Nick empezó a ordenar
los libros de la mesita del salón como si fuera de vital importancia que todos
los lomos estuvieran alineados.
—Es una fotografía
increíble. Tu abuela está preciosa y tú estás tan dulce que te comería a besos.
—Al ver la cara de Nick, Miley se dio cuenta de que lo había dicho en voz
alta—. Quiero decir, que te comería a besos como a un niño pequeño, no que...
bueno, ya me entiendes.
Estaba tan avergonzada
que Nick sonrió y le respondió:
—Tranquila, lo entiendo.
Ya sé que ahora no me comerías a besos.
«Aunque yo a ti sí»,
pensó él.
—¡Besos! Chicos, os dejo
solos unos minutos y ya estáis hablando de besos.
Nana entró en el salón
cargada con una bandeja en la que había una tetera, tres tazas y un pastel de
limón. Miley la ayudó, y aceptó luego la taza de té que le sirvió la anciana.
—Gracias, señora
Trevelyan. Tiene usted una casa preciosa.
—De nada, pero llámame
Nana. Cuando oigo señora Trevelyan, tengo la sensación de que mi suegra va a
aparecer en cualquier momento. La vieja bruja... Espero que esté en el cielo,
pero a mí me hizo la vida bastante difícil, y me da terror pensar que alguien
nos pueda confundir. Así que Nana está bien, ¿de acuerdo?
—De acuerdo, Nana.
Gracias.
—Bueno, así que has
venido a trabajar a Inglaterra. Y ¿dónde vives? ¿Desde cuándo conoces a mi
nieto? ¿Cuánto tiempo vas a quedarte?
—¡Nana!, no seas
cotilla, si no, no vendré más —respondió Nick antes de que Miley pudiera abrir
la boca.
—Lo siento, pero no
deberías enfadarte, tesoro, sólo lo pregunto porque me interesa. Es la primera
vez que me presentas a una chica normal, y la verdad es que estoy muy
intrigada.
Ante la astuta respuesta
de Nana, Nick se sonrojó y empezó a recoger las tazas.
—¿Has terminado ya con
el té, Agui? —le preguntó a la vez que le cogía la taza y el plato y se
levantaba para llevarlo todo a la cocina—. Nana, recojo los trastos y nos
vamos. Si quieres acabar con el tercer grado, te quedan cinco minutos. Quiero
enseñarle a Miley las termas y luego, si te portas bien, iremos los tres a
cenar —dijo, levantando una ceja hacia su abuela, que parecía imperturbable, y
se fue.
—Bueno, al fin solas.
—Nana sonrió y añadió—: Es la primera vez que veo al témpano de hielo de mi
nieto sonrojarse. Si eres capaz de lograr eso en menos de un día, estoy
impaciente por ver lo que habrás hecho con él dentro de unos meses.
—Creo que te equivocas,
Nana. Si Nick se sonroja es porque tiene ganas de matarme por haberle
fastidiado el fin de semana —respondió Miley incómoda.
—Tonterías, nadie puede
alterar los planes de mi nieto si él no quiere. Créeme, lo he intentado.
Además, eres la primera chica a la que invita a venir a mi casa, y eso será por
algo.
—Bueno, supongo que lo
hace por Guillermo, mi hermano.
—Entonces ¡tú eres
«Agui», la hermana de Guillermo! Ahora lo entiendo todo. —Sonrió y añadió—:
Pequeña, espera y verás.
Con estas enigmáticas
palabras y con unos golpecitos en la mano de Miley, Nana se levantó y gritó
para que desde la cocina su nieto pudiera oírla.
—¡Podrías haberme dicho
que era «ella»!
Se oyó cómo se rompía
una pieza de porcelana.
—Creo que eso ha sido
una de mis tazas. Será mejor que vaya para allá antes de que me quede sin
vajilla. Nos vemos luego para cenar. —La besó en la mejilla y se fue riéndose
de un chiste que sólo ella parecía conocer.
Agui seguía sentada
cuando apareció Nick y le dijo:
—Si quieres ir a visitar
las termas, tenemos que irnos ya.
—¿Las termas? Ah, sí,
los baños. De acuerdo, si a ti te parece bien, podemos ir. Nick, ¿qué ha
querido decir tu abuela con lo de que yo soy «ella»?
—Nada. No ha querido
decir nada, cosas de gente mayor. ¿Quieres ir o no?
Nick parecía tenso.
Aquel hombre era capaz de hablarle con dulzura un instante y ponerse a dar
órdenes al siguiente. «Y luego dirán que las mujeres somos complicadas», pensó
ella.
—Está bien, lo siento,
mi general.
Descolgó su abrigo, se
despidió cariñosamente de Nana, que parecía ser la única que entendía por qué
su nieto se había puesto de mal humor, y se fue de la casa mirando por última
vez la fotografía de Nick soñando con los caballeros del rey Arturo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario