Pálida, miley apretó los labios al saber lo de la prueba de ADN. nick jamás confiaría en ella, por supuesto.
-Haz lo que te dé la gana, pero no es necesario.
-¿Cómo están las cosas entre Campbell y tú?
-Imagínatelo.
La sugerencia de que el embarazo había dado al traste con su relación hizo que nick sonriera, satisfecho.
-Imagino que, ahora que vas a tener un hijo mío, ya no le gustarás tanto.
-En realidad, joe y yo sólo somos amigos.
-Mientras que yo nunca he querido ser tu amigo -dijo nick-. Yo te quería en mis brazos, en mi cama. No te mentía sobre una falsa amistad.
-Y tampoco mencionaste el hecho de que me veías como tu amante.
-Las etiquetas no importan. Muchas mujeres estarían orgullosas de ser mis amantes...
-Pero tú sabías que yo no. Por eso nunca lo dijiste -lo interrumpió ella.
-No tenemos por qué discutir. No hace falta. Por el momento, aceptaré tu palabra de que el niño es mío.
miley se encogió de hombros, como si el asunto no fuera importante para ella. Y no lo era, en realidad. Lo único que le importaba era su hijo. Los desprecios de nicolas jonas habían dejado de afectarla.
-¿Por que tardaste tanto en saber que estabas embarazada?
-Porque siempre he tenido un período irregular. Además, en los últimos meses tenía demasiadas cosas en la cabeza.
-Eso ha quedado en el pasado -dijo nick entonces, con una media sonrisa en los labios-. Veo que has sido muy infeliz, pedi mu.
Entonces miró de nuevo la chaqueta colgada en el perchero...
¿Se habría acostado con Campbell allí? «¿Tú qué crees, nick?», se preguntó a sí mismo, irónico. ¿No era el dueño de la casa? ¿Cómo podía confiar en miley? Todos los hombres eran vulnerables a una falsa reclamación de paternidad. Sin una prueba de ADN, ¿cómo podía saber miley que era su hijo? Seguramente, esperaba que lo fuera. Pero lo último que haría era admitir algo que renovaría sus sospechas.
Y, en un segundo, las sospechas habían vuelto a entrar en su corazón. El amargo recuerdo de su traición seguía grabado a fuego en su cerebro. ¿Cómo podía perdonarla? ¿Cómo podía perdonar lo que le había hecho? Sólo un estúpido podría hacerlo, un hombre débil cuya dependencia de una mujer mentirosa le había privado de su orgullo.
Pero él no era uno de esos hombres. Su única debilidad con miley era la lujuria, pensó nick. El sexo, nada más. Se acostaría con ella como y cuando quisiera. Pero perdonarla era imposible.
-Si haces la maleta ahora, yo mismo te llevaré a Londres -le dijo-. El ático ya tiene comprador, así que tendré que buscar otro sitio para ti...
-¿Qué quieres ahora, comprarme con diamantes?
nick la fulminó con la mirada.
-¿Qué has dicho?
-Se supone que a una amante hay que inundarla de joyas, ¿no? Pero yo no quiero eso. Nunca he querido eso.
Él no contestó. No le parecía el mejor momento para decirle que algunos de los colgantes de la pulsera eran de diamantes de la mejor calidad.
-El ático era tuyo, pero la comida que comías allí la pagaba yo... ¿te convierte eso en un mantenido? -le espetó miley entonces con aparente tranquilidad.
-¿Que quieres decir con eso?
-Yo compraba la comida, yo pagaba la luz, yo pagaba el teléfono, el gas... mis pequeñas contribuciones -le informó ella-. Pero tú pensabas que me habías comprado, claro.
-Nunca he pensado eso... ¿Tú pagabas las facturas? -murmuró nick, sorprendido-. No tenía ni idea...
-¿Quién creías que lo hacía? -le espetó miley antes de subir a su habitación.
La oyó cerrar el pestillo y murmuró una palabrota mientras miraba hacia arriba, como si esperase una intervención divina. miley siempre había sido una persona dulce, pero aparentemente también eso había cambiado. Ahora le hablaba con los ojos encendidos de furia...
¿De quien era la culpa, de Campbell? ¿Habría aceptado hablar con él porque Campbell la había rechazado? No podía confiar en ella, se recordó a sí mismo.
Miley entró en su habitación y sacó la bolsa de viaje del armario. Iría a Londres con él para intentar llegar a un acuerdo beneficioso para su hijo, pero tenía que olvidar que una vez lo había amado. Su hijo era la única prioridad en aquel momento. Nunca, jamás, volvería a acostarse con nick... aunque debía admitir que aquel hombre, aquel egoísta compulsivo, seguía encendiéndola con una sola mirada. Una aventura con icolas jonas no tendría futuro porque nunca se comprometería con ella. La relación con un hombre así estaba condenada al fracaso.
Una vez vestida, miley bajó de nuevo al salón.
-¿Nos vamos?
-Sí, pero antes vamos a dejar las cosas claras. Estoy intentando ser sensata por el niño. No voy a ser tu amante, nick.
-Es por Campbell, ¿no?
-¿Qué tiene que ver joe en todo esto? Te estoy diciendo que quiero llegar a un acuerdo contigo. Por el niño, nada más. Sé lo peligroso que eres.
Él la miró, impaciente.
-Eso son tonterías.
-No lo son.
-Si ese niño es mío, tú tendrás un papel en mi vida -dijo nick entonces.
-Un papel secundario, claro, el de una amante siempre disponible. No, gracias. No quiero que mi hijo me desprecie. Quiero vivir mi vida, conocer a alguien que me ame de verdad... y si termino sola, será cosa mía.
Fue entonces cuando nick se percató de que miley había cambiado las reglas del juego sin contar con él. Pero él nunca había aceptado un chantaje... Estaba embarazada de su hijo, pero acababa de decir que pensaba seguir viviendo su vida, por si se le presentaba una oportunidad mejor...
-Si el niño es mío, estoy dispuesto a darle mi apellido y a cumplir con mis obligaciones -dijo nick. Se negaba a pensar lo que diría su conservadora familia sobre un jonas ilegítimo-. Por supuesto, pagaré todos los gastos y abriré una cuenta para que el niño y tú tengs el futuro asegurado.
-Yo no estoy hablando de dinero.
-La seguridad económica es lo único que pienso poner sobre la mesa -replicó él-. No tengo intención de casarme contigo. Ni ahora ni nunca.
Tampoco ella hablaba de matrimonio. Había esperado que se reconciliasen, que pudieran mantener una relación amistosa por su hijo. Pero nick no estaba dispuesto a eso. No estaba dispuesto a nada, como siempre.
-Yo no te he pedido que te cases conmigo -suspiró miley-. Y acabo de tomar una decisión: quiero que te vayas. Estoy realmente agotada, he decidido que no quiero volver a Londres esta noche.
nick descendió de su torre de marfil en un segundo.
-Deja que te lleve a Londres...
-No, gracias. Estoy demasiado cansada como para ir a ningún sitio.
-Teos... creo que deberíamos llamar al médico.
-No seas bobo, no estoy enferma.
nick siempre había admirado su buena salud. miley nunca estaba enferma. Si se metía en la cama antes de las once de la noche, le pasaba algo raro. Además, parecía agotada y se sintió culpable. Era culpa suya que estuviera tan estresada. Y eso tenía que terminar.
No debería haber mencionado a joe Campbell. Era comprensible que se hubiera apartado al saber que esperaba un hijo de otro hombre, pero a miley debió dolerle el rechazo...
En ese momento, sonó su móvil.
-¿Dónde estás? -preguntó selena, alterada-. Tienes que venir ahora mismo y hablar con david.
nick enarcó una ceja, sorprendido. Él nunca había cometido el error de interferir en el matrimonio de su hermana. selena era una chica un poco frívola y, aunque david la adoraba, debía de estar un poco harto.
-¿Qué pasa, selena?
-¡Esto es muy serio! -sollozó su hermana-. ¡david ha dicho que va a dejarme!
Unos minutos después, nick cortaba la comunicación, con expresión seria.
-Vuelve a Londres conmigo, miley. No quiero dejarte sola aquí.
Ella negó con la cabeza y nik tuvo que contener el deseo de tomarla en brazos para meterla en el coche. Su vida era tan agradable cuando miley hacía lo que le pedía... Ahora todo era una pelea y lo sacaba de quicio.
Tenía que encontrar la forma de convencerla. Una casa en el campo, pensó, un sitio del que miley se enamorase a primera vista. Un edificio histórico, antiguo, con artesonado en el techo, un buen jardín, muchos cuartos de baño...
Al menos, sería una buena inversión. Llamaría a su agente de la propiedad en cuanto llegase a Londres, decidió.
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bueno decidi adelantar el capi asi que aqui estaa
bueno comenten pliss :)
lunes, 28 de febrero de 2011
~Soy Tu Amante???~capitulo 26-vamos a londres
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~Soy Tu Amante???~capitulo 25-una prueba de ADN
Por la tarde, nick detuvo el poderoso Lamborghini frente a la casa. Su equipo de seguridad le había dicho dónde encontrar a miley... cuando mandy se negó a revelar su paradero. Eso lo enfureció. Se negaba a aceptar que su amiga se creyera en la obligación de protegerla de él.
Aunque se había perdido un bautizo en Atenas, sabía que estaba haciendo lo que debía hacer. De hecho, estaba más animado que en mucho tiempo. No le sorprendía. ¿Cuándo había hecho algo menos egoísta en su vida?
Naturalmente, se sentía orgulloso de sí mismo. Había dejado atrás su rabia contra miley y contra la situación para comprobar que estaba bien.
Miley salió de la bañera y, envolviéndose en una toalla con estampado de animales, entró en el dormitorio. Oyó un ruido y, cuando se asomó a la ventana, vio a nick saliendo de un deportivo...
-nick...
Nerviosa, se quitó la cinta del pelo. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Cómo había sabido dónde encontrarla? Y, sobre todo, ¿qué quería?
Entonces recordó que había decidido darle otra oportunidad. Debía intentar convencerlo de que estaba diciendo la verdad por el bien del niño. Y quizá aquél era el momento, pensó, bajando al vestíbulo sin tiempo para vestirse.
Cuando abrió la puerta, él la miró de arriba abajo, desde los labios hasta sus senos.
-¿Cómo me has encontrado?
-Eso no importa -contestó nick.
-Claro que no importa. Estoy acostumbrada a que me espíes -replicó miley-Pero da igual, quería hablar contigo. Si esperas un momento en el salón, voy a vestirme...
-¿Para qué vas a molestarte? -murmuró nick, con una sonrisa cínica en los labios.
-No es molestia, te lo aseguro.
-Así estas muy bien, no te vistas por mí.
miley lo fulminó con la mirada. Pero en ese momento, nick estaba preocupado por otra cosa: una chaqueta masculina colgada en el perchero.
-¿De quién es?
Desconcertada, miley comprobó que era la chaqueta de joe. Había debido dejársela olvidada.
-Es una chaqueta de hombre -insistió nick-. ¿Campbell está aquí? ¿Arriba, en el dormitorio?
-Claro que no. No está aquí, pero podría estar. La casa es suya.
nick dio un paso adelante. Su rostro parecía de piedra, sus ojos fríos como el acero.
-¿Cuándo ha estado aquí?
-No es asunto tuyo -contestó ella.
-Sí es asunto mío. O estás con él o no. Y si es así, quiero saberlo.
-No pienso hablar de joe contigo. No tienes ningún derecho a preguntar...
-Si sigues con Campbell, ¿por qué te pusiste en contacto conmigo?
-Porque estoy embarazada y el niño es tuyo -suspiró miley, intentando ser paciente-. No tiene nada que ver con joe, así que déjalo estar.
-Eso es una fantasía. Corté contigo hace meses... ¿Cómo puede ser hijo mío?
-Dentro de dos semana, estaré de seis meses. Hace seis meses estaba contigo, si no recuerdo mal.
nick se quedó callado.
-No puedes estar embarazada de seis meses.
-El ginecólogo me ha dicho que algunas mujeres que... no son delgadas, no parecen estar embarazadas hasta los últimos meses de gestación.
-No puedes estar embarazada de seis meses, es imposible -insistió nick.
-Te equivocas. Además, si alguien es responsable de este embarazo, ése eres tú
-¿Yo? Me cuentas una historia absurda...
-¿Qué historia absurda? Estoy embarazada y punto. ¿Quién dijo que se encargaría de tomar precauciones? -le espetó miley- ¿Quién me aseguró que no pasaría nada porque todo estaba controlado? En la ducha, en el suelo del baño, esa vez en la limusina...
nick apretó los dientes. Pero se había puesto colorado.
-¿Cómo te arriesgaste así una y otra vez? ¿Y cómo es que ahora tienes la poca vergüenza de insinuar que otro hombre es el padre de mi hijo? Tienes muy poca memoria, nicolas...
-No... recuerdo aquella vez en la limusina -dijo él, con el ceño arrugado-. Había vuelto de Oslo... te llamé y... fue un momento inolvidable.
-Me alegro mucho de ser «inolvidable» -replicó miley, irónica.
nick miró fijamente el bulto bajo la toalla. Todavía no se le notaba mucho, pero... su hijo. Podría serlo. Estaba perplejo.
-Acepto que hay alguna posibilidad de que el niño sea mío...
-Ah, qué generoso.
-Pero quiero una prueba de ADN, por supuesto -dijo él entonces, mirando la chaqueta de Campbell. Aún tenía que lidiar con ese tipo. Un jonas en miniatura, un niño o una niña, su primer hijo, nacería pronto. Era asombroso.
Aunque se había perdido un bautizo en Atenas, sabía que estaba haciendo lo que debía hacer. De hecho, estaba más animado que en mucho tiempo. No le sorprendía. ¿Cuándo había hecho algo menos egoísta en su vida?
Naturalmente, se sentía orgulloso de sí mismo. Había dejado atrás su rabia contra miley y contra la situación para comprobar que estaba bien.
Miley salió de la bañera y, envolviéndose en una toalla con estampado de animales, entró en el dormitorio. Oyó un ruido y, cuando se asomó a la ventana, vio a nick saliendo de un deportivo...
-nick...
Nerviosa, se quitó la cinta del pelo. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Cómo había sabido dónde encontrarla? Y, sobre todo, ¿qué quería?
Entonces recordó que había decidido darle otra oportunidad. Debía intentar convencerlo de que estaba diciendo la verdad por el bien del niño. Y quizá aquél era el momento, pensó, bajando al vestíbulo sin tiempo para vestirse.
Cuando abrió la puerta, él la miró de arriba abajo, desde los labios hasta sus senos.
-¿Cómo me has encontrado?
-Eso no importa -contestó nick.
-Claro que no importa. Estoy acostumbrada a que me espíes -replicó miley-Pero da igual, quería hablar contigo. Si esperas un momento en el salón, voy a vestirme...
-¿Para qué vas a molestarte? -murmuró nick, con una sonrisa cínica en los labios.
-No es molestia, te lo aseguro.
-Así estas muy bien, no te vistas por mí.
miley lo fulminó con la mirada. Pero en ese momento, nick estaba preocupado por otra cosa: una chaqueta masculina colgada en el perchero.
-¿De quién es?
Desconcertada, miley comprobó que era la chaqueta de joe. Había debido dejársela olvidada.
-Es una chaqueta de hombre -insistió nick-. ¿Campbell está aquí? ¿Arriba, en el dormitorio?
-Claro que no. No está aquí, pero podría estar. La casa es suya.
nick dio un paso adelante. Su rostro parecía de piedra, sus ojos fríos como el acero.
-¿Cuándo ha estado aquí?
-No es asunto tuyo -contestó ella.
-Sí es asunto mío. O estás con él o no. Y si es así, quiero saberlo.
-No pienso hablar de joe contigo. No tienes ningún derecho a preguntar...
-Si sigues con Campbell, ¿por qué te pusiste en contacto conmigo?
-Porque estoy embarazada y el niño es tuyo -suspiró miley, intentando ser paciente-. No tiene nada que ver con joe, así que déjalo estar.
-Eso es una fantasía. Corté contigo hace meses... ¿Cómo puede ser hijo mío?
-Dentro de dos semana, estaré de seis meses. Hace seis meses estaba contigo, si no recuerdo mal.
nick se quedó callado.
-No puedes estar embarazada de seis meses.
-El ginecólogo me ha dicho que algunas mujeres que... no son delgadas, no parecen estar embarazadas hasta los últimos meses de gestación.
-No puedes estar embarazada de seis meses, es imposible -insistió nick.
-Te equivocas. Además, si alguien es responsable de este embarazo, ése eres tú
-¿Yo? Me cuentas una historia absurda...
-¿Qué historia absurda? Estoy embarazada y punto. ¿Quién dijo que se encargaría de tomar precauciones? -le espetó miley- ¿Quién me aseguró que no pasaría nada porque todo estaba controlado? En la ducha, en el suelo del baño, esa vez en la limusina...
nick apretó los dientes. Pero se había puesto colorado.
-¿Cómo te arriesgaste así una y otra vez? ¿Y cómo es que ahora tienes la poca vergüenza de insinuar que otro hombre es el padre de mi hijo? Tienes muy poca memoria, nicolas...
-No... recuerdo aquella vez en la limusina -dijo él, con el ceño arrugado-. Había vuelto de Oslo... te llamé y... fue un momento inolvidable.
-Me alegro mucho de ser «inolvidable» -replicó miley, irónica.
nick miró fijamente el bulto bajo la toalla. Todavía no se le notaba mucho, pero... su hijo. Podría serlo. Estaba perplejo.
-Acepto que hay alguna posibilidad de que el niño sea mío...
-Ah, qué generoso.
-Pero quiero una prueba de ADN, por supuesto -dijo él entonces, mirando la chaqueta de Campbell. Aún tenía que lidiar con ese tipo. Un jonas en miniatura, un niño o una niña, su primer hijo, nacería pronto. Era asombroso.
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~Soy Tu Amante???
sábado, 26 de febrero de 2011
~Soy Tu Amante???~capitulo 24
Su amiga asomó la cabeza en el pasillo.
-Sabía que estarías por ahí -dijo nick.
-Es mi casa, ¿recuerdas? -replicó ella, irónica.
-miley y yo vamos a salir...
-No, tú y yo no vamos a ninguna parte. Me disponía a tomar el tren...
-Yo debería estar en Atenas.
-Pues peor para ti. No pienso ir a ningún sitio contigo -replicó miley.
-Muy bien, entonces nos quedaremos aquí. Y no tendrás que decir nada, hablaré yo. Me gusta que la gente me escuche.
-¿No me digas? -intervino mandy, con poca disimulacion.
nick soltó una carcajada.
-Muy buena.
Eso era lo que representaba ella para nicolas jonas, pensó miley: una broma, algo de lo que podía reírse.
-No quiero verte ni escucharte -dijo entonces, furiosa, dándole con la puerta en las narices.
-¡No me lo puedo creer! -exclamó mandy-. ¡Pero si era el amor de tu vida!
-Debería haber hecho eso hace mucho tiempo. Además, creo que debo empezar a cultivar el buen gusto, hasta ahora lo he tenido atrofiado -suspiró miley, entrando en su dormitorio.
Le dolía el corazón a pesar de todo. Por primera vez, estaba aprendiendo a decirle que no a nick y, sin embargo, le dolía. Iba en contra de su naturaleza ser desagradable. Y más con una persona a la que había amado tanto.
Cuatro horas después, salía de un taxi con la llave de la pintoresca casa de los Fitzsimmons y los Campbell en la mano. Cubierta por un alto muro de aligustre, no era precisamente una «casita de campo». Una casa con una docena de dormitorios podría muy bien ser considerada una mansión.
Una vez en el encantador dormitorio que había elegido, miley miró por la ventana el jardín y el riachuelo que serpenteaba al fondo. El silencio y la paz eran maravillosos. El viaje en tren había sido agotador y se le cerraban los ojos...
«Estar embarazada puede ser extenuante para algunas mujeres», le había dicho el ginecólogo. «Tiene que descansar todo lo que pueda».
Llevaba semanas sin pegar ojo. Los recuerdos, las preocupaciones, daban vueltas y vueltas en su cabeza y no la dejaban dormir. Después de quitarse la ropa, miley se puso un camisón blanco y cayó sobre la cama, exhausta.
Despertó más fresca a la mañana siguiente y, al ver los rayos del sol colándose por las cortinas, se sintió un poco mejor. Hacía un día precioso.
Se puso un ligero vestido sin mangas, intentando meter la panza... sin éxito y, finalmente, bajó a la cocina a desayunar. Por primera vez en varios días, tenía apetito.
Afortunadamente, mandy debía de haber llamado a la señora que se encargaba de la casa, porque en la nevera había comida más que suficiente.
Miley tomó un par de tostadas con mermelada en la terraza que daba al jardín. Y cinco aceitunas. Tenía tantas decisiones que tomar... pero su amiga había acertado sobre una cosa: iba a tener a su hijo pasara lo que pasara. Además, contaba con el cheque que le había dado su hermano.
Aunque no sabía qué hacer con ese dinero. Quizá, en sus circunstancias, invertirlo en una propiedad inmobiliaria sería lo más sensato.
Los planes de abrir su propio negocio tendrían que esperar un tiempo. Muchos negocios fracasaban y el mundo de la moda era muy cambiante. Cuidar de su hijo era la prioridad en aquel momento. Además, abrir un negocio, contratar empleados y tomar decisiones importantes cuando tendría que cuidar a su hijo sin ayuda alguna le parecía una temeridad.
joe llegó cuando estaba diseñando un bolso nuevo, algo que siempre encontraba relajante. Concentrada en lo que hacía, no oyó el coche y, cuando levantó la mirada, vio a joe observándola desde una esquina de la casa.
miley se levantó, incómoda. Con el pelo un poco despeinado y sus brillantes ojos, parecía un crío. Aunque besaba muy bien, debía admitir. Pero no se le aceleraba el corazón cuando estaba a su lado y la emoción, la excitación sin límites que había sentido con nick no existían cuando estaba con joe.
-No tenías que venir hasta aquí para verme.
-Yo creo que sí -suspiró él, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón-. Deberías haber sido tú quien me diera la noticia de tu embarazo.
-mandy no debería haberte dicho nada -suspiró miley.
-Me ha hecho sentir que no hay sitio para mí en tu vida -dijo joe entonces-. No voy a decir que esto no me haya sorprendido, pero de todas formas quiero que sigamos siendo amigos.
Los ojos de miley se llenaron de lágrimas.
-Perdona, es que últimamente me emociono por todo -dijo, sonriendo.
joe le pasó un brazo por los hombros, pero no la atrajo hacia sí como habría hecho unos días antes.
-Supongo que también para ti ha debido de ser una sorpresa. Además, mandy me ha contado que nick y tú habéis tenido una discusión tremenda. Es culpa mía...
-¿Cómo va a ser culpa tuya?
-Debería haberle explicado que no estábamos juntos, pero quería tener una oportunidad contigo y, si se lo hubiera dicho, no habría podido con el magnate griego. Así que me aproveché, lo admito -suspiró joe-. Pero me niego a seguir haciéndolo ahora que estás esperando un hijo suyo. Eso hay que solucionarlo.
joe la invitó a comer en el pub del pueblo. Su inesperado sentido común la había dejado boquiabierta. Su propio comportamiento le parecía entonces menos sensato. Le había dado a nick con la puerta en las narices y se lo merecía, desde luego. Pero quizá debería darle una nueva oportunidad... por el niño, naturalmente; al fin y al cabo, iban a tener un hijo y ésa era una gran responsabilidad. El malentendido no era culpa de nadie y debía intentar que nick aceptase la verdad.
-Sabía que estarías por ahí -dijo nick.
-Es mi casa, ¿recuerdas? -replicó ella, irónica.
-miley y yo vamos a salir...
-No, tú y yo no vamos a ninguna parte. Me disponía a tomar el tren...
-Yo debería estar en Atenas.
-Pues peor para ti. No pienso ir a ningún sitio contigo -replicó miley.
-Muy bien, entonces nos quedaremos aquí. Y no tendrás que decir nada, hablaré yo. Me gusta que la gente me escuche.
-¿No me digas? -intervino mandy, con poca disimulacion.
nick soltó una carcajada.
-Muy buena.
Eso era lo que representaba ella para nicolas jonas, pensó miley: una broma, algo de lo que podía reírse.
-No quiero verte ni escucharte -dijo entonces, furiosa, dándole con la puerta en las narices.
-¡No me lo puedo creer! -exclamó mandy-. ¡Pero si era el amor de tu vida!
-Debería haber hecho eso hace mucho tiempo. Además, creo que debo empezar a cultivar el buen gusto, hasta ahora lo he tenido atrofiado -suspiró miley, entrando en su dormitorio.
Le dolía el corazón a pesar de todo. Por primera vez, estaba aprendiendo a decirle que no a nick y, sin embargo, le dolía. Iba en contra de su naturaleza ser desagradable. Y más con una persona a la que había amado tanto.
Cuatro horas después, salía de un taxi con la llave de la pintoresca casa de los Fitzsimmons y los Campbell en la mano. Cubierta por un alto muro de aligustre, no era precisamente una «casita de campo». Una casa con una docena de dormitorios podría muy bien ser considerada una mansión.
Una vez en el encantador dormitorio que había elegido, miley miró por la ventana el jardín y el riachuelo que serpenteaba al fondo. El silencio y la paz eran maravillosos. El viaje en tren había sido agotador y se le cerraban los ojos...
«Estar embarazada puede ser extenuante para algunas mujeres», le había dicho el ginecólogo. «Tiene que descansar todo lo que pueda».
Llevaba semanas sin pegar ojo. Los recuerdos, las preocupaciones, daban vueltas y vueltas en su cabeza y no la dejaban dormir. Después de quitarse la ropa, miley se puso un camisón blanco y cayó sobre la cama, exhausta.
Despertó más fresca a la mañana siguiente y, al ver los rayos del sol colándose por las cortinas, se sintió un poco mejor. Hacía un día precioso.
Se puso un ligero vestido sin mangas, intentando meter la panza... sin éxito y, finalmente, bajó a la cocina a desayunar. Por primera vez en varios días, tenía apetito.
Afortunadamente, mandy debía de haber llamado a la señora que se encargaba de la casa, porque en la nevera había comida más que suficiente.
Miley tomó un par de tostadas con mermelada en la terraza que daba al jardín. Y cinco aceitunas. Tenía tantas decisiones que tomar... pero su amiga había acertado sobre una cosa: iba a tener a su hijo pasara lo que pasara. Además, contaba con el cheque que le había dado su hermano.
Aunque no sabía qué hacer con ese dinero. Quizá, en sus circunstancias, invertirlo en una propiedad inmobiliaria sería lo más sensato.
Los planes de abrir su propio negocio tendrían que esperar un tiempo. Muchos negocios fracasaban y el mundo de la moda era muy cambiante. Cuidar de su hijo era la prioridad en aquel momento. Además, abrir un negocio, contratar empleados y tomar decisiones importantes cuando tendría que cuidar a su hijo sin ayuda alguna le parecía una temeridad.
joe llegó cuando estaba diseñando un bolso nuevo, algo que siempre encontraba relajante. Concentrada en lo que hacía, no oyó el coche y, cuando levantó la mirada, vio a joe observándola desde una esquina de la casa.
miley se levantó, incómoda. Con el pelo un poco despeinado y sus brillantes ojos, parecía un crío. Aunque besaba muy bien, debía admitir. Pero no se le aceleraba el corazón cuando estaba a su lado y la emoción, la excitación sin límites que había sentido con nick no existían cuando estaba con joe.
-No tenías que venir hasta aquí para verme.
-Yo creo que sí -suspiró él, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón-. Deberías haber sido tú quien me diera la noticia de tu embarazo.
-mandy no debería haberte dicho nada -suspiró miley.
-Me ha hecho sentir que no hay sitio para mí en tu vida -dijo joe entonces-. No voy a decir que esto no me haya sorprendido, pero de todas formas quiero que sigamos siendo amigos.
Los ojos de miley se llenaron de lágrimas.
-Perdona, es que últimamente me emociono por todo -dijo, sonriendo.
joe le pasó un brazo por los hombros, pero no la atrajo hacia sí como habría hecho unos días antes.
-Supongo que también para ti ha debido de ser una sorpresa. Además, mandy me ha contado que nick y tú habéis tenido una discusión tremenda. Es culpa mía...
-¿Cómo va a ser culpa tuya?
-Debería haberle explicado que no estábamos juntos, pero quería tener una oportunidad contigo y, si se lo hubiera dicho, no habría podido con el magnate griego. Así que me aproveché, lo admito -suspiró joe-. Pero me niego a seguir haciéndolo ahora que estás esperando un hijo suyo. Eso hay que solucionarlo.
joe la invitó a comer en el pub del pueblo. Su inesperado sentido común la había dejado boquiabierta. Su propio comportamiento le parecía entonces menos sensato. Le había dado a nick con la puerta en las narices y se lo merecía, desde luego. Pero quizá debería darle una nueva oportunidad... por el niño, naturalmente; al fin y al cabo, iban a tener un hijo y ésa era una gran responsabilidad. El malentendido no era culpa de nadie y debía intentar que nick aceptase la verdad.
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jueves, 24 de febrero de 2011
~Soy Tu Amante???~capitulo 23
nick la miró entonces, con una rabia que no era necesario poner en palabras.
-¿Qué quieres que diga?
-Sé que te has llevado una sorpresa. Yo también. Pero estoy intentando ver esto de forma positiva...
-¿Ah, sí?
-Este niño ha sido cosa del destino.
-No me vengas con sensiblerías -replicó él, su acento tan pronunciado, que casi no entendió sus palabras.
Se inclinó para tomar una botella de agua de la nevera y bebió un largo trago. Mientras se secaba la boca, miley se percató de que le temblaban las manos. Estaba tan nervioso como ella, aunque quisiera disimularlo.
-Quizá debería irme. Te he dicho lo que he venido a decirte y supongo que querrás pensarlo...
-No quería levantarte la voz -dijo nick entonces. Lo último que deseaba era quedarse a solas después de recibir esa noticia-. Siéntate.
-Pero vas a ducharte...
-Siéntate -repitió él-. Por favor.
-Aquí hace calor -murmuró miley empezando a desabrochar su abrigo.
-¡No te lo quites! -exclamó nick, como si le hubiera amenazado con quitárselo y pasear desnuda por el gimnasio.
Se estaba portando como un tonto, pensó. Abrumado, decidió que una ducha fría aliviaría la tensión. miley estaba embarazada y un hombre honorable no perdía los nervios con una mujer en su estado.
-Dame cinco minutos. Vuelvo enseguida.
miley se sentó en uno de los bancos de madera, un poco más calmada. Entendía que quisiera estar solo aunque fuera unos segundos para pensar en lo que acababa de contarle. Sabía que a nicolas jonas no le gustaban las sorpresas, todo lo contrario; su vida estaba perfectamente ordenada y organizada. Nunca habían hablado de tener hijos, por supuesto. Era posible que no le gustasen los niños. Y aunque no fuera así, podría no querer saber nada del suyo.
nick se quitó los pantalones cortos y entró en la ducha. miley apartó la mirada al verlo desnudo. Seguía siendo magníficamente masculino, con la espalda ancha, el torso cubierto de vello castaño, los muslos poderosos...
En las actuales circunstancias, su falta de inhibición era una señal de que estaba nervioso.
Pero, sin querer, miley recordó los momentos felices... y lo desesperadamente frágil que era la felicidad, se dijo a sí misma.
-¿Qué quieres que diga?
-Sé que te has llevado una sorpresa. Yo también. Pero estoy intentando ver esto de forma positiva...
-¿Ah, sí?
-Este niño ha sido cosa del destino.
-No me vengas con sensiblerías -replicó él, su acento tan pronunciado, que casi no entendió sus palabras.
Se inclinó para tomar una botella de agua de la nevera y bebió un largo trago. Mientras se secaba la boca, miley se percató de que le temblaban las manos. Estaba tan nervioso como ella, aunque quisiera disimularlo.
-Quizá debería irme. Te he dicho lo que he venido a decirte y supongo que querrás pensarlo...
-No quería levantarte la voz -dijo nick entonces. Lo último que deseaba era quedarse a solas después de recibir esa noticia-. Siéntate.
-Pero vas a ducharte...
-Siéntate -repitió él-. Por favor.
-Aquí hace calor -murmuró miley empezando a desabrochar su abrigo.
-¡No te lo quites! -exclamó nick, como si le hubiera amenazado con quitárselo y pasear desnuda por el gimnasio.
Se estaba portando como un tonto, pensó. Abrumado, decidió que una ducha fría aliviaría la tensión. miley estaba embarazada y un hombre honorable no perdía los nervios con una mujer en su estado.
-Dame cinco minutos. Vuelvo enseguida.
miley se sentó en uno de los bancos de madera, un poco más calmada. Entendía que quisiera estar solo aunque fuera unos segundos para pensar en lo que acababa de contarle. Sabía que a nicolas jonas no le gustaban las sorpresas, todo lo contrario; su vida estaba perfectamente ordenada y organizada. Nunca habían hablado de tener hijos, por supuesto. Era posible que no le gustasen los niños. Y aunque no fuera así, podría no querer saber nada del suyo.
nick se quitó los pantalones cortos y entró en la ducha. miley apartó la mirada al verlo desnudo. Seguía siendo magníficamente masculino, con la espalda ancha, el torso cubierto de vello castaño, los muslos poderosos...
En las actuales circunstancias, su falta de inhibición era una señal de que estaba nervioso.
Pero, sin querer, miley recordó los momentos felices... y lo desesperadamente frágil que era la felicidad, se dijo a sí misma.
Cinco minutos después, nick salía de la ducha y, después de secarse, se puso un traje azul marino. Exquisitamente cortado, seguramente hecho a medida, era de diseño italiano. Tenía aspecto de millonario, algo que jamás había querido disimular, por supuesto.
-Dime... ¿qué es lo que quieres de mí? -le preguntó al fin, abriendo la puerta del vestuario y dejándola pasar delante de él.
-No quiero nada. Sólo quería contártelo porque creo que tienes derecho a saberlo.
-Gracias por la consideración. No me habría gustado enterarme por otra persona. ¿Cómo ha reaccionado Campbell?
-¿joe? Él no lo sabe todavía. No sé cómo decírselo...
-¿Y me lo has contado a mí antes? -la interrumpió nick.
-¿A quién si no? ¿Qué tiene que ver joe con esto?
-Él es el padre de tu hijo.
miley se detuvo, incrédula.
-¿Eso es lo que piensas? ¿Qué joe es el padre del niño? ¡Por favor, esto es increíble! -exclamó, furiosa-. ¿Cómo te atreves a decir eso? Siento mucho decepcionarte, pero tú eres el padre.
nick soltó una carcajada de incredulidad.
-Lo dirás de broma. ¿Para eso querías verme? ¿Crees que vas a cargarme con ese niño? ¡Pero si te dejé hace meses!
miley palideció.
-No tengo intención de rebajarme discutiendo contigo y menos en un sitio público. He hecho lo que tenía que hacer, contártelo. No voy a tolerar que me ofendas...
-Pero lo que acabas de decir es ridículo -insistió él, tomándola del brazo para llevarla a la limusina. No estaba acostumbrado a montar escenas en público y quería salir de allí lo antes posible-. Supongo que Campbell se ha portado como era de esperar en un momento de crisis. Pero intentar engañarme no te servirá de nada.
miley apartó su mano de un manotazo.
-Me da vergüenza haberte amado una vez. Y puedes dejar de mostrarte tan superior...
-Cálmate.
-Estoy perfectamente calmada -replicó ella-. Al menos, joe no intentó seducirme antes de invitarme a salir. joe está buscando una novia, no una amante... ¿y sabes una cosa? Ojala este niño fuera suyo porque él es mucho mejor persona que tú.
-miley...
-Déjame en paz. ¡Y aléjate de mí! -le gritó miley, sin importarle que las voces hubiesen llamado la atención de la gente.
-Dime... ¿qué es lo que quieres de mí? -le preguntó al fin, abriendo la puerta del vestuario y dejándola pasar delante de él.
-No quiero nada. Sólo quería contártelo porque creo que tienes derecho a saberlo.
-Gracias por la consideración. No me habría gustado enterarme por otra persona. ¿Cómo ha reaccionado Campbell?
-¿joe? Él no lo sabe todavía. No sé cómo decírselo...
-¿Y me lo has contado a mí antes? -la interrumpió nick.
-¿A quién si no? ¿Qué tiene que ver joe con esto?
-Él es el padre de tu hijo.
miley se detuvo, incrédula.
-¿Eso es lo que piensas? ¿Qué joe es el padre del niño? ¡Por favor, esto es increíble! -exclamó, furiosa-. ¿Cómo te atreves a decir eso? Siento mucho decepcionarte, pero tú eres el padre.
nick soltó una carcajada de incredulidad.
-Lo dirás de broma. ¿Para eso querías verme? ¿Crees que vas a cargarme con ese niño? ¡Pero si te dejé hace meses!
miley palideció.
-No tengo intención de rebajarme discutiendo contigo y menos en un sitio público. He hecho lo que tenía que hacer, contártelo. No voy a tolerar que me ofendas...
-Pero lo que acabas de decir es ridículo -insistió él, tomándola del brazo para llevarla a la limusina. No estaba acostumbrado a montar escenas en público y quería salir de allí lo antes posible-. Supongo que Campbell se ha portado como era de esperar en un momento de crisis. Pero intentar engañarme no te servirá de nada.
miley apartó su mano de un manotazo.
-Me da vergüenza haberte amado una vez. Y puedes dejar de mostrarte tan superior...
-Cálmate.
-Estoy perfectamente calmada -replicó ella-. Al menos, joe no intentó seducirme antes de invitarme a salir. joe está buscando una novia, no una amante... ¿y sabes una cosa? Ojala este niño fuera suyo porque él es mucho mejor persona que tú.
-miley...
-Déjame en paz. ¡Y aléjate de mí! -le gritó miley, sin importarle que las voces hubiesen llamado la atención de la gente.
Por segunda vez en muchos meses, nick hizo un repentino cambio de planes y dio la vuelta cuando iba al aeropuerto.
No tenía opción: miley estaba muy disgustada. De hecho, parecía histérica. Además del manotazo, algo de lo que jamás la habría imaginado capaz, le había gritado delante de un montón de gente. Era como si le hubiesen hecho un transplante de personalidad. Sin embargo, él sabía que era una persona amable, buena y cariñosa, incapaz de enfadarse. Claramente, joe Campbell era responsable de esos cambios. Él había destruido su tranquilidad, confundiéndola por completo.
Por supuesto que Campbell era el padre de ese niño. Pero, evidentemente, miley no quería que joe hiciera ese papel. Era obvio para nick que el niñato había salido corriendo al conocer la noticia, dejándola en la estacada.
Pero, ¿qué le importaba?, se preguntó. ¿Por qué quería involucrarse? miley tenía un problema y había acudido a él a pedirle ayuda... ¿Por qué no le demostraba que él era más hombre que Campbell cuando las cosas iban mal?
De vuelta en el apartamento de mandy, miley estaba metiendo ropa en una bolsa de viaje.
-¿Seguro que puedo irme a la casa de campo?
-Claro que sí. Mi madre está en Jersey y mi tía, la madre de joe, se ha vuelto demasiado estirada como para ir al campo. Al menos, podrás airearla un poco -sonrió mandy- Pero, ¿seguro que es buena idea que te vayas de Londres ahora, sola?
-Necesito un poco de paz... tengo que pensar.
-No sobre lo que vas a hacer con el niño, eso ya lo sé. Te encantan los niños. Pero tengo la impresión de que huyes de algo...
miley levantó la cabeza, con los ojos desafiantes.
-Sólo estaré fuera un par de días. Y no estoy huyendo de nada. Es que no quiero ver a nick...
-No tienes por qué verlo -la interrumpió mandy-. Supongo que no se ha apuntado al concurso de padre del año, ¿no?
-Cree que el padre del niño es joe -suspiró miley.
-¿Qué? ¿No le has contado que estás de cinco meses?
-No, no me apetecía quedarme para charlar con él -replicó miley-. Ah, por cierto, también me acusó de intentar cargarle con el niño porque joe no quería saber nada.
Su amiga hizo una mueca de asco.
-Menudo imbécil.
miley se pasó una mano por el pelo.
-He intentado entenderlo... intenté incluso disculparlo por haber creído a su hermana antes que a mí. He intentado ser justa con él porque es lo que hago con todo el mundo, pero se acabó -le confesó, airada-. Ya está bien. Pensé que nick tenía derecho a saber que iba a tener un hijo, pero ahora desearía no haberle contado nada.
-He de confesarte una cosa -dijo mandy entonces-. Le he contado a joe lo del bebe... ya, ya lo sé, no es asunto mío. Desgraciadamente, se me escapó.
miley estaba segura de que mandy se lo había contado a propósito. Quizá no debería, pero no tenía la menor duda de que lo había hecho con la mejor intención. Además, casi se alegraba de no tener que ser ella quien le diese la noticia... contárselo a nick había sido más que suficiente. Pero, como llevaba tres semanas saliendo con joe, él tenía derecho a saberlo, naturalmente.
-Se quedó de piedra -siguió mandy-. Está loco por ti, pero creo que no sabe cómo manejar esta situación.
-No espero que joe acepte la situación -sonrió miley- ¿Qué hombre lo haría?
-Uno muy especial, una buena persona -contestó su amiga-. Pero no sé si joe está a la altura, cariño.
-¿Por qué iba a estarlo? Dentro de un mes pareceré una ballena -intentó bromear miley.
Entonces sonó el timbre.
Las dos mujeres se miraron.
-Seguramente será para ti -vaciló su amiga.
miley terminó de cerrar la bolsa de viaje y fue a abrir la puerta.
Era nick, como habían imaginado.
-¿No me invitas a entrar?
-No.
-¿Por qué no? ¿Está el perro guardián?
-No te atrevas a insultar a mi amiga -replicó miley.
-Insultarla... ¿estás diciendo que nunca te ha hablado mal de mí?
-Si lo ha hecho, sería con toda la razón del mundo -contestó miley.
Nunca le contaría que, siendo ridículamente leal, siempre había intentado defenderlo, mientras él jamás había confiado en ella. Ahora se avergonzaba de esa lealtad.
nick había creído que se acostaba con joe mientras estaban juntos, había creído que mentía sobre su infidelidad, que había inventado una sórdida historia sobre su hermana para defenderse. También creía que, al quedarse embarazada, había querido mentirle sobre quién era el padre.
-No entiendo qué haces aquí. No tengo nada más que decirte.
-Pero me llamaste tú...
-Y te dije lo que tenía que decir -lo interrumpió miley, cruzándose de brazos.
-Sí, pero no yo no he dicho todo lo que tenía que decir -replicó él-. ¿mandy?
-¿Por qué la llamas? -preguntó miley, sorprendida.
No tenía opción: miley estaba muy disgustada. De hecho, parecía histérica. Además del manotazo, algo de lo que jamás la habría imaginado capaz, le había gritado delante de un montón de gente. Era como si le hubiesen hecho un transplante de personalidad. Sin embargo, él sabía que era una persona amable, buena y cariñosa, incapaz de enfadarse. Claramente, joe Campbell era responsable de esos cambios. Él había destruido su tranquilidad, confundiéndola por completo.
Por supuesto que Campbell era el padre de ese niño. Pero, evidentemente, miley no quería que joe hiciera ese papel. Era obvio para nick que el niñato había salido corriendo al conocer la noticia, dejándola en la estacada.
Pero, ¿qué le importaba?, se preguntó. ¿Por qué quería involucrarse? miley tenía un problema y había acudido a él a pedirle ayuda... ¿Por qué no le demostraba que él era más hombre que Campbell cuando las cosas iban mal?
De vuelta en el apartamento de mandy, miley estaba metiendo ropa en una bolsa de viaje.
-¿Seguro que puedo irme a la casa de campo?
-Claro que sí. Mi madre está en Jersey y mi tía, la madre de joe, se ha vuelto demasiado estirada como para ir al campo. Al menos, podrás airearla un poco -sonrió mandy- Pero, ¿seguro que es buena idea que te vayas de Londres ahora, sola?
-Necesito un poco de paz... tengo que pensar.
-No sobre lo que vas a hacer con el niño, eso ya lo sé. Te encantan los niños. Pero tengo la impresión de que huyes de algo...
miley levantó la cabeza, con los ojos desafiantes.
-Sólo estaré fuera un par de días. Y no estoy huyendo de nada. Es que no quiero ver a nick...
-No tienes por qué verlo -la interrumpió mandy-. Supongo que no se ha apuntado al concurso de padre del año, ¿no?
-Cree que el padre del niño es joe -suspiró miley.
-¿Qué? ¿No le has contado que estás de cinco meses?
-No, no me apetecía quedarme para charlar con él -replicó miley-. Ah, por cierto, también me acusó de intentar cargarle con el niño porque joe no quería saber nada.
Su amiga hizo una mueca de asco.
-Menudo imbécil.
miley se pasó una mano por el pelo.
-He intentado entenderlo... intenté incluso disculparlo por haber creído a su hermana antes que a mí. He intentado ser justa con él porque es lo que hago con todo el mundo, pero se acabó -le confesó, airada-. Ya está bien. Pensé que nick tenía derecho a saber que iba a tener un hijo, pero ahora desearía no haberle contado nada.
-He de confesarte una cosa -dijo mandy entonces-. Le he contado a joe lo del bebe... ya, ya lo sé, no es asunto mío. Desgraciadamente, se me escapó.
miley estaba segura de que mandy se lo había contado a propósito. Quizá no debería, pero no tenía la menor duda de que lo había hecho con la mejor intención. Además, casi se alegraba de no tener que ser ella quien le diese la noticia... contárselo a nick había sido más que suficiente. Pero, como llevaba tres semanas saliendo con joe, él tenía derecho a saberlo, naturalmente.
-Se quedó de piedra -siguió mandy-. Está loco por ti, pero creo que no sabe cómo manejar esta situación.
-No espero que joe acepte la situación -sonrió miley- ¿Qué hombre lo haría?
-Uno muy especial, una buena persona -contestó su amiga-. Pero no sé si joe está a la altura, cariño.
-¿Por qué iba a estarlo? Dentro de un mes pareceré una ballena -intentó bromear miley.
Entonces sonó el timbre.
Las dos mujeres se miraron.
-Seguramente será para ti -vaciló su amiga.
miley terminó de cerrar la bolsa de viaje y fue a abrir la puerta.
Era nick, como habían imaginado.
-¿No me invitas a entrar?
-No.
-¿Por qué no? ¿Está el perro guardián?
-No te atrevas a insultar a mi amiga -replicó miley.
-Insultarla... ¿estás diciendo que nunca te ha hablado mal de mí?
-Si lo ha hecho, sería con toda la razón del mundo -contestó miley.
Nunca le contaría que, siendo ridículamente leal, siempre había intentado defenderlo, mientras él jamás había confiado en ella. Ahora se avergonzaba de esa lealtad.
nick había creído que se acostaba con joe mientras estaban juntos, había creído que mentía sobre su infidelidad, que había inventado una sórdida historia sobre su hermana para defenderse. También creía que, al quedarse embarazada, había querido mentirle sobre quién era el padre.
-No entiendo qué haces aquí. No tengo nada más que decirte.
-Pero me llamaste tú...
-Y te dije lo que tenía que decir -lo interrumpió miley, cruzándose de brazos.
-Sí, pero no yo no he dicho todo lo que tenía que decir -replicó él-. ¿mandy?
-¿Por qué la llamas? -preguntó miley, sorprendida.
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buano aqui termina el maraton de 10 capitulos por tardar tanto el subiirr bueno no se cuando suba alomejor mañana ya que no tengo clases o sino el miercoles
esta maraton va dedicado a todas las lectoras
a por cierto lucia alomejor mañana subo el video de tu blog esque ya lo he intentado subir varias veces pero me lo rechasa pero ya mañana lo subooo
asi se me olvidava comente pliis :)
asi se me olvidava comente pliis :)
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~Soy Tu Amante???
~Soy Tu Amante???~capitulo 22
Al día siguiente, cuando miley pasó por delante de la limusina aparcada a la puerta del gimnasio, el chófer la saludó con la cabeza. ¿Qué más daba dónde estuvieran cuando le comunicase la noticia?, se preguntó a sí misma. Habría dado igual que se lo contara en la oficina o en su dúplex, al que nunca la había invitado. Además, nick jonas era un hombre muy ocupado. Y debía aceptar que ella ya no ocupaba un sitio especial en su vida.
Después de pedirle una identificación, el recepcionista del gimnasio le indicó dónde encontrar a nick. Secándose el sudor de las manos en el ligero abriguito de lana negro, miley empujó la puerta.
Con un pantalón y una blusa negra olgada.
nick estaba golpeando un saco de arena con tanta energía, que no se percató de su presencia.
miley siempre había sentido curiosidad por verlo entrenando... y ahora tenía la oportunidad de hacerlo. Estaba guapísimo, pensó, aunque ese pensamiento estaba fuera de lugar. Cada músculo de su cuerpo emanaba fuerza masculina. Echaba de menos mirarlo, estar con él, tocarlo, hablar con él. Incluso echaba de menos pensar en él sin sentirse culpable.
-nick...
Aunque pensó que no la había oído, él dejó de golpear el saco y se volvió. Unos ojos oscuros, brillantes , la inspeccionaron de arriba abajo.
Para nick no fue fácil volver a verla. Había elegido el gimnasio a propósito. Le había parecido un sitio donde miley no le montaría una escena, pero allí estaba, con un abrigo negro que le recordaba la noche en el granero, el pelo castaño cayendo sobre sus hombros, esos labios rosados, tan jugosos... que ahora eran de joe Campbell, se recordó a sí mismo. Ese pensamiento lo enfureció.
-¿Qué querías? -preguntó, con tono helado.
-Verás...
miley tenía un discurso planeado, pero de repente había desaparecido de su memoria. Su cerebro parecía envuelto en algodón.
nick descubrió que, como un adolescente, la estaba imaginando desnuda bajo el abrigo. Ese pensamiento lo avergonzó. Se había librado de ella, se dijo a sí mismo. Odiaba que lo afectase de tal forma.
-No tengo mucho tiempo -le recordó-. Pero a lo mejor sólo has venido a mirarme.
-No, he venido a decirte algo que me resulta difícil decir -murmuró miley.
-A esta hora del día no estoy de humor para jueguecitos -replicó nick mientras se quitaba loa tualla pequeña del cuello y flexionaba los dedos.
-Tú siempre ves el lado malo de cualquier situación, de modo que quizá seas capaz de adivinarlo.
-¿Qué te pasa? Tú nunca has tenido ningún problema para ir al grano.
-Eso era cuando me mirabas como si fuera un ser humano -contestó miley.
nick estaba poniéndose unos guantes de boxeo, pero se detuvo al oír esa frase. Acababa de sentir un pellizco en el corazón.
-¿Estás enferma? ¿Eso es lo que has venido a decirme?
-No, no es eso.
Él dejó escapar un suspiro de alivio.
-Entonces dime qué es. No tengo tanta paciencia -murmuró, volviéndose de nuevo hacia el saco de arena.
-Estoy embarazada.
nick se quedó inmóvil, de espaldas.
-Si es una broma, no tiene ninguna gracia.
-Yo no bromearía sobre algo así.
No podía mirarla. No podía hacerlo. Una furia ciega se lo impedía. miley estaba enamorada de joe, eso había tenido que aceptarlo. Pero que ese niñato la hubiera utilizado, abandonándola después al descubrir que estaba embarazada lo sacaba de quicio. No confiaba en sí mismo y decidió contar hasta diez. Si decía algo, sería algún comentario cruel y eso no sería un consuelo para ninguno de los dos.
¿Cómo demonios podía haber sido tan tonta? ¿No había aprendido nada estando con él? Por supuesto, miley podía confiar en que cuidase de ella, pensó nick. Y sin él, no era capaz de sobrevivir. miley confiaba en todo el mundo, sin hacer diferencias, pero joe había sido una mala apuesta. Era un niñato inmaduro con demasiado dinero y ningún sentido de la responsabilidad.
¿Le sorprendía que hubiese acudido a él para pedirle ayuda? No, ¿a quién más podía acudir? ¿Qué quería de él? ¿Qué esperaba, un consejo? ¿Dinero? De repente, nick agradeció que llevase el abrigo. No quería ver la evidencia del embarazo. Dios... llevaba el hijo de otro hombre en el vientre. La mera idea lo llenaba de antipatía y otra emoción, más poderosa, que se negaba reconocer. Una imagen de Campbell, con su cara de niño bueno, apareció entonces ante sus ojos y nick golpeó el saco de arena con la fuerza de una apisonadora.
Paralizada, miley se quedó mirando sin saber qué hacer. Lo observó golpear el saco y luego quitarse los guantes, pensativo. Después, se pasó los dedos por el pelo, murmurando una maldición.
-Necesito una ducha -dijo entre dientes-. Ven.
¿Quería que lo acompañase a la ducha? Si era sincera consigo misma, miley debía reconocer que habría ido a cualquier sitio con él. Incluso en aquellas circunstancias era asombroso estar de nuevo con nick.
-¿No vas a decir nada? -preguntó, desconcertada, cuando él cerró la puerta del vestuario.
Después de pedirle una identificación, el recepcionista del gimnasio le indicó dónde encontrar a nick. Secándose el sudor de las manos en el ligero abriguito de lana negro, miley empujó la puerta.
Con un pantalón y una blusa negra olgada.
nick estaba golpeando un saco de arena con tanta energía, que no se percató de su presencia.
miley siempre había sentido curiosidad por verlo entrenando... y ahora tenía la oportunidad de hacerlo. Estaba guapísimo, pensó, aunque ese pensamiento estaba fuera de lugar. Cada músculo de su cuerpo emanaba fuerza masculina. Echaba de menos mirarlo, estar con él, tocarlo, hablar con él. Incluso echaba de menos pensar en él sin sentirse culpable.
-nick...
Aunque pensó que no la había oído, él dejó de golpear el saco y se volvió. Unos ojos oscuros, brillantes , la inspeccionaron de arriba abajo.
Para nick no fue fácil volver a verla. Había elegido el gimnasio a propósito. Le había parecido un sitio donde miley no le montaría una escena, pero allí estaba, con un abrigo negro que le recordaba la noche en el granero, el pelo castaño cayendo sobre sus hombros, esos labios rosados, tan jugosos... que ahora eran de joe Campbell, se recordó a sí mismo. Ese pensamiento lo enfureció.
-¿Qué querías? -preguntó, con tono helado.
-Verás...
miley tenía un discurso planeado, pero de repente había desaparecido de su memoria. Su cerebro parecía envuelto en algodón.
nick descubrió que, como un adolescente, la estaba imaginando desnuda bajo el abrigo. Ese pensamiento lo avergonzó. Se había librado de ella, se dijo a sí mismo. Odiaba que lo afectase de tal forma.
-No tengo mucho tiempo -le recordó-. Pero a lo mejor sólo has venido a mirarme.
-No, he venido a decirte algo que me resulta difícil decir -murmuró miley.
-A esta hora del día no estoy de humor para jueguecitos -replicó nick mientras se quitaba loa tualla pequeña del cuello y flexionaba los dedos.
-Tú siempre ves el lado malo de cualquier situación, de modo que quizá seas capaz de adivinarlo.
-¿Qué te pasa? Tú nunca has tenido ningún problema para ir al grano.
-Eso era cuando me mirabas como si fuera un ser humano -contestó miley.
nick estaba poniéndose unos guantes de boxeo, pero se detuvo al oír esa frase. Acababa de sentir un pellizco en el corazón.
-¿Estás enferma? ¿Eso es lo que has venido a decirme?
-No, no es eso.
Él dejó escapar un suspiro de alivio.
-Entonces dime qué es. No tengo tanta paciencia -murmuró, volviéndose de nuevo hacia el saco de arena.
-Estoy embarazada.
nick se quedó inmóvil, de espaldas.
-Si es una broma, no tiene ninguna gracia.
-Yo no bromearía sobre algo así.
No podía mirarla. No podía hacerlo. Una furia ciega se lo impedía. miley estaba enamorada de joe, eso había tenido que aceptarlo. Pero que ese niñato la hubiera utilizado, abandonándola después al descubrir que estaba embarazada lo sacaba de quicio. No confiaba en sí mismo y decidió contar hasta diez. Si decía algo, sería algún comentario cruel y eso no sería un consuelo para ninguno de los dos.
¿Cómo demonios podía haber sido tan tonta? ¿No había aprendido nada estando con él? Por supuesto, miley podía confiar en que cuidase de ella, pensó nick. Y sin él, no era capaz de sobrevivir. miley confiaba en todo el mundo, sin hacer diferencias, pero joe había sido una mala apuesta. Era un niñato inmaduro con demasiado dinero y ningún sentido de la responsabilidad.
¿Le sorprendía que hubiese acudido a él para pedirle ayuda? No, ¿a quién más podía acudir? ¿Qué quería de él? ¿Qué esperaba, un consejo? ¿Dinero? De repente, nick agradeció que llevase el abrigo. No quería ver la evidencia del embarazo. Dios... llevaba el hijo de otro hombre en el vientre. La mera idea lo llenaba de antipatía y otra emoción, más poderosa, que se negaba reconocer. Una imagen de Campbell, con su cara de niño bueno, apareció entonces ante sus ojos y nick golpeó el saco de arena con la fuerza de una apisonadora.
Paralizada, miley se quedó mirando sin saber qué hacer. Lo observó golpear el saco y luego quitarse los guantes, pensativo. Después, se pasó los dedos por el pelo, murmurando una maldición.
-Necesito una ducha -dijo entre dientes-. Ven.
¿Quería que lo acompañase a la ducha? Si era sincera consigo misma, miley debía reconocer que habría ido a cualquier sitio con él. Incluso en aquellas circunstancias era asombroso estar de nuevo con nick.
-¿No vas a decir nada? -preguntó, desconcertada, cuando él cerró la puerta del vestuario.
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~Soy Tu Amante???
~Soy Tu Amante???~capitulo 21
Lo primero que llamó la atención de nick fue una artística fotografía de tres bolsos de diseño. Era parte de un artículo en una revista, dedicado a una exposición de mandy Fitzsimmons. En la costura de uno de los bolsos había una etiqueta con el nombre de miley... estaban colocados frente a un muro de piedra, como si fueran obras de arte. nick hizo una mueca, preguntándose por qué leía un artículo tan superficial.
Al pasar la página, sin embargo, se quedó atónito al ver una fotografía de miley sentada sobre una piedra, cerca de un río. A su alrededor había otras personas mucho más conocidas, en un epígrafe del artículo llamado sencillamente Mis amigos, pero él sólo podía ver el rostro de miley. Con un top multicolor de escote redondo, el rostro bañado por la luz del sol y los ojos verdeazulados más brillantes que nunca, estaba sencillamente preciosa. Pero apretó los dientes al ver al hombre que estaba a su lado; era Campbell, que tenía una mano apoyada sobre su hombro.
nick soltó la revista como si le quemara. Tenía ganas de liarse a golpes con algo... Pero en lugar de hacerlo se sirvió una copa. Eran sólo las diez de la mañana.
Estaba nervioso porque trabajaba demasiado, se dijo. No había tiempo para ataques de furia con una agenda tan apretada como la suya. Todas las emociones, irracionales o no, debían ser controladas y suprimidas. Pero después de beberse la copa de un trago, lanzó la copa de cristal contra la chimenea.
Al pasar la página, sin embargo, se quedó atónito al ver una fotografía de miley sentada sobre una piedra, cerca de un río. A su alrededor había otras personas mucho más conocidas, en un epígrafe del artículo llamado sencillamente Mis amigos, pero él sólo podía ver el rostro de miley. Con un top multicolor de escote redondo, el rostro bañado por la luz del sol y los ojos verdeazulados más brillantes que nunca, estaba sencillamente preciosa. Pero apretó los dientes al ver al hombre que estaba a su lado; era Campbell, que tenía una mano apoyada sobre su hombro.
nick soltó la revista como si le quemara. Tenía ganas de liarse a golpes con algo... Pero en lugar de hacerlo se sirvió una copa. Eran sólo las diez de la mañana.
Estaba nervioso porque trabajaba demasiado, se dijo. No había tiempo para ataques de furia con una agenda tan apretada como la suya. Todas las emociones, irracionales o no, debían ser controladas y suprimidas. Pero después de beberse la copa de un trago, lanzó la copa de cristal contra la chimenea.
miley salió de la consulta del ginecólogo con las piernas temblorosas. mandyque estaba esperando en el pasillo, se lanzó sobre ella.
-Estás embarazada, ¿verdad? ¡Se te nota en la cara!
miley asintió, pero no dijo nada hasta que llegaron a la calle. El ginecólogo le había dicho que estaba embarazada de cinco meses y aún no se había recuperado de la sorpresa.
-Lo raro es que no peso demasiado para estar embarazada... ¿te lo puedes creer? Yo que siempre he tenido problemas de sobrepeso.
-nicolas jonas te ha destrozado la vida -suspiró su amiga, sin poder disimular su resentimiento-. Acabas de empezar a salir con joe, estás a punto de abrir tu propio negocio y ahora, de repente, todo se va al garete. ¿Cómo es posible que no tuvieras cuidado?
Sí había tenido cuidado. nick, no. Las píldoras anticonceptivas le sentaban mal y él insistió en que dejara de tomarlas, preocupado por su salud. Nueve meses atrás le había dicho que, a partir de entonces, él aceptaba la responsabilidad. Desgraciadamente, se había olvidado de tomar precauciones en más de una ocasión. Algunos métodos anticonceptivos podían estropear la espontaneidad del momento, según él. Y nick era un hombre muy espontáneo, pensó, sacudiendo la cabeza.
-¿De cuántos meses estás?
- de cinco -suspiró miley-. Tendré el niño dentro de cuatro meses .
mandy se detuvo en medio de la calle, boquiabierta.
-¡No puede ser!
-Me temo que sí.
-Pero, ¿cómo es posible que no te hayas dado cuenta hasta ahora? -exclamó su amiga-. Por favor... dale una medalla a tu hermano. Estás embarazada y nadie más que él se había dado cuenta.
-Es que, como uso ropa ancha... Y la gente sólo ve lo que espera ver.
Había estado tan obsesionada por nick, que no se había dado cuenta de que no le llegaba el periodo. Los otros síntomas de embarazo también le habían pasado desapercibidos. Nunca había tenido problemas de salud y estaba convencida de que las náuseas eran debidas a un virus. Y, últimamente, la depresión y las preocupaciones habían hecho que se olvidase de todo.
-¿Qué piensas hacer?
-Tengo que contárselo a nick.
mandy hizo una mueca.
-Cuéntaselo a joe primero.
miley no aceptó la sugerencia. Y, por primera vez en dos meses y medio, llamó al móvil de nick y dejó un mensaje en el buzón de voz diciendo que tenía algo importante que contarle.
Tres horas después, él le devolvió la llamada.
-¿Qué pasa? -dijo, sin saludo preliminar.
-Tengo que verte y no puedo hablar de ello por teléfono. ¿Dónde estás?
A su lado, oyó la risa de una mujer.
-En Londres... y muy ocupado -contestó él.
miley apretó los dientes. No quería hablar con nick y, sobre todo, no quería saber que estaba con otra mujer. En realidad, esa llamada era una tortura para ella.
-Me marcho a Atenas mañana por la tarde -le informó él, con frialdad-. Si quieres hablar conmigo, hazlo ahora.
-No, tengo que verte en persona. No creo que sea mucho pedir.
-Quizá no, pero la idea me apetece poco -replicó nick-. No tengo ganas de verte.
-¿Quieres que te suplique cinco minutos de tu tiempo? -exclamó miley, airada.
-Muy bien, si insistes, nos veremos en mi gimnasio mañana, a las siete de la mañana.
Después de eso, colgó sin decir una palabra más.
¿Cómo iba a contarle a una persona tan fría, tan desagradable, que estaba esperando un hijo suyo?, se preguntó miley. A nick no le gustaría recibir esa noticia. Incluso cuando estaban juntos, no habría querido tenerlo. ¿Cómo iba a contárselo después de todo lo que había pasado? Además, con refinada crueldad, le pedía que fuese al gimnasio prácticamente al amanecer... porque sabía que no le gustaba madrugar. Un gesto infantil, pero tan cruel como tantos otros a los que nicolas jonas la tenía acostumbrada.
nick iba a ese lujoso gimnasio varias veces por semana, aunque tenía uno en su dúplex. Una vez le había contado que iba allí porque boxeaba con un instructor y podía entrenar sin distracciones.
-Estás embarazada, ¿verdad? ¡Se te nota en la cara!
miley asintió, pero no dijo nada hasta que llegaron a la calle. El ginecólogo le había dicho que estaba embarazada de cinco meses y aún no se había recuperado de la sorpresa.
-Lo raro es que no peso demasiado para estar embarazada... ¿te lo puedes creer? Yo que siempre he tenido problemas de sobrepeso.
-nicolas jonas te ha destrozado la vida -suspiró su amiga, sin poder disimular su resentimiento-. Acabas de empezar a salir con joe, estás a punto de abrir tu propio negocio y ahora, de repente, todo se va al garete. ¿Cómo es posible que no tuvieras cuidado?
Sí había tenido cuidado. nick, no. Las píldoras anticonceptivas le sentaban mal y él insistió en que dejara de tomarlas, preocupado por su salud. Nueve meses atrás le había dicho que, a partir de entonces, él aceptaba la responsabilidad. Desgraciadamente, se había olvidado de tomar precauciones en más de una ocasión. Algunos métodos anticonceptivos podían estropear la espontaneidad del momento, según él. Y nick era un hombre muy espontáneo, pensó, sacudiendo la cabeza.
-¿De cuántos meses estás?
- de cinco -suspiró miley-. Tendré el niño dentro de cuatro meses .
mandy se detuvo en medio de la calle, boquiabierta.
-¡No puede ser!
-Me temo que sí.
-Pero, ¿cómo es posible que no te hayas dado cuenta hasta ahora? -exclamó su amiga-. Por favor... dale una medalla a tu hermano. Estás embarazada y nadie más que él se había dado cuenta.
-Es que, como uso ropa ancha... Y la gente sólo ve lo que espera ver.
Había estado tan obsesionada por nick, que no se había dado cuenta de que no le llegaba el periodo. Los otros síntomas de embarazo también le habían pasado desapercibidos. Nunca había tenido problemas de salud y estaba convencida de que las náuseas eran debidas a un virus. Y, últimamente, la depresión y las preocupaciones habían hecho que se olvidase de todo.
-¿Qué piensas hacer?
-Tengo que contárselo a nick.
mandy hizo una mueca.
-Cuéntaselo a joe primero.
miley no aceptó la sugerencia. Y, por primera vez en dos meses y medio, llamó al móvil de nick y dejó un mensaje en el buzón de voz diciendo que tenía algo importante que contarle.
Tres horas después, él le devolvió la llamada.
-¿Qué pasa? -dijo, sin saludo preliminar.
-Tengo que verte y no puedo hablar de ello por teléfono. ¿Dónde estás?
A su lado, oyó la risa de una mujer.
-En Londres... y muy ocupado -contestó él.
miley apretó los dientes. No quería hablar con nick y, sobre todo, no quería saber que estaba con otra mujer. En realidad, esa llamada era una tortura para ella.
-Me marcho a Atenas mañana por la tarde -le informó él, con frialdad-. Si quieres hablar conmigo, hazlo ahora.
-No, tengo que verte en persona. No creo que sea mucho pedir.
-Quizá no, pero la idea me apetece poco -replicó nick-. No tengo ganas de verte.
-¿Quieres que te suplique cinco minutos de tu tiempo? -exclamó miley, airada.
-Muy bien, si insistes, nos veremos en mi gimnasio mañana, a las siete de la mañana.
Después de eso, colgó sin decir una palabra más.
¿Cómo iba a contarle a una persona tan fría, tan desagradable, que estaba esperando un hijo suyo?, se preguntó miley. A nick no le gustaría recibir esa noticia. Incluso cuando estaban juntos, no habría querido tenerlo. ¿Cómo iba a contárselo después de todo lo que había pasado? Además, con refinada crueldad, le pedía que fuese al gimnasio prácticamente al amanecer... porque sabía que no le gustaba madrugar. Un gesto infantil, pero tan cruel como tantos otros a los que nicolas jonas la tenía acostumbrada.
nick iba a ese lujoso gimnasio varias veces por semana, aunque tenía uno en su dúplex. Una vez le había contado que iba allí porque boxeaba con un instructor y podía entrenar sin distracciones.
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~Soy Tu Amante???
~Soy Tu Amante???~capitulo 20
Con una sonrisa de fría satisfacción en los labios, nick dio un paso atrás y lanzó el puño contra la cara de joe con tal fuerza, que lo tiró al suelo.
-Te lo debía -murmuró, con los dientes apretados.
-¿Cómo has podido hacer eso? -exclamó miley, aterrada.
-Si no hubiera una mujer delante, podría haberlo matado -contestó él sin la mínima vergüenza.
joe se levantó del suelo, pero cuando iba a golpear a nick, miley se puso en medio.
-¡No, por favor! Sólo quiero que se vaya de aquí ahora mismo. No te rebajes a su nivel.
-Aguafiestas -murmuró nick, irritado al ver que protegía al otro hombre.
-Yo no tengo que pegar a nadie para impresionarla -dijo joe entonces, pasándole un brazo por la cintura en clara provocación.
-Normalmente, estás demasiado borracho como para intentarlo -replicó nick
Un segundo después, mileylo vio salir del apartamento y de su vida de una vez por todas.
-Es un bastardo... -murmuró joe tocándose la mandíbula-. Siento haber mentido, pero es lo que se merece.
Roberta intentó asentir con la cabeza. Ya daba igual. No le importaba nada lo que pensara nicolas jonas.
mandy tenía razón. Había estado escondiendo la cabeza en la arena, viviendo en el pasado para no enfrentarse con el futuro. Y tenía que aceptar que nick había desaparecido de su vida para siempre.
Al recordar la fotografía con la rubia se le encogió el corazón, pero eso era algo a lo que tendría que acostumbrarse.
-A él le da igual lo que haga -murmuró.
En cambio, joe se preocupaba por ella. ¿Podría gustarle joe se preguntó. Muchas mujeres lo encontraban atractivo. Por supuesto, bebía demasiado y, a veces, era un niño, pero con el tiempo...
Pero antes de empezar relación alguna, debía recordar todo lo que había soportado para estar con nick, todo lo que había aceptado sin discutir.
¿Por qué aceptó vivir en Londres y no en el campo, con un jardincito, que era lo que siempre había soñado? ¿Por qué había amado a un hombre que no la amaba y no le hacía promesa alguna? ¿Cómo y por qué había aceptado estar con un hombre que la ofendía? Un hombre que estaba de viaje siempre, que jamás le presentó a sus amigos, que no la incluía en su vida...
Se le rompía el corazón por nick, pero no lo merecía. Nunca lo había merecido.
Se encolerizaba si lo interrumpía cuando estaba viendo las noticias económicas, la despertaba al amanecer para hacer el amor, tuviese ella ganas o no, actuaba como un completo egoísta, se negaba a celebrar sus aniversarios y, en Navidad, le había regalado una pluma. De oro, pero una pluma. La había dejado sola mientras él se iba de vacaciones a Grecia...
¿Por qué había tardado tanto en entender que nick la trataba como un hombre casado trataría a su amante?
Había aceptado vivir en un apartamento sin criados, pero se comportaba como si los criados estuvieran presentes. Tiraba la ropa por el suelo, jamás fregaba un plato. Y como una criada, ella había cocinado para él, había lavado y planchado su ropa... De hecho, aquel hombre era tal desastre que, un día, cuando le pidió que le hiciera un café, lo pidió por teléfono a un restaurante.
Era una pena haber tirado dos años de su vida por la ventana. No se merecía su amor y ya era hora de olvidarlo y pasar página. Salir con otro hombre... ¿no sería la mejor forma de conseguirlo?, se preguntó.
joe la estaba mirando, en silencio.
-¿Por qué no vienes con nosotros al campo este fin de semana? Vamos a hacer una fiesta en mi casa.
-¿Como amigos? -preguntó miley.
-Bueno, amigos que se dan besitos -sonrió él.
-No, gracias... no te conozco lo suficiente.
-No espero que te acuestes conmigo, miley.
-Pero...
-Sé que tengo fama de mujeriego, pero estoy dispuesto a cambiar por ti.
Roberta no sabía qué decir. En su opinión, no había la más remota posibilidad de que joe le gustase algún día. Sin embargo, nick había cerrado la puerta del pasado y no pensaba quedarse en casa llorando. Quizá si iba a esa fiesta, acabaría pasándolo bien.
-Muy bien. De acuerdo.
A la semana siguiente, miley quedó a comer con su hermano. Habían pasado más de dos años desde la última vez que se vieron. Afortunadamente, nunca había tenido oportunidad de hablarle de nick porque rara vez la llamaba por teléfono. Al menos, no tenía que contarle que había roto con él, pensó, para consolarse. Al ver a su hermano al fondo del restaurante, miley sonrió, contenta.
-No tendrás una noticia que darme, ¿verdad? -preguntó logan, levantándose para darle un abrazo.
-¿A qué te refieres?
-Pues... no sé, cuando venías hacia aquí he tenido la impresión de que estabas embarazada. ¿No crees que deberías ponerte a dieta?
miley se puso colorada hasta la raíz del pelo. Había olvidado lo criticón que era su hermano. Su mujer, ashley, era profesora de gimnasia y tenía un cuerpo moldeado. Aunque hacía algún tiempo que miley no se atrevía a acercase a una báscula, sabía perfectamente que había engordado mucho en los últimos meses... aunque su hermano podría haberse ahorrado el desagradable comentario.
«Pensé que estabas embarazada». ¿Cómo podía ser tan grosero? ¿De verdad estaba tan gorda? miley tuvo que controlar las lágrimas.
-Yo creo que ya es hora de que empieces a cuidarte -siguió logan, sin darse ni cuenta de que estaba siendo un auténtico patán-. Una buena dieta y mucho ejercicio te convertirían en otra mujer. ¿Te he dicho que ashley ha abierto un gimnasio?
-No.
-La verdad es que las cosas nos van bastante bien. Le diré a mi mujer que te envíe un libro de recetas bajas en calorías...
Embarazada.
miley no estaba escuchando a su hermano. Pensaba en los nuevos sujetadores que había tenido que comprar y en el tamaño de su vientre. Había engordado mucho... pero de una forma que no era la habitual. Ella nunca había tenido panza. Y esas ganas de comer aceitunas... ¿no tenían antojos las mujeres embarazadas? ¿Y qué había sido de su ciclo menstrual en los últimos meses?
-Mi empresa marcha estupendamente -seguía logan, ajeno a su inquietud-. La vida me va muy bien.
-Me alegro por ti -dijo miley, con el corazón en un puño.
No podía recordar cuándo fue la última vez que tuvo el periodo. No era algo que anotase todos los meses o a lo que prestase atención, pero su ciclo siempre había sido un poco irregular y durante los últimos meses...
¿Habría alguna posibilidad de que estuviese embarazada?
-Siempre te agradeceré que tuvieras la generosidad de no pedirme nada del testamento de mamá -estaba diciendo logan-. En ese momento me hacía mucha falta el dinero y pude usarlo para sacar mi empresa adelante.
miley intentaba seguir la conversación, pero le costaba trabajo. Tenía que reconocer que existía la posibilidad de haber quedado embarazada mientras estaba con nick.
-miley...
-¿Sí? Ah, perdona, es que estoy un poco despistada -se disculpó ella-. Pero te estaba escuchando. Sé que has usado el dinero para sacar a flote tu empresa.
-Pero ha pesado en mi conciencia desde entonces. Es justo que tú tengas la misma oportunidad, miley. Después de todo, tú cuidaste de mamá durante muchos años, sacrificando tus estudios, tus sueños.
Con un gesto de orgullo, logan sacó un cheque del bolsillo y lo dejó sobre la mesa.
-Ahora puedo darte tu parte de la herencia. Si sigues queriendo abrir tu propio negocio, una inyección de dinero te vendría muy bien.
miley miró el cheque, boquiabierta. Por debajo de la mesa se tocaba el vientre, intentando apartar de su mente la idea de que podría estar esperando un hijo. Pero ahora tenía que concentrarse en aquel cheque. Y en lo que significaba para ella.
-Dios mío...
-Si quieres abrir un negocio, tendrás que trabajar muchas horas al día -le advirtió logan-. Y sigo pensando que ponerte a dieta debería ser lo primero.
-Te lo debía -murmuró, con los dientes apretados.
-¿Cómo has podido hacer eso? -exclamó miley, aterrada.
-Si no hubiera una mujer delante, podría haberlo matado -contestó él sin la mínima vergüenza.
joe se levantó del suelo, pero cuando iba a golpear a nick, miley se puso en medio.
-¡No, por favor! Sólo quiero que se vaya de aquí ahora mismo. No te rebajes a su nivel.
-Aguafiestas -murmuró nick, irritado al ver que protegía al otro hombre.
-Yo no tengo que pegar a nadie para impresionarla -dijo joe entonces, pasándole un brazo por la cintura en clara provocación.
-Normalmente, estás demasiado borracho como para intentarlo -replicó nick
Un segundo después, mileylo vio salir del apartamento y de su vida de una vez por todas.
-Es un bastardo... -murmuró joe tocándose la mandíbula-. Siento haber mentido, pero es lo que se merece.
Roberta intentó asentir con la cabeza. Ya daba igual. No le importaba nada lo que pensara nicolas jonas.
mandy tenía razón. Había estado escondiendo la cabeza en la arena, viviendo en el pasado para no enfrentarse con el futuro. Y tenía que aceptar que nick había desaparecido de su vida para siempre.
Al recordar la fotografía con la rubia se le encogió el corazón, pero eso era algo a lo que tendría que acostumbrarse.
-A él le da igual lo que haga -murmuró.
En cambio, joe se preocupaba por ella. ¿Podría gustarle joe se preguntó. Muchas mujeres lo encontraban atractivo. Por supuesto, bebía demasiado y, a veces, era un niño, pero con el tiempo...
Pero antes de empezar relación alguna, debía recordar todo lo que había soportado para estar con nick, todo lo que había aceptado sin discutir.
¿Por qué aceptó vivir en Londres y no en el campo, con un jardincito, que era lo que siempre había soñado? ¿Por qué había amado a un hombre que no la amaba y no le hacía promesa alguna? ¿Cómo y por qué había aceptado estar con un hombre que la ofendía? Un hombre que estaba de viaje siempre, que jamás le presentó a sus amigos, que no la incluía en su vida...
Se le rompía el corazón por nick, pero no lo merecía. Nunca lo había merecido.
Se encolerizaba si lo interrumpía cuando estaba viendo las noticias económicas, la despertaba al amanecer para hacer el amor, tuviese ella ganas o no, actuaba como un completo egoísta, se negaba a celebrar sus aniversarios y, en Navidad, le había regalado una pluma. De oro, pero una pluma. La había dejado sola mientras él se iba de vacaciones a Grecia...
¿Por qué había tardado tanto en entender que nick la trataba como un hombre casado trataría a su amante?
Había aceptado vivir en un apartamento sin criados, pero se comportaba como si los criados estuvieran presentes. Tiraba la ropa por el suelo, jamás fregaba un plato. Y como una criada, ella había cocinado para él, había lavado y planchado su ropa... De hecho, aquel hombre era tal desastre que, un día, cuando le pidió que le hiciera un café, lo pidió por teléfono a un restaurante.
Era una pena haber tirado dos años de su vida por la ventana. No se merecía su amor y ya era hora de olvidarlo y pasar página. Salir con otro hombre... ¿no sería la mejor forma de conseguirlo?, se preguntó.
joe la estaba mirando, en silencio.
-¿Por qué no vienes con nosotros al campo este fin de semana? Vamos a hacer una fiesta en mi casa.
-¿Como amigos? -preguntó miley.
-Bueno, amigos que se dan besitos -sonrió él.
-No, gracias... no te conozco lo suficiente.
-No espero que te acuestes conmigo, miley.
-Pero...
-Sé que tengo fama de mujeriego, pero estoy dispuesto a cambiar por ti.
Roberta no sabía qué decir. En su opinión, no había la más remota posibilidad de que joe le gustase algún día. Sin embargo, nick había cerrado la puerta del pasado y no pensaba quedarse en casa llorando. Quizá si iba a esa fiesta, acabaría pasándolo bien.
-Muy bien. De acuerdo.
A la semana siguiente, miley quedó a comer con su hermano. Habían pasado más de dos años desde la última vez que se vieron. Afortunadamente, nunca había tenido oportunidad de hablarle de nick porque rara vez la llamaba por teléfono. Al menos, no tenía que contarle que había roto con él, pensó, para consolarse. Al ver a su hermano al fondo del restaurante, miley sonrió, contenta.
-No tendrás una noticia que darme, ¿verdad? -preguntó logan, levantándose para darle un abrazo.
-¿A qué te refieres?
-Pues... no sé, cuando venías hacia aquí he tenido la impresión de que estabas embarazada. ¿No crees que deberías ponerte a dieta?
miley se puso colorada hasta la raíz del pelo. Había olvidado lo criticón que era su hermano. Su mujer, ashley, era profesora de gimnasia y tenía un cuerpo moldeado. Aunque hacía algún tiempo que miley no se atrevía a acercase a una báscula, sabía perfectamente que había engordado mucho en los últimos meses... aunque su hermano podría haberse ahorrado el desagradable comentario.
«Pensé que estabas embarazada». ¿Cómo podía ser tan grosero? ¿De verdad estaba tan gorda? miley tuvo que controlar las lágrimas.
-Yo creo que ya es hora de que empieces a cuidarte -siguió logan, sin darse ni cuenta de que estaba siendo un auténtico patán-. Una buena dieta y mucho ejercicio te convertirían en otra mujer. ¿Te he dicho que ashley ha abierto un gimnasio?
-No.
-La verdad es que las cosas nos van bastante bien. Le diré a mi mujer que te envíe un libro de recetas bajas en calorías...
Embarazada.
miley no estaba escuchando a su hermano. Pensaba en los nuevos sujetadores que había tenido que comprar y en el tamaño de su vientre. Había engordado mucho... pero de una forma que no era la habitual. Ella nunca había tenido panza. Y esas ganas de comer aceitunas... ¿no tenían antojos las mujeres embarazadas? ¿Y qué había sido de su ciclo menstrual en los últimos meses?
-Mi empresa marcha estupendamente -seguía logan, ajeno a su inquietud-. La vida me va muy bien.
-Me alegro por ti -dijo miley, con el corazón en un puño.
No podía recordar cuándo fue la última vez que tuvo el periodo. No era algo que anotase todos los meses o a lo que prestase atención, pero su ciclo siempre había sido un poco irregular y durante los últimos meses...
¿Habría alguna posibilidad de que estuviese embarazada?
-Siempre te agradeceré que tuvieras la generosidad de no pedirme nada del testamento de mamá -estaba diciendo logan-. En ese momento me hacía mucha falta el dinero y pude usarlo para sacar mi empresa adelante.
miley intentaba seguir la conversación, pero le costaba trabajo. Tenía que reconocer que existía la posibilidad de haber quedado embarazada mientras estaba con nick.
-miley...
-¿Sí? Ah, perdona, es que estoy un poco despistada -se disculpó ella-. Pero te estaba escuchando. Sé que has usado el dinero para sacar a flote tu empresa.
-Pero ha pesado en mi conciencia desde entonces. Es justo que tú tengas la misma oportunidad, miley. Después de todo, tú cuidaste de mamá durante muchos años, sacrificando tus estudios, tus sueños.
Con un gesto de orgullo, logan sacó un cheque del bolsillo y lo dejó sobre la mesa.
-Ahora puedo darte tu parte de la herencia. Si sigues queriendo abrir tu propio negocio, una inyección de dinero te vendría muy bien.
miley miró el cheque, boquiabierta. Por debajo de la mesa se tocaba el vientre, intentando apartar de su mente la idea de que podría estar esperando un hijo. Pero ahora tenía que concentrarse en aquel cheque. Y en lo que significaba para ella.
-Dios mío...
-Si quieres abrir un negocio, tendrás que trabajar muchas horas al día -le advirtió logan-. Y sigo pensando que ponerte a dieta debería ser lo primero.
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~Soy Tu Amante???
~Soy Tu Amante???~capitulo 19
Una combinación de deseo sexual y fiero resentimiento brilló en sus ojos. Si la tumbaba en la cama, ¿le diría que no? Nunca le había dicho que no, ni siquiera en los peores momentos.
-Sólo quiero saber cómo te va -dijo miley entonces, pensando en la rubia de la fotografía. Luego contuvo el aliento, temiendo que nick hubiera notado que su vientre no era tan plano como antes. No sólo le habían crecido el pecho y las caderas; había comido más de lo habitual para poder soportar la depresión y el sobrepeso empezaba a notarse en su vientre.
-Sólo tengo una razón para estar aquí. No podía ponerme en contacto contigo de otra forma -dijo nick, impaciente-. ¿Qué ha sido de tu móvil?
-Se rompió.
-El número de este apartamento no está en la guía.
-¿Por qué querías ponerte en contacto conmigo? -preguntó ella.
-Tu hermano ha dejado varios mensajes en el contestador. Creo que llegará a Londres la semana que viene... Te ha llamado al móvil y, como no podía ponerse en contacto contigo, estaba preocupado.
-¿logan? -murmuró miley, atónita. nick sólo había ido a verla para darle esa información. Su visita no era por razones personales. Pero no imaginaba para qué querría su hermano ponerse en contacto con ella. Su relación se limitaba a una tarjeta de Navidad y alguna llamada en su cumpleaños... Si logan pensaba ir a Londres, sería algún viaje de negocios, pensó.
-La línea del ático ha sido desconectada, por eso he venido.
-¿Por qué la has desconectado?
-El apartamento está en venta.
En venta. Ése era el punto final. Aquel ático había sido su hogar durante dos años y, para ella, seguía teniendo recuerdos preciosos. Sólo ahora se veía obligada a reconocer que había tenido secretas esperanzas de volver allí...
-¿Ya no lo necesitas?
nick se encogió de hombros. miley se dio cuenta de que estaba mirando fijamente sus labios y cuando, nerviosa, se pasó la lengua por ellos, él dio un paso adelante y la tomó del brazo con un movimiento que la dejó sin aire.
-No te rebajes intentando excitarme -le espetó, con los dientes apretados.
-¿Crees que yo...?
-Es una pérdida de tiempo. No siento nada por ti.
-¡No estaba intentado excitarte! -exclamó miley, tan dolida que decidió no darle una nueva oportunidad de humillarla-. Es ridículo acusarme de eso. Eres el último hombre del mundo al que querría excitar. Tienes suerte de que me haya rebajado a hablar contigo.
nick levantó su arrogante cabeza y soltó una carcajada que la sacó de quicio. Por primera vez en su vida, miley deseó golpearlo.
-¿Ah, sí?
-Nunca perdonaré tus insultos. Me has tratado como si fueras un juez, sin tener ningún derecho a serlo. Me dejaste por algo que no había hecho... La noche de la fiesta apenas conocía a joe Campbell, pero te negaste a escucharme. Cuando joe descubrió lo que había pasado, dijo que estaba dispuesto a hablar contigo...
-Ah, ya veo. Ahora desearía no haber puesto sus manos sobre mi propiedad...
-¡Yo no soy propiedad tuya! ¿En qué clase de mundo vives, nick jonas? -le espetó ella-. ¡Vete de aquí ahora mismo!
joe se había ofrecido a hablar con él, pero mileyhabía decidido que involucrarle en sus problemas sería injusto y, además, no serviría de nada. nick creía la versión de su hermana y no querría escuchar nada más.
-Encantado -dijo él.
Pero cuando iba a abrir la puerta, joe Campbell apareció en la habitación.
-¿Estás bien, miley? -preguntó el joven, sin molestarse en mirar a nick.
Ella tenía los ojos llenos de lágrimas, pero se negaba a llorar. Ya había llorado más que suficiente, pensó.
Más bajito, rubio y con unos vaqueros de diseño, joe parecía un niño al lado del magnate griego, pero la sincera preocupación que había en sus ojos calentó su corazón.
nick la miró, despreciativo, como si la mera presencia de joe Campbell fuera una ofensa.
-Te odio, nicolas jonas-dijo Roberta entonces-. Nunca le había dicho esto a nadie... nunca había odiado a nadie en toda mi vida. Pero lo que me has hecho no tiene perdón.
-Déjala en paz -dijo joe.
-Sólo quiero saber cómo te va -dijo miley entonces, pensando en la rubia de la fotografía. Luego contuvo el aliento, temiendo que nick hubiera notado que su vientre no era tan plano como antes. No sólo le habían crecido el pecho y las caderas; había comido más de lo habitual para poder soportar la depresión y el sobrepeso empezaba a notarse en su vientre.
-Sólo tengo una razón para estar aquí. No podía ponerme en contacto contigo de otra forma -dijo nick, impaciente-. ¿Qué ha sido de tu móvil?
-Se rompió.
-El número de este apartamento no está en la guía.
-¿Por qué querías ponerte en contacto conmigo? -preguntó ella.
-Tu hermano ha dejado varios mensajes en el contestador. Creo que llegará a Londres la semana que viene... Te ha llamado al móvil y, como no podía ponerse en contacto contigo, estaba preocupado.
-¿logan? -murmuró miley, atónita. nick sólo había ido a verla para darle esa información. Su visita no era por razones personales. Pero no imaginaba para qué querría su hermano ponerse en contacto con ella. Su relación se limitaba a una tarjeta de Navidad y alguna llamada en su cumpleaños... Si logan pensaba ir a Londres, sería algún viaje de negocios, pensó.
-La línea del ático ha sido desconectada, por eso he venido.
-¿Por qué la has desconectado?
-El apartamento está en venta.
En venta. Ése era el punto final. Aquel ático había sido su hogar durante dos años y, para ella, seguía teniendo recuerdos preciosos. Sólo ahora se veía obligada a reconocer que había tenido secretas esperanzas de volver allí...
-¿Ya no lo necesitas?
nick se encogió de hombros. miley se dio cuenta de que estaba mirando fijamente sus labios y cuando, nerviosa, se pasó la lengua por ellos, él dio un paso adelante y la tomó del brazo con un movimiento que la dejó sin aire.
-No te rebajes intentando excitarme -le espetó, con los dientes apretados.
-¿Crees que yo...?
-Es una pérdida de tiempo. No siento nada por ti.
-¡No estaba intentado excitarte! -exclamó miley, tan dolida que decidió no darle una nueva oportunidad de humillarla-. Es ridículo acusarme de eso. Eres el último hombre del mundo al que querría excitar. Tienes suerte de que me haya rebajado a hablar contigo.
nick levantó su arrogante cabeza y soltó una carcajada que la sacó de quicio. Por primera vez en su vida, miley deseó golpearlo.
-¿Ah, sí?
-Nunca perdonaré tus insultos. Me has tratado como si fueras un juez, sin tener ningún derecho a serlo. Me dejaste por algo que no había hecho... La noche de la fiesta apenas conocía a joe Campbell, pero te negaste a escucharme. Cuando joe descubrió lo que había pasado, dijo que estaba dispuesto a hablar contigo...
-Ah, ya veo. Ahora desearía no haber puesto sus manos sobre mi propiedad...
-¡Yo no soy propiedad tuya! ¿En qué clase de mundo vives, nick jonas? -le espetó ella-. ¡Vete de aquí ahora mismo!
joe se había ofrecido a hablar con él, pero mileyhabía decidido que involucrarle en sus problemas sería injusto y, además, no serviría de nada. nick creía la versión de su hermana y no querría escuchar nada más.
-Encantado -dijo él.
Pero cuando iba a abrir la puerta, joe Campbell apareció en la habitación.
-¿Estás bien, miley? -preguntó el joven, sin molestarse en mirar a nick.
Ella tenía los ojos llenos de lágrimas, pero se negaba a llorar. Ya había llorado más que suficiente, pensó.
Más bajito, rubio y con unos vaqueros de diseño, joe parecía un niño al lado del magnate griego, pero la sincera preocupación que había en sus ojos calentó su corazón.
nick la miró, despreciativo, como si la mera presencia de joe Campbell fuera una ofensa.
-Te odio, nicolas jonas-dijo Roberta entonces-. Nunca le había dicho esto a nadie... nunca había odiado a nadie en toda mi vida. Pero lo que me has hecho no tiene perdón.
-Déjala en paz -dijo joe.
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~Soy Tu Amante???
~Soy Tu Amante???~capitulo 18
A miley se le encogió el corazón de tal modo que no podía hablar. ¿La habría dejado sólo porque se sintió herido en su orgullo?
-Mira esto -dijo mandy entonces, señalando un periódico. Había una fotografía de nick con una rubia delgadísima. miley sintió como si alguien la hubiera empujado a una piscina...
-No quiero verlo.
-No me gusta hacer esto, pero no tengo otra opción... nick está todo el día de fiesta con unas y con otras. En Londres y en Nueva York. Ha salido con una larga lista de modelos, famosas... No está de luto, como tú. No está en casa echándote de menos...
-Ya lo he entendido, mandy -la interrumpió miley- No esperaba que estuviese de luto. No creo que muchos hombres lamenten perder a una mujer que creen que les ha engañado. Además, nick es demasiado orgulloso.
-Sólo quiero que aceptes el hecho de que no volverás a verlo -murmuró su amiga, apretando cariñosamente su mano-. Esto te ayudaré a olvidarlo de una vez.
En ese momento sonó el timbre y miley cerró los ojos para olvidar la imagen de nick con otra mujer.
-¡Qué sorpresa! Yo soy mandy... ¿no es increíble que no nos hayamos conocido hasta ahora? miley no te espera, ¿verdad? -estaba diciendo su amiga, en el pasillo-. Acaba de levantarse de la cama y no creo que esté despierta todavía. Anoche se acostó a las siete de la mañana.
Atónita, miley abrió los ojos. ¿Con quién estaba hablando?
Lo que vio un segundo después la dejó paralizada: nick estaba en la puerta del salón.
«No volverás a ver a nick», había dicho su amiga unos segundos antes.
Sin respiración, observó a aquel hombre que tanto daño le había hecho... el hombre al que tanto amaba. Estaba un poco despeinado por el viento, pero sus rasgos seguían siendo tan hermosos como siempre.
-Gracias -dijo nick, cerrando la puerta del salón.
-No te esperaba -consiguió decir miley, haciendo después una mueca por lo absurdo del comentario.
nick observó el rastro de una lágrima en su rostro. Aunque sus ojos seguían siendo luminosas, el brillo alegre había desaparecido. Como respuesta, la frialdad con la que pensaba mantener aquel encuentro se suavizó un poco. Pero si estaba pasándolo mal, era lo que se merecía. Si le echaba de menos, lamentando lo que había perdido, mejor. Y si estaba dispuesta a suplicarle que la perdonase, disfrutaría incluso más.
mandy asomó la cabeza por la puerta que daba a la cocina.
-¿Quieres que me quede, miley?
Como si fuera una niña necesitada de la ayuda de un adulto, pensó miley, descorazonada.
-No, gracias. En realidad, vamos a mi habitación.
-No seas boba, no tienes por qué -replicó su amiga, mirando a nick sin disimular su desagrado-. Sólo pensaba que podrías necesitar mi apoyo.
-Estoy bien, gracias. Quiero hablar con él a solas. Por aquí -dijo mileyentonces, abriendo la puerta del pasillo.
-Podríamos hablar en la limusina -sugirió nick.
-No, no es necesario.
Era evidente para nick que, al menos, en eso no le había mentido. mandy Fitzsimmons vivía en el apartamento de su primo. Pero, claro, él podía habérselo prestado para facilitar su aventura con Roberta. Sin embargo, por mucho que quisiera convencerse a sí mismo, le resultaba difícil creer que hubieran mantenido una larga aventura.
Para empezar, miley había seguido siendo la misma hasta la semana anterior a la fiesta de su hermana. miley era una persona honesta y abierta y era difícil imaginar que quisiera engañar a alguien. Le resultaba más fácil creer que, sencillamente, había sucumbido a la tentación esa noche. Además, sospechaba que el hecho de que joe Campbell fuera el primo de su mejor amiga tuvo algo que ver. Desde el principio, y sin conocerla, supo que a mandy no le gustaba su relación con miley. ¿Habría animado a su primo para que intentase conquistarla? ¿Se habría hecho él pasar por amigo para ganarse su confianza? En resumen, ¿le habrían tendido una trampa?
-Por aquí -dijo miley, empujando una puerta.
¿Por qué había ido nick a verla?, se preguntaba, incrédula. La posibilidad de que quisiera volver con ella la dejaba absolutamente confusa.
Él miró alrededor con ojo crítico y, diez segundos después, podría haber enumerado cada uno de los objetos que había en el dormitorio. No había nada en la habitación que sugiriese la presencia de un hombre. De hecho, la cama era pequeña y estaba llena de muñecos de peluche. Ningún hombre compartiría cama con el conejito rosa que miley tenía desde la infancia.
Cuando miley cerró la puerta, le llegó el olor de su champú, un olor a hierbas que conocía bien. El pelo caía sobre sus hombros como una cascada de satén . Sus curvas parecían más pronunciadas que antes, pero quizá lo veía así porque recientemente había estado rodeado de mujeres muy delgadas, pensó, mientras intentaba controlar la excitación que empezaba a crecer dentro de él.
A pesar de todo, la curva de sus pechos bajo la camiseta era espectacular. nick tuvo que apretar los dientes.
-¿Quieres sentarte? -preguntó ella, inclinándose para apartar unas revistas de la silla. Al hacerlo, la camiseta se levantó por detrás, dejando ver su piel blanca, tan suave...
-No -contestó nick, apretando los puños. Quería tocarla. De hecho, quería hacer mucho más que eso. Después de semanas de total desinterés por el sexo, estaba como loco. Quería tumbarla en la cama, arrancarle la ropa y hacerle el amor. Fuerte, rápido, sin control... como sólo podía hacerlo con ella.
Rígido por la fuerza de su deseo, nick dio un paso atrás. En un esfuerzo por contenerse, se concentró en las revistas que ella había tirado al suelo. Eran revistas de decoración, sus favoritas, con fotografías de casas de campo con artesonados de madera y hermosos jardines. Le encantaban las casas antiguas...
Entonces se preguntó por qué no le había comprado una casa. Si le hubiera dado la oportunidad de concentrarse en la decoración de una casa, estaba seguro de que seguiría con él.
-¿Quieres un café? -preguntó miley, intentando controlar los nervios.
-No voy a estar aquí mucho tiempo.
-¿Seguro?
-Mira esto -dijo mandy entonces, señalando un periódico. Había una fotografía de nick con una rubia delgadísima. miley sintió como si alguien la hubiera empujado a una piscina...
-No quiero verlo.
-No me gusta hacer esto, pero no tengo otra opción... nick está todo el día de fiesta con unas y con otras. En Londres y en Nueva York. Ha salido con una larga lista de modelos, famosas... No está de luto, como tú. No está en casa echándote de menos...
-Ya lo he entendido, mandy -la interrumpió miley- No esperaba que estuviese de luto. No creo que muchos hombres lamenten perder a una mujer que creen que les ha engañado. Además, nick es demasiado orgulloso.
-Sólo quiero que aceptes el hecho de que no volverás a verlo -murmuró su amiga, apretando cariñosamente su mano-. Esto te ayudaré a olvidarlo de una vez.
En ese momento sonó el timbre y miley cerró los ojos para olvidar la imagen de nick con otra mujer.
-¡Qué sorpresa! Yo soy mandy... ¿no es increíble que no nos hayamos conocido hasta ahora? miley no te espera, ¿verdad? -estaba diciendo su amiga, en el pasillo-. Acaba de levantarse de la cama y no creo que esté despierta todavía. Anoche se acostó a las siete de la mañana.
Atónita, miley abrió los ojos. ¿Con quién estaba hablando?
Lo que vio un segundo después la dejó paralizada: nick estaba en la puerta del salón.
«No volverás a ver a nick», había dicho su amiga unos segundos antes.
Sin respiración, observó a aquel hombre que tanto daño le había hecho... el hombre al que tanto amaba. Estaba un poco despeinado por el viento, pero sus rasgos seguían siendo tan hermosos como siempre.
-Gracias -dijo nick, cerrando la puerta del salón.
-No te esperaba -consiguió decir miley, haciendo después una mueca por lo absurdo del comentario.
nick observó el rastro de una lágrima en su rostro. Aunque sus ojos seguían siendo luminosas, el brillo alegre había desaparecido. Como respuesta, la frialdad con la que pensaba mantener aquel encuentro se suavizó un poco. Pero si estaba pasándolo mal, era lo que se merecía. Si le echaba de menos, lamentando lo que había perdido, mejor. Y si estaba dispuesta a suplicarle que la perdonase, disfrutaría incluso más.
mandy asomó la cabeza por la puerta que daba a la cocina.
-¿Quieres que me quede, miley?
Como si fuera una niña necesitada de la ayuda de un adulto, pensó miley, descorazonada.
-No, gracias. En realidad, vamos a mi habitación.
-No seas boba, no tienes por qué -replicó su amiga, mirando a nick sin disimular su desagrado-. Sólo pensaba que podrías necesitar mi apoyo.
-Estoy bien, gracias. Quiero hablar con él a solas. Por aquí -dijo mileyentonces, abriendo la puerta del pasillo.
-Podríamos hablar en la limusina -sugirió nick.
-No, no es necesario.
Era evidente para nick que, al menos, en eso no le había mentido. mandy Fitzsimmons vivía en el apartamento de su primo. Pero, claro, él podía habérselo prestado para facilitar su aventura con Roberta. Sin embargo, por mucho que quisiera convencerse a sí mismo, le resultaba difícil creer que hubieran mantenido una larga aventura.
Para empezar, miley había seguido siendo la misma hasta la semana anterior a la fiesta de su hermana. miley era una persona honesta y abierta y era difícil imaginar que quisiera engañar a alguien. Le resultaba más fácil creer que, sencillamente, había sucumbido a la tentación esa noche. Además, sospechaba que el hecho de que joe Campbell fuera el primo de su mejor amiga tuvo algo que ver. Desde el principio, y sin conocerla, supo que a mandy no le gustaba su relación con miley. ¿Habría animado a su primo para que intentase conquistarla? ¿Se habría hecho él pasar por amigo para ganarse su confianza? En resumen, ¿le habrían tendido una trampa?
-Por aquí -dijo miley, empujando una puerta.
¿Por qué había ido nick a verla?, se preguntaba, incrédula. La posibilidad de que quisiera volver con ella la dejaba absolutamente confusa.
Él miró alrededor con ojo crítico y, diez segundos después, podría haber enumerado cada uno de los objetos que había en el dormitorio. No había nada en la habitación que sugiriese la presencia de un hombre. De hecho, la cama era pequeña y estaba llena de muñecos de peluche. Ningún hombre compartiría cama con el conejito rosa que miley tenía desde la infancia.
Cuando miley cerró la puerta, le llegó el olor de su champú, un olor a hierbas que conocía bien. El pelo caía sobre sus hombros como una cascada de satén . Sus curvas parecían más pronunciadas que antes, pero quizá lo veía así porque recientemente había estado rodeado de mujeres muy delgadas, pensó, mientras intentaba controlar la excitación que empezaba a crecer dentro de él.
A pesar de todo, la curva de sus pechos bajo la camiseta era espectacular. nick tuvo que apretar los dientes.
-¿Quieres sentarte? -preguntó ella, inclinándose para apartar unas revistas de la silla. Al hacerlo, la camiseta se levantó por detrás, dejando ver su piel blanca, tan suave...
-No -contestó nick, apretando los puños. Quería tocarla. De hecho, quería hacer mucho más que eso. Después de semanas de total desinterés por el sexo, estaba como loco. Quería tumbarla en la cama, arrancarle la ropa y hacerle el amor. Fuerte, rápido, sin control... como sólo podía hacerlo con ella.
Rígido por la fuerza de su deseo, nick dio un paso atrás. En un esfuerzo por contenerse, se concentró en las revistas que ella había tirado al suelo. Eran revistas de decoración, sus favoritas, con fotografías de casas de campo con artesonados de madera y hermosos jardines. Le encantaban las casas antiguas...
Entonces se preguntó por qué no le había comprado una casa. Si le hubiera dado la oportunidad de concentrarse en la decoración de una casa, estaba seguro de que seguiría con él.
-¿Quieres un café? -preguntó miley, intentando controlar los nervios.
-No voy a estar aquí mucho tiempo.
-¿Seguro?
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