muy inteligente al enviar la cinta al senador y a mí la carta. ¿Es que no confiabas en mí, Caldwell?
—Era mi vida la que estaba en peligro y tenía razones para no confiar en nadie.
En ese momento, no pudo evitar mirar a Nick.
El corazón se le partió en mil pedazos al ver la mirada de él.
—Tienes que volver para presentar el informe de la misión y…
—Ya me conozco la rutina; pero ahora mismo no puedo ir.
—Es una orden, Caldwell.
—Entonces, tendré que desobedecerla.
Patterson cedió.
—¿Cuándo entonces? —preguntó con un gruñido.
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Bueno aproximadamente dos capítulos y termina esta novela :), espero que les haya gustado el mini maratón

no promises- capitulo- 27





El enfado de su hermano mayor estaba plenamente justificado y se preguntaba a cuánta gente le habría hecho daño por culpa de su carrera. Antes de salir de la habitación, se asomó a la ventana para mirar a la gente que estaba disfrutando de aquel hermoso día.
Primero, se fijó en la niña y, después, en Nick, que estaba riéndose con Drew; casi podía sentir su alegría.
«Lo quiero», se dijo para sí.
Era muy feliz en aquel lugar. Se sentía plena, necesitada y amada. Tenía amigos de verdad con vidas normales y sinceras y ella podía actuar como si fuera normal. Le gustaba tanto aquella vida que se preguntaba si merecía la pena perderla porla CÍA.
Sabía perfectamente que la respuesta era «no»
Nick la saboreo, disfrutando de la manera en que ella le introducía los dedos en el pelo y flexionaba su cuerpo cuando el placer la inundaba.
Ella gimió su nombre, susurrándole que no esperara más. Y Nick sacó la cara de entre sus piernas. Ella se subió sobre él, hundiéndose sobre su erección.
Durante un instante, él la abrazó con fuerza, sintiendo cómo le clavaba los dedos en la piel. Ella lo besó con suavidad y sensualidad mientras comenzaba a cabalgar sobre él. Él llenaba su suavidad, empujando con fuerza en su cálido interior, disfrutando de la suave presión de sus músculos.
La sangre le estaba hirviendo y su excitación palpitaba. Sin embargo, continuaba moviéndose lentamente, controlándolo, torturándolo.
Miley comenzó a gemir y él supo que estaba cerca. Su cuerpo estaba lleno de vida y sensaciones que él podía sentir y saborear como si fueran de él mismo.
Nada podía alcanzarlos allí, pensó él y juró que nada los separaría jamás.
Los movimientos de ella se apresuraron y la seducción lenta se convirtió en pura pasión, primaria. Le encantaba aquello.
Ella lo cabalgó, empujando con sus caderas cada vez con más fuerza y Nick pensó que iba a estallar en mil pedazos en cualquier momento.
—Nick—gimió Miley—. No me sueltes.
—No te soltaré, cariño. Nunca.

La agarró con fuerza por los glúteos y la apretó más contra él.
Miley sintió que la entrañas le explotaban en mil pedazos, mientras Nick gritaba su nombre.
Nick se hundió en la cama y Miley lo miró.
—Te amo —declaró ella con la voz ronca—. Te amo —repitió.
—¿A sí?
—No importa si tú no me amas. Ya sé que lo pasaste muy mal…
—¡shhh! —la interrumpió él, incorporándose de nuevo—. Nunca le he dicho esto a una mujer…
—No lo hagas —le suplicó ella—. No te atrevas a decir nada que no sientas de verdad.
Él sonrió.
Se volvió a su lugar y la recorrió con la mirada. No tenía ni miedo ni reservas, solo podía sentir las emociones que había guardado durante tanto tiempo.
Tomó aliento y dijo:
—Te quiero, Miley.
Las lágrimas inundaron sus ojos y una lágrima le rodó por la mejilla.
—Nunca me ha querido nadie, Nick. Nunca.
—Yo sí, cariño. Te amo de verdad.
Ella lo besó profundamente y los dos se hundieron en un cálido abrazó. Miley pensó que nunca había sido tan feliz.
Nick estaba mirando por la ventana de la oficina en lugar de trabajar.
Su mente no podía descansar.
Durante la última semana, le había costado mucho salir de casa y dejar allí a Miley. Pensaba que no era posible ser tan feliz. Ella ocupaba su mente a cada instante y se preguntaba si todos los enamorados sentirían lo mismo.
Tenía lo que siempre había considerado imposible y debía hacer planes, pensó mirando a la caja de terciopelo que había dejado sobre el escritorio.
Tenía que hacerlo bien porque iba a empezar a construir su futuro.
En aquel momento, alguien entró en la oficina.
—Señor Jonas—le dijo su secretaria—. Tiene una llamada por la línea tres.
—¿Es Miley?
Lisa sonrió, divertida.
—No, señor. Es alguien llamado Steve Hartlan.
Las facciones de Nick se tensaron y asintió con la cabeza.
Ella salió de la oficina y él se quedó mirando al aparato. Se había olvidado por completo de aquel asunto. Cuando Miley comenzó a trabajar para él, antes de que su relación hubiera cambiado, él le había pedido a un viejo amigo que la investigara. Como padre, tenía todo el derecho a conocer a la niñera de su hija.
La cabeza se le llenó de imágenes de ella y pensó que no podía amarla más. Casi le costaba respirar cuando pensaba en ella y no quería que nada cambiara entre los dos.
Y se preguntó si aquella llamada cambiaría algo.
Casi llamó a Lisa para que le dijera a Steve que no estaba en la oficina, pero no podía hacerlo. Dudó un instante y cerró los ojos, deseando que Miley nunca se enterara de aquello. Nunca lo perdonaría, pero Nick decidió que no le quedaba otro remedio.
¿Por qué tendría tantas sospechas? Sería porque ella era muy evasiva y nunca le hablaba de su vida con claridad.
Solo pensar que le podía estar mintiendo le encogía las entrañas. El no le había dado ningún motivo; todo lo contrario, le había dado sobradas pruebas de que podía confiar en él.
Quería comenzar una nueva vida con ella y, si ella no iba a ayudar, tendría que hacerlo solo.
Agarró el auricular y presionó el botón.
—¡Hola, Steve!
—Hola, amigo.
—¿Qué me cuentas?
—Oye, no hay nada sobre esta Miley Stuart. He deletreado su apellido de cinco maneras diferentes y nada.
Nick frunció el ceño. Steve tenía muy buenas conexiones y, si él no había encontrado nada, Miley Stuart no existía.
—¿Probaste solo con su nombre?
—Sí y me aparecieron quince millones de mujeres que se llaman así. ¿Quieres venir a echar un vistazo a los archivos?
—No, gracias, me lo creo.