—Dispárame.
Miley
lo apuntó con su arma. Liberó el seguro, pero dudó.
—Dispárame, Miley.
Miley tragó saliva. Lo había hecho
docenas de veces y aún ahora no se atrevía a apretar el gatillo.
—Bueno,
— él gruñó— ¿Ya no me vas a matar?
Miley
levantó el arma. Sus manos estaban empezando a sudar.
—Mátame
ahora, Miley, mátame y termina con esta angustia para los dos.
Ella
sacudió la cabeza ligeramente. ¿Angustia para los dos? Él era el único
atormentado. Este era su trabajo; esto era lo por lo que ella había luchado.
—Por
favor, mátame Miley.
El
sudor bajaba por su espalda.
—Miley.
Tenía
la boca seca. ¿Por qué había tenido que decir su nombre así? Ya basta. Levantó la cabeza y lo miró
directamente a los ojos. Grave error. Sus ojos castaños se enterraron en los
suyos llenándolos de pasión y de una promesa…
—Dispárame,
ahora, Miley. —Le susurró con la voz ronca.
Ella
bajó la mirada de sus ojos a su boca. Un urgente deseo de mordisquear su labio
inferior y de ir descendiendo por su cuerpo hasta que rogara que dejara de
entrar en su mente. Se lamió los labios y tragó intentando alejar la imagen.
Levanto
de nuevo la mirada y casi pierde el agarre del arma. Nick estaba a un par
de pasos de ella. Se mantuvo con el
cañón del arma presionada contra su abdomen.
—Dame
el dolor que crees que me merezco. Dispárame ahora, Miley.
A
ella se le pusieron los pelos de punta en los brazos.
—Dispárame,
ahora, —le pidió.
Todo
lo que era capaz de hacer era mirarlo fijamente a los ojos.
—O
me disparas ahora, —le dijo, su voz cayendo en un acento sensual—, o haré algo
que no voy a ser capaz de enmendar.
Él
gruñó. El corazón de Miley se saltó un latido mientras un fuego salvaje
empezaba a arder en su interior ante la perspectiva de su amenaza.
Cayó
sobre ella en un abrir y cerrar de ojos.
—¡No!
—ella gritó. Fue demasiado tarde. Estrelló sus labios contra los de ella. Eran
más calientes y suaves de lo que ella se había imaginado, pero también
demandantes.
Un
gemido quedó atrapado en su garganta cuando le mordisqueó y lamió sus labios.
Escuchó el arma golpear en el suelo y notó cómo Nick le dio una patada para
alejarla de ellos.
Una
vez que se había librado del arma, la tomó de las manos y la atrajo a sus
brazos. Fueron tropezando hasta que chocó con su espalda en la pared. Jadeó
cuando Nick presionó su cuerpo contra el de ella, su dureza firme entre ellos.
Ella
gimió. Entrelazó sus manos en su cabello rizado mientras exploraba su boca
profundamente. Luego, la realidad la golpeó. Con fuerza, lo apartó de un
empujón, alejándolo.
Nick
dio un paso a un lado y la miró. Ella le devolvió la mirada, sus ojos
recorriéndole el rostro hasta que finalmente se detuvieron en sus colmillos.
—Tú
sacas lo mejor de mí, —él le dijo con una sonrisa traviesa.
—Me
has engañado, —le dijo, su voz más ronca e inestable de lo que se esperaba.
Nick
no respondió; la observó impasivo.
—Tú…tú…
—ella tartamudeaba perdiendo las palabras mientras buscaba la pistola por la
sala—. Me has hipnotizado, —ella dijo más a sí misma que a él.
—¿Esa es
tu excusa?
Antes
de que pudiera responder, la agarró. Miley gritó por la sorpresa mientras él le
retorcía los brazos tras la espalda.
—Dime,
cazadora, ¿realmente crees que te he engañado? —Nick la acomodó contra él, su
polla dura presionándola en la espalda. Miley no dijo nada, una vez más el
deseo corría por su cuerpo por el contacto de su cuerpo junto al suyo.
—Miley,
eres la mejor cazadora de tu generación, y todavía no te atreves a matarme —le
susurró. Muy suavemente, mordisqueándola en el lóbulo de la oreja.
Un
gemido escapó a través de sus labios y Nick se rió efusivamente. Cabreada, ella
intentó soltarse de su agarre. Lucharon, y por un momento, estuvo libre. Miley
intentó correr, pero Nick la agarró por la cintura y la atrajo a él de nuevo.
Peleó contra él, pero la lucha se estaba convirtiendo en un forcejeo juguetón
mientras sus cuerpos chocaban uno contra otro, incrementando sus deseos.
Finalmente, la atrapó y la empujó contra la pared. Con un firme agarre la
mantuvo con las manos sobre la cabeza.
—Nos
hemos encontrado en incontables ocasiones en los últimos diez años. Has matado
a docenas de vampiros, y sin embargo, —Nick jadeaba en su oído—, nunca has
conseguido matarme.
Con
renovada violencia, Miley intentó librarse de su agarre, pero Nick ni se movió.
Ella lo miró. Sus miradas se encontraron. Miley cerró sus ojos. ¿Por qué no
estaba asustada? Había estado en manos de algunas criaturas malditas a lo largo
de su vida y siempre había tenido algo de miedo, pero este sentimiento…Nunca en
todos sus años como cazadora, había sentido esto.
—Mírame,
Miley.
—No.
—
¿Entonces, por qué crees que no puedes matarme?
—Porque
me tienes atada bajo un hechizo. —Dijo con voz débil.
Nick
se rió.
—Ni
si quiera tú te crees eso. Si hubiera querido que cayeras bajo mi hechizo,
podría haberlo obtenido hace años. No mi amor, no estás bajo nada mágico.
Piensa, mi cazadora, soy uno de los más antiguos, uno de los más fuertes, y sin
embargo, hoy, te he dejado irrumpir en mi casa y apuntarme con un arma. Podrías
haberme matado pero no puedes Miley. No puedes soportar la idea de matarme.
Para ti soy más que un vampiro, más que una obsesión, piensas en mí día y
noche, Miley.
Ella
sacudía la cabeza.
—Sueñas
conmigo, y no te atrevas a negarlo, porque he visto tus sueños, mi cazadora. Te
he visto tocándote y susurrando mi nombre en la oscuridad de tu dormitorio.
Susurras mi nombre igual que yo susurro el tuyo, Miley.
—No
sigas diciendo mi nombre así, —le chilló apretando los dientes.
—¿Por
qué, Miley? , —le preguntó, diciendo su nombre de esa forma sensual que le
causaba humedad líquida cayendo entre las piernas— ¿Por qué debo parar de decir
el nombre de la mujer que amo?
Miley
abrió sus ojos y los clavó en Nick. Sus ojos profundizaron en los de ella, pero
no de esa forma animal hambrienta que ella estaba acostumbrada a ver en los
vampiros. Si no que, lo que ahí vio vulnerabilidad, amabilidad, y…
—
¡No!, —ella gritó, de nuevo tratando de luchar contra él.
Nick
soltó una risa y ahogó la protesta de Miley
con su boca.
Ella
lo olvidó todo: los colmillos, su odio, sus miedos…todo se redujo a ellos dos y
su pasión.
Se
dio cuenta de que le había liberado las manos en el momento en que ella le tocó
el pecho. Él se quitó la camisa y ella curvó los dedos de los pies ante la
visión de ese pecho desnudo. Duro, esculpido, como el perfecto cuerpo de un
atleta. Ella le recorrió las uñas por la espalda y él respondió empujando su
lengua más profundamente dentro de su boca. Las ropas cayeron en todas
direcciones. Sus movimientos eran rápidos, hambrientos, ansiosos, como dos
animales muertos de hambre que no habían comido en años. La lujuria corría a
través de ella como nunca antes lo había hecho.
—Miley,
yo…
—Nick…
Con
un gruñido, la levantó. Miley entrelazó sus piernas alrededor de sus caderas y
la apretó contra la pared. Su gran polla se deslizó en su interior en un solo
empuje.
—Nick,
—gritó mientras entraba y salía de ella salvajemente.
—Dilo
otra vez, Miley, di mi nombre otra vez, —le pidió encarecidamente.
—Nick,
—ella gimió.
—Miley,
he esperado tanto tiempo para esto, —le susurró en el oído.
Él
le acaricio el cuello y ella le clavó las uñas en la espalda.
—Nick,
yo no…—empezó a decir.
Miley
chilló cuando un orgasmo sacudió su cuerpo y Nick la mordió en el cuello.
Sentía la caliente sangre goteando de su cuello. Mientras Nick bebía ansioso de
ella, lo escuchó gemir y sintió su liberación. Con su cuerpo todavía temblando,
lo último que pensó antes de desmayarse fue que era el mejor error que nunca
había cometido, incluso si ello le había costado la vida.
****
Miley
se despertó encontrando a Nick a su lado en la cama.
Él
la sonrió.
—Bienvenida
a casa, cazadora.
Miley
sonrió. Después de tantos años, por fin había encontrado su lugar. Era una
cazadora, sí, pero todos aquellos años había estado cazando a la presa
equivocada. Todos aquellos años persiguiendo a Nick, apuntándole a matar, y sin
embargo soñando y fantaseando con él… había estado persiguiendo a su alma
gemela y no tenía ni idea, hasta ahora.
Nick
estaba mirándola con curiosidad, como si estuviera esperando su reacción.
Sus
ojos viajaron por la sólida construcción de su cuerpo, deteniéndose en su
polla. Lo miró divertida cuando lentamente iba creciendo ante su mirada.
—¿Quieres
dispararme ahora?—ella bromeó.
FIN
4 comentarios:
hahha corto pero me gusto mucho, hahhahha quiero otro One Shot
AHHHH que linduraaa
AHHHH que linduraaa
Me encanto chikitaa!!!!
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