Me desperté temprano la mañana siguiente. Encantado Tallulah, me
guiñó
un ojo y ronroneó para mí cuando llené su plato de comida para ver
si
dejaba de maullar y por lo tanto Sarah no se despertara mientras
me
escapaba.
Era una hermosa mañana y una ligera brisa soplaba. El canto de los
pájaros llenaba el aire. También me sentía muy feliz. Crucé el
campo
abierto como cualquier otro residente y me dirigí hacía el solar
Netherby.
No sabía lo que podría suceder, pero estaba segura de que tenía
que ver a
Nick. Yo no quería poner un fin definitivo a nuestra relación.
Ahora que
sabía del aniversario de la muerte de su madre, necesitaba
comprender lo
que estaba sucediéndole.
No podía imaginar cómo sería mi vida sin mamá.
Al llegar a la entrada, practiqué qué decir. Mi primera idea fue
pretender
que había encontrado un libro interesante para Nick. Después pensé
en
un disco raro y que me gustaría conocer su opinión.
O tal vez diría que quería hablar acerca de la banda... Estaba tan
inmersa
en mis pensamientos que siquiera me di cuenta del sonido de una
cortadora de césped y el olor a hierba recién cortada.
Miré a la izquierda y vi al otro lado de la valla, una cabeza con
pelo oscuro
que conocía muy bien... Nick estaba manejando una vieja podadora
de
grama alrededor de una gran lápida. Llevaba unos vaqueros azulados
y un
viejo delantal. Su barba estaba por crecer.
―Hola, ―dije.
Caminé hasta la lápida y limpié la piedra con las manos, leyendo
la
inscripción que ahí había. Nick
apagó la máquina y secó el sudor de su
frente con la mano. Miró discretamente hacia mí.
― ¿Así que este es el monumento de Septimus Netherby y su querido
Brutus?―pregunté, recordando el momento en que nos encontramos en
la
galería—.Nick confirmó con una inclinación de cabeza y vino en mi
dirección.
―No me quedaré mucho tiempo. Sólo quería decir... ―empecé, pero no
pude encontrar las palabras adecuadas.
―Debes echar de menos a tu madre... No estoy segura que decir—.Nick
deslizó el dedo en la inscripción:
―En memoria de un querido amigo que estuvo a mi lado en las buenas
y
en situaciones difíciles, cuya lealtad nunca me ha fallado y del
cual
siento un gran anhelo.
Nuestros dedos se rozaron en la lápida. Yo retuve el suyo. Se alejó con
lágrimas en los ojos.
―Septimus podía escribir con todo ese sentimiento acerca de su
perro. Me
gustaría saber cómo se sentiría si él hubiera amado a otro ser
humano, ―
dijo Nick.
― ¿O si él hubiera sido amado? ―añadí.
―Estos dos últimos días fueron muy difíciles para mí, Miley.
Debería estar
preparado a medida que los años pasan, pero no estoy. Siempre me
sorprendo con el poder de mis pensamientos.
―Mamá pasó por muchas situaciones difíciles. Hospitalizaciones...
y me
preparaba para lo peor. Pero nunca pasaba nada, ella siempre se
recuperaba.
―Entonces, un hermoso domingo, mi madre no se sentía mal, ella se
fue
mientras yo estaba de compras. Eso es lo que yo no consigo
superar. La
forma en que ella me dejó, Miley. Simplemente no puedo soportar
estar
cerca de alguien y de repente, ver que todo se derrumba.
Envolví mis brazos sobre sus hombros y lo abracé. Me sentí más
cerca de
él que nunca. Después de un rato, le dije:
― ¿Por qué no tomamos el día para nosotros? Vamos a dar un paseo
agradable. Le dejo una nota a Sarah y preparo unos sándwiches.
―Me encantaría.
Después de ese día, volvimos a vernos cada
noche.