Nick sintió que una vocecilla interior lo avisaba de que tuviera
cuidado.
—¿Vais en serio, verdad? —preguntó Drew, en voz baja.
Nick intentaba negárselo a sí mismo, pero su corazón no se lo
permitía.
—Sí —respondió con una sonrisa.
—Bien. Todos nos alegramos de que te haya traído de vuelta al mundo
de los vivos.
Nick le dedicó una sonrisa avergonzada, sabiendo que era verdad.
Había evitado a la gente porque no quería su compasión por un dolor
que no sentía. Tampoco había querido que nadie le hiciera preguntas.
Entonces,Miley entró en su vida y la puso patas arriba.
Ya nada era igual. Ni la casa, ni su hija y, por supuesto, él
tampoco.
Dirigió su mirada hacia ella y sonrió. Miley había invitado a
sus amigos y lo había preparado todo ella sola. Estaba seguro de que todo el
mundo estaba a gusto.
Como si ella hubiera sentido que la estaba mirando, giró la cabeza
hacia él. Inmediatamente, abrió los ojos como platos, corrió hacia él y abrió
la parrilla.
—Por Dios, Jonas —dijo apartando el humo.
—Lo siento —dijo él sacando la comida a toda velocidad antes de que
se carbonizara—. Estaba mirándote.
—Ahora resulta que voy a ser yo la culpable. ¿Tan difícil es asar
unas hamburguesas?
—Se trataba de un cumplido —dijo él seco.
—¡Oh! —exclamó ella y se puso colorada.
Drew se rió y se alejó hacia su esposa mientras Nick rodeaba a
Miley por la cintura.
—Gracias, preciosa.
—¿Por qué?
—Por todo esto. Por organizarlo todo tú sola y tan bien.
—No podía permitir que por nuestra relación perdieras a tus amigos
por segunda vez.
—Es la mujer, cariño, no la ocasión la que hace la diferencia.
A Miley se le llenaron los ojos de lágrimas. Estaba mirándola
con tanta ternura que le llenaba el corazón por completo. Ella le rodeó la cara
y lo besó con suavidad.
—¡Vamos, Nick! —gritó su hermana y ellos se separaron.
—Vete a hacer algo —le dijo él—, antes de que me convierta en un
perfecto idiot.a delante de todos y te arrastre hasta el cuarto.
—¿No me digas? Yo solo quería verte cocinar—respondió ella—. Aunque
esa actitud de hombre de las cavernas es muy erótica. Casi tanto como la de
capitán.
El gruñó por las imágenes que aquello evocaba.
Y todavía quedaba mucho para que fuera de noche…
Se volvió hacia la parrilla y Miley fue a sentarse en el borde de
la piscina, al lado de Carolina.
Nick le dijo algo a su hermana y esta se rió. Miley no estaba
escuchando la conversación, solo los miraba, absorta. Era obvio que se adoraban
y eso le hacía añorar a su propia familia. Se preguntó qué estarían haciendo en
aquel momento.
¿Cuántos años tendrían los hijos de Mike? ¿Se habría enamorado ya
Cassie? ¿Le habrían roto el corazón sin que tuviera a nadie a su lado para
ayudarla? ¿Y Richard? Se había perdido su boda.
—Hope, ¿puedes vigilar a Carolina un rato? Tengo que comprobar una
cosa.
Hope asintió y fue junto a la niña.
Miley agarró una toalla, se la enrolló alrededor y entró en la
casa. No paró hasta que llegó al dormitorio que había utilizado al principio.
Sacó el ordenador de una maleta, sin pararse a pensar en lo que
estaba haciendo. Quizá se estuviera creando problemas, pero eso no le
importaba.
Conectó el ordenador por medio mundo y, después, regresó a Georgia,
a solo unos cientos de kilómetros de distancia.
Marcó el número, con el corazón en un puño, y esperó la respuesta.
Quería escuchar las voces de su pasado. Aunque solo fuera durante un momento.
—¿Diga? —dijo la voz de un hombre al otro lado.
Miley sintió que la invadía una oleada de emociones.
—Hola… Esto… —tomó aire, intentando recobrar la compostura.
—¿Quién es?
—¿Richard?
—Sí.
—Soy Miley.
Primero se hizo un silencio.
—¡Oh, Dios! ¿Miley?
—Lo sé. Ha pasado mucho tiempo.
Él resopló y ella pudo sentir la amargura en el tono.
Miley escuchó voces al otro lado y luchó por contener las
lágrimas. Otra voz se puso al aparato:
—¿Miley? ¿De verdad eres tú? Dios, ¿dónde estás?
—Mike. Os echaba de menos…
—Ya me imagino. Por eso no nos llamas nunca —intervino Richard.
—¡Basta ya! Richard —dijo Mike—. ¿Vas a venir a vernos?
Miley cerró los ojos, pensando en el dolor que le había causado
a su familia, pensando que había dejado unas heridas que tal vez costara curar.
—No puedo.
—Por favor, cariño. Hace un montón de años que no te vemos —dijo
Mike.
—Lo sé. Lo siento. ¿Estás Cass por ahí?
—No —respondió Richard—. Siguió tus pasos y no sabemos dónde está.
Aunque, a veces, viene a casa.
De fondo, Miley podía oír a los niños y a las mujeres.
Una de ellas estaba riñendo a Richard por la forma en que estaba
tratando a su hermana.
—Estoy causando problemas. Lo siento. Tengo que despedirme.
—No, Miley, espera —gritó Richard al auricular—. Vuelve a casa.
Lo solucionaremos todo.
Las siguientes palabras brotaron de su boca entre sollozos:
—Adiós. Os quiero a todos.
Miley cortó la línea y se llevó el teléfono al pecho, llorando,
preguntándose si alguna vez podría volver a casa. O si alguna vez tendría su
propio hogar. Guardó el ordenador y se dirigió hacia el cuarto de baño para
refrescarse un poco la cara y ocultar las marcas del llanto.
Pero
aún deseaba llorar más, pensó. _______________________________________________________
Mini-maraton de esta novela, para todas las que lo pidieron :)
5 comentarios:
WAOO YEAHH ME ENCANTOOOOOO AHH EA EA
AHHH BUENOSOSOSOS SEXOSO HAHAHA
POR CIERTO SOY DE LA CIA EHHH HAHAH CONTRATAME
ahh me encanto me encantoo
FASIANTEE TIENES QUE SEGUIRLA PRONTOO
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