Con una sonrisa de fría satisfacción en los labios, nick dio un paso atrás y lanzó el puño contra la cara de joe con tal fuerza, que lo tiró al suelo.
-Te lo debía -murmuró, con los dientes apretados.
-¿Cómo has podido hacer eso? -exclamó miley, aterrada.
-Si no hubiera una mujer delante, podría haberlo matado -contestó él sin la mínima vergüenza.
joe se levantó del suelo, pero cuando iba a golpear a nick, miley se puso en medio.
-¡No, por favor! Sólo quiero que se vaya de aquí ahora mismo. No te rebajes a su nivel.
-Aguafiestas -murmuró nick, irritado al ver que protegía al otro hombre.
-Yo no tengo que pegar a nadie para impresionarla -dijo joe entonces, pasándole un brazo por la cintura en clara provocación.
-Normalmente, estás demasiado borracho como para intentarlo -replicó nick
Un segundo después, mileylo vio salir del apartamento y de su vida de una vez por todas.
-Es un bastardo... -murmuró joe tocándose la mandíbula-. Siento haber mentido, pero es lo que se merece.
Roberta intentó asentir con la cabeza. Ya daba igual. No le importaba nada lo que pensara nicolas jonas.
mandy tenía razón. Había estado escondiendo la cabeza en la arena, viviendo en el pasado para no enfrentarse con el futuro. Y tenía que aceptar que nick había desaparecido de su vida para siempre.
Al recordar la fotografía con la rubia se le encogió el corazón, pero eso era algo a lo que tendría que acostumbrarse.
-A él le da igual lo que haga -murmuró.
En cambio, joe se preocupaba por ella. ¿Podría gustarle joe se preguntó. Muchas mujeres lo encontraban atractivo. Por supuesto, bebía demasiado y, a veces, era un niño, pero con el tiempo...
Pero antes de empezar relación alguna, debía recordar todo lo que había soportado para estar con nick, todo lo que había aceptado sin discutir.
¿Por qué aceptó vivir en Londres y no en el campo, con un jardincito, que era lo que siempre había soñado? ¿Por qué había amado a un hombre que no la amaba y no le hacía promesa alguna? ¿Cómo y por qué había aceptado estar con un hombre que la ofendía? Un hombre que estaba de viaje siempre, que jamás le presentó a sus amigos, que no la incluía en su vida...
Se le rompía el corazón por nick, pero no lo merecía. Nunca lo había merecido.
Se encolerizaba si lo interrumpía cuando estaba viendo las noticias económicas, la despertaba al amanecer para hacer el amor, tuviese ella ganas o no, actuaba como un completo egoísta, se negaba a celebrar sus aniversarios y, en Navidad, le había regalado una pluma. De oro, pero una pluma. La había dejado sola mientras él se iba de vacaciones a Grecia...
¿Por qué había tardado tanto en entender que nick la trataba como un hombre casado trataría a su amante?
Había aceptado vivir en un apartamento sin criados, pero se comportaba como si los criados estuvieran presentes. Tiraba la ropa por el suelo, jamás fregaba un plato. Y como una criada, ella había cocinado para él, había lavado y planchado su ropa... De hecho, aquel hombre era tal desastre que, un día, cuando le pidió que le hiciera un café, lo pidió por teléfono a un restaurante.
Era una pena haber tirado dos años de su vida por la ventana. No se merecía su amor y ya era hora de olvidarlo y pasar página. Salir con otro hombre... ¿no sería la mejor forma de conseguirlo?, se preguntó.
joe la estaba mirando, en silencio.
-¿Por qué no vienes con nosotros al campo este fin de semana? Vamos a hacer una fiesta en mi casa.
-¿Como amigos? -preguntó miley.
-Bueno, amigos que se dan besitos -sonrió él.
-No, gracias... no te conozco lo suficiente.
-No espero que te acuestes conmigo, miley.
-Pero...
-Sé que tengo fama de mujeriego, pero estoy dispuesto a cambiar por ti.
Roberta no sabía qué decir. En su opinión, no había la más remota posibilidad de que joe le gustase algún día. Sin embargo, nick había cerrado la puerta del pasado y no pensaba quedarse en casa llorando. Quizá si iba a esa fiesta, acabaría pasándolo bien.
-Muy bien. De acuerdo.
A la semana siguiente, miley quedó a comer con su hermano. Habían pasado más de dos años desde la última vez que se vieron. Afortunadamente, nunca había tenido oportunidad de hablarle de nick porque rara vez la llamaba por teléfono. Al menos, no tenía que contarle que había roto con él, pensó, para consolarse. Al ver a su hermano al fondo del restaurante, miley sonrió, contenta.
-No tendrás una noticia que darme, ¿verdad? -preguntó logan, levantándose para darle un abrazo.
-¿A qué te refieres?
-Pues... no sé, cuando venías hacia aquí he tenido la impresión de que estabas embarazada. ¿No crees que deberías ponerte a dieta?
miley se puso colorada hasta la raíz del pelo. Había olvidado lo criticón que era su hermano. Su mujer, ashley, era profesora de gimnasia y tenía un cuerpo moldeado. Aunque hacía algún tiempo que miley no se atrevía a acercase a una báscula, sabía perfectamente que había engordado mucho en los últimos meses... aunque su hermano podría haberse ahorrado el desagradable comentario.
«Pensé que estabas embarazada». ¿Cómo podía ser tan grosero? ¿De verdad estaba tan gorda? miley tuvo que controlar las lágrimas.
-Yo creo que ya es hora de que empieces a cuidarte -siguió logan, sin darse ni cuenta de que estaba siendo un auténtico patán-. Una buena dieta y mucho ejercicio te convertirían en otra mujer. ¿Te he dicho que ashley ha abierto un gimnasio?
-No.
-La verdad es que las cosas nos van bastante bien. Le diré a mi mujer que te envíe un libro de recetas bajas en calorías...
Embarazada.
miley no estaba escuchando a su hermano. Pensaba en los nuevos sujetadores que había tenido que comprar y en el tamaño de su vientre. Había engordado mucho... pero de una forma que no era la habitual. Ella nunca había tenido panza. Y esas ganas de comer aceitunas... ¿no tenían antojos las mujeres embarazadas? ¿Y qué había sido de su ciclo menstrual en los últimos meses?
-Mi empresa marcha estupendamente -seguía logan, ajeno a su inquietud-. La vida me va muy bien.
-Me alegro por ti -dijo miley, con el corazón en un puño.
No podía recordar cuándo fue la última vez que tuvo el periodo. No era algo que anotase todos los meses o a lo que prestase atención, pero su ciclo siempre había sido un poco irregular y durante los últimos meses...
¿Habría alguna posibilidad de que estuviese embarazada?
-Siempre te agradeceré que tuvieras la generosidad de no pedirme nada del testamento de mamá -estaba diciendo logan-. En ese momento me hacía mucha falta el dinero y pude usarlo para sacar mi empresa adelante.
miley intentaba seguir la conversación, pero le costaba trabajo. Tenía que reconocer que existía la posibilidad de haber quedado embarazada mientras estaba con nick.
-miley...
-¿Sí? Ah, perdona, es que estoy un poco despistada -se disculpó ella-. Pero te estaba escuchando. Sé que has usado el dinero para sacar a flote tu empresa.
-Pero ha pesado en mi conciencia desde entonces. Es justo que tú tengas la misma oportunidad, miley. Después de todo, tú cuidaste de mamá durante muchos años, sacrificando tus estudios, tus sueños.
Con un gesto de orgullo, logan sacó un cheque del bolsillo y lo dejó sobre la mesa.
-Ahora puedo darte tu parte de la herencia. Si sigues queriendo abrir tu propio negocio, una inyección de dinero te vendría muy bien.
miley miró el cheque, boquiabierta. Por debajo de la mesa se tocaba el vientre, intentando apartar de su mente la idea de que podría estar esperando un hijo. Pero ahora tenía que concentrarse en aquel cheque. Y en lo que significaba para ella.
-Dios mío...
-Si quieres abrir un negocio, tendrás que trabajar muchas horas al día -le advirtió logan-. Y sigo pensando que ponerte a dieta debería ser lo primero.
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