jueves, 24 de febrero de 2011

~Soy Tu Amante???~capitulo 22

Al día siguiente, cuando miley pasó por delante de la limusina aparcada a la puerta del gimnasio, el chófer la saludó con la cabeza. ¿Qué más daba dónde estuvieran cuando le comunicase la noticia?, se preguntó a sí misma. Habría dado igual que se lo contara en la oficina o en su dúplex, al que nunca la había invitado. Además, nick jonas era un hombre muy ocupado. Y debía aceptar que ella ya no ocupaba un sitio especial en su vida.
Después de pedirle una identificación, el recepcionista del gimnasio le indicó dónde encontrar a nick. Secándose el sudor de las manos en el ligero abriguito de lana negro, miley empujó la puerta.
Con un pantalón y una blusa negra olgada.

nick estaba golpeando un saco de arena con tanta energía, que no se percató de su presencia.
miley siempre había sentido curiosidad por verlo entrenando... y ahora tenía la oportunidad de hacerlo. Estaba guapísimo, pensó, aunque ese pensamiento estaba fuera de lugar. Cada músculo de su cuerpo emanaba fuerza masculina. Echaba de menos mirarlo, estar con él, tocarlo, hablar con él. Incluso echaba de menos pensar en él sin sentirse culpable.
-nick...
Aunque pensó que no la había oído, él dejó de golpear el saco y se volvió. Unos ojos oscuros, brillantes , la inspeccionaron de arriba abajo.
Para nick no fue fácil volver a verla. Había elegido el gimnasio a propósito. Le había parecido un sitio donde miley no le montaría una escena, pero allí estaba, con un abrigo negro que le recordaba la noche en el granero, el pelo castaño cayendo sobre sus hombros, esos labios rosados, tan jugosos... que ahora eran de joe Campbell, se recordó a sí mismo. Ese pensamiento lo enfureció.
-¿Qué querías? -preguntó, con tono helado.
-Verás...
miley tenía un discurso planeado, pero de repente había desaparecido de su memoria. Su cerebro parecía envuelto en algodón.
nick descubrió que, como un adolescente, la estaba imaginando desnuda bajo el abrigo. Ese pensamiento lo avergonzó. Se había librado de ella, se dijo a sí mismo. Odiaba que lo afectase de tal forma.
-No tengo mucho tiempo -le recordó-. Pero a lo mejor sólo has venido a mirarme.
-No, he venido a decirte algo que me resulta difícil decir -murmuró miley.
-A esta hora del día no estoy de humor para jueguecitos -replicó nick mientras se quitaba loa tualla pequeña del cuello y flexionaba los dedos.
-Tú siempre ves el lado malo de cualquier situación, de modo que quizá seas capaz de adivinarlo.
-¿Qué te pasa? Tú nunca has tenido ningún problema para ir al grano.
-Eso era cuando me mirabas como si fuera un ser humano -contestó miley.
nick estaba poniéndose unos guantes de boxeo, pero se detuvo al oír esa frase. Acababa de sentir un pellizco en el corazón.
-¿Estás enferma? ¿Eso es lo que has venido a decirme?
-No, no es eso.
Él dejó escapar un suspiro de alivio.
-Entonces dime qué es. No tengo tanta paciencia -murmuró, volviéndose de nuevo hacia el saco de arena.
-Estoy embarazada.
nick se quedó inmóvil, de espaldas.
-Si es una broma, no tiene ninguna gracia.
-Yo no bromearía sobre algo así.
No podía mirarla. No podía hacerlo. Una furia ciega se lo impedía. miley estaba enamorada de joe, eso había tenido que aceptarlo. Pero que ese niñato la hubiera utilizado, abandonándola después al descubrir que estaba embarazada lo sacaba de quicio. No confiaba en sí mismo y decidió contar hasta diez. Si decía algo, sería algún comentario cruel y eso no sería un consuelo para ninguno de los dos.
¿Cómo demonios podía haber sido tan tonta? ¿No había aprendido nada estando con él? Por supuesto, miley podía confiar en que cuidase de ella, pensó nick. Y sin él, no era capaz de sobrevivir. miley confiaba en todo el mundo, sin hacer diferencias, pero joe había sido una mala apuesta. Era un niñato inmaduro con demasiado dinero y ningún sentido de la responsabilidad.
¿Le sorprendía que hubiese acudido a él para pedirle ayuda? No, ¿a quién más podía acudir? ¿Qué quería de él? ¿Qué esperaba, un consejo? ¿Dinero? De repente, nick agradeció que llevase el abrigo. No quería ver la evidencia del embarazo. Dios... llevaba el hijo de otro hombre en el vientre. La mera idea lo llenaba de antipatía y otra emoción, más poderosa, que se negaba reconocer. Una imagen de Campbell, con su cara de niño bueno, apareció entonces ante sus ojos y nick golpeó el saco de arena con la fuerza de una apisonadora.
Paralizada, miley se quedó mirando sin saber qué hacer. Lo observó golpear el saco y luego quitarse los guantes, pensativo. Después, se pasó los dedos por el pelo, murmurando una maldición.
-Necesito una ducha -dijo entre dientes-. Ven.
¿Quería que lo acompañase a la ducha? Si era sincera consigo misma, miley debía reconocer que habría ido a cualquier sitio con él. Incluso en aquellas circunstancias era asombroso estar de nuevo con nick.
-¿No vas a decir nada? -preguntó, desconcertada, cuando él cerró la puerta del vestuario.

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