¿Cómo podía ser tan insoportable?
En ese momento notó que el diamante del anillo de boda de su madre se le clavaba en la palma de la mano. La abrió y lo miró durante un buen rato. Estaba a punto de conseguir que el pasado dejara de atormentarla. Por primera vez en su vida tenía un futuro en el que pensar. Un futuro que la llenaba de felicidad.
Y no estaba dispuesta a permitir que nick lo echara todo por la borda.
Más decidida que nunca, abrió la puerta de la casa y sonrió maliciosamente.
— No vas a librarte de mí, nicholas de Macedonia. Puede que hayas vencido a los romanos, pero te aseguro que a mi lado son unos enclenques.
nick estaba sentado en la salita, con su libro en el regazo. Pasaba la palma de la mano sobre la antigua inscripción, despreciándola más que nunca.
Cerró los ojos y recordó la noche que miley lo convocó. Recordó lo que se sentía cuando no tenía conciencia de su propia identidad. Cuando no era más que un simple esclavo sexual griego.
Hacía mucho, mucho tiempo que se hallaba perdido en un lugar oscuro y temible, y miley lo había encontrado.
Con su fortaleza y su bondad había conseguido desafiar lo peor que había en él y le había devuelto la humanidad. Sólo ella había percibido su corazón y había decidido que merecía la pena luchar por él.
Quédate con ella.
¡Por los dioses!, qué fácil parecía. Qué sencillo. Pero no se atrevía. Ya había perdido a sus hijos. miley era la dueña de lo que le quedaba de corazón, y perderla por culpa de su hermano…
Sería lo más doloroso a lo que jamás se hubiera enfrentado.
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