sábado, 2 de junio de 2012
at dusk niley- capitulo 22
Nick se inclinó sobre la mesa, me cogió la mano con fuerza y me miró
fijamente con sus ojos verde oscuro. Llevaba toda la noche deseando que
me mirara de esa manera, pero no en esas circunstancias.
—Intentaste huir de tu familia y le restaste importancia como si solo
fuera una mala pasada que quisieras jugarle a alguien.
—Porque no fue más que eso.
—Pues yo creo que fue algo más, que no ibas desencaminada respecto
a Medianoche. Y creo que deberías escuchar más tu propia voz y dejar de
escuchar tanto la de tus padres.
No era posible que Nick estuviera diciéndome aquello. Si mis padres le
oyeran hablar así... No, no quería ni imaginarlo.
—Que Medianoche sea una mierda no significa que mis padres sean
malos padres, y hay que tener morro para criticarlos cuando apenas los
conoces. No sabes nada de mi familia y, además, ¿a ti qué te importa?
—Me importa porque... —se interrumpió, como si no se atreviera a
seguir—. Me importa porque me importas tú.
¿Por qué tuvo que decirlo en ese momento? De esa forma. Sacudí la
cabeza.
—Lo que dices no tiene sentido.
—Eh. —Uno de los obreros de la construcción acababa de pinchar una
de esas machaconas canciones heavy de los ochenta en la gramola y se
dirigió a nosotros, tambaleante—. ¿Estás molestando a la señorita?
—No pasa nada —me apresuré a decir. No había peor momento para
descubrir que la caballerosidad no se había extinguido—. De verdad, no
pasa nada.
Nick reaccionó como si no me hubiera oído.
—No es asunto tuyo —le espetó, fulminándolo con la mirada.
Fue como dejar caer una cerilla encendida en un tanque de gasolina. El
tipo se acercó con paso vacilante y todos sus amigos se levantaron.
—Cuando alguien trata así a su novia en público, maldita sea, ya lo creo
que es asunto mío.
—¡No me estaba molestando! —Seguía enfadada con Nick, pero la
situación estaba saliéndose de madre—. Está muy bien que, esto... os
preocupéis por las mujeres, de verdad, es fantástico, pero no pasa nada.
—No te metas en esto —dijo Nick con voz grave. Detecté algo en su
tono de voz que no había oído antes, una fuerza casi sobrenatural. Un
escalofrío me recorrió la espalda—. Ella no es asunto vuestro.
—¿Es que crees que te pertenece o algo así y que por eso puedes
tratarla como te venga en gana? Me recuerdas al cerdo de mi cuñado. —El
obrero parecía más enfadado que nunca—. Y si crees que no vas a recibir
lo mismo que él, tú sueñas, chaval.
Desesperada, miré a mi alrededor en busca de un camarero o del dueño
del local. O de mis padres. O de Raquel. En dos palabras, esperaba que
alguien, me daba igual quién fuera, pusiera fin a aquello antes de que
aquellos obreros borrachos hicieran papilla a Nick, porque eran enormes
y eran cuatro y en esos momentos estaba claro que todos tenían ganas de
pelea.
Aunque jamás habría imaginado que Nick sería el primero en empezar.
Se movió con tanta rapidez que ni lo vi. Pasó junto a mí como una
exhalación y, segundos después, el obrero caía de espaldas sobre sus
compañeros. Nick tenía el brazo extendido y el puño cerrado, pero aun
así necesité unos segundos para comprender lo que había sucedido. Por
Dios, acababa de pegarle a alguien.
—Ahora verás.
Uno de los obreros se abalanzó sobre Nick, quien lo esquivó con tanta
agilidad que fue visto y no visto. Se había hecho a un lado, lo que le
permitió empujar a su adversario con tanta fuerza que creí que acabaría
en el suelo.
—¡Eh! —Un hombre de unos cuarenta años, con un delantal repleto de
manchas de tomate, apareció en el salón. Me dio igual si se trataba del
dueño, el cocinero o el señor Pizza Hut, pero lo cierto es que en mi vida
me había alegrado tanto de ver a alguien—. ¿Qué está pasando aquí?
—¡No pasa nada! —Sí, mentí, pero qué más daba. Salí del cubículo y
empecé a retroceder hacia la puerta—. Nos vamos, ya está.
Los obreros y Nick seguían mirándose fijamente, como si quisieran
matarse, pero gracias a Dios Nick me siguió. Cuando la puerta se cerró
detrás de nosotros, oí que el dueño farfullaba algo sobre los crios de esa
maldita escuela.
Nick se volvió hacia mí en cuanto estuvimos en la calle.
—¿Estás bien?
—¡No gracias a ti! —Eché a andar a toda prisa hacia la calle principal—.
¿Se puede saber qué pasa contigo? ¡Has empezado una pelea con ese tipo
porque sí!
—¡La empezó él!
—No, él empezó la discusión, pero tú empezaste la pelea.
—Estaba protegiéndote.
—El también creía que me protegía. Puede que estuviera borracho y que
fuera un poco basto, pero no pretendía hacerle daño a nadie.
—No tienes ni idea de lo peligroso que es el mundo en realidad, Miley .
Siempre que Nick me había hablado así, como si fuera mucho mayor
que yo y quisiera enseñarme algo y protegerme, me había hecho sentir
arropada y feliz, pero en esa ocasión me sacó de quicio.
—¡Te comportas como si lo supieras todo y luego actúas como un
imbécil y te pones a pelear con cuatro tíos! Y me he fijado en cómo peleas.
No es la primera vez.
Nick caminaba a mi lado, pero poco a poco fue quedándose atrás,
como si se hubiera quedado pasmado. Enseguida comprendí que lo que
realmente lo había sorprendido era que hubiera adivinado algo por el
estilo. Tenía razón: Nick ya se había peleado antes, y más de una vez.
—Miley...
—Ahórratelo.
Levanté una mano y me dirigí en silencio al autobús alquilado, que ya
estaba rodeado por los estudiantes que se arremolinaban a su alrededor,
la mayoría de ellos con bolsas de compra y refrescos en las manos.
Nick se sentó junto a mí, como si todavía albergara la esperanza de
poder hablar conmigo, pero me crucé de brazos y no despegué la mirada
de la ventanilla. Vic se sentó de un bote en el asiento de delante y se
volvió hacia nosotros.
—Eh, tíos, ¿qué pasa? —nos saludó, antes de fijarse en nuestras caras
—. Vale, esto tiene pinta de ser el momento perfecto para contar una de
mis largas y liosas historias que no llevan a ninguna parte.
—Genial —contestó Nick, sin más.
Fiel a su palabra, Vic empezó a hablar sin parar de tablas de surf, de
Panic! At The Disco y de un sueño raro que tuvo una vez, y no paró hasta
que llegamos a la escuela. Eso me ahorró tener que dirigirle la palabra a
Nick, quien, por otro lado, tampoco abrió la boca.
espués del viaje a Riverton, me sentí como la imbécil que había roto
con Nick por una tontería.D
Esos tipos de la construcción habían estado bebiendo y, además, ellos
eran cuatro y Nick solo uno. Tal vez había tenido que demostrarles que
sabía lo que se hacía para que no lo molieran a palos. Si no le había
quedado más remedio, ¿qué derecho tenía yo a juzgarlo?
—¡Ni hablar! —dijo Raquel, cuando me confié a ella al día siguiente,
paseando por las inmediaciones del internado. Las hojas habían acabado
de cambiar de color, por lo que los montes distantes ya no eran verdes,
sino rojizos y dorados—. Si un tío se pone violento, te las piras. Y punto. Ya
puedes dar gracias de haber descubierto cómo es en realidad antes de ser
tú el blanco de su ira.
Su vehemencia me dejó atónita.
—Parece como si supieras muy bien de lo que estás hablando.
—¿Es que nunca has visto un telefilme? —Raquel no me miró a los ojos
y siguió jugueteando con la pulsera trenzada de cuero que llevaba en la
muñeca—. Todo el mundo lo sabe: los hombres que pegan no son buenos.
—Ya sé que se pasó tres pueblos, pero Nick jamás me haría daño.
Raquel se encogió de hombros y se arrebujó aun más en su chaqueta,
como si le hubiera entrado frío, aunque fuera se estaba bien. Hasta ese
momento, no me había preguntado hasta qué punto su discreto
comportamiento y su aspecto masculino no responderían a un deseo de
desviar una atención que no deseaba.
—Nadie piensa que va a ocurrir algo malo hasta que ocurre. Además, no
paraba de decirte que la gente de aquí daba asco y que no debías intimar
ni con tu compañera de cuarto ni con nadie, ¿no es así?
—Bueno... Sí, pero...
—Pero nada. Nick ha estado intentando aislarte de todo el mundo para
poder tener más poder sobre ti. —Raquel sacudió la cabeza—. Estás mejor
sin él.
Yo sabía que se equivocaba respecto a Nick , pero también era
consciente de que no había pasado tanto tiempo a su lado para conocerlo
a fondo.
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2 comentarios:
extremadamente geneal
me encanto muchisisismoo!
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