lunes, 9 de julio de 2012

The Bodyguard- Capitulo 13



Hacia tres horas que esperaba a Miley . Se había sentado en el aula,
a una orilla cerca de la puerta de entrada, casi enfrente de la clase.
No le había sido difícil convencer a todo aquel que lo miraba que era
una enorme, verde y exuberante planta.
Miley lo observaba desde su asiento. Cuando lo vio ubicarse allí, en
el mismo salón de clases, sentarse, estirar sus largas piernas
enfundadas en un caro pantalón de vestir y cruzar sus brazos
estirando la parte superior de un traje evidente hecho a medida, los
colores subieron a su cara y no la abandonaron más.
¿Cómo era posible que nadie dijese nada, qué nadie le prestase
atención? Todos sus sentidos y su atención estaban enfocados en ese
nombre que la miraba cómo si nada más existiese. Maldito
sinvergüenza, lo hace a propósito. No sólo estaba roja, le dolían los
senos, inexplicablemente hinchados. Estaba molesta y se sentía
molesta, mojada, incómoda, Maldito sinvergüenza. Seguro lo hacía
por vengarse, ¿qué culpa debía sentir si su auto era perfecto para
ella? Y esa manía de darle órdenes. ¿Quién se pensaba que era, su
padre? 
La relación con su padre nunca había sido muy buena. No descreía de
su amor por ella, sólo de su capacidad de demostrarlo. Las órdenes
en su padre encubrían el afecto que sentía por ella. Le encantaba
saber que ella estaba dónde podía controlarla. Pero esto no era la
cara visible de un carácter despótico, sino la necesidad de saber que
estaba segura. Esta incapacidad de manifestar sus sentimientos con
órdenes y control había sido la pared que siempre se había
interpuesto entre ellos, aún desde antes de la muerte de su Miley . 

Eso sólo lo había agudizado. Ahora su padre la ponía bajo la palma de
otro hombre controlador, y si bien necesitaba ser protegida de
ninguna manera permitiría que le dieran órdenes. Y ahora esto, era el
colmo, ¿Cómo escuchar una clase cuando él sólo la miraba?
El timbre la sacó de sus cavilaciones. Recogió sus útiles, se levantó y
salió. Pasó a su lado sin siquiera mirarlo.
Nick la siguió y cuando la vio entrar en grupo a la cafetería se ubicó
donde podía observarla y se quedó, mortificándola una vez más.
Ella se sentó junto a un grupo bastante bullicioso, que no
desentonaba con el resto de la cafetería. Allí, en el grupo, Miley se
veía diferente, más segura, más confiada. Departía con todos y a
todos sonreía con dulzura y paciencia. Nick notó que a él no le había
dado ninguna sonrisa desde que lo había conocido. Y recordarlo le
agradó menos que ver lo amable que era con todos esos estúpidos
niños de mamá, menos con él. Señor prepotente le había dicho. ¿Él
era prepotente? Nada más alejado de la realidad. Solo había
establecido ciertos límites a la gente que la rodeaba. Límites por otra
parte que evidentemente necesitaba. Su trabajo era cuidarla. Sólo
eso. 
Nick no sacaba sus ojos de ella. Desde que se había sentado, había
hablado por teléfono dos veces con su hermanos y seguía allí,
mirándola, memorizando el tono exacto de su piel, un suave y
cremoso dorado, su largo cabello castaño, que no era tan castaño,
con esos extraños mechones rojizos, marrones, oscuros, claros,
dorados; lacio y pesado, constantemente caía ocultando para su
disgusto sus voluptuosos senos.
Sus senos no eran grandes, ni tampoco chicos, sólo perfectos.
Insolentemente erguidos pidiendo su atención. Atención que se moría
por brindar. 

En esos momentos Miley podía sentir su mirada, sus pezones se
habían convertido en duros guijarros bajo el delgado vestido. Al
menos su pelo podía ocultarlos. La avergonzaría profundamente que
todos la miraran y vieran sus pezones completamente excitados por
eso estúpido, mandón, engreído y prepotente bastardo que bien
podría vigilarla oculto. Pero, no, había decidido hacerle el día
insoportable comportándose como un neardenthal. Le sorprendía que
no la hubiera agarrado de los pelos y arrastrado para mantenerla
segura en su casa. Además, ¿desde cuándo un guardaespaldas la
vigilaba delante de todos? y ¿cómo es que nadie se sorprendía de ver
a un desconocido de ese tamaño y aspecto? Parecía que nadie lo
veía. Increíble. Ella no podía sacárselo de encima y nadie lo veía.
¿Qué demonios estaba pasando? Miró a la gente de seguridad, ni
siquiera parecían darse de cuenta de su presencia. Por dios ese
hombre gritaba “peligroso” sólo con verlo.
Al menos pronto terminaría el día, un toque de timbre y todos
salieron al pasillo, que los llevaría a sus aulas. Miley ni siquiera lo
miró, bueno si lo miró, pero solo para quedarse con la boca abierta,
el maldito se movía hacia ella y parecía Moisés abriendo las aguas del
Mar Rojo, todos se hacían intuitivamente a un lado haciéndole paso.
Miley no podía cerrar su boca del asombro. Nick avanzó y se
paró frente a ella. Y la miró. Y Miley en lo único que pudo pensar
fue en que se derretía. Su cuerpo parecía electrizado, demasiado
sensible, demasiado… ¿excitado? Nick se acercó más y su ronca voz
le dijo:
—Ven aquí, Miley .
Ella pudo leer sus intenciones como si las hubiera escrito en las
paredes de la cafetería. Vio sus ojos, esperando que ella avanzara
hacia él, que se enredara en él. Lo vio alargando la mano para sacar
su cabellera de sus pechos y dejar a la vista sus excitados pezones. 


5 comentarios:

amorciegoniley dijo...

ahh nick provoco esooo

angela dijo...

o.9 ese nick mira lo que le causa a miley ahh se exito eso me encanto ahhh

melani dijo...

ahhh HOT HOT HOTTT

jessi dijo...

AHH ESENA HOT AHHHHHH

Ammi dijo...

ahh que que que hahhh ya leooo