sex and more niley -cap -6-feliiiz cumple mimii

nick, con sutileza, tomo la temblorosa mano de ella; y la encamino hasta la cama, quedando justo en frente de ella, se sentaron en esta.
-          Pon atención. No hagas preguntas y déjame explicarte…--pidió nick.
miley  no tenía más que decir, así que solo se dispuso a asentir. nick empezó con un breve resumen, pero después de las primeras 2 oraciones ella se perdió en el atractivo cuerpo de nick. Trataba de prestarle atención a lo que decía, pero Dios; era imposible. Se esforzaba por ignorar la marcada tableta que llevaba en el abdomen, por evitar sus carnosos labios…[[Mi gosh $:!!!!!] y tratar de no empalagarse en sus pequeños ojos acaramelados.miley desvió la vista y sacudió un poco la cabeza, esas imágenes le estaban afectando. Demonios, él le estaba afectando.
-          ¿miley? ¿me estas prestando atención?—frunció un poco el ceño.
-          No, bueno si… no la verdad no—ladeo un poco la cabeza.nick sonrió, pues estaba encantado con todas las gestos que hacía aquella mujer— ¿y sabes qué? Espérame aquí.
Antes de que ella se levantara, nick la tomo por la muñeca.
-          ¿Y cómo se que no irás por los guardias? Digo, me da igual… para mí, eso no es problema—agrego Justin mientras que hacía un sabio juego de vista.
-          No, no iré por los guardias—dijo mientras imitaba el movimiento visual que hacía nick—iré a traerte algo, para que te cubras.
-          ¿Qué, no te gusto así?—alzo una ceja mientras esparcía una sonrisa traviesa.
-          No, me repugna—nick frunció el ceño mientras aflojaba el agarre de su muñeca, pues cualquier mujer que lo hubiese visto desnudo; lo hubiese deseado tanto como el infierno—Y aparte, no me puedo concentrar con…--trago en seco mientras le enviaba una mirada astuta al enorme miembro de nick—tremenda porción—de nuevo, ladeo la cabeza—espera aquí, no me tardó
-          Vale, confió en ti eh…
Ella se dio una media vuelta mientras esculcaba un albornoz en sus cajoneras. nick inclino su cabeza, y fácilmente, perdió la vista en ella; y en su trasero, que solo era cubierto por la fina tela del hilo dental. Dios, esa mujer lo mataba; el deseo lo asesinaba lentamente. Sus movimientos solo lo incitaban a anhelar más sus pliegues, su interior. El se mordió un labio y parpadeo un par de veces antes de que ella volteara.
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