Así que, tres meses después de «la catástrofe», ahí
estaba; aún un poco coja, pero a punto de subirse a un avión hacia Londres.
—Miley, ¿se puede saber en qué piensas? —preguntó
Guillermo chasqueando los dedos delante de sus narices—. ¿Quieres tomarte un
café o prefieres pasar ya el control?
—Perdona —respondió aturdida—. ¿Tengo tiempo de
tomar un café? —Miró el reloj.
—Sí, si nos damos prisa —apuntó su madre, que ya
caminaba hacia la cafetería.
Su padre la rodeó con el brazo:
—Ya verás como este trabajo en Inglaterra te irá muy
bien, y Nick cuidará de ti. Aún me acuerdo de cuando solía venir por casa todos
los veranos. ¿Y tú?
—No, no mucho. —Miley no creyó necesario informar a
su padre, que era incapaz de guardar un secreto, de que de pequeña había estado
pendiente de todos sus movimientos.
—Pues yo sí me acuerdo. —Su madre se añadió a la
conversación mientras pedían al camarero que les trajera unos cafés—. Me dio
mucha pena que se fuera a vivir a Inglaterra con su padre y su abuela.
Guillermo, ¿qué le dijiste a Nick cuando lo llamaste?
Miley miró a su hermano, muy interesada por escuchar
la respuesta a esa pregunta.
—La verdad; que Miley se había roto una pierna y que
cuando se recuperara quería dar una nueva orientación a su carrera profesional.
Dado que él es el editor jefe de la revista en la que trabaja, pensé que podría
ayudarla. Y así ha sido, ¿no?
Pagaron la cuenta y Miley, con lágrimas en los ojos,
se despidió de ellos. Si en ese instante se le hubiera ocurrido una excusa para
poder quedarse, habría recurrido a ella sin dudarlo, pero todo su cerebro
estaba centrado en lo que la esperaba al llegar a Heathrow: un nuevo empleo,
una nueva oportunidad, una nueva ciudad, y volver a ver a Nick.
El empleo le venía genial, siempre había deseado
trabajar en una revista y seguro que podría aprender mucho. La oportunidad;
haría todo lo que estuviera en sus manos, y más aún, para no desaprovecharla.
La ciudad; Londres siempre le había encantado y estaba ansiosa por vivir allí
durante seis meses, en principio, lo que iba a durar su contrato en la capital
británica. Nick... bueno..., seguro que después de trece años, una ya ha
superado la tontería del primer chico que le gusta, ¿no? Tan malo no podía ser.
Al cabo de unas tres horas se dio cuenta de que era aún peor.
A Nick no le extrañó que Guillermo lo llamara un
jueves a la una de la madrugada. Ellos dos solían hablar mucho y, como
Guillermo viajaba tanto, a menudo lo hacían a horas raras. Lo que sí le extrañó
fue el motivo de su llamada: Miley.
Hacía trece años que no la veía. Era la hermana
preferida de Guillermo y siempre que Nick estaba con ella se sentía incómodo,
era como si pudiera leerle el pensamiento.
Al principio de vivir en Inglaterra, incluso había
llegado a echarla de menos. Vaya tontería. La recordaba pequeña, delgada, con
los ojos más grandes y más oscuros que había visto nunca, y muy tremenda. Era
un caos, se caía continuamente, se olvidaba de las cosas y tenía una
conversación imposible de seguir, al menos cuando estaba con él.
Siempre se acordaría del día en que él cumplió
diecisiete años. Sus padres se estaban peleando, como de costumbre, y optó por
ir a casa de Guillermo. Ya no se le pasaba por la cabeza llamar antes, sabía
que allí siempre era bien recibido, así que cogió sus cosas y se fue para allá.
Era verano, y cuando llegó a la casa sólo encontró a Miley. Estaba en el
jardín, leyendo un libro, como siempre; levantó la vista y lo miró a los ojos.
Él nunca supo que fue lo que ella vio en ellos, pero su cara cambió de golpe y
se puso de pie.
—Nick, ¿estás bien? —preguntó levantando una ceja
por encima de las gafas. Por aquel entonces llevaba todavía las gafas.
—Sí, claro —carraspeó él—. ¿Dónde está Guille?
—¿Cómo podía ser que una niña de trece años pudiese ponerlo tan nervioso?
—En la playa —contestó ella acercándosele—. Todos
están allí.
—¿Y tú qué haces aquí? —Él se apartó y se sentó en
el escalón que separaba la casa del jardín.
—Yo, bueno. —Miley se sonrojó—. Estaba leyendo y...
no me gusta leer en la playa; el viento, la arena, el sol. —Parecía como si se
estuviera justificando—. Además, la playa no se moverá, mañana seguirá allí
mismo, y yo necesitaba saber cómo acababa el libro.
—¿Qué libro es? —preguntó él.
—Charlie y la fábrica de
chocolate. ¿Lo has leído?
—No, creo que no. ¿Es el de los niños que ganan el
sorteo de las chocolatinas?
—Sí.
—Pues no, no lo he leído.
Ella volvía a estar a su lado, y lo miraba de una
manera extraña.
—¿Qué?
—Acabo de acordarme de una cosa —dijo Miley sin
apartarse.
Él la miró extrañado.
—Hoy es tu cumpleaños.
—¿Y?
—Nada. Felicidades.
Miley se acercó a él para darle un beso en la
mejilla, pero Nick giró la cabeza para que sus labios encontraran los de ella.
Siendo sincero consigo mismo, todavía no tenía ni idea de por qué lo había
hecho; tal vez una parte de él quería sentir que alguien lo quería, que para
alguien, él era especial. Fue una tontería, pero aún se acordaba del vuelco que
le dio el corazón al sentir los inexpertos labios de ella bajo los suyos. Fue
una leve caricia y Miley en seguida se apartó. Nick se sonrojó de la cabeza a
los pies.
Él sabía que en aquella familia se besaban a la más
mínima y nunca había entendido el porqué. La verdad era que al principio esa
costumbre lo incomodaba un poco; en su casa nunca se besaban, ni siquiera se
abrazaban. Mientras que los Martí eran muy cariñosos. Con los años, ya se había
acostumbrado; ya no le sorprendía ver a Elizabeth y a Eduardo dándose un beso,
ni que Álex y Guillermo se abrazaran después de insultarse, pero aun así nunca
lograría acostumbrarse a ser él el que recibiera esas muestras de cariño. Cada
vez que la madre de Guille le abrazaba, no sabía dónde poner las manos y cuando
se apartaba tenía miedo de que todos notaran que él no sabía hacerlo, que no
sabía ser cariñoso. Pero el beso de Miley lo sacudió, tuvo ganas de llorar y
aún entonces, trece años después, se acordaba de lo dulce que había sido ese
momento.
—Gracias —consiguió responder él—. Eres la primera
persona que me felicita.
—Me alegro —dijo ella—. ¿Vas a ir a la playa o
prefieres esperar aquí? —Miley volvió a coger el libro y siguió leyendo.
—Esperaré aquí. ¿Te molesto? —preguntó él tumbándose
en la hamaca que había en el jardín.
—No —contestó ella sin levantar la vista.
Él se quedó mirándola. Era curioso, había salido de
su casa con ganas de matar a alguien y, tras hablar con ella unos minutos, ya
se había olvidado de sus padres, de sus gritos, de su tristeza.
—Ya está —exclamó Miley sacándolo de su
ensimismamiento. No sabía si habían pasado diez minutos o dos horas.
—¿El qué?
—El libro. Lo he terminado. —Se levantó y se acercó
a la hamaca en la que él estaba tumbado—. Toma, te lo regalo. —Ella le dio el
libro y al ver que él la miraba sorprendido, añadió—: ¿Es tu cumpleaños, no?
—Lo besó en la mejilla y se fue.
Con el recuerdo de ese beso tan inocente, se durmió
y no se despertó hasta que el bruto de Guillermo lo duchó por completo con el
agua helada de la manguera para felicitarlo.
A partir de ese verano las cosas cambiaron mucho.
Sus padres iniciaron ya los trámites definitivos del divorcio, y la vida de Nick
se convirtió en un infierno hasta que por fin se fue a vivir a Inglaterra, con
su abuela. Toda la familia Martí se despidió de él, lo abrazaron y le dijeron
que siempre sería bien recibido. Nunca volvió a esa casa, ni tampoco a ese
pueblo, pero él y Guillermo habían seguido siendo amigos; de hecho, Guillermo
era su mejor amigo. Y Charlie y la fábrica de
chocolate estaba guardado en el primer cajón
del escritorio de su despacho.
Hacía años que no se acordaba de ese beso ni de ese
verano, ¿por qué diablos lo había hecho ahora?
Bueno, tampoco tenía demasiada importancia, Miley no
llegaría hasta dentro de unas semanas y seguro que ella ni lo recordaba. La
trataría como si fuera su hermana, lástima que no tuviese ninguna; la ayudaría
en el trabajo y se esforzaría para que se sintiese a gusto durante los meses
que pasara en Londres. Después de lo bien que esa familia se había portado con
él, era lo mínimo que podía hacer.
5 comentarios:
asdfghjklñ hahahah quiero otro, me gusta mucho la nove siguela, espero los 15 que me debes ehhh
AHH HERMOSO EL CAPITULO MUY MUY WAAAO
no lo creo ree hermoso el capitulo espero espero y la sigass
continuala pronto amiga
jojojouuuu siguelaaa
Publicar un comentario