Miley, no podía dejar de llorar. No
era un llanto exagerado ni desgarrador, simplemente no podía dejar de llorar.
Las lágrimas le resbalaban por las mejillas en silencio y ella iba secándoselas
de vez en cuando con el pañuelo de papel que tan amablemente le había dado la
azafata. En el último año de su vida se había subido a dos aviones; el primero,
casi seis meses atrás, la llevó a Londres, donde perdió su corazón y recuperó
su carrera profesional; el segundo la devolvía ahora a Barcelona, con un pedazo
menos de alma, el corazón hecho añicos y enfadada como nunca antes lo había
estado.
Bueno, ella ya era mayorcita, y sabía
a lo que se arriesgaba enamorándose de un hombre tan complicado como Nick.
—Tome otro pañuelo —le ofreció la
azafata con una sonrisa—. Dentro de media hora llegaremos a Barcelona.
La azafata se fue y Miley, tras
secarse las lágrimas, intentó serenarse. Al menos no tenía a nadie sentado a su
lado y podía regodearse en lo estúpida que había sido e intentar encontrar el
modo de salir adelante. De eso sí estaba segura, en los últimos seis meses, a
pesar del daño que le hubiera hecho Nick, había visto que su carrera valía la
pena y que era buena en su trabajo, e iba a luchar por establecerse en
Barcelona. Antes de irse a Londres, había entrado en una dinámica absurda de
trabajos sin sentido y casi se había rendido. Pero ahora ya no, ahora sabía que
era una buena profesional y no iba a permitir que ningún mequetrefe, con
apellido ilustre o sin él, le dijera lo contrario.
Hubo un momento en el aeropuerto,
antes de embarcar, en que creyó ver a Nick corriendo por uno de los pasillos.
Permaneció sentada para ser de las últimas en embarcar, con la esperanza de
que, como en las series de la tele, él apareciera y le dijera que la quería y
que no cogiera aquel avión. Pero no. No apareció, y Miley pudo partir sin
ningún tipo de problema. Una vez sentada, no podía dejar de recordar la última
«conversación» que habían tenido. La tenía grabada en su mente. Y tampoco podía
quitarse de la cabeza que ella le había confesado sus sentimientos, mientras
que, si era sincera, tenía que reconocer que él nunca había dicho nada. Se
había convencido de que Nick se lo decía con sus ojos, con sus caricias, pero
en realidad nunca había dicho que sintiera nada por ella, y ahora eso resultaba
más que evidente.
Los altavoces del avión anunciaron que
iban a aterrizar y Miley incorporó el respaldo del asiento. Con la mano
escayolada le costaba un poco moverse, pero estaba tan cansada y tan enfadada
que apenas se acordaba del yeso que cubría su muñeca izquierda. A esas alturas,
que una moto la hubiese atropellado unos días atrás parecía una tontería. No
había llamado a nadie, no sabía qué decirles, así que cuando saliera del avión
y recogiera su maleta, tendría que tomar un taxi. Tal vez lo mejor sería llamar
a Guillermo; si su hermano mayor estaba en la ciudad, seguro que iría a
buscarla y le daría ánimos. El problema era que a Guillermo no podría ocultarle
la verdad, nunca había podido esconderle nada, y seguro que en cuanto la viera
se daría cuenta de que algo muy grave le había pasado. Bueno, con los ojos
rojos e hinchados de tanto llorar, tampoco hacía falta ser Sherlock Holmes para
verlo. Se peinó un poco con la mano que no tenía escayolada y decidió que sí,
que llamaría a Guillermo, se instalaría en su piso de Barcelona, buscaría un
trabajo que le gustara y se olvidaría de Nick Trevelyan.
Los tres primeros objetivos eran
fáciles, el cuarto tal vez le costara un poco más, pero estaba segura de que lo
lograría.
El avión aterrizó y Miley bajó de él
mucho más serena que al entrar. Esas casi dos horas, y los kilómetros que
separaban Londres de Barcelona, le habían servido para asimilar lo que había
pasado, y para darse cuenta de lo que quería a partir de entonces. Su maleta
fue de las primeras en salir, y Miley la cogió pensando que era una señal del
destino, de que su vida empezaba a mejorar. A continuación, llamó a su hermano.
Guillermo, tras un pequeño interrogatorio, le dijo que tardaría unos veinte
minutos en llegar al aeropuerto.
Arrastró la maleta hasta una cafetería
situada justo al lado de la puerta de «Llegadas» y se sentó. Cuando se acercó
el camarero, le pidió un té y le resbaló otra lágrima. Si cada vez que hacía
algo que le recordaba a Nick empezaba a llorar, iba a tener un problema.
Enfadada, se secó esa lágrima y le dijo al camarero que anulara el té y le
trajera una agua con gas. Con él nunca había bebido agua con gas.
Se quedó observando a la gente que
llegaba y cómo eran recibidos por quienes los esperaban. Había unos cuantos
hombres y mujeres de negocios cuya única bienvenida eran unos fríos carteles
con sus nombres; un par de chicos que seguro que iban a Barcelona a estudiar y
de los que al parecer se habían olvidado; una señora mayor a la que recibió su
nieta con un fuerte abrazo; y sus preferidos, un hombre al que recibió su
mujer, o eso creyó Miley, con un beso de película. A ella nunca le había pasado
eso. Ese día había llegado sola y llorando, una imagen nada alentadora, y seis
meses atrás, cuando aterrizó en Londres, Nick...
—Miley, peque. —La voz de Guillermo la
sacó de su ensimismamiento—. ¿Qué te ha pasado? —le preguntó su hermano mirando
la escayola. Luego se centró en los ojos enrojecidos de Miley y se detuvo en
los puntos que aún llevaba en la ceja.
—Nada —contestó ella, y con la mano
buena se frotó la cara.
Guillermo se sentó a su lado, la
abrazó y ella lloró durante unos minutos. Después se apartó y lo miró a los
ojos.
—Gracias por venir.
—De nada. —Él parecía muy preocupado—.
¿Vas a contarme lo que te ha pasado? ¿Por qué llevas esta escayola y esos
puntos en la ceja?
—Luego. Ahora sólo quiero llegar a
casa y ducharme. —Después de todo lo que había pasado, Miley sólo deseaba
meterse debajo del agua para ver si así desaparecía el dolor—. ¿Te importa que
hablemos más tarde?
—No, no me importa. Sólo dime una cosa. —Él le cogió la maleta y
empezó a caminar hacia la salida—. ¿Te lo ha hecho Nick?
—El yeso y los puntos, no... —Se le
entrecortó la voz—. Lo demás...
—Entiendo —dijo Guillermo, pero en
realidad pensó que, tan pronto como le viera, iba a matar a ese infeliz—. No te
preocupes. Cuando te sientas mejor ya me lo contarás.
Miley supo entonces que iba a sentirse mejor, que iba a recuperarse
del accidente, que iba a encontrar un trabajo estupendo y que iba a olvidar a
Nick. Y si cuando él descubriera la verdad iba a buscarla, se encontraría con
una Miley muy distinta de la que había echado de su vida sin pestañear.
Hola hermosas, bueno como verán me presento con
nueva novela, espero que les guste y sea mucho de su agrado, bueno solo eso, y
les recomiendo que la lean querrán fusilarme, así que no se la pierdan se
pondrá más interesante, y ya no se que mas decir, bueno cuídense mucho
10 comentarios:
OHHH NUEVA NOVELA YA? AHHH HERMOSO QIERO SABER POR QUE MILEY LLORABAAAA AHHH ESQUE LA CURIOSIDAD ES GRANDEE
hahhaha gracias por la nueva nove, me encanto. Pobre Miley. Debi haberte dicho un numero mas grande, grrr. SIGUELA HAHHA
lo ameeeeeeeee estubo buenisimaa!!! quieroo maaasss!! no entendi mucho, pero lo unico q se es q nick le rompio el corazon a miley y si no hay una buena razon lo voy a matar -.-...
bueno sarii como veras me hice un blog no lo se uzar peroo lo hize para comunicarme con vos....
te kiero mucchooo
besos
yo
AGUS MAR
ega bonito continuala::::::::
jajajaja aww nueva nove ya la comense y la ame ya quieor mas mas mas mas mas
amiga karletxita te extraño hermosaaa
yo ando bien perdida ya sabes yo siempre jajajja siguela ya el primer capi y ya me anamore
o.0 continualala peroo ya por que llora ahh
o.0 continualala peroo ya por que llora ahh
muy bonito karts
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