—Nick, ¿estás despierto? —Miley ya
sabía que sí. Llevaba más de dos horas intentando dormir y estaba convencida de
que su compañero de cuarto también sufría de insomnio, pues no paraba de
moverse ni de refunfuñar.
Él tardó unos segundos en responder,
como si dudara entre decir la verdad o fingir que no la había oído.
—Sí, estoy despierto —contestó al fin
con un suspiro—. ¿Tú tampoco puedes dormir? —Estiró el brazo para encender una
luz, pero Miley le detuvo.
—No, no enciendas la lámpara.
Nick volvió a meter el brazo bajo las
mantas y se apoyó en un costado para mirar a Miley. Por la ventana de la
habitación se colaba la luz de la luna y la de las farolas que había en la calle,
así que podía ver la silueta de ella y distinguir el brillo de sus ojos negros.
—Hacía años que no dormía con alguien
—empezó Nick, pero antes de que pudiera continuar, las risas de Miley lo
detuvieron—. No te rías... ya sabes a qué me refiero.
—Sí, claro. —Ella hizo un esfuerzo por
dejar de reírse—. Tranquilo, no voy a poner en entredicho tu virilidad. Ya me
imagino que no tienes problemas en ese sentido.
Hubo un silencio, y finalmente Nick
añadió:
—Quizá tenga más de los que te
imaginas.
—¿A qué te refieres? —preguntó Miley
colocándose también de costado para poder verlo, aunque en la oscuridad él
fuera sólo una sombra.
—No sé, supongo que estoy cansado de
que las relaciones que tengo, a pesar de que las mujeres sean distintas, sean
todas iguales. No sé, a veces me gustaría saber que hay alguien especial para
mí. No es que quiera casarme, ni nada por el estilo..., me gusta mi vida tal
como está. —Tomó aire—. Es sólo que me gustaría saber que esa persona existe.
Bueno, no me hagas caso. Vamos a dormir.
Nick se volvió hacia el otro lado,
dándole la espalda.
—Seguro que existe.
Miley pensó que él no la había oído, y
cuando iba a intentar dormirse por enésima vez, Nick habló de nuevo:
—¿De verdad lo crees? Recuerdo que de
pequeño veía a tus padres besarse y me preguntaba por qué los míos no lo
hacían. Luego lo entendí. Los míos no se querían, pero aun así habían tenido un
hijo, y se pasaban los días amargándose mutuamente la existencia hasta que se
divorciaron. Mi madre, bueno, si es que puedo llamarla así, volvió a casarse en
seguida, y se olvidó de mi padre y de mí. Si ni siquiera ella fue capaz de
quedarse conmigo y quererme sin condiciones, es difícil de imaginar que pueda
encontrar a alguien que lo haga. Así pues, creo que es mejor no buscar a nadie;
de este modo me ahorro el mal trago y puedo seguir disfrutando de mi vida tal
como está. —Se frotó los ojos—. No sé por qué te cuento estas cosas.
—Estoy segura de que existe alguien
especial para ti, alguien que te querrá pase lo que pase, y que será incapaz de
olvidarte. —Para intentar calmar los latidos de su corazón, optó por cambiar de
tema—: ¿Te acuerdas de cuando cumpliste diecisiete años?
—Sí, claro. Me regalaste Charlie y la fábrica de chocolate. Aún lo guardo. ¿Por qué?
—¿Sólo te acuerdas de eso?—Miley dio
gracias por la oscuridad que ocultaba el sonrojo que seguro que ahora cubría
sus mejillas.
—No. También me acuerdo de que te
besé. —Nick se volvió de nuevo hacia ella.
—Fuiste el primer chico que me besó.
—Notó cómo él sonreía—. Nunca lo he olvidado, fue muy especial. Tuvo todo lo
que se supone que tiene que tener un primer beso. Nick, estoy convencida de que
conocerás a alguien que hará que todos los besos sean perfectos, que logrará
que tu vida sea especial... Sólo espero que, cuando lo hagas, te des cuenta y
sepas conservarla.
—¿Crees que seré tan estúpido como
para no saberlo?
—No sé. A veces uno tiene delante de
las narices lo que necesita para ser feliz y no se da cuenta. Fíjate en tus
padres; los dos sabían que no estaban bien juntos, y, sin embargo, tardaron
años en hacer algo al respecto.
—Supongo que tienes razón. Espero ser
más listo que ellos.
—Seguro que lo eres. —Aprovechando la
valentía que le daba el estar a oscuras, preguntó—: ¿Quién es Monique?
—¿Por qué quieres saberlo?
—No sé, supongo que, ya que somos
amigos, podré asesorarte sobre si ella es ese alguien especial o no.
—¿Tú y yo somos amigos? —Nick no sabía
qué eran él y Miley. De pequeño, había sentido un vínculo especial con ella,
como si el destino la hubiera enviado allí para él. Al hacerse mayor, descartó
todos esos sentimientos y, tras el divorcio y la enfermedad de su padre, había
aprendido que esas cosas no existían. Para él, Miley era ahora la hermana de
Guillermo. Pero si era sólo eso, ¿por qué tenía ganas de contarle sus
pensamientos más íntimos? ¿Por qué quería levantarse y acostarse junto a ella,
aunque sólo fuera para abrazarla?
Afortunadamente, Miley respondió antes
de que su mente pudiera tomar caminos más complicados.
—Espero que sí.
Miley se movió para colocarse bien en
la cama, y la mente de Nick volvió a dirigirse a lugares muy peligrosos.
—Bueno, dime, ¿quién es Monique?
—Nadie. —Al oír que ella refunfuñaba,
añadió—: Está bien, supongo que sí es alguien, o mejor dicho, era alguien.
Ella movió una mano para indicarle que
continuara.
—Era una chica con la que pasaba algún
fin de semana. Ya sabes.
—No, no sé —respondió ella, un poco a
la defensiva.
—Salíamos por ahí, y cuando nos
apetecía...
—Os acostabais. —Miley terminó la
frase por él.
—Vamos, no me digas que tú nunca has
tenido una relación así.
—Pues no, nunca la he tenido. Y espero
no tenerla —respondió ofendida—. El sexo así es como hacer gimnasia; sólo sudas
y no sientes nada.
Nick soltó una carcajada ante el
comentario y se sintió muy aliviado interiormente al saber que Miley no era tan
frívola como Monique. Pensar algo así lo sorprendió, por lo que optó por no
analizarlo y seguir en cambio con la conversación.
—Tienes razón..., pero a veces con eso
es suficiente.
—Para mí no.
—Me alegro.
—¿Por qué?
—Porque no me gustaría que te
conformaras con tan poco.
—Ya.
Nick bostezó, y Miley sintió cómo le
empezaban a pesar los párpados.
—Deberíamos intentar dormir.
—Sí, deberíamos intentarlo, o mañana,
cuando mi abuela nos despierte, no serviremos para nada.
—Buenas noches, Nick.
—Buenas noches, Miley... y gracias por
la conversación.
—De nada —respondió ella ya casi dormida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario