viernes, 8 de junio de 2012

The Bodyguard- Capitulo 3



Cordelia apareció con una humeante taza de café. Observó como
Nick guardaba un pequeño sobre con una sonrisa y acercaba a sus
manos un sobre Manila. Se sentó, tomó el abrecartas y lo abrió.
—Gracias Cordi. No sé qué haremos cuando te vayas.
—Ya empecé a buscar una suplente. No te preocupes cuando me
vaya ni siquiera notarás la diferencia.
Nick sonrió —lo dudo _le respondió mientras se enfocaba en la
información que contenía el sobre. 
Miley James
Oxford Street 1287
Dpto 14
Estudiante de Administración de empresas en la Chicago
University.  
Un edificio. Pensó Nick, eso simplificaba la seguridad. Detrás de la
hoja con sucinta información venían los datos de Robert T. James,
domicilio, teléfonos varios, incluidos el del laboratorio, mientras lo
miraba cayó sobre el escritorio una foto.
Cuando la recogió la miró. La tímida señorita James, supongo. El
rostro que lo miraba parecía el de una niña de rasgos casi élficos. Una
preciosa piel blanca en abierto contraste con el extraño color de su
cabello, diversos tonos de marrones que iban del rojizo hasta el
castaño dorado, unos enormes e inocentes ojos color ¿café? muy
claros. Pero lo que llamó inmediatamente su atención fue su boca de
gruesos labios en un diseño perfecto, su tono rojizo, su tamaño, el
pequeño mohín que le otorgaba a su rostro un encanto angelical, una
boca verdaderamente besable. ¿Besable? Nick se sonrió a sí
mismo. De repente se encontró imaginando a la tímida señorita
James chupándolo mientras esos enormes ojos lo miraban hacia 

arriba. Esa boca debía ser algo extraordinario y no solo besable.
Imaginarla arrodillada ante él, con sus preciosa boquita chupando la
cabeza de su pene ruidosamente, logró que su polla se moviera
enérgicamente en aceptación y entusiasmo. Así que estamos de
acuerdo. Pensarlo lo hizo sonreír y así lo encontró su hermano Kevin.
Kevin tenia 28 años, cinco menos que él y físicamente compartían
muchos genes. Ambos, en realidad los tres hermanos Winsdstone,
medían lo mismo, el metro ochenta y ocho. Los tres parecían
avezados deportistas, de grandes hombros, trabajados bíceps,
producto de buenas sesiones de pesas y un duro entrenamiento
policial. La única diferencia entre ellos era el color de sus ojos. Y el
carácter. Nick era el mayor, y había tenido que hacerse cargo de
sus hermanos cuando sus padres murieron, ese infausto hecho lo
había vuelto taciturno y eternamente preocupado por controlar todo,
Kevin como el hermano del medio, era su opuesto, tranquilo y
despreocupado. Para salvaje estaba Joe. Como el menor de los
hermanos, siempre le habían dejado hacer todo lo que se le ocurriera
y muchas veces lo que quería nunca era lo aceptable. Nick y Kevin
rogaron muchas veces frente a su locas aventuras que algún día se
les concediera la gracia de tener un hermano con cerebro. Hasta
ahora lo único que salvaba a Joe de morir a manos de sus
hermanos era su trabajo dentro de la empresa. Era el mejor en lo
suyo y lo tomaba con absoluta seriedad. Así como Nick estaba a
cargo de toda la informática y las tecnologías de la información, Kevin
se ocupaba de la seguridad y las alarmas y Joe se ocupaba del
personal de custodia y del armamento. No había arma que Joe no
manejara.  
Los tres tenían el cabello oscuro, pero mientras los ojos de Nick eran 
profundamente negros, los de Kevin eran cafes pero tan oscuros que
bien podían pasar por negros, lo que muchas veces hacía que la 

gente los confundiera; y los de Joe era de una extraño color canela, solo tenían que llevarle la contraria y sus ojos se volvían tan
oscuros como los de sus hermanos.
—Me dijo Cordi que estuvo James —le dijo Kevin sentándose.
—Así es.
—¿Y?
—Alguien lo amenaza y ahora van detrás de su hija. Y teme por ella.
Nick extendió la foto de Miley. Cuando Kevin la tomó pegó un
silbido bastante apreciativo —¡Preciosa!
Nick no contestó inmediatamente. —Su padre dice que es una
criatura tímida, y bastante introvertida.
—La verdad, no me interesaría que me distraiga, solo que ponga esta
adorable boquita en mi polla. ¿Para qué más?
—¿Debo recordarte como a Joe que los clientes son sagrados?
Kevin  rió. —¿Te gusta eh? No te preocupes esa boquita será toda tuya.
¿Cuándo la vemos?
—En cuanto investigue a los James.
Nick sabía que James no le había mentido. Extraña habilidad que
compartía con sus hermanos. Podían percibir hasta la más pequeña e
inocente de las mentiras. Excelente si eres un investigador. Pero este
don no era el único.
Desde tiempos inmemoriales, los miembros masculinos de su familia
compartían un legado que los hacía únicos. Podían hacer creer a
cualquier persona que miraran lo que ellos quisieran. De los tres, sólo
Joe había encontrado el lado divertido de sus dones, sobre todo
cuando les hizo creer a uno de sus profesores que su patético titubeo
en una lección oral, había sido la mejor lección que habían oído
jamás. Y eso fue hasta que sus padres se enteraron. Pero Joe
jamás hizo las cosas fáciles para nadie. 


5 comentarios:

eliz_cyrus_miller_jonas dijo...

WAO WAO FASINANTE AMIGAAA

Anónimo dijo...

fasinantee

eliza dijo...

mujer es un hecho siguela prontoo

amitha dijo...

amigaa! ahh sary esta hermoosoo

tay-alizabeth dijo...

WAO WAO WAOOO SIGUELA AHH YA LEO EL QUE SIGUE