Capitulo 7
En tu casa?
Luego del revelador almuerzo
con el subsecretario del ministro muggle, Miley llegó a su casa, para
prepararse para la cena de la noche. Se preguntaba por qué Nick había decidido
romper con la regla número uno de su manual de supervivencia: no llevar a
ninguna mujer a su casa. "De
seguro, no le gusta la mía" pensó,
pero decidió no darle largas al asunto y se metió al baño. Aproximadamente
media hora antes de las seis, ya preparada, salió a la calle. De buena gana
hubiera preferido aparecerse, pero pensó que si Nick había vivido ocho años al
estilo muggle, de seguro tendría empleados en su casa que no sabrían de su
condición (entiéndase mago) y que se asustarían de verla aparecerse de la nada.
Tomó un taxi, algo nerviosa. Estar en su casa significaba para su esperanzado
corazón adelantar un paso la relación, pero no quería hacerse ilusiones. Con
este Nick no podía darse esos lujos. Cuando el taxi llegó a la dirección, Miley
bajó rápidamente y se paró frente a la casa con la boca abierta. Era una
mansión, muy elegante, ubicada en uno de las calles más exclusivas de Londres.
Subió los escalones de la entrada y apretó el botón del timbre. Al cabo de unos
minutos, abrió la puerta un hombre de cabellos grises y ojos saltones. El
hombre la miró de arriba abajo y arqueando una ceja, le dirigió la palabra.
- Buenos tardes, jovencita, ¿En
qué puedo serle útil?
- Yo… - Miley lo miró
desconcertada – Vengo a ver al señor Nick Jonas…
- ¿Por qué asunto? – Ella ya se
estaba poniendo nerviosa.
- Asunto personal…- Contestó
parcamente.
- Disculpe usted, pero el señor
Jonas, jamás atiende sus asuntos "personales" en su casa. Siempre
está ocupado para darse esos lujos – y alzó la ceja desdeñosamente, mirándola de
arriba a abajo, que hizo a Miley casi montar en cólera.
- Escúcheme, él me invitó… así
por que no va a llamarlo y preguntarle por mi, si no es mucha molestia para
usted – agregó con sarcasmo. El hombre, solo frunció la boca - ¿entiende?
- Si señora… – el mayordomo se
fue, dejando la puerta entreabierta. Miley, que ya estaba con un humor de
perros, pero que era demasiado curiosa, en vez de quedarse parada en la puerta,
aprovechó para deslizarse adentro. Cuando llegó al hall de entrada, quedó
maravillada. La mejor casa, mejor decorada y con estilo, que seguramente
hubiera visto en una revista muggle de decoración, se quedaba corta con esta.
Simplemente era fenomenal.
- Señor Jonas, mil disculpas
por interrumpirlo, señor – dijo el mayordomo.
- Elías, pasa… - Dijo serio
Nick, que estaba hojeando unos papeles en su despacho.
- Allá afuera hay una señorita
que pregunta por usted…
- ¿Nombre? – dijo aún con el
ceño fruncido, leyendo uno de los documentos que tenía en la mano.
- No me lo dijo señor…
- ¿Cómo es? Digo, puedes
describirla ¿no?
- Por supuesto, señor – dijo
pomposamente - No es muy alta, bonita, y de cabello rojo – Nick que había
estado absorto con sus negocios, se fijó la hora en su reloj pulsera y sonrió.
- ¿Miley está aquí?
- Oh, mil perdones señor – agregó
apenado.- No se me ocurrió pedirle que se identificara… ¿Debo preguntarlo?
- Deja Elías, yo voy a
recibirla – el mayordomo se quedó parado como no sabiendo si quedarse o
seguirlo. Después de un instante, optó por lo segundo. Nick atravesó la estancia
rápidamente y cuando llegó a la sala se detuvo. Allí estaba la mujer que había
encontrado por casualidad en aquella calle y que no sabía por qué oscura razón,
ahora estaba en su casa. Ella miraba fascinada la arquitectura de la propiedad
y no se dio cuenta de que estaba siendo observada. Para ojos de Nick estaba
deliciosamente hermosa. Levaba un vestido azul, strappless, cuya falda tenía
pequeñas flores en color dorado. El cabello estaba atado en una simple coleta,
revelando su delgado cuello, demasiado expuesto, y demasiado tentador para el
animal de caza en que se había convertido Nick con solo mirarla. En sus pies,
tenía sandalias el mismo color de los detalles del vestido. Lentamente Nick se
acercó a la chica y la tomó de atrás, posando su nariz en su cuello y aspirando
el dulce perfume de su piel. Miley sólo atinó a cerrar los ojos y disfrutar. El
mayordomo se quedó pasmado por la escena. Nunca en los años que llevaba
trabajando para Nick Jonas lo había visto actuar de esa manera. Como si tuviera
sentimientos. Nick la tomó de la cintura, la hizo girar y sin decir nada le dio
un suave beso en los labios. Ella se separó bruscamente, aunque se derretía por
el gesto, debía demostrarle que estaba enojada por como la había tratado por
teléfono. Nick la miró sin entender.
- ¿Estuvo ameno el almuerzo
Nick? – y seria se sentó en un espacioso sofá. El la siguió con la mirada,
luego de salir del shock hormonal que le causó ver las delgadas piernas de
Miley, la siguió y se sentó a su lado.
- ¡Lo mismo puedo preguntarte
yo! – dijo y su voz noto enfado. Miley lo miro. – supongo que tu
queridoTerrence estuvo demasiado atento ante semejante acompañante… - agregó
mordaz.
- Bueno, sabes que odio comer
sola…
- ¿Y por eso tenias que aceptar
ir a comer con cualquier idiota?
- ¿Que es eso Jonas, noto algo
de celos en tus palabras? – El chasqueó la lengua
- Ni lo sueñes, linda… Los
celos son algo que murieron en mi… no siento amor, por lo tanto no siento celos
de nada,- la miró- ni de nadie… - se levanto. Miley se sintió desilusionada al
escuchar esta declaración – ¿Quieres algo de beber? Elías! – el mayordomo se
acercó rápidamente.
- ¿Desea algo señor? – Miley lo
miró.
- Si, tráenos algo de beber –
la miro – ¿qué quieres?
- Por mi no te molestes… - dijo
ella indiferente mirando una amplia vitrina llena de objetos de arte. Nick
bufó.
- Tráeme un Whisky – el
mayordomo salió y volvió al rato con la bebida – Gracias puedes retirarte.
- La cena será servida cuando
el señor disponga – Nick asintió y el mayordomo se fue.
- No me contestaste – ella se
dio vuelta para verlo – Estuvo ameno tu almuerzo con ese… con ese con el que
almorzaste?
- Si… - dijo suspirando. Nick
tensó la boca – bueno, tu sabes… nos la pasamos charlando de cualquier cosa,
menos del trabajo
- Me lo imagino… - dijo serio.
- Lo hicimos, y punto…
- ¿Qué hiciste? – dijo alarmado
- ¡Almorzar! – lo miró – ¿qué
pensaste? – preguntó divertida.
- Nada – dijo mirando su vaso
de Whisky.
- ¿Creíste que me iba a acostar
con un desconocido?
- ¿Por qué no ibas a hacerlo?
- Porque soy tu chica de mayo…-
dijo sonriendo. – cuando doy mi palabra, la cumplo.
- No tienes obligación…
- Es linda… la casa – Dijo ella
para cambiar de tema. Él la miró y bebió un trago.
- Gracias. En realidad yo no
tuve nada que ver con la construcción ni la decoración… Solo le pedí a la
compañía constructora que refaccionara esta vieja propiedad, la decorara, y me
vine a vivir…
- Todo es impersonal en ti,
veo… - sentenció ella.
- La gente se apega demasiado a
las cosas… al igual que con las personas. – argumentó él – Ese tipo de gente
pierde demasiado tiempo y esfuerzo, en tomarle cariño a los objetos que se
rompen y luego ocupan un lugar en el espacio y no te sirven para nada. Lo mismo
pasa con las personas, pones todo de ti, para que una relación funcione, pones
toda tu ilusión en una persona que indefectiblemente terminará… - Iba a decir
"traicionándote" pero callo de repente – en fin, por eso es bueno
usar las cosas y cuando no las necesitas, las tiras…
- ¿Como tu a tus mujeres? –
dijo ella con un ligero tono de angustia
- No deberías sorprenderte… -
dijo él aun mirando su vaso. Por alguna razón, se sentía expuesto ante esa
mujercita, y no le gustaba para nada. Ella solo estaba ahí para el sexo, y no
para que lo escuchara… odiaba a los tipos que relataban sus penas de amor… él
no era de esos, y mucho menos lo haría con ella… no especialmente con ella. –
Es algo que estaba claro desde el principio – Ella asintió.
- ¿Por qué el cambio? – lo
miró. El se puso algo rojo – ¿Digo esto no rompe las reglas? Tus condiciones,
claro…
- No te entiendo….
- Que una mujer venga a tu
casa… y duerma aquí…- él sonrió
- ¿Acaso quieres dormir? – ella
se puso roja y él aprovechó para romper la tensión. La tomó de la cintura y la
besó, ella olvidándose de la discusión anterior, puso las manos en la oscura
cabellera y respondió con la misma intensidad, en que sus labios eran atacados.
Lo amaba, pero a veces él la exasperaba. – Ven te mostraré la casa…
- No quiero ver la casa… – dijo
ella ronroneando. Nick entendió. Y sin mediar más palabras la llevó a conocer
su habitación.
De la cena no hubo ni noticias,
pues casi todo el tiempo en que Miley estuvo en la lujosa mansión solo conoció
el cuarto de Nick. Y no era porque él no hubiera querido mostrársela. Pero
Miley pensaba que ya tendría tiempo de recorrerla, ahora lo importante era
aprovechar cada minuto con él. Los días pasaban y el mínimo momento que pudiera
disfrutarlo, contaba. La habitación, para Miley reflejaba la absoluta
masculinidad de Nick. Las cortinas eran oscuras, y todo el mobiliario era de un
roble lustroso, que contrastaba con las paredes azules, al igual que la mullida
alfombra. A una mujer cualquiera, le hubiera resultado demasiado tétrico, pero
a Miley esa fascinación por la oscuridad, fiel reflejo del ánimo del dueño de casa,
le parecía lo mas sexy. Suspirando, y mirando hacia todos lados, se ilusionó
pensando que algún día ella podría cambiar la decoración de esa parte de la
casa. Por su parte, Nick estaba recostado a su lado mirando el techo de su
habitación. Tenía una sonrisa que a Miley se le hizo ridícula. Ella lo miro y
le dio con un almohadón para que se le quitara. El reaccionó y la atrapó con
sus brazos dándole un sonoro beso que la hizo reír.
- ¡Déjame! – intentó protestar.
- ¿Por que me lo pides, si no
es lo que quieres? – rió él.
- Vamos Nick, ¿qué pensara tu
empleado? No hemos bajado a cenar… - él la miró.
- ¿Tienes hambre?
- No… solo que el pobre hombre
estará ya dormido parado, esperando a que bajemos….
- Elías sabe… - le acarició el
cabello – si yo no lo llamo, no me molesta…
- ¡Lo tienes bien entrenado! –
rió. Luego acarició la amplia cama, y las sábanas de seda – ¡Cielos Nick esta
cama es genial!!
- ¿Te gusta?
- ¡Claro, yo quisiera tener una
así! ¡Es tan cómoda, y parece que durmieras en una nube!
- ¿Eres exagerada, sabías
Cyrus? Es una cama como cualquier cosa… le das demasiada importancia a las
cosas… deberías entender que son cosas, que cuando no sirven se desechan…
- ¡Si! Pero eso no quita de que
la cama sea genial… y sí, le tomo demasiado cariño a mis cosas… - lo miró –
porque a mi me cuestan demasiado para poder tenerlas… - él relajó el semblante.
- La tuya tampoco es mala.
- ¡Pero no es esta! – Suspiró –
¡debe valer una fortuna! Apuesto a que yo debería gastar varios sueldos, si
quiero tener una así…
- Creo que si – dijo y acomodó
la almohada para dormir.
- ¿Que haces? – le preguntó
- Tengo sueño, he tenido un día
demasiado agotador y quiero dormir… – él la miró.
- Okay… - solo respondió y acto
seguido, sin decir palabra alguna, se levantó y comenzó a vestirse. Nick se
quedó pasmado y no pudo decir nada, hasta que la vio subiendo rápidamente el
cierre del vestido y buscando las sandalias debajo de la cama. – ah! ¡Aquí
están bandidas! – dijo agachándose y sacándolas con algo de esfuerzo. Se sentó
en la cama y se dedicó a ponérselas, sin mirar aun a su acompañante.
- ¿Qué se supone que haces? –
Sólo pudo preguntar.
- ¡Que no es obvio, me visto! –
dijo sonriendo.
- ¡Eso ya lo veo! – contestó
ofuscado – ¿no vas a quedarte a dormir?
- Bueno Nick… – subió a la cama
y le dio un corto beso – eso esta en una de mis reglas. – sonrió. El la miró
sin entender – Nunca duermo en la casa de un hombre. – Tomando su varita, y sin
decir mas desapareció, dejándolo sentado solo y mirando hacia el sitio donde
ella había estado segundos antes.
Miley apareció en su casa
riendo. Jamás en su vida se hubiera imaginado la cara de Nick al escuchar esa
frase. "Tómate una cucharada de tu propia sopa cariño" Rápidamente se sacó el vestido, las
sandalias volaron de sus pies, mientras caminaba, se puso el pijama, y cuando
estuvo a punto de acostarse, un fuerte "Crack" la sobresaltó y
la figura de Nick apareció a los pies de la cama. Miley no sabía si reír o
preocuparse de la imágen que veía. Nick visiblemente despeinado, con el torso
desnudo, se había puesto rápidamente los pantalones sin tiempo a abotonarlos y
descalzo, la miraba con ganas de matarla. Ella se hizo la indiferente y se
acostó como si nada. El con las manos en la cintura del pantalón para que no se
cayeran al suelo, chasqueó la lengua.
- ¿Y bien? – dijo al cabo de un
minuto – ¿qué se supone que haces Miley?
- ¡Nick! – dijo haciéndose la
sorprendida – ¿qué haces aquí?
- ¿Qué… qué hago aquí? – se
acercó por un costado – ¿qué haces tu aquí? Esa es la pregunta correcta…
- ¿Yo? – rió – ¡esta es mi
casa, aquí duermo!
- ¡Pero se supone que estabas
en la mía! – gritó – ¡y que ibas a dormir en mi cama!
- Ya te dije que esa es una de
mis reglas… no duermo en la casa de un hombre…
- Pero creí que si yo rompo
algunas de mis reglas, ¡tu podrías romper algunas de las tuyas! – agregó
exasperado. Ella solo se dedicó a acomodar los pliegues de la sabana- ¿Y bien?
– lo miro.
- ¿Me lo pediste?
- ¿Eh? – dijo el torciendo los
ojos.
- Que si me pediste que
durmiera contigo, que me quedara en tu casa…
- ¡Eso se sobrentendía,
cariño!! – A Miley le dio un vuelco el corazón, por primera vez él le había
nombrado cariñosamente. Ya antes le había dicho princesa, pero cariño, nunca;
eso significaba para ella algún rastro de sentimientos en el joven – ¿acaso ahora
te comió la lengua un ratón?
- ¿Qué? – preguntó aun algo
atontada, por el efecto de ese calificativo que le dijera Nick.
- ¿Por que te fuiste?- se
sentó, algo mas calmado.
Ya te lo dije, no suelo dormir
en casa de un hombre…
- ¡Pero si tienes sexo! – dijo
sarcásticamente.
- ¿Vas a tardar? – él la miró,
y bufó.
- ¡Eres el colmo! – El se quitó
el pantalón y se acostó – Hiciste todo esto para que yo…
- Bueno, tu cama es
espectacular… - lo abrazó y lo atrajo hacia su cuerpo, dándole un sugerente
beso, que Nick aceptó mas que gustoso – pero extraño la mía.
El primer rayo de luz de la
mañana dió de lleno en la cara de Miley, dejando ver todas sus pecas. Nick se
había despertado unos minutos antes y se dedicaba a contemplarla. Ella era
realmente distinta a todas. No hacía preguntas, no lo molestaba constantemente,
y no pedía más de lo que él podía darle. Y a veces se preguntaba por qué. Por
qué ella era así."Quizás porque se siente tan sola como yo. Quizás
porque Dean le rompió el corazón como Selena lo hizo conmigo. Quizás porque
ella también tenga prohibido el amor". Un movimiento de la castaña lo hizo salir del trance y mirarla. Era una tentación constante hacerlo. Ella
se había dado vuelta, y había quedado boca abajo, dejando su espalda desnuda,
aunque su cabello tapaba parte de esta. El sintió el deseo de sentir su piel y
lentamente se acercó al cuerpo de la joven y comenzó a recorrer la espalda con
sus labios, desde la cintura hacia arriba. Ella sintió como si una corriente
eléctrica le recorriera por toda la columna, se despertó, y comprobó que eran
los labios de Nick quienes le producían esa sensación. Rió seductoramente.
- Es una bonita manera de
despertar Nick – dijo algo excitada.
- Buenos días, hermosa – dijo
él sin dejar de besarla – ¿dormiste bien? – ella asintió con los ojos cerrados,
estaba disfrutando plenamente el momento. De pronto él corrió el pelo de la
joven para dedicarse a besar la parte más sensible de Miley, y observar
detenidamente su parte favorita, su cuello. Era gracioso para él, le encantaba
besar esa parte de su cuerpo, pero nunca se había detenido a verlo… Y fue
cuando dio un respingo y dejó de acariciarla.
- No te detengas…
- ¿Qué
diablos es lo que tienes en la nuca Miley?
No hay comentarios:
Publicar un comentario