El enfado de su hermano mayor estaba plenamente justificado y se
preguntaba a cuánta gente le habría hecho daño por culpa de su carrera. Antes
de salir de la habitación, se asomó a la ventana para mirar a la gente que
estaba disfrutando de aquel hermoso día.
Primero, se fijó en la niña y, después, en Nick, que estaba
riéndose con Drew; casi podía sentir su alegría.
«Lo quiero», se dijo para sí.
Era muy feliz en aquel lugar. Se sentía plena, necesitada y amada.
Tenía amigos de verdad con vidas normales y sinceras y ella podía actuar como
si fuera normal. Le gustaba tanto aquella vida que se preguntaba si merecía la
pena perderla porla CÍA.
Sabía perfectamente que la respuesta era «no»
Nick la saboreo, disfrutando de la manera en que ella le
introducía los dedos en el pelo y flexionaba su cuerpo cuando el placer la
inundaba.
Ella gimió su nombre, susurrándole que no esperara más. Y Nick sacó la cara de entre sus piernas. Ella se subió sobre él, hundiéndose sobre su
erección.
Durante un instante, él la abrazó con fuerza, sintiendo cómo le
clavaba los dedos en la piel. Ella lo besó con suavidad y sensualidad mientras
comenzaba a cabalgar sobre él. Él llenaba su suavidad, empujando con fuerza en
su cálido interior, disfrutando de la suave presión de sus músculos.
La sangre le estaba hirviendo y su excitación palpitaba. Sin
embargo, continuaba moviéndose lentamente, controlándolo, torturándolo.
Miley comenzó a gemir y él supo que estaba cerca. Su cuerpo
estaba lleno de vida y sensaciones que él podía sentir y saborear como si fueran
de él mismo.
Nada podía alcanzarlos allí, pensó él y juró que nada los separaría
jamás.
Los movimientos de ella se apresuraron y la seducción lenta se
convirtió en pura pasión, primaria. Le encantaba aquello.
Ella lo cabalgó, empujando con sus caderas cada vez con más fuerza
y Nick pensó que iba a estallar en mil pedazos en cualquier momento.
—Nick—gimió Miley—. No me sueltes.
—No te soltaré, cariño. Nunca.
La agarró con fuerza por los glúteos y la apretó más contra él.
Miley sintió que la entrañas le explotaban en mil pedazos, mientras Nick gritaba su nombre.
Nick se hundió en la cama y Miley lo miró.
—Te amo —declaró ella con la voz ronca—. Te amo —repitió.
—¿A sí?
—No importa si tú no me amas. Ya sé que lo pasaste muy mal…
—¡shhh! —la interrumpió él, incorporándose de nuevo—. Nunca le he
dicho esto a una mujer…
—No lo hagas —le suplicó ella—. No te atrevas a decir nada que no
sientas de verdad.
Él sonrió.
Se volvió a su lugar y la recorrió con la mirada. No tenía ni miedo
ni reservas, solo podía sentir las emociones que había guardado durante tanto
tiempo.
Tomó aliento y dijo:
—Te quiero, Miley.
Las lágrimas inundaron sus ojos y una lágrima le rodó por la
mejilla.
—Nunca me ha querido nadie, Nick. Nunca.
—Yo sí, cariño. Te amo de verdad.
Ella lo besó profundamente y los dos se hundieron en un cálido
abrazó. Miley pensó que nunca había sido tan feliz.
Nick estaba mirando por la ventana de la oficina en lugar de
trabajar.
Su mente no podía descansar.
Durante la última semana, le había costado mucho salir de casa y
dejar allí a Miley. Pensaba que no era posible ser tan feliz. Ella ocupaba su
mente a cada instante y se preguntaba si todos los enamorados sentirían lo
mismo.
Tenía lo que siempre había considerado imposible y debía hacer planes,
pensó mirando a la caja de terciopelo que había dejado sobre el escritorio.
Tenía que hacerlo bien porque iba a empezar a construir su futuro.
En aquel momento, alguien entró en la oficina.
—Señor Jonas—le dijo su secretaria—. Tiene una llamada por la
línea tres.
—¿Es Miley?
Lisa sonrió, divertida.
—No, señor. Es alguien llamado Steve Hartlan.
Las facciones de Nick se tensaron y asintió con la cabeza.
Ella salió de la oficina y él se quedó mirando al aparato. Se había
olvidado por completo de aquel asunto. Cuando Miley comenzó a trabajar para
él, antes de que su relación hubiera cambiado, él le había pedido a un viejo
amigo que la investigara. Como padre, tenía todo el derecho a conocer a la
niñera de su hija.
La cabeza se le llenó de imágenes de ella y pensó que no podía
amarla más. Casi le costaba respirar cuando pensaba en ella y no quería que
nada cambiara entre los dos.
Y se preguntó si aquella llamada cambiaría algo.
Casi llamó a Lisa para que le dijera a Steve que no estaba en la
oficina, pero no podía hacerlo. Dudó un instante y cerró los ojos, deseando que
Miley nunca se enterara de aquello. Nunca lo perdonaría, pero Nick decidió
que no le quedaba otro remedio.
¿Por qué tendría tantas sospechas? Sería porque ella era muy
evasiva y nunca le hablaba de su vida con claridad.
Solo pensar que le podía estar mintiendo le encogía las entrañas.
El no le había dado ningún motivo; todo lo contrario, le había dado sobradas
pruebas de que podía confiar en él.
Quería comenzar una nueva vida con ella y, si ella no iba a ayudar,
tendría que hacerlo solo.
Agarró el auricular y presionó el botón.
—¡Hola, Steve!
—Hola, amigo.
—¿Qué me cuentas?
—Oye, no hay nada sobre esta Miley Stuart. He deletreado su
apellido de cinco maneras diferentes y nada.
Nick frunció el ceño. Steve tenía muy buenas conexiones y, si él
no había encontrado nada, Miley Stuart no existía.
—¿Probaste solo con su nombre?
—Sí y me aparecieron quince millones de mujeres que se llaman así.
¿Quieres venir a echar un vistazo a los archivos?
—No, gracias, me lo creo.
5 comentarios:
WAOO LO AMA AHHH LO SBAIA AHHH SEGUILAA
AHH FASINANTE AHH LO AMA LO AMA AHHHHH QUE BONITOOO
HERMOSOOO
WAOOOO AHHHH LO AMEE LO AMAA AHHHHHH HERMOSO TODO TODOOO AHH
Amiga te extraño!1 sere tu madrina!1 yeih muero por leeer el siguiente ehhh
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