—Estás predestinada, Miley . Naciste para ser vampiro. Nunca lo habías cuestionado hasta este momento y ahora no voy a permitirlo, ¿está claro?
Cogió su vaso y salió de la cocina a grandes zancadas.
—Muy claro —contesté con un hilo de voz al asiento vacío que mi padre
había ocupado segundos antes.
Cuando bajé la escalera vestida con unos téjanos y mi sudadera con
capucha de color amarillo claro, mis sentidos estaban volviendo a lanormalidad. En cierto modo me sentí aliviada. La claridad y el bulliciohabían estado a punto de hacerme perder los nervios; al menos ya notenía que oír a Courtney quejándose por su pelo. Sin embargo, tambiénme sentí en cierto modo vacía. Lo que hasta entonces había sido para míel mundo normal ahora parecía un lugar extrañamente silencioso y lejano.
Lo único que importaba en realidad era que me sentía mejor y quepodía ir a visitar a Nick . Después de lo que había pasado, sabía que eraimposible que se hubiera levantado y anduviese por allí, pero al menospodía ir a verlo a la casa de la señora Bethany. No podía ni imaginarme elhorror que debía de sentir al despertarse allí; además, a saber qué historiale habría contado la señora Bethany.
En esas estaba cuando sentí que mi cuerpo se tensaba, como si seanticipara a recibir un golpe. Mí madre me había prometido que Nick nose acordaría de nada, pero ¿cómo iba a ser eso posible? En su momento nise me había pasado por la cabeza, pero en ese instante comprendí que elmordisco tenía que haberle dolido una barbaridad. Seguramente sequedaría conmocionado, se enfadaría y se espantaría. Sabía que lo mejorera esperar que lo hubiera olvidado todo, pero entonces ¿también debíaolvidar nuestros besos? Tanto daba, había llegado el momento deenfrentarme a lo que había hecho.
Crucé los jardines sin prestar atención a los alumnos que estabanjugando a rugby en uno de los extremos más alejados del césped, aunquevi que algunos se volvían para mirarme y oí vagamente unas risitasmaliciosas. Estaba claro que Courtney se había ido de la lengua, y a esashoras lo más probable era que todos los vampiros de la escuela supieranlo que había hecho. Abochornada y enojada, apreté el paso hacia lacochera... y me detuve en seco al ver a Nick dirigiéndose hacia mí.Levantó una mano al reconocerme, casi con timidez.
Me entraron ganas de salir corriendo, pero Nick no se lo hubieramerecido, así que tendría que apechugar con mí vergüenza.
—¡Nick ! ¿Estás bien? —le pregunté, obligándome a dirigirme hacia él.
—Sí. —Las hojas crujieron bajo sus pies al llegar el uno junto al otro—.
Jesús, ¿qué ha pasado?
Sentí la boca seca.
—¿No te lo han dicho?
—Sí, me lo han contado, pero... ¿Me cayó un travesaño en la cabeza?
¿De verdad? —Estaba sonrojado, como abochornado, y casi parecía
enfadado... con el cenador, la gravedad o con lo que fuera. Había visto a
Nick perder su aplomo otras veces, pero nunca lo había visto así—. Me he
hecho un tajo en el cuello con la estúpida barandilla de hierro forjado, eso
es lo más patético de todo. Es que me cabrea que algo tuviera que
ponerse en medio mientras estaba besándote por primera vez.
Alguien un poco más atrevido le habría vuelto a besar allí mismo; sin
embargo, yo me lo quedé mirando boquiabierta. Parecía que estaba bien.
Nick seguía estando pálido y un grueso vendaje blanco le tapaba parte
del cuello, pero por lo demás podría haberse tratado de un día cualquiera.
Vi que varias personas nos observaban con curiosidad a lo lejos, pero
intenté olvidar el hecho de que tuviéramos público.
—Creí... Es decir, supongo... —Antes de seguir balbuciendo
incoherencias, fui al grano—: Al principio creí que te habías desmayado. A
veces tengo ese efecto en los chicos. Es demasiado intenso y no pueden
soportarlo.
Nick se echó a reír. No había sido una carcajada, pero se había reído.
Era cierto que todo iba bien: él no sabía nada de nada. Aliviada, lo rodeé
con mis brazos y lo estreché con fuerza. Nick me devolvió el abrazo y por
unos segundos nos quedamos así, entrelazados, y me permití fingir que
nada había salido mal.
Su cabello brillaba como el oro a la luz del sol e inspiré su fragancia, esa
que tanto me recordaba la del bosque que nos rodeaba. Saber que era mío
me hacía sentir muy bien, y poder abrazarlo así, al aire libre, porque ahora
él era mío y yo era suya y, a cada momento que nos tocábamos, el
recuerdo de cuando lo besaba cobraba fuerza, de cuando sentía sus
manos en mi espalda, de la mullida piel salada entre mis dientes y de la
sangre caliente manando en mi boca.
Mío.
Ahora sabía qué había querido decir mi madre. Morder a un humano no
era tan sencillo como beber un sorbo de un vaso. Al beber la sangre de
Nick , él había pasado a ser parte de mí... y yo parte de él. Estábamos
unidos de una forma que yo no podía controlar y que Nick no
comprendería jamás. ¿Hacía eso que fuera menos real el modo en que me
abrazaba? Cerré los ojos con fuerza y recé para que no fuera así. Era
demasiado tarde para arrepentirse.
—¿Miley? —murmuró entre mi pelo.
—¿Sí?
—Anoche... ¿Me di con la barandilla así como así? La señora Bethany me
dijo que se desprendió, pero me parece que... Bueno, no recuerdo nada,
pero ¿y tú? ¿Tú recuerdas algo?
Sus antiguas sospechas acerca de Medianoche debían de estar
asaltándolo de nuevo. Lo más lógico habría sido contestar que sí, pero no
pude hacerlo, sería una mentira más.
—Más o menos. Es decir, todo fue muy confuso y... Supongo que me
entró el pánico. Si quieres saber la verdad, lo recuerdo todo muy borroso.
Fue la peor de las mentiras imaginables, pero para mi sorpresa, Nick
pareció creérsela. Se relajó entre mis brazos y asintió, como si entonces ya
lo comprendiera todo.
—No volveré a defraudarte. Te lo prometo.
—Tú nunca me has defraudado, Nick , es imposible. —La culpa me
corroía, y me aferré a él con más fuerza—. Yo tampoco te defraudaré.
Te mantendré a salvo de cualquier peligro, me prometí. Incluso de mí.
Después del reencuentro, tuve la sensación de estar viviendo en dos
mundos paralelos. En uno de ellos, Nick y yo por fin estábamos
juntos, y tenía la sensación de que era en ese donde había querido
estar toda mi vida. En el otro, era una mentirosa que no merecía estar ni
con Nick ni con nadie.
—Es que me parece raro —me dijo Nick en un susurro para que no
resonara en la biblioteca.
—¿El qué te parece raro?
Nick miró a su alrededor antes de contestar para asegurarse de que
nadie nos oía. No tendría por qué haberse preocupado. Estábamos
sentados en uno de los pasajes abovedados más alejados, revestido de
libros encuadernados a mano de un par de siglos de antigüedad, uno de
los rincones más recogidos de la escuela.
—Que ninguno de los dos recuerde lo que pasó esa noche.
—Tuviste un accidente. —Cuando no sabía qué decir, me aferraba a la
historia que se había inventado la señora Bethany. Nick no se la había
acabado de creer, pero lo haría con el tiempo. No le quedaba más
remedio. Todo dependía de eso—. Muchas veces la gente olvida lo que ha
ocurrido justo antes de tener un accidente. Tiene sentido, ¿no crees? Esos
motivos decorativos de hierro tienen un filo bastante cortante.
—Cuando he besado a alguna chica... —se le fue apagando la voz al ver
mi expresión—. A nadie como tú. A nadie que ni siquiera pueda
comparársete.
Bajé la cabeza para ocultar una sonrisa abochornada.
—Da igual, el caso es que nunca me había desmayado, nunca —
continuó—. Besas de miedo, créeme, pero ni siquiera tú podrías hacerme
perder el sentido.
—No te desmayaste por eso —dije, fingiendo que deseaba volver a la
lectura del libro de jardinería que había encontrado. Solo lo había sacado
de su estantería por la persistente curiosidad que sentía por la flor que
había visto en mis sueño meses atrás—. Te desmayaste porque esa
enorme barra de hierro te dio en la cabeza. Eso es todo.
—Pero eso no explica por qué tampoco lo recuerdas tú.
6 comentarios:
MAS FASINANTE NO PUEDE ESTAR CREEME LINDA
o.0 definitivamente leo el que sigue enseguida me dejastes asi de o.0
ME ENCANTA ME ENCANTA AHH NICK O.0 APARECE MUCHO EHH EA EAA
ME ENCANTA ME ENCANTA AHH NICK O.0 APARECE MUCHO EHH EA EAA
AHH hermoso el capi amigaa!
AHH hermoso el capi amigaa!
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