¿Alguna vez has conocido a un hombre y la atracción
instantánea era tan feroz que, a primera vista, querías saltar sobre él?
Bueno, yo sí. Mi nombre es miley cyrus, y soy
una diseñadora de interiores por oficio. El hombre del cual hablo es mi
cliente. nick Jonas, también conocido como Señor Millonario, y uno de los
solteros más codiciados en Miami. Es un magnate de los bienes raíces, se
rumorea que es muy elusivo, un dolor en el culo de la realeza, y es famoso por
su comportamiento inquietante. Él contrató a mi compañía para redecorar la
oficina de su casa, y como socia superior de la firma, fui enviada para
complacer los caprichos del señor Jonas.
Al momento de posar mis ojos en él, mi corazón
comenzó a latir con fuerza y un calor febril me llegó apresuradamente hasta la
cabeza. Antes de que cualquier cosa se registrara por completo en mi mente, mi
cuerpo respondió a mi recién descubierto objeto del deseo con un desenfreno
total que yo nunca antes había experimentado. Mis pezones se apretaron. Mi coño
se cerró. Estaba mojada con necesidad. No soy una ninfómana, claro está.
Usualmente, me toma un buen juego previo para quedar así de húmeda, pero este
hombre agitaba este tipo de fuego en mí simplemente con mirarme. No sé cómo lo
hizo, pero provocó que mi sangre hirviera.
Sus ojos se posaron en mí mucho antes que
reconociera mi presencia en la habitación. Se sentó detrás de su antiguo escritorio
de Luis XV, escrutándome con sus ojos de halcón. No sé si él se sintió de la
misma manera que yo, pero vi fuego quemando en sus ojos también. Incluso sin
decir una palabra, simplemente supe que la química entre nosotros explotó como
la pólvora. Realmente absurdo, ya que éramos desconocidos. Pero al mismo
tiempo, lo que sucedió entre nosotros se sentía muy correcto.
“Señorita Cyrus”. Jonas se levantó desde su
asiento para darme la bienvenida. “Es un placer conocerla al fin. Admiro su
trabajo en el Plaza. Es absolutamente magnífico”. Su voz era ronca, seductora y
articulada, muy culta, teñida con algún acento europeo no identificado. Muy
sexy. Su postura alta y musculosa se alzaba sobre mí mientras me enderezaba y
estrechaba su mano.
“Gracias, señor. También es un placer conocerlo”.
Al instante en que nuestras pieles se tocaron,
corrientes eléctricas sin sentido se apoderaron de cada una de mis venas. Mi
coño se apretó desesperadamente otra vez y derramé crema. Su agarre era firme y
posesivo. No dejó ir mi mano de inmediato. Diablos, yo tampoco quería soltar la
suya. Pero segundos pasaron entre nosotros sin que una palabra fuera dicha, y
comenzaba a parecer ridículo e incómodo. Aclaré mi garganta y le lance una
sonrisa tímida. Se sobresaltó, como si acabara de despertar de un sueño y me
dejó ir. Podía jurar que el hombre se sonrojó. “Por favor, tome asiento”.
“Gracias”. Me senté en la silla frente a él y saqué
el portafolio de mi maletín. “¿Creo que habló con mi jefe y él me dijo que
usted está interesado en redecorar la oficina de su casa?”
Nick no me respondió. Continuaba mirándome como
si quisiera comerme viva. “Sí”, murmuró finalmente, su mano se movía de forma
ligera en un pequeño gesto. “Estoy cansado de tanta madera en esta habitación.
Estaba pensando en algo simple, minimalista. Moderno y limpio”.
“Entonces puede que le guste lo que tengo en mente,
señor Jonas”.
Una sonrisa atrevida se cernía en la esquina de sus
labios. “¿Qué es exactamente lo que tiene en mente, señorita Cyrus? Estoy
dispuesto a todo”.
Pestañee. “Estilo minimalista. Zen”.
“Ah”. Lucía decepcionado al no morder su anzuelo.
Bueno, para ser honesta. No soy muy coqueta. Y en segundo lugar, Nick es el
cliente VIP de mi firma. Si jodía esto, podía darle un dulce beso de despedida
a mi trabajo. Mi mano temblaba mientras revolvía entre las páginas de mi
portafolio. Quería derretirme bajo su aguda mirada. “Hice este tema para un
cliente en Osaka. Simple, aunque elegante. Muy Zen”.
Nick se levantó de su asiento otra vez y se paró
a mi lado. Se quedó detrás de mí con una mano en mi silla y la otra en mi
portafolio. Su aliento caliente encendió mi nuca. Mi corazón galopaba con más
fuerza. Me sentía nerviosa, como una colegiala con un enamoramiento. “Muy Zen,
sin duda”, estuvo de acuerdo. El roce de su voz quemó cada fibra de mi ser.
Me giré hacia él. “Yo t-tengo…” antes de poder
terminar mi frase, Nick me besó. Aplastó su boca en la mía, sofocándome con
un duro y codicioso beso hambriento. Gemí y le devolví el beso con la misma ferocidad.
Pasó sus manos por todo mi cuerpo, sintiéndome. Rompió el beso, con sus ojos
encendidos. “Dios, ¿lo sentiste también?”
Murmuré sin mucha inteligencia. “Sí”.
Gruñó como una bestia. Sucedió tan rápido, que
apenas pude comprender que me había arrastrado hasta su escritorio, atrapándome
bajo su peso. Arrancó mi blusa y me quitó el sujetador. Su mano se posó en mi
pecho, apretándome tan fuerte que me dejó sin aliento por unos segundos. Me
estremecí cuando su boca se pegó en mi pezón. Sus dientes me mordieron, su
lengua giró alrededor de mi aureola, su boca succionó con vehemencia. Dios, un
grito casi se expulsó de mi garganta, pero fui capaz de mantenerlo en el último
momento. No quería que su personal se enterara de lo que estábamos haciendo.
Los dedos de mis pies se curvaron del impacto por lo que me hacía. Su boca era
peligrosa. Su lengua era diabólicamente malvada. Él me quemó con cada
movimiento de su lengua, mamándome con su boca, incinerando las últimas hebras
de mi cordura hasta volverlas cenizas. Se desplazó de pecho a pecho como si no
pudiera decidirse qué era lo que quería del buffet de postres.
Le
clavé las uñas en el cuero cabelludo mientras que él continuaba arrasando
conmigo. Me sacudió, retorció, me golpeteó como un caleidoscopio de placer que
me acunaba en su firme agarre. Apenas era conciente mientras él me desnudaba
desde la cintura para abajo. Sus manos hicieron su magia, provocando que mi
falda y bragas desaparecieran de la vista. Las sentí bajo mis tobillos. Me
mordió lo suficientemente fuerte como para no poder evitar gritar. Las palmas
de sus manos se deslizaron a lo largo de mis muslos interiores, una mano
ahuecaba mi fuente de calor. Sintió mi concha empapada. Le oí ronronear de
placer. Soltó mi pezón con un chasquido fuerte, su voz temblaba de deseo
mientras susurraba. “Joder, nena, eres malditamente caliente”. nick rozó sus
labios con los míos, “Figurativa y literalmente”.
Él abrió los labios de mi vulva y enterró un dedo
dentro de mí. Me puse rígida mientras me frotaba con tanta precisión que solo
un talentoso aficionado del sexo podría dominar, golpeándome en mi lugar
especial y encendiendo un nuevo fuego dentro de mí. “¿Estás siempre tan mojada
también?”
Pasé mis dedos alrededor de su cabello, cerrando y
abriendo mis puños. El placer me lanzaba hasta el borde. “No”, confesé.
“Usualmente no suelo estar tan descarada”.
Su diversión llego como un bufido. “¿Estás mojada
por mí, gatita?”
“Me quemo por ti”.
Sus ojos se agrandaron ante mi declaración,
llameando. Sacó su dedo de mí y enderezó su postura. Bajó la cremallera de sus
pantalones. “Voy a follarte tan fuerte, que no recordarás ni tu nombre”.
“¿Es eso una amenaza?”
“Es una promesa”. Su polla se liberó cuando empujó
sus calzoncillos hacia abajo. Era grueso y largo, y su cabeza era tan grande
que no pude evitar sentirme un poco intimidada. Alcé la mano para acariciarlo,
pero nick detuvo a mitad de camino mis muñecas. “No lo creo. Soy yo quien
dirige este espectáculo”.
“Yo solo…”
Su boca aplastó la mía, amortiguando mi objeción. Y
mi grito. Se metió dentro de mí un instante más tarde, tomándome desprevenida.
En un segundo me sentí tan vacía y necesitada, y al siguiente, su pene me rasgó
hasta abrirme, arponeándome con la cabeza de su gorda polla y su aún más grueso
eje, presionando hasta el cuello del útero, sacando mi aliento de los pulmones.
Rompí mi boca en él, dando rienda suelta a mi propio
grito. Lancé mi cabeza hacia a tras, al mismo tiempo en que nick intentaba
envainar su pene completamente dentro de mí. Dolor y placer estallaron en mi
coño. No creía que pudiera tomar más de lo que él ya había empujado. Era
enorme. Todo en relación a él era grande, musculoso y... grande. Aunque de
alguna manera, se las arregló. Lanzó un gruñido de satisfacción cuando fue
capaz de enterrar su erección en toda mi inadecuadamente apretada concha. Sus
bolas se presionaban en contra de mi perineo, su oscuro vello contra mi
clítoris, y su palpitante polla en mis profundidades, tan caliente, tan ajena,
tan buena, y tan bienvenida. Él me miró a los ojos e hizo una mueca. “¿Cuánto
tiempo ha pasado?”
“¿Qué?” me hallaba aturdida, parte de mis neuronas
no se encontraban trabajando como deberían. Exhalé lentamente. “Hace un
tiempo”, confesé. “Hace un largo tiempo”.
“Estás apretada”, gimió con voz ronca. “Me encanta”.
A mí también me encantó. La sensación era increíble.
Mi coño se apretó en su eje, aún protestando su asalto. Su verga tembló. Me
lanzó una sonrisa del tipo secreta. “Y estás cremosa. Mierda. Te sientes
celestial”. Él aplastó su boca en la mía nuevamente y me folló como si
estuviera demente. Gemí en éxtasis mientras se lanzaba y daba un tirón, empujó
y jaló con todas sus fuerzas, tan violento como pudo; brutal y primitivo. Me
aferré a él y envolví mis piernas alrededor de su cintura, tratando de
ajustarme a sus embestidas. El placer se acumuló como una tormenta lista para
estrellarse.
Con un gruñido salvaje, me arrinconó en su
escritorio y se estrelló contra mí con golpes lo suficientemente poderosos como
para dejarme moretones por varios días. Pero no me importaba. Quité mi boca de
la suya y jadeé. “Más fuerte”, supliqué.
“Fóllame más fuerte”.
Maldijo y me dio lo que yo quería. Me jodió con otra
docena de golpes cuando el clímax me arrastró a su paso sin misericordia. Acabé.
Larga y duramente. Tan fuerte, que vi estrellas ante mis ojos.
Darwood no se detuvo, todavía follándome con
penetraciones feroces hasta que un segundo orgasmo me tendió una emboscada otra
vez. Él acabó conmigo en esta ocasión, su cuerpo poniéndose rígido mientras se
vertía dentro de mí.
Cuando todo terminó, me sentí como su hubiera
corrido un maratón. Habría colapsado si ya no estuviera apoyada sobre mi
espalda.
“Dios”, jadeó nick. “Eso fue asombroso”.
“No es broma”.
Se retiró de mi interior y se arregló los pantalones.
“Muy bien. ¿Dónde estábamos?” Frunció en ceño. “Tema Zen. Eso lucirá excelente
en mi oficina. Demonios, quiero que redecores toda mi casa. Te mostraré mi
dormitorio la próxima vez. Mi cama, especialmente. Y, oh...” pausó mientras me
observaba tomar mis ropas dispersas. Seguido de una sonrisa traviesa. “No
necesitas tus braguitas, cariño. No
mientras estés conmigo”.
4 comentarios:
lo ameee
AAAAAAAAHHHHHHHHH!!!!!!!! ME DIOOOO MI PAROO AAAAAA LO AMEEEEEEEEEEEEEE HERMOSAAAAAAAAAAAA ESTA INCREIBLE ME QUEDE SIN PALABRAS AW NE VERDAD HERMOSAAA ESTA INCREIBLEEEE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!111 HERMOSOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!11 LO AMEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA QUIERO QUE MILEY CONSCO SU HABITACION SISISIISIIS SOBRE TODO SU CAMAA SISIISISISISIISISIISISIISISI SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII HAHAH TE RE AMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
si quiere tu amiga recuperar su blog dile que no vale la maldita pena y que ya no mienta mas que se la verdad
jajaja esta muy muy muy BUENOOO, me re encantooo :O sin palabras que feroz que son los doss :O dios me dio calor jajaja mentira estoy jugando! me re gusto amix, bueno en realidad ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO♥
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