jueves, 31 de mayo de 2012

no promises- capitulo- 30



Nick entró corriendo en la habitación de su hija y se encontró con la nueva niñera paseándose con la niña en brazos por toda la habitación.
La joven rubia lo miró con desesperación.
—Siento haberlo despertado, señor. Se despierta continuamente llamando a su mamá.
—Lo sé —dijo él, tomando a la niña en brazos—. Vuelva a su habitación. Yo cuidaré de ella.
La niñera hizo lo que le pidió.
Nick se sentó en la mecedora y apretó a la niña contra su corazón. Era demasiado pequeña para entender nada; solo sabía que la mujer que había actuado como su madre no estaba con ella. Era cruel. Y Nick se culpaba a sí mismo. Había hecho lo que se había jurado que no haría: separarse de ella. Miley había confiado en él y él le había fallado al echarla de su lado. Sacándola de su vida.
Ella era una mujer fuerte e independiente. Llevaba sola muchos años y sabía cuidar de sí misma. Por supuesto, podría resolver sus problemas sin su ayuda. Pero, ¿y él?
Por enésima vez se preguntó dónde estaría y qué estaría haciendo.
Se había marchado antes de que él saliera del cuarto. La última imagen que tenía de ella era con la cara llena de lágrimas. Había vaciado su habitación en un momento y le había dejado una nota para informarlo de que llamaría a la agencia para que le mandaran una sustituía inmediatamente.
Como si fuera tan sencillo sustituirla.
Con solo mirar a su casa y a su hija, sabía que a Miley no solo le importaba el espionaje yla CÍA. Sinembargo, no podía evitar los pensamientos que lo invadían. Pensaba que él nunca podía ser suficiente para ella, que su vida aburrida nunca podría remplazar la intriga y el peligro de ser un agente. ¿No le había costado a él dejar su carrera? ¿Cómo iba a pretender que lo hiciera ella?
Se frotó la cara.
Sin embargo, sin ella, su vida parecía vacía.


Miley se acercó a la casa y observó a su familia. No los había llamado por miedo a que la hubieran rechazado.
Quería salir corriendo; sin embargo, se obligó a dar un paso al frente y a abrir la verja del jardín. La puerta rechinó y varias caras se volvieron hacia ella. Ella dio un paso hacia delante y esperó.
—¿Miley? —llamó Michael caminando hacia ella.
Ella asintió.
En el otro extremo del jardín, una mujer joven de pelo negro gritó y salió corriendo hacia ella. Michael fue el primero en tomar a Miley en sus brazos. En el mismo instante en que la soltó, Cassie se abrazó a ella, llorando.Miley  intentó controlar sus propias lágrimas pero no lo consiguió.
Entonces, escuchó la voz cavernosa de su hermano Richard.
—¡Vaya! ¿Qué es de tu vida?
Miley soltó a Cassie y miró a su hermano mayor.
—Lo siento —dijo sin ocultar las lágrimas.
Su expresión flaqueó. Se miraron fijamente y, entonces, Richard se acercó a ella lentamente y la rodeó con los brazos.
—Todo está bien, Miley. Ya estás en casa.

—Nick me llamó preguntando por ti —le dijo Katherine, mientras le pasaba un vaso de té helado.
Los hielos tintinearon cuando ella agarró el vaso.
—¿Qué quería?
Kate la miró.
—Hablar contigo.
Ella movió la cabeza.
—No puedo verlo, Kate. Sería demasiado doloroso.
—Siempre has ido por lo que has querido, Miley. ¿Por qué no lo haces ahora?
Miley se dirigió hacia la ventana del salón de Katherine.
—Lo que yo quiero no puedo conseguirlo. Ya no.
-Lo que yo quiero no puedo conseguirlo. Ya no....
—¿Estás segura?
—Sí. Solo quería paz y tranquilidad. La rutina era tan agradable… Me gustaría tomar clases de baile, hacer fiestas para los amigos y… tener mis propios hijos —casi se ahoga—. Lo tenía todo, Kate. Y yo soy la única culpable de su destrucción.
—Yo no diría eso, cariño.
Ella se volvió de golpe, con el corazón en un puño, y se encontró con Nick.
—¿Es cierto que has dejado la CÍA?
No podía decir ni una palabra por la impresión, así que asintió. La manera en que la estaba mirando le paraba hasta el corazón.
—¿Por qué?
—Ya no podía hacerlo. Eché un vistazo a la pistola y comprendí que aquella era la antigua Miley. Aquella vida pertenecía a la mujer que había ido a tu casa —tomó aliento—, no a la mujer que había salido de ella.
—Entiendo —dijo él sin poder apartar los ojos de ella.
Desde que había salido de su vida había sentido que se ahogaba y, ahora, por primera vez en muchos días, lograba volver a respirar.
—Siento haberte engañado, Nick —dijo ella de repente—. Pero era parte de mi trabajo, tenía…
—Lo sé —la interrumpió él—. Me llevó un tiempo darme cuenta —dijo metiéndose las manos en los bolsillos—, pero ahora sé que estábamos a salvo. No debí echarte de casa cuando confiaste en mí. Me porté como un idiot.a.
—No. Tú solo estabas…
—Sí, Miley —dijo él con firmeza—. Eres una mujer sorprendente y yo tenía miedo de no ser suficiente para ti. Sé lo emocionante que es la vida de agente secreto. ¿Cómo podía ofrecerte yo algo mejor?
—Ya lo habías hecho. Me lanzaste una cuerda cuando me estaba ahogando. Era una mujer solitaria que se había olvidado de vivir y de amar.
—No puedo ofrecerte toda la emoción de la vida de espía.
—No la quiero.
—¿Yo solo soy suficiente para ti?
Ella asintió, no podía hablar por el nudo que tenía en la garganta.
Él le acarició la cara y le deslizó la mano por el pelo.
—Te quiero, Miley. Te he echado tanto de menos —dijo él—. No me importa lo que hayas hecho hasta ahora ni cómo te llamaras. Solo quiero que a partir de ahora te llames Jonas.
—Te amo —le dijo ella con ardor.
—Entonces, vuelve a casa conmigo, cariño —murmuró él—. Vuelve conmigo a River Bend y cásate conmigo.
Nick contuvo el aliento.
—No hay nada que más desee en el mundo —respondió ella lanzándose a sus brazos.
Él la beso, ahogándose en sus labios, en su aroma. Sabiendo que tenía el resto de la vida para saciarse de ella.
Antes de que ella apareciera en su vida, se había sentido perdido, errante. Pero ella apareció y le dio una segunda oportunidad.
No podía esperar más tiempo para empezar su nueva vida con ella.
—¡Oye! Aquí hay alguien que quiere la parte que le corresponde —dijo Kate.
Ellos se separaron y vieron a Kate entrar con Carolina en brazos. Cuando la niña vio a Miley extendió los brazos hacia ella.
—¡Mamá! —gritó y Miley la tomó en brazos.
La vida normal nunca le había parecido tan hermosa.
Se acercó a Nick, respirando su aroma, acariciando el pelo de la niña. Una gloriosa paz la invadió y Miley le dio gracias a Dios por la nueva oportunidad.
Por tener una vida normal, que era como la misma gloria.

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Bueno aqui esta el final ya solo falta el epilogo, espero que les haya gustado esta novela.
ATT: @sariiSmiler

sábado, 26 de mayo de 2012

Dangerous Game-Capitulo 3


"Sí. Tenemos que hablar". 
En un instante, su calidez desapareció. Sus ojos se estrecharon. "¿Sobre qué?" 
"Sobre tú y yo". 
Algo brilló en sus ojos, algo caliente que nunca antes había visto. 
O tal vez nunca antes lo había notado. Tan pronto como llegó, se fue. 
Tal vez sólo lo había imaginado. Pero Nick no imaginaba cosas, y lo que había
visto había causado un endurecimiento en sus pelotas. Había sido como el beso de
aquella noche, tomándolo desprevenido, y haciéndolo dudar de todo lo que
pensaba sobre ella. Siempre había mantenido su distancia con Miley, ya que tenían
una relación profesional. Además, ella no le prestaba mucha atención, excepto de
manera  profesional. Nunca lo adulaba de la misma forma en que hacía con
muchos de sus otros clientes. Él pensaba que no tenía un interés personal en él, lo
que le sentaba muy bien debido a que no tenía problemas para encontrar mujeres, y
las mujeres no tenían problema para encontrarlo a él. 
Pero lo que acababa de ver en sus ojos había sido. . . interesante. 
"¿Sobre tú y yo? ¿Qué pasa contigo y conmigo?", Preguntó ella. 
"¿Has terminado todos tus asuntos  con tus otros clientes?" 
Ella asintió. 
"Vamos a alguna parte a. . ." Él bajó la mirada por su cuerpo, deteniéndose en el
sitio en el que su blusa de seda descansaba contra sus pechos. Regresó la mirada
hacia su rostro, buscando alguna reacción.  
Ella tragó, y los músculos de su garganta se movieron por el esfuerzo. 
Miley estaba nerviosa. Nick no creía haberla visto nerviosa antes. 
Esto era perfecto. 
"Hablar". 
"¿Hablar?" 
"Sí". Él se separó de la pared y le hizo señas al valet, le dio su boleto, y tomó la
mano de Miley, llevándola con él a la acera mientras esperaba que el valet
trajera su coche. 
Afortunadamente, el banquete deportivo había sido en la ciudad donde los Rivers
de Saint Louis hacían los entrenamientos de primavera. Malditamente conveniente
y sin la necesidad de viajar alterara sus planes. Viajaba lo suficiente durante la
temporada, y tener que añadir más eventos donde tuviera que subirse a un avión
habría sido un lastre. 
Le dio la propina al valet cuando trajo el coche. Él y Miley subieron, y se dirigió
hacia la autopista. 
"¿A dónde vamos?" 
"A mi casa". 
Ella arqueó una ceja. "¿Tienes una casa? ¿Por qué no te quedas en un hotel?" 
"Me alojo en suficientes hoteles durante la temporada. Quiero un lugar para mí
mismo durante la pretemporada." 
Hicieron el camino en silencio. Nick giró hacia el norte, hacia la playa. 
"¿Una casa en la playa?" 
"Sí. Está aislada  y puedo correr por las mañanas." 
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Un mini maraton de esta nueva nove,espero que les 

guste y gracias por todos sus comentarios :)

@sariiSmiler 

Dangerous Game-Capitulo 2




No podía evitarlo para siempre, especialmente en este banquete de deportes, donde
tenía varios clientes, incluido él, a pesar de que había estado haciendo su mejor
esfuerzo por mantenerse alejada. 
Había pasado desapercibido durante la mayor parte de la noche, dejándola
revolotear a su alrededor y centrarse en algunos de sus pares en el béisbol. Siempre
disfrutaba viéndola interactuar en una sala llena de deportistas de primera línea.
Miley llamaba la atención. No importaba si la habitación estuviera llena de las
mujeres más bellas del mundo, un tipo tendría que ser impotente o estar muerto,
para no notarla. Con el cabello del color de su coche deportivo rojo favorito,
increíbles ojos azules, una suave piel cremosa, y largas piernas, que un hombre sólo
podía esperar tener envueltas a su alrededor algún día. Y ella lo mostraba todo con
practicada precisión. Era una bomba sexual andante con un cerebro perverso. Una
combinación letal. 

Nick estaría mintiendo si no admitiera haber sido tentado por Miley. Pero nunca
mezclaba los negocios con el placer, y tenía sus oportunidades en otros lugares. Miley
había sido una gran agente, lo había firmado a cal y canto con el Equipo de Ligas
Mayores de los Rivers de Saint Louis al salir de la universidad, y había trabajado
duro para hacerlo rico, para conseguirle anunciar productos, y mantenerlo en su
posición de primera base. Él nunca habría querido hacer algo que cambiara eso. 
Además, dudaba que Miley fuera su tipo. 
Nick era muy particular sobre las mujeres que elegía. Y, ¿Causarse dolor en los
testículos por una mujer como Miley? Definitivamente no era su tipo. 
Pero necesitaban aclarar un par de cosas, y ella no lo podía evitar por más tiempo. 
El banquete estaba finalizando, y casi todo el mundo estaba saliendo del salón. Miley
estaba con Radell James y su esposa, caminando hacia las puertas del salón de baile
principal. Nick salió por una puerta lateral y se quedó atrás, sin ser visto, mientras
ella se despedía. 
Se veía bien esta noche, en uno de sus trajes habituales de negocios. Era negro, el
cual parecía ser uno de sus colores favoritos, y se adaptaba a cada pulgada de su
cuerpo. La falda que llegaba justo por encima de sus rodillas, y esos zapatos que
llevaba, enfatizaban sus tonificadas pantorrillas. Ella caminó hacia el exterior a
través de la puerta principal del hotel con Radell y su esposa. 
Nick salió también, sin ser notado, mientras Miley hablaba con Radell. Se quedó de
pie en el fondo y observó, hasta que el taxi de Radell y Teesha llegó. 
Cuando se fueron, Miley se apoyó contra la pared de ladrillo y cerró los ojos. Se veía
cansada. O derrotada. Con la guardia baja. 
Era tiempo de que Nick hiciera su movimiento. Se situó frente de ella. 
"Me has estado evitando, Miley". 
Sus párpados se abrieron de golpe, y sus ojos  revelaron sorpresa. Empezó a
separarse de la pared, pero él la inmovilizó, colocando su mano en la pared, sobre
su hombro. Había una planta del otro lado, por lo que no tenía a adónde ir. 
"Nick. ¿Qué estás haciendo aquí?" 
"Es el banquete deportivo. Sabías que estaba aquí. De hecho, diría que esta noche
diste vueltas alrededor de las mesas, haciendo tu mejor esfuerzo para no
encontrarte conmigo." 
Ella parpadeó. Su dulce boca pintada se abrió, pero nada salió de ella durante unos
segundos. No creía haberla visto sin palabras antes. Su mirada se dirigió de lado a
lado, como un animal acorralado en busca de escape.
Finalmente, se relajó y la vieja Miley estuvo de vuelta, con su cara de negocios.
Pasó el dedo por la solapa de su chaqueta. 
"No estaba evitándote, cariño. Tengo un nuevo cliente, por lo que tuve que cuidarlo
un poco y presentarlo a toda la gente de los medios adecuada. Luego llegó Radell, y teníamos que discutir algunas cosas importantes. Siento mucho que no hayamos
tenido la oportunidad de ponernos al día. ¿Me necesitabas para algo?"  

Dangerous Game-Capitulo 1




Nick Riley sabía que Miley Darnell había estado evitándolo durante los
últimos meses. Y sabía por qué.  
Tenía miedo de que la despidiera al igual que su hermano, Logan, lo había hecho.  
Oh, claro, Logan jugaba en la NFL y Nick jugaba en las Ligas Mayores de Béisbol,
por lo que eran similares en un montón de cosas. Y debido a que Logan era el
hermano mayor de Nick, mucha gente pensaba que Nick seguía su ejemplo,
especialmente en materia de negocios. Después de todo, Logan había contratado
primero a Miley, y Nick había seguido su ejemplo.  
Sin embargo, la gente suponía mal. Nick tomaba sus propias decisiones sobre los
negocios, y no imitaba todo lo que su hermano hacía. Incluso si Miley se hubiera
metido en la vida personal de Logan, haciéndole daño a la novia de Logan y a su hijo,
y hubiera hecho casi todo lo humanamente posible para enfadar a su hermano. Ella
pido disculpas y tratado de arreglar las cosas con Logan, Selena y su hijo, Nathan,
pero había sido uno de esos casos de demasiado poco y demasiado tarde.  
Había cosas que un agente deportivo hacía que eran valiosas para la carrera de un
atleta. Pero meterse con la vida amorosa de un atleta, podía ser el beso de la muerte
para agente.  
Miley nunca había tocado la vida amorosa de Nick. De hecho, le arrojaba mujeres 
como si fuera una proxeneta. Mujeres hermosas. Actrices, modelos, el tipo de
mujer que hacía a Nick lucir bien. Él no tenía ninguna queja. De hecho, Miley había
hecho lo mismo para Logan hasta que Logan se había enamorado de Selena Lincoln y
puso fin a los intentos de emparejamiento que Miley trataba de hacerle con la última y
mejor actriz, en la portada de cualquier revista, con el fin de obtener una mayor
exposición. Pero Miley trató de sacar a Selena y a su hijo de la vida de Logan, lo que
había dado lugar a que fuera despedida.  


Y era por eso que había estado evitando a Nick, sin duda temiendo que él hubiera
tomado partido por Logan y estuviera dispuesto a hacer lo mismo, lo que Nick
encontraba bastante malditamente divertido.  
Miley vigilaba a sus clientes como un halcón, y el hecho de que mantuviera un
silencio total era como si se hubiera dado por vencida y dejado que los buitres se
hicieran cargo de sus mejores clientes. 
No era que Nick fuera el mejor jugador de todos, pero ella había estado a su lado
desde que habían firmado, sin dejar que algún otro agente consiguiera estar a
distancia suficiente para hablar, o firmar, con él.  
Tal vez tenía algo que ver con la noche que Logan la había despedido.  
Logan había salido de los vestidores, dejando a Miley a solas con Nick.  
Miley se había acercado a él con los ojos húmedos por las lágrimas y luciendo
vulnerable, dos cosas que eran totalmente impropias de ella.  
Entonces ella lo había besado. Y luego se fue.  
No era que él hubiera pensado en ese beso en los últimos meses.  
No mucho.  
Excepto después, que ella desapareciera. No lo había llamado, ni le había enviado
correos electrónicos, ni lo había buscado, o lo había acechado de ninguna forma, 
algo poco característico en ella. Así que ¿Fue el beso lo que lo que la llevó a la
clandestinidad o sería el miedo de que la despidiera cuando la viera?  
¿De verdad creía que no podría cazarla si quisiera cortar los lazos con ella?  
Ya era hora de que saliera y diera cara.  

no promises- capitulo- 29


—Maldita sea. No lo sé con certeza. Dame algún tiempo —colgó y cortó la línea que la conectaba a través de medio mundo. Cerró el ordenador y dejó el teléfono a un lado.
El silencio era abrumador y Miley tomó aliento antes de hablar.
—No me puedo creer que hicieras que me investigaran.
—¿Por qué no? ¡Tu vida no es otra cosa que un puñado de secretos!
—Sí, lo es. Bueno, lo era.
Él ignoró su respuesta.
—¿Para qué agencia trabajas? ¿El FBI,la CÍA?
Miley agarró su maleta, la abrió y despegó la línea de la parte inferior. Con un cuchillo que tenía allí oculto, rasgó el lateral y sacó una carpeta de cuero negra. La abrió y le entregó a él una cartera de piel igual que la que él llevaba en el servicio secreto.
Él la abrió y miró la placa del interior. De la CÍA.
Nick lanzó un juramento.
Ella pestañeó, sintiendo que el precioso mundo que había empezado a disfrutar no hacía mucho comenzaba a hacerse añicos.
—Caldwell. Eso explica por qué no encontraba nada sobre ti —dijo él lanzándole la placa—. ¡Hasta me mentiste con tu nombre!
—Tuve que hacerlo. Estaba protegiendo mi vida y la de cualquiera que estuviera a mi lado.
—Nosotros solo éramos tu tapadera —afirmó él, horrorizado.
—No —negó ella con firmeza—. No esperaba que estuvieras aquí. Lo sabes.
—Podías confiarme tu cuerpo y tu corazón; pero no tus secretos. Yo podía haberte ayudado.
—No, no podías.Nick , escúchame —dijo ella alzando una mano para tocarlo, pero la mirada fría de sus ojos la detuvo—. Mi compañero estaba tramando algo con el bando contrario. Yo lo vi y lo grabé. Después de cubrirme la espalda, envié la cinta a un senador. Después, tenía que ocultarme hasta que lo cazaran. Si no, él podría haber venido por mí.
—¿O por Carolina?
—No. Vosotros no corríais ningún peligro.
—¿Y que habría pasado si tus planes hubieran fallado y tu compañero te hubiera localizado? ¿Me vas a decir que Carolina no corría ningún peligro?
—Yo la hubiera protegido con mi vida —dijo ella con firmeza.
—Yo puedo protegerla, maldita sea. Pero si no fuera por ti y tus mentiras, no tendría que hacerlo.
—Estaba intentando proteger mi vida. No podía confiar en nadie.
—¿Ni siquiera en mí? ¿Por qué no?
Bajo su furia se escuchó una súplica. Estaba dolido y herido y necesitaba que lo calmaran.
—Cariño, quería hacerlo, pero sabía que reaccionarías así. Aquel día en el supermercado lo supe. Mira ahora; estoy confiando en ti y lo único que tú haces es gritarme.
La expresión de él era como el hielo y Miley sintió que la distancia entre ellos aumentaba.
—¿Estaba Katherine Davenport metida en esto?
—Ella me dio el trabajo, pero no sabía por qué lo quería.
—¿Ella sabe a qué te dedicas?
—Sí. Pero ni siquiera mi familia lo sabe.
—Así que los dejaste para convertirte en una espía —dijo él con disgusto—. Para utilizar a la gente, para utilizarme a mí.
—Yo no te estaba utilizando. Lo sabes muy bien. Era mi vida la que estaba intentando proteger. Mark Faraday tiene más experiencia que yo. Podía haberme encontrado si hubiera sabido que yo lo había descubierto. Entonces, me hubiera matado —dijo ella.
—¿Por qué estás tan segura?
Ella apartó la mirada.
—Porque eso sería lo que yo hubiera hecho.

Su expresión se tornó dura como el granito y Miley vio que el amor que sentía por ella desaparecía.
—Esto es demasiado serio para que me lo hayas ocultado, Miley.
—No había ningún peligro hasta que tú empezaste a investigar mi pasado.
—No es tu pasado. Todavía perteneces ala CÍA.¿Acaso no sabes ya quién eres?
Sus palabras eran afiladas como cuchillos.
—Pensé que era la mujer a la que amabas.
Las facciones de él se retorcieron de dolor.
—Por lo visto ni siquiera soy eso —añadió ella.
Nick se marchó de la habitación sin decir nada y Miley entendió. Nunca conseguiría que la perdonara. Así que hizo lo único que podía para mantener algo de dignidad: preparó la maleta y se marchó.

Nick ni siquiera la vio irse. No hacía falta. El sentimiento de pérdida lo invadía hasta lo más profundo de su ser, hasta robarle el aire.
Se sentó en la cama y hundió la cara entre las manos.

Miley pasó por debajo del arco de piedra del Centro de Inteligencia George Bush y no sintió lo que había esperado. No era como volver a casa, no sentía como si se estuviera embarcando en una nueva aventura. Simplemente, se sentía extraña. Sus tacones resonaron sobre el suelo de mármol mientras caminaba por el vestíbulo en dirección al ascensor.
Había pasado tres días informando a sus superiores, al senador y al director. Se negó a decirles dónde se había ocultado durante los dos últimos meses hasta que logró que le prometieran que no se pondrían en contacto con Nick. Ya lo había involucrado demasiado y no permitiría que destruyeran su vida más de lo que ella ya lo había hecho.
Continuó por el pasillo, abriendo puertas dobles hasta que llegó a la oficina de su jefe.
Él apenas levantó la cabeza.
—Caldwell, estoy ocupado.
—Bien. Esto solo nos llevará un par de minutos.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Mi primer y unico amor-Niley one shot


Estaba sentado en el tren que me llevaba a mi casa desde el trabajo. Esta era la parte que me gustaba del día, aquí podía mirar lo que me ofrecía el paisaje.
Mis ojos recorrieron el lugar, no encontraban nada interesante y ¿A que le llamaba algo interesante? Bueno, en ese caso tendré que exponer quien era y qué hacía.

Después del trabajo venía a sentarme para que el viaje sea largo y así encontrar a alguna mujer a quien seducir, a quien llevarme a la cama y penetrar hasta que llore de placer. Ese era mi pasatiempo, hacer lo que sus esposos no hacían. Me encantaba ver sus ojos mirándome como si fuera un Dios de la hermosura, porque para ser sincero, si, tenía mis encantos; ojos grises que resaltaban por mi pelo oscuro ondulado, cejas pronunciadas y una sonrisa irresistible. Además, las mujeres son muy frías en ese sentido, se regodean diciendo que ellas aman lo de adentro…Si, yo amo estar dentro de ellas. Su percepción es muy básica y materialistas. Jamás me vestía mal y eso a una mujer le encantaba, claro que acompañaba el perfume, no cualquier efluvio les gustaba. Yo tenía en mi armario de diez perfumes, de los cuales hacía tiempo había hecho un experimento.
No solo era un Casanova, debo aclarar. El hecho estaba en que las mujeres de edad tenían lo suyo, y eso me encantaba. Pero mi especialidad, en realidad, era seducir a las de mi edad…aproximadamente 20 y 22 años. Debo ser sincero, no tengo esa edad, tengo 19…pero mi aspecto de ejecutivo las hacía creer que tenía 23.
Algo detuvo mis ojos y fue un par de pechos que se instalaron enfrente de mí seguidos de una vestimenta común. Ella tenía el pelo suelto, un jean oscuro, un saco negro, muy formal y botas negras con un taco pronunciado. La clase de chica que tenía novio y seguro estaba comprometida. Sonreí.
Esta clase de mujeres me gustan porque eran difíciles y a mí me encantaban los retos. Ellas solo me negaban, hasta la segunda vez, luego no se resistían a mi sonrisa, mis halagos, incluso, me han dicho mi voz…que estupidez.
Sonreí y pareció que la chica me vio porque también ella exclamó una tímida sonrisa.
Enfoqué mis ojos en ella y ella sus ojos en los míos, sonreí abiertamente, pero esa vez ella no pareció percatarse.
Dejé de hacer el idiota.
Suspiré, el sueño me estaba tomando, pero no le hice caso, quería seguir con lo que había empezado hacía no menos de dos minutos con la desconocida. Pensar eso me dio la ya conocida sensación en mi cuerpo, quería tenerla, poseerla.
Empecé mi juego.
La miraba cada tanto, y cuando nuestras vistas se encontraban yo la corría sonriendo a penas. Ese era el típico jueguito que a las mujeres, en cualquier trasporte, les gustaban cuando el hombre era de su agrado físicamente, obviamente.
En otro momento nuestras miradas, nuevamente se encontraron, sus ojos marrones oscuros en ese segundo me atraparon, sentí como una electricidad desconocida. Me sentí incomodo, pero seguí mirándola como si no hubiera pasado nada.
Sonreí y ella devuelta.
De repente, se irguió y fue directo a las puertas, su parada estaba cerca. Y la mía no, para mi parada faltaban no menos de cuatro.
Sin pensarlo me paré y me detuve al lado de ella peinándome el pelo, mirándola de reojo.
—No creo que esté cerca tu casa—me dijo sin más, mirándome directamente a los ojos.
Quedé estupefacto, pero pude contestar con una sonrisa;
—No, pero te podría invitar un café—le ofrecí.
¿De dónde había salido eso? Estaba mal, iba muy rápido. Ese no era yo.
Y por supuesto su mirada fue desconfiada. Pero al final contestó;
—No, gracias ya he tomado con una amiga.
Las puertas se abrieron y dudé de seguirla, porque si era lesbiana no tendría oportunidad. De repente, cambié de opinión al ver su parte trasera, ese jean le hacía juicio.
Crucé las puertas y ella se dio vuelta siguiendo la caminata. Corrí hasta estar a su alcance. Me aferró del brazo y paró la marcha.
—¿Qué quieres? Porque lo que estés pensando no va a funcionar—me dijo. Sin gritos, sin querer ofenderme, lo que ella estaba haciendo era indicarme con sutileza que cualquier cosa que yo haga no iba a funcionar, porque ella era difícil. Me reí internamente ¿Cuántas veces lo había escuchado? ¿Miles? Todas caían, ella no iba a ser la primera en rechazarme.
La miré con una sonrisa picara.
—Desconocida, nada más lejos de mis intenciones. Yo solo te quiero invitar un café ¿podría ser?
Ella espetó aire violentamente.
—Seré sincera—esperé a que me diga que era lesbiana—, eres guapo, muy atractivo, tu perfume es realmente atrayente, pero—chan chan—no soy tu tipo.
—¿Eres homosexual?—inquirí preocupado, sabía muy bien quienes eran y quienes no, ya las había estudiado con antelación y ella no era lesbiana.
Frunció el seño.
—No, claro que no. Lo que quiero decir es que…no te convengo.
¿Eh? Me pregunté. Ninguna mujer me había dado esa excusa, era original, pero no pasaría así como si nada. Ella debía ser mía y punto.
—Mira desconocida…
—Miley—puntualizó.
Me reí internamente, ella ya estaba cayendo.
—Bien, Miley…no quiero que digas que no eres mi tipo, no te conozco y debo ser sincero; tu mirada me ha dejado anonadado—dije con la mirada clavada en sus ojos, sabía que eso las influenciaba.
Ella soltó aire en una sonrisa.
—¿Querrás decir mis pechos?—los señaló y me dedicó con mohín—Te he visto, y conozco a los hombres como tu—frunció los ojos y yo estaba sin habla por la sinceridad—, y apuesto a que bajaste por mi trasero.
Bien, no era la primera vez que me tocaba lidiar con una mujer sincera y que te diga todos tus trucos y demás cosas en la cara.
Por lo que como buen caballero y sabiendo mi próximo paso, le dije;
—Discúlpame—miré le piso—. Tienes razón…yo—trabarme para dar una explicación me salía cada vez mejor. Eso las dejaba sin habla, ya que parecía sincero—soy un tonto, no debí seguirte. Adiós.
Me di vuelta caminando para la estación.
Sonreí cuando escuche detrás de mí;
—¿Desconocido?
Me di vuelta mirándola.
—¿Si?
—Sé que me arrepentiré, sé que después yo no seré nada para ti—sus ojos comenzaron a llenarse de lagrimas—, pero me gustaría tomar un café.
Ay no, una depresiva. Ella me contaría su problema, tendría que esperar horas, trabajar mucho para estar en la cama, y hacer lo que mejor sabía hacer.
Evalué mis opciones, sabiendo que si llegaría a casa estaría solo, y en este caso era mejor, pero por un hecho inexplicable, sus lágrimas, su fragilidad, me invitaba a protegerla, cosa que odiaba que me pasara. No tenía tiempo, ni ganas de sentirme así.
La miré conforme caminaba a su lado.
—¿Qué sucede?—pregunté hipócritamente como si realmente me importara.
—Nada, y no lo preguntes si no te importa. No seas hipócrita, por favor—¿Acaso me podía leer la mente?— ¿Me acompañas a mi casa?
—Sí, será todo un placer—dije seriamente. No estaba mintiendo, por lo menos para mí sería todo un placer.
Caminamos hasta encontrarnos enfrente de un departamento.
—Aquí es—dijo deteniéndose enfrente de una puerta blanca.
La abrió y me invitó a pasar. Con una sonrisa me adentré.
—¿Puedes dejar de hacer eso?—inquirió con una sonrisita picara.
—¿Hacer qué?—la miré jugando con mi mirada.
—Eso—puntualizó con el dedo, pero sin dejar de sonreír.
¡Maldita sea! ¿Por qué me gustaba verla sonreía a esta hermosa joven? ¿Por qué quería seguir diciendo tonterías para verla feliz?
Cerró la puerta con el cerrojo y me señaló un ascensor maltrecho que estaba a mis espaldas.
Nos adentramos. Se cerró la puerta. No puedo explicar las sensaciones que recorrían todo el pequeño espacio, había una electricidad shokeante cuando su mirada se encontraba con la mía.
Traté de recordar el por qué estaba ahí, el por qué…Por lo que me limité a mirar fijamente su cuerpo, y no sus ojos. Tenía un cuerpo hermoso; me imaginé sus muslos firmes alrededor de mi cintura conforme la penetraba fuertemente. Su deliciosa vagina, debería estar húmeda... También sus pechos en mis manos, y mis labios en sus pezones. Su cuello era deseable. Y sus labios, sus carnosos labios que no dejaban de ser mordidos, ella estaba nerviosa.
Por fin llegamos a destino y la puerta se abrió.
Le hice un ademan para que ella pase primero, pero no…ella negó con la cabeza y sonriendo me hizo el mismo ademan.
—Me encanta tu traje, te entalla bien—comentó con los ojos picaros.
Abrí mis ojos porque me di cuenta que ella estaba pensando lo mismo que yo.
Negué con la cabeza saliendo del ascensor, riéndome al sentir sus ojos en mi parte trasera, se estaba regodeando.
—Es por aquí—me señaló una puerta que se encontraba a la izquierda.
La seguí mirando todos sus pasos, todo su cuerpo.
—No me mires—dijo sabiendo que mis ojos no descansaban.
Abrió la puerta y señaló con la cabeza para que nuevamente sea yo quien tenga los honores.
Pasé sin más mirándola con los ojos divertidos por el juego.
Esto me estaba gustando.
—Tienes unos ojos realmente llamativos—dijo cerrando la puerta.
—Me inyecto sustancias—sonreí una vez que ella se dio vuelta para mirarme.
—¿Qué color son?—preguntó acercándose hasta estar a centímetros de mi.
Con dificultad, contesté;
—Grises, pero a veces se ponen azules ¿te gustan?—le dije jugando nuevamente con mis miradas y pestañando.
—Oh y tus pestañas—dijo acercando sus ojos casi topándose con los míos—son arqueadas—sonrió.
—Hum hum
Estaba mudo, no podía hablar su cercanía me producía esa electricidad…
—¿Cómo es tu nombre?
La miré porque no podía creer que en mi galanteo se me haya olvidado decirle mi nombre.
—Nick—murmuré casi en un jadeo. Ella me ponía ¿nervioso?
—¿Lo sientes?—inquirió ella inopinadamente, sin cambiar de posición, sus labios casi rosaban los míos.
—¿Qué?
—La electricidad—susurró rosando sus deseables labios con los míos.
No me pude contener. Aferré su nuca para atraerla a mí, y con jadeo ardiente nos besamos.
Ella, me aferró la espada con una mano, y con la otra el rostro para que el beso no culmine.
Pero nuestros cuerpos tenían sus propias intenciones y en definitiva era lo que yo quería, su cuerpo y nada más.
Le saque el saco y ella también el mío conforme nos besábamos sin parar.
Estaba sexi, ella tenía una camisa que me encantaba desabotonar, pero no con los dedos. Esto lo había practicado varias veces.
Con deseo me agaché hasta estar a la altura del primer botón, no sin antes besarle el cuello. Bajé lentamente y con mis dientes desabotoné su camisa mientras ella recorría con sus manos todo mi cabello, desesperada por más.
Cuando por fin terminé, se la saqué y quedé impresionado porque estaban ahí, tal cual los había imaginado; sus pechos perfectos, excitados. Con las manos aferré su cintura, y con mis labios besé sus pezones. Luego con la lengua cuando escuché su respiración entrecortada.
De inmediato, una mano la llevé a su entrepierna, mientras que con la otra jugaba con un pezón y la tocaba suavemente. Comencé a desabrochar su jean y ella me ayudó porque no podía esperar a que lo haga despacio como había planeado.
Al estar mal apoyado y ella desesperada, colocó sus manos en mis hombros y me tiró al piso. De ahí pude ver todo. Ella se denudaba para mí, solo para mí. Y eso a mi entrepierna era un deguste de lo que después vendría. Ella bailaba tocándose; sus pechos, su entrepierna y me hacía jadear.
De tirón arranco su jean y quedó desnuda enfrente a mí, excepto por la ropa interior. Sus muslos, los quería besar, parecían suaves y fuertes, quería tenerlos en mi cintura y disfrutar de vagina mojada.
No me aguanté, me acerqué a ella aferrándola por la cintura que estaba ardiendo. Se rió cuando atraje su vagina a mi boca. Le saqué la ropa interior de un tirón, debo decir que le debo una, se la rompí. Y ahí estaba jugosa como me la había imaginado. Comencé por el clítoris, penetrando un dedo y escuchando sus gritos de placer conforme sus manos se apoyaban en mi cabeza, acariciando mi pelo. Mi lengua se regodeaba de goce, estaba deliciosa. Y cada vez que ella tenía un orgasmo, besaba su cavidad fervorosamente y ella gritaba.
Miley jadeó separándose de mí, con desesperación y otra vez me empujó sonriendo. Se arrodilló y comenzó a sacarme los pantalones a tirones. Me reía por su desesperación.
—Ay Nick, eres muy deseable—gimió conforme sus dedos recorrían los botones.
Cerré mis ojos porque ya había terminado Miley de sacármelos y me acariciaba por encima de mi ropa interior mi pene.
—Sácame…—intenté decir.
Pero ella lo entendió, de un tirón me sacó el último trazo de tela que nos separaba.
Sentí su cálido aliento en mi masculinidad, y sus labios que lo recubrían. De pronto su lengua hizo su aparición. Y mis jadeos frenéticos surgieron. Su mano subía y bajaba con pasión, me movía por lo que me hacían sentir sus labios y toda boca jugando con mi pene. Su aliento ferviente, seguido de sus movimientos lujuriosos me arrastraban a su acuerpo, quería estar dentro de ella.
Sin abrir los ojos extendí mis brazos, sentí sus manos y luego la arrastré para que se sentara en mi sexo. Grité cuando su calidad cavidad recubría mi masculinidad. Estaba tan mojada que extasiaba. Ella subía y bajaba sin detenerse, gritando. Atientas busqué sus pechos y los encontré, los acaricie, apreté sus pezones y los besé.
La aferré nuevamente por la cintura y le susurré al oído;
—Quiero hacer algo…levántate.
Ella me miró pero aceptó con una sonrisa placentera
La giré para que quedara a espaldas mío, y lo bueno era que ella no se oponía, así sería más sencillo. Me erguí y la conduje a una pared tocándola por todos los ángulos posibles de ese maravilloso ser. Le besé el cuello degustando cada centímetro de su piel, luego bajé a su espalda, humedeciendo el camino a cada jadeó que ella profería. La mordí varias veces, no se quejó al contrario, le gustaba. De pronto, comenzó a moverse tan sensual que mi pene no lo aguantó. Me apoyé contra ella y la penetré por detrás jadeando por sentir el estrecho trasero que poseía, además estaba caliente y esto a la cabeza de mi parte intima lo hacía vibrar de placer.
Sus movimientos acompañados de las exclamaciones fervorosas que su boca dulce profería me excitaban y quería más. La penetré rudamente aferrando sus muslos para que su cuerpo acompañe al mío. Mis envestidas eran gloriosas para los dos, porque mi miembro flotaba en ese estrecho camino, y ella gritaba de pasión.
Una mano la coloqué en su vagina húmeda y nadaba en ese mar delicioso. Con la otra aferré su delicado pecho y lo apreté, al igual que su pezón.
No quería terminar y ella tampoco quería que yo termine, no todavía.
Con un deseo ferviente, lujurioso y jadeos placenteros terminamos, pero seguíamos moviéndonos consumidos por el calor.
Miley me abrazaba y yo a ella. Nos miramos y nos besamos. Con una sonrisa enorme de su parte, acompañada de la mía.
Abrí mis ojos, teniendo la misma sensación de siempre…
El sueño era siempre el mismo, porque así la había conocido…
En un segundo ella desapareció, dejando todo lo que ella había sido en mí. Miré mi cuarto recordando el día; 5 de Octubre, era su cumpleaños, iría a visitarla en donde, en cada fecha importante, nos encontrábamos…y ese día era importante.
Me cambié rápidamente. Cerré con llave nuestra casa y me fui directo al auto en donde derramé varias lágrimas.
“Lo siento, mi amor…te extraño” susurré al viento.
Estacioné el auto y caminé por los verdes, entre los árboles y las estructuras grisáceas del cementerio.
Ahí estaba como siempre.
—Hola amor…—suspiré—te traje algo. Ya sé que siempre son rosas, pero así te desperté el día siguiente de nuestro primer encuentro y sonreíste—una pérfida lagrima recorrió mi mejilla, a pesar que me había prometido no llorar, ese era su cumpleaños—. Por eso siempre te traigo una rosa.
La dejé en la tumba mirando la leyenda que no quería recordar, lo único que pude ver fueron las fechas: 1987-2032
—Te extraño, hoy más que nunca…pero estás… yo sé que sí—me sequé otra lagrima—¿pero sabes qué? Ya estaré contigo, no falta tanto. Por supuesto que no cometeré suicidio, pero es eso lo que me mantiene…saber que estaré contigo Miley. Ahora me tengo que ir, pero volveré mañana…es nuestro aniversario y mi cumpleaños.
Miré otra vez la gris y fría estructura.
—Te amo—susurré sin poder contener las lagrimas—. Adiós.
Y como siempre, mi imaginación era la enemiga.
—Yo también—me susurró.
Sonreí, ella estaba conmigo.