sábado, 2 de junio de 2012

at dusk niley- capitulo 25


Me embargó una profunda tristeza y una sensación de desamparo que
me sacudió los hombros y me hizo un nudo en la garganta. Me mordí el
labio con tanta fuerza que me hice sangre. Me habría reconfortado volver
al  dormitorio  de  Raquel,  pero  todavía  no  estaba  preparada  para
enfrentarme a sus preguntas, así  que me encaminé hacia la  biblioteca
para  esconderme durante  la  siguiente  media  hora  hasta  la  clase  de
Ciencias Políticas. Seguro que encontraría algo que leer, tal vez un libro de
astronomía, incluso una revista de moda. Quizá me sentiría mejor si me
ocultaba detrás de un libro durante un rato.
Al acercarme a la puerta, esta se abrió de par en par y por ella asomó
Balthazar, quien echó un cómico vistazo al pasillo.
—¿Hay moros en la costa?
—¿Qué?
—Supongo que buscas refugio de la batalla campal entre Nick y Erich.
—La batalla se ha acabado. —Suspiré—. Ha ganado Erich.
—Siento oír eso.
—¿De verdad? Creía que Nick no le caía bien a casi nadie.
—No voy a negar que es un poco liante —dijo Balthazar—, pero Erich no 
se queda atrás  y él  ya tiene aquí quien le  apoye. Supongo que siento
debilidad por el más débil.
Me  apoyé  contra  la  pared.  Estaba  agotada,  como  si  ya  fuera
medianoche en vez de media tarde.
—A veces se respira tanta tensión en este lugar que me sorprende que
el edificio no se haga añicos como el cristal.
—Pues relájate. No estudies durante un rato —me propuso Balthazar,
zalamero.
—No vengo a estudiar. Creo que solo iba a pasar el rato.
—A pasar  el  rato...  ¿en la  biblioteca?  Vale.  ¿Sabes  qué? —Se inclinó 
ligeramente hacia mí—. Tienes que salir más.
No tenía ganas de reír, pero hice un esfuerzo por sonreír.
—Me subestimas.
—Entonces permíteme proponerte algo. —Balthazar vaciló lo suficiente 
para darme tiempo a adivinar lo que estaba a punto de hacer. Me cogió la
mano—. Ven conmigo al Baile de otoño.
A pesar de las insinuaciones y las bromas de Patrice, jamás se me había
pasado por la cabeza que Balthazar pudiera pedirme que fuera al baile con
él. Era el chico más guapo de la escuela y podría haber invitado a quien le
diera la gana. Aunque nos llevábamos bien y éramos amigos, y a pesar de
no ser inmune a su irresistible encanto, jamás lo habría imaginado.
Ni que me lo pidiera, ni que mi primer impulso fuera decirle que no.

Si bien habría sido una grandísima estupidez. La única razón que se me
ocurría para rechazar la invitación de Balthazar era la esperanza de que
me lo pidiera otra persona y esa otra persona no iba a pedírmelo porque
yo la había echado de mi lado para siempre.
Balthazar me miró con infinita ternura y, al ver esos ojos castaños tan
esperanzados, solo pude contestar:
—Será un placer.
—Genial.  —Cuando  sonreía  de  esa  manera,  se  le  marcaba  más  el 
hoyuelo de la barbilla—. Nos lo pasaremos bien.
—Gracias por pedírmelo.
Sacudió la cabeza y me miró como si no creyera lo que acababa de oír.
—El afortunado soy yo, créeme.
Le sonreí porque esa era una de las cosas más bonitas que nadie me 
había dicho jamás. Una mentira como un piano teniendo en cuenta que el
chico más popular de la escuela iba a llevar al gran baile a la friqui de la
clase —no hacía falta decir quién era el afortunado de los dos—, pero muy
bonito al fin y al cabo.
Sin embargo, no había sentimiento en esa sonrisa. Me desprecié por
mirar el apuesto rostro de Balthazar deseando que fuera el de Nick , pero
no pude evitarlo.

L


os  primeros  paquetes  llegaron  con  el  reparto  del  correo  de
Halloween: enormes cajas de cartón, algunas de las cuales llevaban
impresas  elegantes  etiquetas  de tiendas  caras,  unas  cuantas  con 
direcciones de Nueva York y París. La de Patrice venía de Milán.
—Lila. ¿No crees que es un color precioso? —El papel de tisú crujió al
sacar el vestido para el Baile de otoño. Patrice se puso la tela de seda de
color  claro sobre el  cuerpo,  supuestamente para que yo viera cómo le
quedaba, aunque lo que en realidad le apetecía era estrecharlo contra ella
—. Sé que ahora mismo no está de moda, pero lo adoro.
—Vas a estar guapísima. —Era fácil adivinar que ese color casaría a la
perfección con su tono de piel—. Debes de haber ido a cientos de fiestas
como esta.
Patrice fingió modestia.
—Ah, con el tiempo todas parecen iguales. ¿Será tu primer baile?
—Celebraron un par en mi antiguo colegio —dije, sin mencionar que se 
hicieron  en  el  gimnasio  y  que  de  la  música  se  encargó  el  friqui  de
audiovisuales, quien se dedicó a poner sus mezclas cutres.
Patrice no habría sabido de qué le hablaba, y habría entendido menos
aún  el  hecho  de  que  yo  me  pasara  ambos  bailes  de  pie  como  un
pasmarote, apoyada contra una pared, o escondida en el lavabo de las
chicas.
—Bueno, pues te vas a llevar una sorpresa muy agradable. Ya no se
celebran bailes como estos. Son mágicos, Miley, de verdad.
Se le  iluminó el  rostro al pensar en ello y deseé poder compartir  su
emoción.
Las dos semanas que transcurrieron entre la invitación de Balthazar y el
baile fueron muy confusas a causa del torbellino de emociones que me
lanzaba en direcciones opuestas cada dos por tres. Tan pronto estaba con 
mi madre mirando vestidos en un catálogo para elegir el  que más me 
gustara, como horas después empezaba a echar tanto de menos a Nick
que  apenas  podía  respirar.  Balthazar  me  sonrió  para  darme  ánimos
durante  una  de las  clases  interrogatorio  de la  señora  Bethany,  y  solo 

pensar  en la  magnífica  persona  que era  hizo que me embargara  una
oleada de culpabilidad porque creí estar dándole falsas esperanzas. No es
que él se hubiera arrodillado delante de mí y me hubiera prometido amor
eterno, pero estaba convencida de que esperaba de mí algo más profundo
de lo que yo sentía por él.
De noche, tumbada en la cama, imaginaba que Balthazar me besaba y
me sujetaba la cara entre sus manos. No significaba nada, podría haber
estado recordando una escena de una película. Luego, a medida que me
adormecía  y  mis  pensamientos  empezaban  a  divagar,  las  fantasías
cambiaban. Los ojos oscuros que tenía clavados en mí se volvían de color
verde bosque y era Nick quien estaba conmigo, sus labios sobre los míos.
Nunca  había  besado  a  nadie,  pero  conseguía  imaginarlo  con  claridad
meridiana  mientras  me revolvía  inquieta  bajo  las  sábanas.  Mi  cuerpo
parecía mucho más experto que yo. Se me aceleraba el corazón, notaba
las mejillas encendidas por el calor y había veces que apenas conseguía
dormir. Las fantasías con Nick eran mejores que cualquier sueño.
Me dije que no podía seguir así. Iba a asistir al Baile de otoño con el
chico más guapo de toda la escuela. Era lo único realmente bueno que me
había ocurrido hasta el momento en la  Academia Medianoche y quería
disfrutarlo. Sin embargo, por mucho que me lo repitiera, en realidad nunca
conseguía llegar a convencerme de que el baile fuera a alegrarme la vida.
Sin embargo, todo cambió cuando me puse el vestido la noche del baile.
—He metido un poco la cintura. —Mi madre llevaba una cinta métrica 
colgada del cuello y unos cuantos alfileres prendidos en los puños de la
camisa. Sabía coser cualquier prenda que se te pasara por la cabeza, en
realidad era una artista  de la  aguja,  y me había modificado el  vestido
comprado por catálogo. Sin embargo, no había manera de que hiciera lo
mismo con los  uniformes. Se escudaba en la  excusa  de que no tenía
tiempo y acabó sugiriéndome que aprendiera a coser, aunque sin éxito. Mi
madre no era amante de las máquinas de coser, y yo no me imaginaba
pasándome las tardes libres de los domingos aprendiendo a usar el dedal
—. También he bajado un poco el cuello.
—¿Quieres que me exhiba delante de los chicos? —Nos echamos a reír.
Sería un poco ridículo que me comportara con pudor estando allí de pie
delante de ella en bragas y con un sostén sin tirantes—. Esto y los kilos de
maquillaje que llevo... Creo que estás buscándote un problema con papá.
—Tu padre lo superará, sobre todo cuando vea lo guapa que vas a estar.
Me puse el vestido, de color negro azulado, que susurró suavemente 
cuando mi madre me ayudó a enfundármelo. Al subirme la cremallera del
costado, creí que me lo había ceñido demasiado, pero cuando abrochó el
corchete  vi  que  todavía  podía  respirar.  El  corpiño,  que  acababa
fundiéndose con la falda del vestido, me quedaba como un guante.
—Guau —susurré,  alisando  la  tela  suave y vaporosa con las  manos,
disfrutando del agradable tacto que tenía—. Quiero verme.
Mi madre me detuvo antes de que pudiera acercarme al espejo.

—Espera. Primero tengo que peinarte.
—¡Pero si solo quiero ver el vestido, no el pelo!
—Confía en mí. Ya verás como vale la pena esperar para ver el efecto 
completo. —Sonrió satisfecha—. Además, me lo estoy pasando bomba.
No podía  decirle  que no a  la  mujer  que se había  pasado  la  última 
semana retocando el vestido, así que me senté en el borde de la cama y
dejé que empezara a peinarme y a trenzarme el pelo.
—Balthazar es un chico muy majo —dijo—. Al menos esa es la impresión
que da.
—Sí, sí que lo es.
—Hum... No pareces muy convencida.
—No es eso. Al menos, no pretendo dar esa impresión. —Así no iba a 
conseguir  engañar  a  nadie,  ni  siquiera  a  mí—. Es  que  no  lo  conozco
demasiado, nada más.
—Os pasáis estudiando juntos todo el tiempo.  Yo diría que lo conoces
bastante bien para una primera cita. —Los diestros dedos de mi madre me
entretejieron una elegante trenza en la sien—. ¿Tiene algo que ver con
Nick? ¿Qué os ha ocurrido?
«Intentó ponerme en vuestra contra y luego se metió en una pelea con
unos obreros de la construcción en la ciudad, mamá. Así que ya ves que es
lógico que sea él con quien quiero estar.  Ahora seguramente papá y tú
querréis salir detrás de Nick con antorchas en la mano.»
—En realidad nada. No estamos hechos el uno para el otro. Eso es todo.
—Pero a ti sigue gustándote —dijo mi madre con tanta dulzura que me 
entraron ganas de volverme y abrazarla—. Si te sirve de consuelo, salta a
la vista que Balthazar y tú tenéis más en común. Es una persona seria.
Aunque ya estoy anticipándome. Tienes dieciséis años y no te hace falta
pensar en relaciones serias, lo que necesitas es pasártelo bien en el baile.
—Me lo pasaré bien. Solo llevar este vestido ya hace que merezca la
pena.
—Le falta algo.  —Mi madre se colocó delante de mí e inspeccionó su
trabajo con las manos en jarras, hasta que se le iluminó la cara—. ¡Eureka!
—Mamá, ¿qué haces? —Para mi espanto, se acercó al telescopio con las
tijeras en la mano y empezó a cortar los extremos de las ristras de papel
de estrellas de origami—. ¡Mamá! ¡Esas me gustaban mucho!
—Ya  lo  arreglaremos  después.  —Tenía  dos  hileras  pequeñas  en  las
manos, las que tenían las estrellas más pequeñitas en los extremos. La
pintura plateada lanzó un destelló al ponérmelas en las manos—. Aguanta
un momento.
—Estás como una cabra —dije al comprender lo que pretendía hacer.
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Bueno aquí termina, espero que les  haya gustado




5 comentarios:

eliz_cyrus_miller_jonas dijo...

fasinante seguilaaa

Anónimo dijo...

me encantoooo

amitha dijo...

FASISNATE AMIIX SIGUELA INTERESANTISISIMAA

Yazmin dijo...

aww kiero mas hay 5 y tu me prometiste 10 haha bromis milll gracias oye nicholas sera vampiro y el baltazar sera el ribal y tambien sera como vampiro? ahhhhh kiero leerme mas :( sube pronto me encantooo todos los caps de las novelas cuidate hermosa.

Anónimo dijo...

no la puedes dejar asi
NECESITO SABER q es lo q va a pasar en el baile!