lunes, 20 de febrero de 2012

sex and more niley -cap -16


Papá, mañana llega James.
Su padre, tomo un sorbo al vino, y regreso la mirada hacía su hija.
- ¿James?
- Si, del que te hable en la mañana…
- Si, ¿Por qué no me avistaste? Te eh dicho mil y una vez, que me avises con anticipación. Que nos visite después…--concluyo.
- Papá, sería irrespetuoso no aceptarlo ¿no sabes cuantos favores le debo? No sabes cuánto me ayudo—se puso como la victima frente a su papá.
Raymond la observo por encima del vino. Y asintió. Hiso un ademán y encendió el botón del micrófono.
- Steven, que se prepare la habitación de huéspedes. Que nos visitan.
- Claro que sí, majestad.
miley sonrió y se echo a los brazos de su padre.
- Gracias, te quiero, gracias—dijo mientras lo llenaba de besos—gracias, gracias…
- Por favor, miley. Pudor.
- Claro—se enderezo.
Después corrió de la oficina de su padre, y antes de salir le mando un beso. Raymond permaneció en la misma actitud. Serio y temible. Pero cuando miley salió, una sonrisa dibujo sus labios. Después, cambio su mirada a la foto de su madre. Y es que desde que se fue Annabeth, siempre se mostraba como un hombre sin sentimientos.
miley cerró la puerta de un portazo, y se encogió en sí misma. Sabía que más que nada, su padre odiaba los portazos. Se mordió el labio a esperar la respuesta de su padre, pero no hubo ninguna. Se encogió de hombros y siguió con su camino.
- Así que… ¿viene James?
miley pegó un pequeño saltito, mientras que con su mano derecha calmaba a su corazón.
- Mira que llegas hacer estúp.ida, no puedes andar por el castillo escondiéndote en los rincones….
- ¿te asuste hermanita?—dijo Iliane, saliendo del rincón obscuro.
- Claro que me asustaste—retomo la respiración.
Soltó una ricita burlona.
- Pues mas ojo, pequeña…
miley la miro serena, después se echo los mechones de pelo hacía un lado, hiso un ademan de irse, pero Iliana la detuvo.
- No me contestaste…
- No te tengo que contestar nada…
- ¿viene James?
- ¿para qué? ¿También te lo quieres follar?
Iliane la soltó y la expresión de su rostro retador cambio a una de ofensa.
- Desgraciada, claro que no… solo quiero saber quién nos visita
- Me visita, queras decir—después, se dio la media vuelta.
- Claro, que a ti es la que te gusta… aquí, única que se lo quiere follar eres tú…
- ¿y eso a ti te importa?—regreso.
- No, para nada… solo te quería dar un consejo de hermanas, usa condones reales, seguro ese James la tiene grande.

Ni te imaginas, hermanita…

- ¿Qué?
- Pues eso me imagino, para lo que eh escuchado de ti y de Kristen—dijo mientras se recargaba sobre la pared afelpada.
- Que pesada eres—después, se dio la vuelta y la dejo, aun sola.
Iliane se encogió de hombros y siguió con su camino. Aprovechada. Bonita. Orgullosa
Habitación añil. Fría. Tal vez por la frigidez que se quiebra en la mañana. Tal vez por la brisa de diciembre, que pasa aun desapercibida por enero. O tal vez, por la simpleza de una sencilla palabra; soledad. miley se enrosco entre las sabanas y en el edredón de seda que la cubría. Una vez más, tembló. Maldijo. Debió haber cerrado la ventana la noche anterior. Pero no, terca. Así era miley. Se levanto de la cama, a regañadientes, con pereza y desidia. Cerro a como pudo la ventana, y bajo las cortinas de par en par. Después, cogió una de sus pijamas más cálidas y afelpadas. Una morada, de algodón. Suave, cómoda y muy calentadora. Lo que quería. Levanto las sabanas, una vez más, y se metió entre ellas. Se puso cómoda y dejo que su cabeza se perdiera en la suavidad de la almohada.
- Listo, como quería.
Cerró un ojo. Ahora otro. Sonrió. Después, varios toques a la puerta.
- No, no, no… no me jodan ahora—bufo.
- Joven Seymour—Joder, y odiaba que la llamasen por su apellido. miley, miley, era miley. Nada más. Ni Madame, ni lady, ni nada. miley.
- ¿sí?—contesto con un alterado tono de vos. Molesta. ¿Cómo no estarlo?
- El joven James ha llegado—aviso Teresa
Por un momento, quedo inmóvil. ¿James? No, no James. ¿nick? Esto está mal. ¿Cómo Jodi…--?
- Enseguida bajo, Tes. Gracias…
- De nada—la mujer se dio la vuelta… para, seguro, seguir haciendo sus deberes en la mansión.
Ella pensó. Claro, llegaría hoy. Pero… ¿Por qué no entro como suele entrar? Se froto los ojos una vez más. Pego un salto y salió de la cómoda cama. Corrió al cuarto de baño. Observo su reflejo a través del cristal y se dio una rápida peinada. Si por ella fuera, bajaría en pijamas… pero cuando se trata de invitados, el Rey Raymond siempre es tan exigente. No era algo especial, solo eso; un invitado. Ó si, un invitado muy especial. Corrió y abrió la puerta que daba a su closet. Largo, espacioso, digno de una princesa. Con luces adornando las esquinas, y alumbrando el millar de prendas.
- Ahora, ¿Qué me pongo?—se pregunto mordisqueando la punta de su cabello.
Camino entre el pasillo, visualizando cada uno de los vestidos. Se puso de puntitas y alcanzo uno de la segunda hilera. Uno con corte A, a un palmo de la rodilla; beige, con tonos amarillos y disimulados holanes, muy pocos. Cogió rápido el ligero suéter gris y los flats a juego. Camino hasta al baño, rápida. Y en menos de 20 termino. No se maquillo, un poco de gloss, si acaso. Abrió la ventanilla y con su mirada, recorrió todas las coloridas botellitas de perfume. Ahí estaba esa. Beyond Paradise. Ese envase en forma de una gota con suaves colores y un delicado corte plateado en la tapa ¿pero a quien le importa la forma y el color? Sino, el exquisito olor a jazmines. Eso volverá loco a nick. Se hecho un poco. En el cuello. Y como siempre, antes de salir, se regreso a mirarse de nuevo. Todo perfecto, o casi perfecto. Y con un portazo, salió de la habitación.

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