Era verano, vacaciones y hacía bastante que había pensado este viaje, me iba a Venezuela sola para conocer los paisajes de los que tanto me había hablado durante años mis padres, ellos habían viajado por razones laborales y se habían qfuedado por dos años.
Miré la ventanilla del avión con una sonrisa, ya estaba por llegar y mis expectativas se hacían más grandes.
Al llegar me dirigí a un hotel que me habían recomendado mis padres, decían que era hermoso y si, lo era, incluso la habitación era muy completa con una vista de diez a la playa Parguito, esta era conocida porque les encantaba a los surfistas y bueno a mí me gusta surfear.
El día era soleado así que me dirigí a la playa sin mi tabla, siempre me gustó comprobar las aguas con la vista y después que estaba segura bajaba con la tabla.
Al encaminarme a la playa veo a todos mis colegas practicar con las olas, gente recostada para tomar sol. Estaba todo tranquilo, por suerte. Así que me dispuse a recostarme en la arena, ponerme el protector solar y recostarme para tomar el sol. Mi piel era de un color blanca, pero me gustaba un poco más oscura.
Al despertarme, porque me había dormido, noté que el sol estaba bajo, además mi garganta estaba seca. Miré para todos lados y vi gente jugando con una pelota, todavía recostada en la arena, otras tomando un refresco. Me levanté, agarré la toalla y me dirigí al lugar en donde hacían bebidas, por suerte se encontraba a unos metros desde donde estaba, así que no tenía que esperar tanto.
Llegué a la barra con más sed, suspiré y miré para todos lados sin suerte, la persona que atendía el lugar se había ido, como odiaba eso… ¿para qué tenía un negocio si no iban a estar para atenderlo? ¿O en todo caso para qué lo contrat…
—¿Si?—preguntó una voz masculina—con ese acento hermoso de ese país—detrás de mí.
Me giré para quedar mirando a una escultura de hombre sin remera y lo que más me llamaban su atención eran sus ojos, eran hermosos. Él rodeó el local, se adentró para atenderme y yo no podía sacar los ojos de su cuerpo…era, apetecible en todos los sentidos con su pelo corto castaño oscuro, la piel blanca, sus labios eran finos y deseables.
—Quería algo para beber—dije un poco aturdida.
Él me enseñó una sonrisa simpática con frenillos. Si, a mí nunca me había gustado pero verlos en él, se me hacía agua la boca…podía imaginarme mordiéndome en…bueno, ok…mejor freno mi imaginación.
—Sí, dime…agua, gaseosas, jugos, exprimidos. Tenemos variedad—seguían con esa sonrisa que me derretía en vida.
—Si…mmm…—miré el local para ubicar lo que quería ¿y que era? mmmm—. Dame un exprimido de naranja, por favor.
—Como no—dijo agachándose.
Se escucharon ruidos, algo que se cortaba, la licuadora y después de dos minutos subió con el vaso repleto de jugo recién exprimido con hielos.
—Aquí tienes—no dejó de hacer esa mueca que me tenía loca y lo peor que sus ojos se clavaron en los míos—. La casa invita.
—¿Y por qué?—lo miré con las cejas enarcadas.
Se apoyó en la barra, acercándose hasta mí mirándome intensamente y no podía salir de su embrujo.
—En realidad yo te invito. Dime, ¿haces algo esta noche?
Me pregunté en donde estaba el galanteo porque para mi gusto iba rápido.
—No—le contesté de todas formas—, estoy libre.
—Genial porque hay fiesta esta noche aquí, la organizo yo ¿quieres venir?
—Sí, no hay problema.
—Nos vemos entonces—dijo y se giró para irse hacía una puerta que había detrás del local.
Enarqué las cejas mirando por donde se había ido “qué brusco” pensé y me fui con mi trago hacia el hotel.
La noche apareció en Venezuela y yo estaba lista para la fiesta en la playa, me había puesto un vestido ligero rosa pastel con unos aros a conjunto al igual que las chatitas, un collar y unas pulseras, no era que me gustara ese color, pero bueno mi madre me compró eso alegando que me traería suerte…ok...allá vamos.
A lo lejos se escuchaba la música y qué decir de las luces eran un espectáculo para los ojos. La gente se reía, bailaba, tomaba tragos, se reían…al menos parecía ir todo bien. Si, las cosas podían mejorar.
Caminé mirando a todos, las chicas estaban con la parte de arriba del bikini y una pollera o short. Maldije por dentro, podrí haber pensado lo mismo y no ponerme…
De pronto, lo divisé al hermoso barman que me había atendido más temprano: estaba sirviendo tragos a sus amigos riéndose y lo que quitó todas mis esperanzas fue una rubia que lo abrazaba por la cintura y se reía con él. Bueno, a la basura mis expectativas. Caminé ahora sin rumbo entre la gente y la estúpida sed arremetía nuevamente. Decidí ir a comprar un trago sin darle importancia a las carcajadas que en su grupo había o a las chicas que lo rodeaban como si fuera agua en el desierto.
—¡Ey!—gritó alguien y como siempre me di vuelta de curiosa. Unos ojos hermosos me miraban desde detrás de la barra, él me estaba llamando—Ven, no estés sola—me llamó con un dedo.
Mientras me acercaba podía escuchar el inconformismo de las chicas que lo acompañaban y como sus rostros se transformaban en demoños celosos. Él trataba de apaciguar las cosas conforme ellas se hacían del territorio a su lado como leonas. A mi sinceramente no me importaba, no me iba a echar para atrás una vez que él mismo llamó mi atención ¿o, no?
—Hola—sonrió haciendo que mi corazón lata más rápido por la perfecta sonrisa con ese arreglo de ortodoncia—¿Cómo has estado?—preguntó mirándome directamente a los ojos.
Tragué antes de decir algo.
—Bien, un poco cansada por el viaje pero bien—sonreí.
—Ah, me he olvidado de decirte, te has llevado el vaso y es de aquí.
—Oh ¿importa si mañana lo traigo? Es que ya estoy aquí…
—Claro que importa—me interrumpió una de sus secuaces.
Él la miró y le aferró el brazo para que se calle.
—No, está bien, no hay problema.
De pronto una canción sensual comenzó a sonar y todos comenzaron a aplaudir y a bailar juntos, muy juntos.
—Mi canción—declaró él y me miró—¿Quieres bailar?
Instintivamente miré como se movían las demás parejas que llenaban la playa y me avergoncé ligeramente porque era una danza sensual.
—No, no sé bailar de esa forma—le sonreí con pena imaginándome que invitaría a una de sus leonas celosas.
Rodeó la barra para salir del negoció, se paró enfrente de mí, acercó sus labios a mi oído y me susurró: —Yo te enseñaré, solo me tienes que seguir.
Calor, su aliento era el pecado personificado que envió a mis nervios a un viaje llenos de corriente.
Se separó un poco y me miró con intensa electricidad.
—Bueno,… ¿por qué…no?—traté de decir.
Me cogió la mano y nos encaminamos hacía la pista de baile. Los cuerpo se refregaban, el sudor se hacía presente conforme nos adentrábamos más, los perfumes se mezclaban y yo solo esperaba no dejar de aferrarme de su mano, de esa mano tan sensual que me hizo recorrer cosquillas en el primer tacto.
De pronto se frenó, se giró y me hizo chocar con su fuerte pecho.
—Hasta aquí—me abrazó—. Pero—dijo girándome para que le dé la espalda. Acercó sus labios a mi oído—, ahora quiero que hagas todo lo que te diga—susurró muy cerca y su aliento provocó cosquillas en mi nuca y espalda.
Asentí instintivamente al sentir sus brazos rodeándome por el estomago y lo único en que pensaba era: Dios, si.
—Ahora acerca tus glúteos a mi pelvis.
Dios…
Lo hice sin decir nada ¿Qué podía hacer? Me había hechizado, tenía sus brazos, aliento, y la pelvis rozándome, estaba en la gloria.
—Seguí mi ritmo—susurró nuevamente.
Gemí no lo pude evitar.
De repente apoyó su…erección en mis glúteos con fuerza y comenzó a hacer un redondel con las caderas. Sentí a mi cuerpo reaccionar por todas las sensaciones que me inundaban. Lo seguí, lo acompañé en ese ritmo sexual y que me había hechizado. Él bajaba agitando sus caderas empujando su erección, abrazándome con fuerza, respirando en mi oído y yo lo seguía haciendo un redondel con mi cintura.
—Bien, ahora—jadeó—no te sorprendas.
La música seguía y nuestros cuerpos danzaban con sexual energía ¿Por qué me habrá dicho eso? Me pregunté.
En ese instante sentí su lengua en mí cuello y en mi oído.
—Dios—gemí era inevitable. Mis caderas comenzaron a moverse más desenfrenadamente, refregándome en él.
—Bien, sigue así.
La música se hacía más intensa y mire a donde mire los cuerpos de las demás personas se refregaban, parecían que hacían el amor…
Casi me caigo cuando él comenzó a hacer más insistentes los movimientos y más cuando una mano bajaba y la otra subía. Sus labios tacaron mi cuello, al igual que su lengua. Me enviaba energía que no sabía poseer, todo era tan erótico. Su mano izquierda subió por mis pechos y la otra fue a mi vagina a la que acarició sin pudor. Seguíamos moviéndonos, rozándonos, conforme el me tocaba las partes, me besaba el cuello.
—Deliciosa—susurró—. Date vuelta.
Lo hice, me encontré con sus dos perlas marrones y sus labios a centímetros de los míos. Sus labios tocaron los míos sin pudor pero yo era el problema, algo no andaba bien en mí. Si, lo deseaba pero iba muy rápido y para nada se sentía mal.
—Abre la boca—gimió.
Conforme nos besábamos su lengua tocó la mía, se adentró imitando el acto sexual y sentía sus manos en mi cuerpo: en mis pechos que se habían puesto erectos en su primer toque, en mi vagina haciendo un redondel con el clítoris.
Gemí en su boca y él en la mía, era demasiado, ya iba a explotar.
—Vamos—jadeó alejándose y aferrando mi mano.
—¿A dónde?—reí por su apremió.
—Ahora verás.
Lo seguí entre la gente, los cuerpo nos chocaban, se refregaban. Calor y sudor.
Nos alejamos de todo el ruido, de la música, de las luces de los cuerpos para adentrarnos a un lugar oscuro, lleno de árboles, parecía un bosque cerca de la playa.
—¿Hermoso, no?—me preguntó arrinconándome a un árbol.
De pronto mi espalda chocó con uno y quedé atrapada ahí.
—Sí, es lindo—rolé lo ojos.
Los aromas me inundaron, eucalipto por todos lados. Perfume salvaje, rocío y verde, era el sahumerio. Cerré los ojos para que mis pulmones se llenaran de él.
Sentí su pecho chocar el mío y abrí mis ojos. Cristo, sus ojos eran el fuego que me consumía. Luego, acercó su pelvis haciéndola chocar con la mía, parecía que estábamos soldados.
Vi que me sonreía conforme se agachaba…ok…esperaba que no estuviera pensando lo que…
—Oh, Dios—gemí cuando se arrodilló por completo y sus manos iban directas a mi ropa interior—No—dije alejándolas.
Sus hermosos ojos se posaron en los míos.
—Porque no…no…me lo han hecho—dije con vergüenza, me sentía una estúpida, no tendría que haber dicho nada.
—No te preocupes…yo nunca hice esto—me sonrió.
Dios, él era pecado puro.
—¿El qué?—pregunté confundida.
—Yo—respiró fuerte—, soy virgen.
No pude evitar reírme en su cara, es decir, él que estaba rodeado de chicas era virgen. Bueno, yo también.
—¿De qué te ríes?
No sé cómo pero fue en ese instante que me di cuenta que no sabía su nombre.
—No te creo—dije todavía riéndome—Es obvio que no eres virgen.
Él seguía arrodillado y eso fue otra causa de mi risa.
—No juzgues antes de nada—miró la parte en donde se encontraba mi parte intima—¿Me dejarás? Quiero probar que gusto tiene.
Cerré mis ojos, apoye mi cabeza en el árbol y me pregunté ¿por qué no?
Asentí sin decir nada o abrir mis ojos recordando que tenía frenillos y que serían muy interesantes las sensaciones.
Despacio sus manos bajaron mi ropa interior. Sentí cada roce de su piel contra mis muslos, la fina tela que bajaba hacía estragos con mi pudor porque comencé a moverme y sin pensar pregunté:
—¿Cómo es tu nombre?
—Nick—contestó.
El calor de sus manos cuando tocaron mis labios vaginales me hicieron acercarme más. Luego sentí su aliento. Sopló mi clítoris acariciándolo con los pulgares. Me sentí fundir en lava, pero no me permití terminar, no todavía. Sí, eso requería fuerza y concentración.
Su lengua se arrastró de a poco por mi parte, haciendo un juego con sus labios.
—Oh, muérdeme—gemí sin poder frenar el impulso.
Sentí sus dientes en cada uno de mis labios como también sus frenillos chocar mi clítoris y fue la sensación más erótica que alguna vez pude sentir, arrastró mi concentración y quise más. Con decisión aferré su cabeza conforme movía mis caderas.
—Oh, sí—gemí.
—Tengo una idea—dijo contra mi vagina.
Lo miré y él se paró sin despegar sus ojos de los míos.
—¿Qué?
Aferró mi rostro y lo besó con fuerza. Luego sin despegar sus labios de los míos comenzó a sacarse los pantalones. Sin dudar lo ayudé en su desesperación.
Cuando estuvo sin ellos se recostó sobre el pasto y las ramas caídas. Lo miré con detenimiento y me relamí los labios por su erección. Me mordí los labios porque de pronto estaba hambrienta.
—Ven, trae tu hermosa vagina aquí y tu haz lo mismo.
Oh, sí. Esa postura nunca la había hecho.
Sin dudarlo abrí mis muslos rodeando su rostro y antes de hacer algo toqué su enorme parte que me saludaba pasando su ombligo. Gemí cuando se adentró sin piedad a mi femineidad y sin pensar hice lo mismo…abrí mi boca y comencé a practicarle sexo oral.
—Dios…si, sigue—gimió él.
Y antes de que pueda llegar más lejos su semilla fue lanzada, casi ahogándome. Me la tragué a duras penas escuchando sus gemidos de culminación.
—Eso fue asombroso—dijo entre jadeos.
Sonreí alejando mi vagina de su boca y poniéndola en su miembro que no se había disminuido, al contrario parecía que crecía a cada minuto.
—Oh, sí—cerró sus ojos.
—Ah, Dios—jadeé por la infinidad de fuego que recorrió cada célula de mi ser al tenerlo dentro, él era caliente y duro. Deseable. Toda una tentación.
Comencé a moverme sintiéndolo en mi vagina que se abría paso a él, a su calor masculino. Sus manos me acariciaban la cintura, luego subieron a mis pechos que estaban en su esplendor como dos rocas duras.
—Son enormes—exhaló suavemente aire.
—Y el tuyo también—le sonreí.
—¿Te gusta?—preguntó apretando mis senos.
—Si—apoyé mis manos en su pecho acercándome. Después besé sus labios que me llamaban porque eran suaves.
Mis caderas se movían tiernamente, no quería apresurarlo, ese momento era nuestro.
—¿De verdad eres virgen?—le pregunté rozando sus labios, sintiéndolo dentro.
—Sí, te lo dije—me sonrió acariciándome los glúteos.
Le creí porque no tenía motivos para mentirme ya, en ese momento él estaba conmigo, dentro de mí.
—¿Cómo lo sientes?—mire su rostro maravillada porque el placer estaba instalado en sus facciones
—Muy bien. Es húmedo y hace mucho calor.
Hermoso: sus suaves mejillas estaban rosadas, sus labios levemente separados y gemían en silencio, sus ojos cerrados y sus pestañas aleteaban sutilmente.
Me mordí el labio sonriendo. Moví mis caderas, subiendo y bajando, rozando el clítoris en todo su miembro, eso me gemir como nada.
La noche estaba hermosa, las estrellas y la luna era nuestro techo, los árboles nos resguardaban, los aromas de nuestros cuerpos, la vegetación, los pinos, los eucaliptos. Me sentía parte de todo ello con mi compañero.
—Eres hermoso Nick—dije meciéndome tiernamente.
—Tú también, bebe—me acarició el rostro.
Me seguí meciendo suavemente sin parar…
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Bueno este es el otro one shot espero que te guste dany y continua tiene otra parte
12 comentarios:
wao wao MUERO MUERO MUERO TIENES QUE SEGUIRLA AHHHHH HERMOSOOO
ahhh tienes que seguirla plisss ahhh siguela siguelaa
WAOO AMIGA SIGUELAAA AHHHH PRONTOO
amiix que te dire fasinante seguiloo pronto plis waoo exitante demasiadooo
PRINCESA ESCRIBES GENEAL QUE NADIE JAMAS TE QUITE ESO Y TE BAJE EL ANIMO POR QUE ESCRIBES DE MARAVILLA
WAOOO MAGNIFICOO
wao me encanto siguela amiix
ahahaha que lindo One Shot, gracias Saris, sube la otra parte =D
Me facinooooo amix plis sube la otra parte
Wooow me quede sin palabras
siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siiiiiiiiiiiiiiii pleaseeeeeeeeeeee
besooooos :D
ME RE-CONTRA FASCINÓ !!!!!!!
SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA, SÍGUELA!!!!!!!!! =D
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