La había oído pronunciar su nombre a gritos y, en ocasiones, estaba seguro de haber sentido su mano sobre la piel, anclándolo a la cordura.
Sus caricias habían sido su salvación.
Cerrando los ojos, disfrutó de la sensación de las manos de miley deslizándose sobre su piel mientras lo lavaba. Le recorrían el pecho, los brazos y el abdomen. Y cuando rozaron accidentalmente su erección, no pudo evitar dar un respingo ante la intensidad con la que percibió la caricia.
Cómo la deseaba…
— Bésame —balbució nick.
— ¿No será peligroso?
Él le sonrió.
— Si pudiese moverme ya estarías conmigo en la bañera. Te aseguro que en este momento estoy tan indefenso como un bebé.
Vacilante, ella se humedeció los labios y le acarició una mano; su roce fue suave y tierno. Lo miró fijamente a los labios como si pudiera devorarlo, y nick
sintió que el frío desaparecía al contemplar sus ojos.
miley se inclinó y lo besó con ansia. Él gimió al sentir sus labios; anhelaba mucho más. Necesitaba sus caricias.
Para su sorpresa, obtuvo lo que deseaba.
miley se apartó un instante de sus labios, lo suficiente para quitarse la ropa y quedarse desnuda ante él. Lentamente y con movimientos seductores, se metió en la bañera y se sentó a horcajadas sobre su cintura.
nick volvió a gemir al sentir su vello púbico sobre el estómago. miley lo besó de nuevo, tan ardientemente que él creyó que se abrasaba.
¡Maldición, ni siquiera podía abrazarla! No podía mover los brazos. Y necesitaba con desesperación rodearla con fuerza.
Ella debió percibir su frustración porque se incorporó con una sonrisa.
— Ahora me toca mimarte —susurró antes de enterrar los labios en su cuello.
Cerró los ojos miley dejaba un rastro de besos sobre su pecho. Cuando llegó al pezón todo comenzó a darle vueltas al sentir la lengua de miley jugueteando y succionándolo. Nada había conseguido estremecerlo del modo que lo hacían sus caricias. No recordaba ninguna ocasión en la que alguien le hubiese hecho el amor a él.
Y ninguna mujer se había entregado de aquel modo. Ni le había dado tanto.
Contuvo la respiración en el momento que ella introdujo la mano entre sus cuerpos.
— Ojalá pudiese hacerte el amor —susurró nick.
Ella alzó la cabeza para mirarlo a los ojos.
— Lo haces cada vez que me tocas.
Sin saber cómo, consiguió abrazarla, aunque los brazos no dejaban de temblarle, y la atrajo hacia su pecho para reclamar sus labios.
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