Lo primero que llamó la atención de nick fue una artística fotografía de tres bolsos de diseño. Era parte de un artículo en una revista, dedicado a una exposición de mandy Fitzsimmons. En la costura de uno de los bolsos había una etiqueta con el nombre de miley... estaban colocados frente a un muro de piedra, como si fueran obras de arte. nick hizo una mueca, preguntándose por qué leía un artículo tan superficial.
Al pasar la página, sin embargo, se quedó atónito al ver una fotografía de miley sentada sobre una piedra, cerca de un río. A su alrededor había otras personas mucho más conocidas, en un epígrafe del artículo llamado sencillamente Mis amigos, pero él sólo podía ver el rostro de miley. Con un top multicolor de escote redondo, el rostro bañado por la luz del sol y los ojos verdeazulados más brillantes que nunca, estaba sencillamente preciosa. Pero apretó los dientes al ver al hombre que estaba a su lado; era Campbell, que tenía una mano apoyada sobre su hombro.
nick soltó la revista como si le quemara. Tenía ganas de liarse a golpes con algo... Pero en lugar de hacerlo se sirvió una copa. Eran sólo las diez de la mañana.
Estaba nervioso porque trabajaba demasiado, se dijo. No había tiempo para ataques de furia con una agenda tan apretada como la suya. Todas las emociones, irracionales o no, debían ser controladas y suprimidas. Pero después de beberse la copa de un trago, lanzó la copa de cristal contra la chimenea.
Al pasar la página, sin embargo, se quedó atónito al ver una fotografía de miley sentada sobre una piedra, cerca de un río. A su alrededor había otras personas mucho más conocidas, en un epígrafe del artículo llamado sencillamente Mis amigos, pero él sólo podía ver el rostro de miley. Con un top multicolor de escote redondo, el rostro bañado por la luz del sol y los ojos verdeazulados más brillantes que nunca, estaba sencillamente preciosa. Pero apretó los dientes al ver al hombre que estaba a su lado; era Campbell, que tenía una mano apoyada sobre su hombro.
nick soltó la revista como si le quemara. Tenía ganas de liarse a golpes con algo... Pero en lugar de hacerlo se sirvió una copa. Eran sólo las diez de la mañana.
Estaba nervioso porque trabajaba demasiado, se dijo. No había tiempo para ataques de furia con una agenda tan apretada como la suya. Todas las emociones, irracionales o no, debían ser controladas y suprimidas. Pero después de beberse la copa de un trago, lanzó la copa de cristal contra la chimenea.
miley salió de la consulta del ginecólogo con las piernas temblorosas. mandyque estaba esperando en el pasillo, se lanzó sobre ella.
-Estás embarazada, ¿verdad? ¡Se te nota en la cara!
miley asintió, pero no dijo nada hasta que llegaron a la calle. El ginecólogo le había dicho que estaba embarazada de cinco meses y aún no se había recuperado de la sorpresa.
-Lo raro es que no peso demasiado para estar embarazada... ¿te lo puedes creer? Yo que siempre he tenido problemas de sobrepeso.
-nicolas jonas te ha destrozado la vida -suspiró su amiga, sin poder disimular su resentimiento-. Acabas de empezar a salir con joe, estás a punto de abrir tu propio negocio y ahora, de repente, todo se va al garete. ¿Cómo es posible que no tuvieras cuidado?
Sí había tenido cuidado. nick, no. Las píldoras anticonceptivas le sentaban mal y él insistió en que dejara de tomarlas, preocupado por su salud. Nueve meses atrás le había dicho que, a partir de entonces, él aceptaba la responsabilidad. Desgraciadamente, se había olvidado de tomar precauciones en más de una ocasión. Algunos métodos anticonceptivos podían estropear la espontaneidad del momento, según él. Y nick era un hombre muy espontáneo, pensó, sacudiendo la cabeza.
-¿De cuántos meses estás?
- de cinco -suspiró miley-. Tendré el niño dentro de cuatro meses .
mandy se detuvo en medio de la calle, boquiabierta.
-¡No puede ser!
-Me temo que sí.
-Pero, ¿cómo es posible que no te hayas dado cuenta hasta ahora? -exclamó su amiga-. Por favor... dale una medalla a tu hermano. Estás embarazada y nadie más que él se había dado cuenta.
-Es que, como uso ropa ancha... Y la gente sólo ve lo que espera ver.
Había estado tan obsesionada por nick, que no se había dado cuenta de que no le llegaba el periodo. Los otros síntomas de embarazo también le habían pasado desapercibidos. Nunca había tenido problemas de salud y estaba convencida de que las náuseas eran debidas a un virus. Y, últimamente, la depresión y las preocupaciones habían hecho que se olvidase de todo.
-¿Qué piensas hacer?
-Tengo que contárselo a nick.
mandy hizo una mueca.
-Cuéntaselo a joe primero.
miley no aceptó la sugerencia. Y, por primera vez en dos meses y medio, llamó al móvil de nick y dejó un mensaje en el buzón de voz diciendo que tenía algo importante que contarle.
Tres horas después, él le devolvió la llamada.
-¿Qué pasa? -dijo, sin saludo preliminar.
-Tengo que verte y no puedo hablar de ello por teléfono. ¿Dónde estás?
A su lado, oyó la risa de una mujer.
-En Londres... y muy ocupado -contestó él.
miley apretó los dientes. No quería hablar con nick y, sobre todo, no quería saber que estaba con otra mujer. En realidad, esa llamada era una tortura para ella.
-Me marcho a Atenas mañana por la tarde -le informó él, con frialdad-. Si quieres hablar conmigo, hazlo ahora.
-No, tengo que verte en persona. No creo que sea mucho pedir.
-Quizá no, pero la idea me apetece poco -replicó nick-. No tengo ganas de verte.
-¿Quieres que te suplique cinco minutos de tu tiempo? -exclamó miley, airada.
-Muy bien, si insistes, nos veremos en mi gimnasio mañana, a las siete de la mañana.
Después de eso, colgó sin decir una palabra más.
¿Cómo iba a contarle a una persona tan fría, tan desagradable, que estaba esperando un hijo suyo?, se preguntó miley. A nick no le gustaría recibir esa noticia. Incluso cuando estaban juntos, no habría querido tenerlo. ¿Cómo iba a contárselo después de todo lo que había pasado? Además, con refinada crueldad, le pedía que fuese al gimnasio prácticamente al amanecer... porque sabía que no le gustaba madrugar. Un gesto infantil, pero tan cruel como tantos otros a los que nicolas jonas la tenía acostumbrada.
nick iba a ese lujoso gimnasio varias veces por semana, aunque tenía uno en su dúplex. Una vez le había contado que iba allí porque boxeaba con un instructor y podía entrenar sin distracciones.
-Estás embarazada, ¿verdad? ¡Se te nota en la cara!
miley asintió, pero no dijo nada hasta que llegaron a la calle. El ginecólogo le había dicho que estaba embarazada de cinco meses y aún no se había recuperado de la sorpresa.
-Lo raro es que no peso demasiado para estar embarazada... ¿te lo puedes creer? Yo que siempre he tenido problemas de sobrepeso.
-nicolas jonas te ha destrozado la vida -suspiró su amiga, sin poder disimular su resentimiento-. Acabas de empezar a salir con joe, estás a punto de abrir tu propio negocio y ahora, de repente, todo se va al garete. ¿Cómo es posible que no tuvieras cuidado?
Sí había tenido cuidado. nick, no. Las píldoras anticonceptivas le sentaban mal y él insistió en que dejara de tomarlas, preocupado por su salud. Nueve meses atrás le había dicho que, a partir de entonces, él aceptaba la responsabilidad. Desgraciadamente, se había olvidado de tomar precauciones en más de una ocasión. Algunos métodos anticonceptivos podían estropear la espontaneidad del momento, según él. Y nick era un hombre muy espontáneo, pensó, sacudiendo la cabeza.
-¿De cuántos meses estás?
- de cinco -suspiró miley-. Tendré el niño dentro de cuatro meses .
mandy se detuvo en medio de la calle, boquiabierta.
-¡No puede ser!
-Me temo que sí.
-Pero, ¿cómo es posible que no te hayas dado cuenta hasta ahora? -exclamó su amiga-. Por favor... dale una medalla a tu hermano. Estás embarazada y nadie más que él se había dado cuenta.
-Es que, como uso ropa ancha... Y la gente sólo ve lo que espera ver.
Había estado tan obsesionada por nick, que no se había dado cuenta de que no le llegaba el periodo. Los otros síntomas de embarazo también le habían pasado desapercibidos. Nunca había tenido problemas de salud y estaba convencida de que las náuseas eran debidas a un virus. Y, últimamente, la depresión y las preocupaciones habían hecho que se olvidase de todo.
-¿Qué piensas hacer?
-Tengo que contárselo a nick.
mandy hizo una mueca.
-Cuéntaselo a joe primero.
miley no aceptó la sugerencia. Y, por primera vez en dos meses y medio, llamó al móvil de nick y dejó un mensaje en el buzón de voz diciendo que tenía algo importante que contarle.
Tres horas después, él le devolvió la llamada.
-¿Qué pasa? -dijo, sin saludo preliminar.
-Tengo que verte y no puedo hablar de ello por teléfono. ¿Dónde estás?
A su lado, oyó la risa de una mujer.
-En Londres... y muy ocupado -contestó él.
miley apretó los dientes. No quería hablar con nick y, sobre todo, no quería saber que estaba con otra mujer. En realidad, esa llamada era una tortura para ella.
-Me marcho a Atenas mañana por la tarde -le informó él, con frialdad-. Si quieres hablar conmigo, hazlo ahora.
-No, tengo que verte en persona. No creo que sea mucho pedir.
-Quizá no, pero la idea me apetece poco -replicó nick-. No tengo ganas de verte.
-¿Quieres que te suplique cinco minutos de tu tiempo? -exclamó miley, airada.
-Muy bien, si insistes, nos veremos en mi gimnasio mañana, a las siete de la mañana.
Después de eso, colgó sin decir una palabra más.
¿Cómo iba a contarle a una persona tan fría, tan desagradable, que estaba esperando un hijo suyo?, se preguntó miley. A nick no le gustaría recibir esa noticia. Incluso cuando estaban juntos, no habría querido tenerlo. ¿Cómo iba a contárselo después de todo lo que había pasado? Además, con refinada crueldad, le pedía que fuese al gimnasio prácticamente al amanecer... porque sabía que no le gustaba madrugar. Un gesto infantil, pero tan cruel como tantos otros a los que nicolas jonas la tenía acostumbrada.
nick iba a ese lujoso gimnasio varias veces por semana, aunque tenía uno en su dúplex. Una vez le había contado que iba allí porque boxeaba con un instructor y podía entrenar sin distracciones.
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