miércoles, 23 de mayo de 2012

no promises- capitulo- 27





El enfado de su hermano mayor estaba plenamente justificado y se preguntaba a cuánta gente le habría hecho daño por culpa de su carrera. Antes de salir de la habitación, se asomó a la ventana para mirar a la gente que estaba disfrutando de aquel hermoso día.
Primero, se fijó en la niña y, después, en Nick, que estaba riéndose con Drew; casi podía sentir su alegría.
«Lo quiero», se dijo para sí.
Era muy feliz en aquel lugar. Se sentía plena, necesitada y amada. Tenía amigos de verdad con vidas normales y sinceras y ella podía actuar como si fuera normal. Le gustaba tanto aquella vida que se preguntaba si merecía la pena perderla porla CÍA.
Sabía perfectamente que la respuesta era «no»
Nick la saboreo, disfrutando de la manera en que ella le introducía los dedos en el pelo y flexionaba su cuerpo cuando el placer la inundaba.
Ella gimió su nombre, susurrándole que no esperara más. Y Nick sacó la cara de entre sus piernas. Ella se subió sobre él, hundiéndose sobre su erección.
Durante un instante, él la abrazó con fuerza, sintiendo cómo le clavaba los dedos en la piel. Ella lo besó con suavidad y sensualidad mientras comenzaba a cabalgar sobre él. Él llenaba su suavidad, empujando con fuerza en su cálido interior, disfrutando de la suave presión de sus músculos.
La sangre le estaba hirviendo y su excitación palpitaba. Sin embargo, continuaba moviéndose lentamente, controlándolo, torturándolo.
Miley comenzó a gemir y él supo que estaba cerca. Su cuerpo estaba lleno de vida y sensaciones que él podía sentir y saborear como si fueran de él mismo.
Nada podía alcanzarlos allí, pensó él y juró que nada los separaría jamás.
Los movimientos de ella se apresuraron y la seducción lenta se convirtió en pura pasión, primaria. Le encantaba aquello.
Ella lo cabalgó, empujando con sus caderas cada vez con más fuerza y Nick pensó que iba a estallar en mil pedazos en cualquier momento.
—Nick—gimió Miley—. No me sueltes.
—No te soltaré, cariño. Nunca.

La agarró con fuerza por los glúteos y la apretó más contra él.
Miley sintió que la entrañas le explotaban en mil pedazos, mientras Nick gritaba su nombre.
Nick se hundió en la cama y Miley lo miró.
—Te amo —declaró ella con la voz ronca—. Te amo —repitió.
—¿A sí?
—No importa si tú no me amas. Ya sé que lo pasaste muy mal…
—¡shhh! —la interrumpió él, incorporándose de nuevo—. Nunca le he dicho esto a una mujer…
—No lo hagas —le suplicó ella—. No te atrevas a decir nada que no sientas de verdad.
Él sonrió.
Se volvió a su lugar y la recorrió con la mirada. No tenía ni miedo ni reservas, solo podía sentir las emociones que había guardado durante tanto tiempo.
Tomó aliento y dijo:
—Te quiero, Miley.
Las lágrimas inundaron sus ojos y una lágrima le rodó por la mejilla.
—Nunca me ha querido nadie, Nick. Nunca.
—Yo sí, cariño. Te amo de verdad.
Ella lo besó profundamente y los dos se hundieron en un cálido abrazó. Miley pensó que nunca había sido tan feliz.
Nick estaba mirando por la ventana de la oficina en lugar de trabajar.
Su mente no podía descansar.
Durante la última semana, le había costado mucho salir de casa y dejar allí a Miley. Pensaba que no era posible ser tan feliz. Ella ocupaba su mente a cada instante y se preguntaba si todos los enamorados sentirían lo mismo.
Tenía lo que siempre había considerado imposible y debía hacer planes, pensó mirando a la caja de terciopelo que había dejado sobre el escritorio.
Tenía que hacerlo bien porque iba a empezar a construir su futuro.
En aquel momento, alguien entró en la oficina.
—Señor Jonas—le dijo su secretaria—. Tiene una llamada por la línea tres.
—¿Es Miley?
Lisa sonrió, divertida.
—No, señor. Es alguien llamado Steve Hartlan.
Las facciones de Nick se tensaron y asintió con la cabeza.
Ella salió de la oficina y él se quedó mirando al aparato. Se había olvidado por completo de aquel asunto. Cuando Miley comenzó a trabajar para él, antes de que su relación hubiera cambiado, él le había pedido a un viejo amigo que la investigara. Como padre, tenía todo el derecho a conocer a la niñera de su hija.
La cabeza se le llenó de imágenes de ella y pensó que no podía amarla más. Casi le costaba respirar cuando pensaba en ella y no quería que nada cambiara entre los dos.
Y se preguntó si aquella llamada cambiaría algo.
Casi llamó a Lisa para que le dijera a Steve que no estaba en la oficina, pero no podía hacerlo. Dudó un instante y cerró los ojos, deseando que Miley nunca se enterara de aquello. Nunca lo perdonaría, pero Nick decidió que no le quedaba otro remedio.
¿Por qué tendría tantas sospechas? Sería porque ella era muy evasiva y nunca le hablaba de su vida con claridad.
Solo pensar que le podía estar mintiendo le encogía las entrañas. El no le había dado ningún motivo; todo lo contrario, le había dado sobradas pruebas de que podía confiar en él.
Quería comenzar una nueva vida con ella y, si ella no iba a ayudar, tendría que hacerlo solo.
Agarró el auricular y presionó el botón.
—¡Hola, Steve!
—Hola, amigo.
—¿Qué me cuentas?
—Oye, no hay nada sobre esta Miley Stuart. He deletreado su apellido de cinco maneras diferentes y nada.
Nick frunció el ceño. Steve tenía muy buenas conexiones y, si él no había encontrado nada, Miley Stuart no existía.
—¿Probaste solo con su nombre?
—Sí y me aparecieron quince millones de mujeres que se llaman así. ¿Quieres venir a echar un vistazo a los archivos?
—No, gracias, me lo creo.

5 comentarios:

tay-alizabeth dijo...

WAOO LO AMA AHHH LO SBAIA AHHH SEGUILAA

yolito dijo...

AHH FASINANTE AHH LO AMA LO AMA AHHHHH QUE BONITOOO

Anónimo dijo...

HERMOSOOO

isabella dijo...

WAOOOO AHHHH LO AMEE LO AMAA AHHHHHH HERMOSO TODO TODOOO AHH

amitha dijo...

Amiga te extraño!1 sere tu madrina!1 yeih muero por leeer el siguiente ehhh