lunes, 9 de julio de 2012
at dusk niley- capitulo 39
—Debes de echarlos mucho de menos. A tu familia, me refiero.
Me sentía totalmente fuera de lugar. ¿Qué debía de suponer para
Balthazar el llevar varios siglos sin ver a sus padres o a su hermana? Ni
siquiera podía llegar a imaginar el dolor que acarreaba.
«¿Y cuando tú lleves doscientos años sin ver a Nick ?»
No podía soportar volver a pensar en eso otra vez, así que me concentré
en Balthazar.
—A veces creo que he cambiado tanto que mis padres apenas me
reconocerían. Y mi hermana... —Balthazar se detuvo y luego sacudió la
cabeza—. Sé que me has preguntado cómo eran las cosas entonces, hasta
qué punto cambian, pero en realidad lo que cambia somos nosotros,
Miley. Eso es lo que más asusta y es una de las razones por las que
mucha gente de aquí se comporta como adolescentes, aunque tengan
cientos de años. No entienden lo que les ocurre o lo que le sucede al
mundo al que han de incorporarse. Es una especie de adolescencia eterna.
Y no es muy divertido.
Me abracé, temblaba de frío y de miedo al pensar en todos esos años,
décadas y siglos que me esperaban por delante, cambiantes e inciertos.
Seguimos caminando un rato, Balthazar ensimismado en sus
pensamientos y yo perdida en los míos. Nuestros pies levantaban
pequeñas esquirlas de nieve fresca e íbamos dejando las únicas pisadas
en un mar blanco. Al final, encontré el valor de preguntarle a Balthazar lo
que realmente quería saber.
—Si pudieras retroceder en el tiempo, ¿te los traerías contigo? ¿A tu
familia?
Esperaba que me dijera que sí, que haría cualquier cosa para volver a
estar con ellos. O que me dijera que no, que a pesar de todo no habría
encontrado las fuerzas para acabar con sus vidas. Cualquiera de las dos
respuestas me diría mucho acerca de cuánto duraba el dolor, hasta
cuándo tendría que soportar la angustia de haber perdido a Nick . Lo que
no esperaba era que Balthazar se detuviera en seco y me mirara con
dureza.
—Si pudiera volver atrás, moriría con mis padres —contestó.
—¿Qué?
Estaba tan sorprendida que no se me ocurrió nada mejor que decir.
Balthazar se acercó a mí y me tocó la mejilla con su mano enguantada.
Su gesto no fue cariñoso, como el de Nick . Lo que Balthazar intentaba
era abrirme los ojos, despertarme a la realidad.
—Tú estás viva, Miley , aunque todavía no sabes apreciar lo que eso
significa. Es mejor que ser un vampiro, mejor que cualquier cosa. Ya
apenas recuerdo qué se sentía estando vivo, y si pudiera volver a sentirlo,
aunque solo fuera por un día, no podría pagarlo ni con todo el oro del
mundo. Incluso volver a morir, para siempre. Los siglos que he vivido y las
maravillas que he visto no pueden compararse a estar vivo. ¿Por qué crees
que los vampiros de aquí son tan crueles con los alumnos humanos?
—Porque... Bueno, porque son unos esnobs, supongo...
—Te equivocas, es por celos. —Nos miramos en silencio un largo rato
antes de que añadiera—: Disfruta de la vida mientras puedas, porque no
dura... Ni para los vampiros ni para nadie.
Jamás me habían dicho nada por el estilo. Mis padres no añoraban estar
vivos, ¿no? Nunca les había oído decir ni una palabra al respecto. Y
Courtney, Erich, Patrice, Ranulf... ¿De verdad todos ellos deseaban ser
humanos?
—No me crees —dijo Balthazar, tal vez adivinando mis dudas.
—No es eso. Sé que no me mientes, no me mentirías sobre algo tan
importante, tú no eres así.
Balthazar asintió y al ver la lenta y leve sonrisa que empezó a dibujarse
en sus labios, tuve la sensación de haber dicho más de lo que pretendía
decir. Esa luz esperanzada en su mirada era algo que no había visto desde
la noche del Baile de otoño, antes de que me decantara por Nick .
Sin embargo, lo que más me reconcomía era que yo también había
dicho la verdad: Balthazar nunca me mentiría acerca de algo importante,
ni aunque la verdad me resultara ingrata de oír. Balthazar era alguien en
quien se podía confiar, una buena persona, y deseé ser como él, alguien
que antepusiera el bien común a sus propios intereses, alguien que se
hubiera merecido la confianza de Nick .
«Tal vez todavía no sea demasiado tarde», pensé.
Nuestras pisadas dibujaron un camino serpenteante por los prados de
regreso al internado, donde me despedí de Balthazar y subí la escalera a
toda prisa hacia la sala de ordenadores. Por fortuna, la puerta no estaba
cerrada. Mientras esperaba que mi ordenador se encendiera, recordé la
lámina de El beso de Klimt sobre mi cama. Los dos amantes se abrazaban
para la eternidad, fusionándose en uno solo, fundidos en un mosaico de
rosa y oro.
Cuando se ama a alguien hay que impedir que las mentiras se
interpongan entre ambos. No importa lo que suceda, aunque se le pierda
para siempre, decir la verdad es fundamental.
Introduje la dirección de correo electrónico de Nick con dedos
temblorosos, y en la línea de asunto puse: «y nada más que la verdad».
Empecé a escribir y vomité todo lo que había guardado hasta ese día. Le
conté que lo que había visto esa noche era cierto con toda la brevedad y
sencillez de la que fui capaz.
Que era un vampiro, hija de vampiros y que estaba predestinada a ser
como ellos.
Que Medianoche estaba lleno de vampiros, que la escuela existía para
instruirnos en los cambios que sufría el mundo y para protegernos de la
gente que nos tenía miedo porque no nos entendía.
Que le había mordido la noche del Baile de otoño sin intención de
hacerle daño porque deseaba estar lo más cerca posible de él.
Las palabras salían a borbotones. En realidad era un poco caótico.
Nunca me había atrevido a contar esos secretos y no dejaba de repetirme
y de explicarme mal o de hacer preguntas de cuyas respuestas no estaba
segura. Sin embargo, todo eso daba igual. Lo único que importaba de
verdad era sincerarme con Nick de una vez por todas.
Al final, escribí:
No te lo cuento porque con ello espere recuperarte. Sé que no lo
merezco, sobre todo después de lo que he hecho, y aunque no estás en
peligro en Medianoche, supongo que no querrás volver a acercarte a la
escuela.
Si te escribo es en gran parte para pedirte que, si todavía no le has
dicho a nadie lo que viste aquí, por favor no lo hagas. No le enseñes a
nadie este correo. Guarda este secreto por mí. Si la verdad sale a la luz,
mis padres, Balthazar y muchos otros estudiantes estarán en peligro y
todo habría sido por mi culpa. No podría soportar haber sido la
responsable de haberle hecho daño a alguien.
No le he contado a nadie que me viste con Erich en el tejado. Lo he
hecho para mantenerte a salvo. A cambio podrías hacer lo mismo por mí,
¿de acuerdo? Es lo único que te pido. Tal vez sea más de lo que merezco,
pero no se trata solo de mí, se trata de la gente que podría resultar
malparada.
También quería que supieras que me importas lo suficiente como para
contarte la verdad. Siento haber tardado tanto y que sea demasiado
tarde, pero espero que sepas entender su importancia cuando
comprendas cómo me siento.
Te añoraré siempre. Adiós, Nick .
Apreté el botón de «enviar» antes de que pudiera arrepentirme, y nada
más hacerlo, sentí que un escalofrío me recorría el cuerpo. ¿Y si Nick
ignoraba mis palabras? ¿Y si el correo electrónico que le había enviado no
solo no lo animaba a guardar silencio sino que además le proporcionaba
pruebas? Tal vez debería haberme arrepentido de habérselo enviado, pero
no fue así. Tal vez Nick ya no volviera a confiar en mí, pero yo seguía
confiando en él.
No esperaba una respuesta. Sin embargo, la esperanza era lo último
que se perdía. Me pasé todo el día comprobando y volviendo a comprobar
el correo electrónico, y el siguiente, y luego en Navidad, en cuanto pude
escaquearme de la entrega de regalos.
Nick no había contestado.
Año Nuevo. Nada.
Me dije que había valido la pena decirle la verdad aunque solo fuera por
tener la conciencia tranquila, y lo creía de todo corazón, pero no por eso
fue más fácil tener que afrontar que mi confesión no había servido de
nada. Lo había perdido para siempre.
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5 comentarios:
ahh no no la perdio para siempre nooo!!!!!
ahh que que que!!! ahhhh mujer ahhh
ahhhh escuhco adele ahora ahhh siguela siguela siguela ya se lo unico que digo pero ahhh ya leo ahahaha
quue sahhh siguelaa locaa
ahh muero muero muerooo
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