domingo, 4 de diciembre de 2011

one shot niley- mi profesor


Empecé las clases de tango porque mi amiga me insistió en lo maravilloso que era, ella era profesora desde hacía varios años y al final sucumbí al encanto.
Al poco tiempo de empezar las clases el profesor que teníamos se marchó y un bombón ocupó su lugar.
¡Dios! Qué bueno estaba nick, el nuevo profe; era joven, alto y su melena china despertaba envidia. Utilizaba unas camisetas negras muy ajustadas; que le marcaban a la perfección sus abdominales.
Las mujeres mayores suspiraban al verlo entrar por la puerta, las más jóvenes intentábamos disimular tontamente.
Mi pareja me había fallado esa tarde, así que nick se convirtió en mi pareja.
Me cogía por la cintura con sus enormes manos y bailábamos sumamente pegados el uno del otro; seguramente con mi pareja de baile lo hacíamos igual, pero para mí en ese momento era algo especial… era piel.
Notaba como mi culotte se estaba empapando y por fortuna o desgracia la clase llegó a su fin.
A los pocos días iba en mi coche por la avenida que va hacia la academia de baile, escuchando Tiziano Ferro a todo volumen y cantando como una loca cuando de repente veo una figura, al parecer masculina, haciendo auto-stop.
¿Auto-stop por una avenida de Zamora? Esas cosas no se veían todos los días.
A medida que me fui acercando reconocí esa esbelta silueta al instante. Era nick.
Paré el coche, bajé la ventanilla y le miré casi atontada.
¾ ¿Qué haces haciendo auto-stop?
¾Se me ha muerto el coche –dijo señalándolo. ¾No tengo batería en el teléfono y como son más de las ocho de la noche no hay ningún jodido locutorio abierto.
¾Anda, sube que te llevo. ¿Ibas a la academia, verdad?
¾Si, menos mal que siempre salgo con tiempo.
Nunca iba a la clase de las nueve de la noche, pero ese día decidí probar… ¡bendita sea la hora!
Bajé un poco la música y no pusimos en camino.
¿Hacía calor o era yo? Creo que incluso estaba sudando.
¾No te comas las uñas –lo regañé. No me importaba por sus uñas, la verdad, más bien era por lo sensual que se le veía el dedo en esos labios carnosos y jugosos.
¡Por fin llegamos a nuestro destino!
¾Me iré al bar un rato, tengo media hora hasta que la clase empiece.
¾También podríamos hacer otra cosa –dijo acariciando mi pierna.
Abrí los ojos como platos y mi piel se erizaba. Su mano subía lentamente.
¾Para qué negarlo ¿No te parece? –no, no se estaba insinuando, estaba yendo directamente al grano.
Sin pensármelo dos veces le estampé un beso en esa boca que tanto deseaba. Por supuesto, él me siguió el beso.
La temperatura fue subiendo y los cristales empañándose, hacía calor de verdad. ¡Madre santa!
Tiró de la palanca y su asiento hizo tope para atrás… era una locura hacerlo en el coche, pero no quedaba otra.
Me senté encima y le levanté la camiseta. Me perdí en el vello que iba del ombligo hacia abajo, en sus duros brazos y su tableta de chocolate.
Me devolvió a la realidad con un beso dulce y húmedo, mientras se desabrochaba el pantalón.
Me levanté un poco para que pudiera bajárselo y me maravillé al ver la culminación del vello que bajaba desde el ombligo. Me detuve en su enorme erección y casi quedo sin aliento; no creía que fuera posible que todo eso fuese para mi sola.
Tras ese breve lapsus me puse de espaldas, bajé mi pantalón, el culotte, (en ese ínterin él se puso un preservativo) y me senté sobre su gran virilidad.
Sus manos cubrieron mis pechos y siguieron el movimiento mientras subía y bajaba por su extensión; luego bajo una de ellas hasta mi clítoris.
Me sentía atrapada; con una mano en un pecho y la otra en mi botón del placer, no podía dejar de mover las caderas y de engullir su miembro con mi húmeda vagina.
Estaba en la gloria y poco me importaba si alguien nos veía.
¾Bájatelos del todo y date la vuelta; quiero mirarte y sentir tus pechos en mi cara.
Como negarme ante tal petición.
Me deshice de la ropa, me giré con algo de dificultad ya que el espacio no permitía demasiadas piruetas y me puse frente a frente.
¾ ¡Que buena estas, mils! –dijo con lascivia.
Hundí su masculinidad dentro de mí; él me estrechó con fuerza en su pecho.
Podía notar como su miembro se inflamaba y latía vigoroso.
Mi feminidad se contraía y mi útero empezaba a darme esporádicos espasmos.
Aceleré el ritmo y él me acompañó. Apretaba las piernas en un vano intento por que permaneciera allí.
Su pubis frotaba mi clítoris, eso aumentó mi orgasmo.
Besó mi pecho y atrapó el pezón con sus blancos dientes ¡Ya no podía más!
Un grito ahogado en su cuello proclamó a los cuatro vientos el orgasmo que estaba teniendo. Mis fluidos bajaban estrepitosamente, dejándolo a él empapado.
Esa noche tuve la mejor clase de tango que jamás habría podido tener.
No pasamos la noche metiéndonos mano con disimulo, refregando nuestros cuerpos y deseando que acabara para volver a repetir la experiencia
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ya se q no es muy hot noo ando con inspiracion vere si les subo otroos sales besotes muakiiss y ann dedikdos a velery y jime q las amo chikas

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