lunes, 9 de julio de 2012

at dusk niley- capitulo 33


Casi  estábamos  en la  puerta  cuando pasamos junto  al  expositor  de 
bisutería  y  un objeto  oscuro  y  brillante  me  llamó  la  atención.  Era  un
broche con una piedra tallada, negra como la noche, aunque de un brillo
intenso.  Se trataba de un par de flores de pétalos  exóticos  y afilados,
como la de mi sueño. El broche era tan pequeño que me cabía en la mano
y estaba  profusamente trabajado,  pero lo  que más  me sorprendía  era
cuánto se parecía a la flor que había empezado a creer que solo existía en
mi imaginación. Me detuve en seco para mirarlo con detenimiento.
—Mira, Nick, es precioso.
—Es azabache auténtico de Whitby. Joyas de luto de la época victoriana. 
—La dependienta nos escrutó con la mirada por encima de sus gafas de
lectura de montura azul, evaluando si éramos clientes potenciales o solo
unos chavales a los que debía espantar—. Muy caro.
A Nick no le gustaba que lo pusieran en entredicho.
—¿Cómo de caro? —dijo con toda la naturalidad del mundo, como si se 
apellidara Rockefeller en vez de Ross.
—Doscientos dólares.
Es probable que los ojos se me salieran de las órbitas. Con unos padres 
que trabajaban de profesores,  la paga que recibes no es la  mayor del
mundo precisamente. Lo único que me había comprado que me hubiera
costado más de doscientos dólares había sido el telescopio y eso con la
ayuda de mis padres. Reí un poco, intentando ocultar mi incomodidad y la
tristeza que sentía al  tener que olvidarme del broche. No había pétalo
negro que no fuera más bello que el anterior.

Nick se limitó a sacar  la cartera  y le  tendió  a la dependienta una
tarjeta de crédito.
—Nos lo llevamos.
La mujer enarcó una ceja, pero aceptó la tarjeta y fue a pasarla por la 
máquina.
—¡Nick !  —Lo cogí por el  brazo e intenté hablarle en susurros—. No 
puedes.
—Ya lo creo.
—¡Pero son doscientos dólares!
—Te has enamorado de él —dijo con toda tranquilidad—, lo sé por cómo 
lo miras, y si te gusta tanto, deberías tenerlo.
El broche seguía en el expositor. Lo miré fijamente, intentando imaginar 
que algo tan bello pudiera ser mío.
—Sí... Me gusta, es decir, pero... Nick , no quiero que te endeudes por 
mi culpa.
—¿Desde cuándo los pobres van a Medianoche?
Vale,  en  eso  tenía  razón.  No sé  por  qué,  pero  nunca  se  me  había 
ocurrido que Nick pudiera nadar en la abundancia. Y era probable que
sucediera lo mismo con Vic. Raquel había llegado hasta allí gracias a una
beca, pero había muy pocos alumnos becados. En realidad, a la mayoría
de los humanos les estaba costando un riñon poder estar rodeados de
vampiros, aunque, por  descontado, de esto  último no tenían ni  la más
remota idea. Si los humanos no sobresalían por comportarse como unos
esnobs  tal  vez  se  debiera  a  que  no  habían  tenido  la  oportunidad  de
hacerlo. Los únicos que realmente se comportaban como niños ricos eran
los  que  habían  estado  ahorrando  dinero  durante  siglos  o  quienes
compraron acciones de IBM cuando la máquina de escribir era lo último en
cuanto a inventos. La jerarquía de Medianoche era tan estricta, vampiros
en lo alto y humanos apenas merecedores de atención, que no había caído
en  que  la  mayoría  de  los  humanos  también  procedían  de  familias
adineradas.
En ese momento, recordé que Nick había intentando hablarme de su
madre en una ocasión y de lo controladora que podía llegar a ser. Habían
viajado por todo el mundo, incluso habían vivido en  Europa, y había dicho
que su abuelo o su bisabuelo o no sé quién también había estudiado en
Medianoche,  al  menos  hasta  que  lo  expulsaron  por  batirse  en  duelo.
Tendría que haber sabido que no le faltaba el dinero.
Tampoco es que se tratara de una sorpresa desagradable precisamente.
En mi opinión, todos los novios deberían ser ricos sin que una lo supiera,
aunque  eso  también  me hizo  recordar  que  por  mucho que  adorara  a
Nick , todavía nos encontrábamos a las puertas de conocernos.
Además de los secretos que guardaba yo.

La dependienta nos preguntó si  queríamos que envolviera  el  broche,
pero Nick lo cogió y me lo prendió en el abrigo. Estuve acariciando con el
dedo los afilados pétalos mientras paseábamos de la mano por la plaza
del pueblo.
—Gracias. Es el mejor regalo que me han hecho nunca.
—Entonces, es el mejor dinero que he empleado nunca.
Bajé  la  cabeza,  azorada  y  feliz.  Habríamos  seguido  poniéndonos 
sentimentales  si  no hubiéramos  entrado  en la  plaza  del  pueblo y  nos
hubiéramos topado con los alumnos que rodeaban el autocar, charlando
animados sin ningún profesor a la vista.
—¿Por  qué  está  todo  el  mundo  esperando  abajo?  ¿Por  qué  no  han
subido todavía al autocar?
Nick parpadeó, obviamente contrariado por el brusco cambio de tema.
—Eh, no sé. Tienes razón —dijo, cuando consiguió situarse—. A estas 
horas ya deberían haber empezado a llamarnos.
Nos acercamos al corro de estudiantes.
—¿Qué pasa?  —le pregunté  a Rodney,  un chico que conocía  de las 
clases de química.
—Es Raquel. Se ha largado.
Eso no podía ser cierto. Insistí.
—No se habría marchado sola. Se asusta con facilidad.
Vic se había abierto paso entre la gente hasta nosotros. Llevaba una 
bolsa de plástico transparente llena de corbatas chillonas.
—¿De verdad? Pues a mí siempre me ha parecido un poco distante —se 
interrumpió enseguida, como si se hubiera dado cuenta de que tal vez no
era demasiado apropiado hablar mal de una persona desaparecida—. La
he visto  antes  en la  cafetería.  Un chico del  pueblo  estaba  intentando
hablar con ella,  aunque sin  demasiado  éxito.  Ya no la  he vuelto  a ver
después de eso.
Cogí a Nick de la mano.
—¿Crees que ese chico ha podido hacerle algo?
—Puede que solo se esté retrasando.
Nick intentó  aparentar  tranquilidad,  pero  no  resultó  demasiado 
convincente. Vic se encogió de hombros.
—Eh, igual el tío al final dijo lo que ella quería oír y ahora están dándose 
el lote por ahí.
Raquel nunca haría una cosa así. Era demasiado prudente y demasiado 
desconfiada como para liarse con alguien que no conocía llevada por un
impulso. Con cierto remordimiento, me arrepentí de no haberle dicho que
se viniera con Nick y conmigo, en vez de dejarla sola.

Al ver aparecer a mi padre en la plaza con el ceño fruncido, comprendí
que estaba incluso más preocupado que yo.
—Que  todo  el  mundo  suba  al  autocar  y  vuelva  a  la  escuela.
Encontraremos a Raquel, no os preocupéis —dijo.
—Yo  me  quedo  para  ayudaros  a  buscarla  —le  dije  a  mi  padre,
alejándome de Nick —. Somos amigas. Se me ocurren algunos sitios a los
que habría podido ir.
—Muy bien. —Mi padre asintió con la cabeza—. Arriba todo el mundo.
Sentí  la  mano de Nick   en el  hombro.  Aquella  no era la  despedida 
romántica que había planeado; sin embargo, él no parecía egoístamente
decepcionado. Lo único que vi en él fue preocupación por Raquel y por mí.
—Yo también debería quedarme para ayudaros.
—No van a dejarte. Incluso me sorprende que me hayan dejado a mí.
—Es peligroso —insistió, en voz baja.
Sentí  mucha  lástima  por  él,  desesperado  por  protegerme  y 
completamente inconsciente de lo bien que sabía protegerme yo sólita, así
que le dije lo único que creí que podría tranquilizarlo:
—Mi padre cuidará de mí. —Me puse de puntillas para besar a Nick en
la mejilla y luego volví a acariciar mi broche con la punta de los dedos—.
Gracias. Muchas gracias.
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Maraton dedicado a Yasii mi sister



5 comentarios:

amorciegoniley dijo...

wao waoo sinseramente estoy sin palabras ehh dejame decirte hermoso el capitulo impoarable ya leo los demas

angela dijo...

me encanto me encanto me encanto ahhh ya leo el que sigue!!

Anónimo dijo...

ah hermoso el capitulo

melani dijo...

ahh como la dejastes ahii siguela siguela ahhh fasinanteee

Ammi dijo...

ahh me como las uñaas