lunes, 4 de junio de 2012

at dusk niley- capitulo 28


—Ese término la define muy bien. Respecto a mí, tiene muy claro quién
debería ser y qué debería hacer. Puede que no esté siempre de acuerdo
con ella, pero, en fin, no deja de ser mi madre. Sus palabras no me dejan
indiferente. —Lanzó un hondo suspiro—. Seguramente parece antes una
excusa  que  una  explicación,  pero  tiene  mucho  que  ver  con  mi
comportamiento en Riverton.
Mientras  iba  dándole  vueltas  a  lo  que  me  contaba,  empecé  a
comprender hasta qué punto lo explicaba todo: Nick había asumido que
mis  padres  intentaban  dirigir  mi  vida  porque  era  lo  que  su  madre
intentaba hacer con él.
—Lo entiendo, de verdad.
—Hace frío. —Nick  me dio la mano. El corazón empezó a latirme con 
fuerza—. Vamos. Volvamos a la escuela.
Continuamos caminando de vuelta a Medianoche. Salimos del bosque a 
los jardines, desde donde vimos las luces brillantes del salón y las siluetas
de las  parejas  bailando.  Imaginé cómo podría  haber sido  esa noche si
Nick  y yo no hubiéramos discutido y él hubiera sido mi pareja para el
Baile de otoño. Era casi demasiado perfecto para poder imaginarlo.
—No quiero entrar todavía.
—Hace frío.
—Tu chaqueta es muy calentita.
—Cuando la llevas puesta, sí.
Me sonrió.  Nick  siempre  me  parecía  mayor  que  yo  menos cuando 
sonreía.
—Espera  un  poquito  —supliqué,  tirando  de  él  hacia  el  cenador  que 
habíamos  encontrado  la  noche  de  la  hoguera—.  Nos  mantendremos
calentitos el uno al otro.
—Hombre, si lo pintas de ese modo...
La tupida enredadera ocultaba las estrellas del firmamento cuando nos 
sentamos en el cenador. Nick me rodeó con sus brazos y con ese único
gesto se desvanecieron todas las dudas y la confusión que habían estado
acosándome las últimas semanas. Había creído ser feliz durante el baile,
pero solo porque me había dejado llevar en medio del torbellino.
Ahora era diferente. Sabía dónde estaba, quién era y me sentía en paz
conmigo misma. A pesar de que no había olvidado las razones que me
habían hecho dudar de Nick, cuando estábamos tan cerca confiaba en él
por completo. No tenía miedo de nada en el mundo. Podía ser yo misma,
sin inhibiciones. Cerré los ojos y froté mi nariz contra su cuello. Nick se
estremeció, y no creí que hubiera sido por el frío.
—Sabes  que  solo  quiero  cuidar  de  ti,  ¿verdad?  —susurró.  Sentí  sus
labios rozando mi frente—. Quiero que estés a salvo.
—No necesito que me protejas de ningún peligro, Nick. —Lo abracé por
la cintura y lo estreché contra mí, con fuerza—. Lo que necesito es que me 

protejas de la soledad. No te pelees por mí, quédate a mi lado. Eso es lo
que necesito.
Se echó a reír. Una risa extraña y triste.
—Necesitas  que alguien cuide de ti,  que se asegure de que no pasa 
nada. Y yo quiero ser ese alguien.
Levanté la cabeza. Estábamos tan cerca que mis pestañas rozaron su 
barbilla y sentí el calor que desprendían nuestros cuerpos en el pequeño
resquicio que separaba nuestras bocas.
—Nick, solo te necesito a ti —dije, reuniendo valor.
Nick me acarició la mejilla y rozó sus labios contra los míos. Ese primer 
contacto  me cortó  la  respiración,  pero  había  dejado  de  tener  miedo.
Estaba con Nick y no podía pasarme nada.
Lo besé y descubrí que mis sueños no me habían engañado: sabía cómo
besarlo, cómo tocarlo.  Era un conocimiento que había atesorado en mi
interior  desde siempre,  a la  espera de la chispa que lo  prendiera y lo
avivara. Nick me estrechó contra su pecho con tanta fuerza que apenas
pude respirar.  Fue un beso profundo y lento,  impetuoso y delicado, mil
veces distinto. Perfecto en todas sus facetas.
Se  me cayó  la  chaqueta  de  los  hombros  y  mis  brazos  y  hombros
quedaron  expuestos  al  aire.  Deslizó  las  manos  por  mi  espalda  para
protegerme del frío nocturno y sentí sus palmas en mis omóplatos y sus
dedos en mi columna. El tacto de su piel sobre la mía fue muy agradable,
mucho mejor de lo que había imaginado, y dejé caer la cabeza hacia atrás,
suspirando de placer.  Nick me besó en la  boca, en las mejillas,  en la
oreja, en el cuello.
—Miley—dijo en un dulce susurro que sentí en la piel. Los labios de
Nick rozaban mi cuello—. Deberíamos parar.
—No quiero.
—Aquí fuera... No deberíamos... Dejarnos llevar...
—No tienes que parar.
Le  besé  el  pelo  y  la  frente.  Solo  podía  pensar  en  que  ahora  me 
pertenecía, a mí y solo a mí.
Cuando nuestros labios volvieron a encontrarse, el beso fue diferente, 
intenso, casi desesperado.  Nuestras respiraciones se habían acelerado y
nos impedían  hablar.  No existía  nada en el  mundo salvo  él  y esa voz
monótona en mi interior que insistía una y otra vez en que él era mío, mío,
mío...
Sus dedos rozaron el fino tirante del vestido y este se escurrió de mi
hombro y dejó a la vista la curvatura superior de mi pecho. Nick dibujó
con su pulgar una línea entre mi oreja y mi hombro.  Deseé que no se
detuviera, que me tocara como necesitaba que me tocaran. No pensaba
racionalmente,  de hecho apenas  conseguía pensar.  En aquel  momento 

solo existía mi cuerpo y lo que me exigía. Sabía qué debía hacer, aunque
ni siquiera llegara a imaginarlo todavía. Lo sabía.
Para, me dije. Sin embargo, Nick y yo habíamos ido demasiado lejos
para poder detenernos. Lo necesitaba, por completo, ahora.
Sujeté su rostro entre mis manos y posé mis labios suavemente en los
suyos, en su barbilla, en su cuello. Y al ver el pulso de las venas latiendo
bajo la piel, no pude reprimir mi sed de él.
Lo mordí en el cuello, con fuerza. Lo oí gritar de dolor, desconcertado,
pero al  mismo tiempo la  sangre salió  disparada  hacia  mi lengua  y el
espeso  sabor  metálico  se  propagó  en  mi  interior  como  un  incendio:
ardiente, incontrolable, mortífero y bello. Al tragar, el sabor de la sangre
de Nick en mi garganta fue lo más dulce que había conocido hasta el
momento.
Nick intentó separarse de mí, pero ya estaba muy debilitado. Lo cogí
entre  mis  brazos  cuando  empezó  a  desplomarse  para  poder  seguir
bebiendo con avidez. Tenía la sensación de estar aspirando su alma junto
con su sangre. Nunca habíamos estado tan unidos como en ese momento.
Mío, pensé. Mío.
En ese momento, el cuerpo de Nick se relajó por completo: se había 
desmayado. Y el darme cuenta de su estado fue como un jarro de agua
fría que me sacó del trance de golpe.
Respiré jadeante y solté a Nick,  que cayó desmadejado al suelo del
cenador. El corte amplio y profundo que mis dientes habían dejado en su
cuello,  oscuro y  húmedo a la  luz  de la  luna,  resplandecía  como tinta
derramada. Caía un pequeño hilillo de sangre sobre los tablones del suelo,
donde estaba formándose un charco alrededor de una pequeña estrella
plateada que se me había caído del pelo.
—Socorro —jadeé, sin aire, en un susurro apenas audible. Aún tenía los
labios  pegajosos  y  calientes  por  la  sangre  de  Nick—.  Por  favor,  que
alguien me ayude.
Descendí  tambaleante  los  escalones  del  cenador,  desesperada  por
encontrar a alguien, a quien fuera. Mis padres se pondrían hechos una
furia, por no hablar de la señora Bethany, pero alguien tenía que ayudar a
Nick.
—¿Hay alguien ahí?
—¿Y  a  ti  qué  te  pasa?  —Courtney  salió  del  bosque,  visiblemente 
molesta. Llevaba arrugado el vestido blanco de encaje. Su pareja la seguía
detrás.  Por  lo  visto  había  interrumpido  una  sesión  de  morreo—.  Un
momento... Eso que tienes en la boca... ¿es sangre?
—Nick.  —Estaba  demasiado  asustada  para  ni  siquiera  intentar
explicarme—. Por favor, ayudad a Nick.
Courtney  se  retiró  hacia  atrás  el  largo  cabello  rubio  y  entró  en  el
cenador, donde encontró a Nick tendido en el suelo, con el cuello abierto.

—Dios mío —dijo con un hilo de voz y se volvió hacia mí con una sonrisa
taimada—. Ya era hora de que crecieras y te convirtieras en un vampiro
como los demás.



5 comentarios:

beln_de_jonas dijo...

LEO RAPIDO AMOR AHH ME ENCANTO NO ME LO CREO AUN AHH HERMOSSISIS

melani dijo...

QUUE QUE LE PASO A NICK NOOO QUENO MUERA AHHH

melina dijo...

AWW nick pero que que le paso

wapoxsiempre dijo...

NO ME LO CROE NO ME LO CREOOO

Anónimo dijo...

me encanto