Me sonrió, y aquella sonrisa hizo que
miles de burbujas se inflaran en mi estómago y flotaran en él. Miré hacía
arriba, sintiéndome más segura que hace unos segundos y me topé con cielo
grisáceo. Luego miré hacía mis lados, los ladrillos se elevaban formando un
edificio barroco y arcaico de color beige. Oía el murmullo de las personas
delante de nosotros, un murmullo ininteligible para mí, puesto que su idioma
era diferente al mío; mientras que el gondolero pasaba el remo por el agua y
hacía mover la góndola provocando que la brisa me acariciara el rostro bajo la
boina.
-¿Sabes por qué se llama El puente de los suspiros?-preguntó nick, interrumpiendo mi análisis del paisaje.
-¿Por qué?-Bueno, este puente une al Palacio del Duque con la antigua prisión de la Inquisición. Da acceso a los calabozos del palacio y los prisioneros veían desde aquí el cielo y el mar por última vez, y suspiraban.
-Nada romántico-me reí.
-No, pero la gente le ha dado tanta fama que el nombre les sirvió a unos poetas para inspirarse en ese género literario. -Me reí, encantada por su brillante explicación.- ¿Por qué te ríes?-preguntó, divertido.
-Por que pareces de esos maestros de colegio y me haces sentir como alumna.
-Perché in questo caso sono felice di essere il vostro insegnante-rió. No sabía qué había dicho, pero sea lo que sea me hizo ruborizar, el acento italiano adornaba su melodiosa voz de terciopelo y hacía que las burbujas en mi estómago se agrandaran más.
-Tendré que aprender italiano-mascullé. El soplo cálido de su risa me acarició el rostro, apartando la brisa de la gélida mañana.
-Lo que dije fue: Que en ese caso, yo estoy encantado de ser tu profesor-dijo-. Y si quieres, puedo enseñarte italiano también.
-Me gustaría-mi sonrisa se volvió tímida y oculté el rubor debajo de la sombra de la boina.
nick no sólo era un adonis en persona, sino que ¿tenía que resultar tan terriblemente encantador también? Tomé la cámara fotográfica y saqué un par de fotografías a la construcción barroca que admiraba, por accidente o casualidad, mi lente capturó también el bello rostro de oro que tenía a mi lado.
-¿Sabes por qué se llama El puente de los suspiros?-preguntó nick, interrumpiendo mi análisis del paisaje.
-¿Por qué?-Bueno, este puente une al Palacio del Duque con la antigua prisión de la Inquisición. Da acceso a los calabozos del palacio y los prisioneros veían desde aquí el cielo y el mar por última vez, y suspiraban.
-Nada romántico-me reí.
-No, pero la gente le ha dado tanta fama que el nombre les sirvió a unos poetas para inspirarse en ese género literario. -Me reí, encantada por su brillante explicación.- ¿Por qué te ríes?-preguntó, divertido.
-Por que pareces de esos maestros de colegio y me haces sentir como alumna.
-Perché in questo caso sono felice di essere il vostro insegnante-rió. No sabía qué había dicho, pero sea lo que sea me hizo ruborizar, el acento italiano adornaba su melodiosa voz de terciopelo y hacía que las burbujas en mi estómago se agrandaran más.
-Tendré que aprender italiano-mascullé. El soplo cálido de su risa me acarició el rostro, apartando la brisa de la gélida mañana.
-Lo que dije fue: Que en ese caso, yo estoy encantado de ser tu profesor-dijo-. Y si quieres, puedo enseñarte italiano también.
-Me gustaría-mi sonrisa se volvió tímida y oculté el rubor debajo de la sombra de la boina.
nick no sólo era un adonis en persona, sino que ¿tenía que resultar tan terriblemente encantador también? Tomé la cámara fotográfica y saqué un par de fotografías a la construcción barroca que admiraba, por accidente o casualidad, mi lente capturó también el bello rostro de oro que tenía a mi lado.
-Emm… no-el color se me subió al rostro
al haber sido descubierta en mi análisis visual de aquella maravilla que era su
rostro.
Después de un silencio incómodo, en el acomodo de ideas, nuevas sensaciones y miles de cosas que hacían que mi estómago se moviera, una luz llegó a mi razón y pudo conectar con mi lengua y hacer salir mi voz.
-Amm… me decías que joe había aceptado. ¿Cuándo sería?-dije.
-Bueno, si quieres, mañana mismo-comentó, animado.
-Mañana… ¿Pero qué tal si le dan a selena el trabajo?
-Buen punto, entonces sería quizá hasta el domingo-reflexionó.
-No falta mucho, de todas formas-dije, sabiendo que mañana era viernes.
El mozo llegó y colocó los platos delante de nosotros. El olor a queso fundido de la lasaña se adentró en mi nariz y mis tripas rugieron. La sonrisa de nick apareció fugaz en sus labios y el rubor tímido en mis mejillas. Mientras comíamos saqué varias fotografías del lugar y justamente como la vez anterior, el rostro de nick apareció furtivo entre algunas. No sabía qué pasaba, no sabía por qué cada vez que nick hablaba me maravillaba tanto, no sabía tampoco por qué cuando me miraba algo se removía en mi estómago, ni tampoco sabía por qué cuando mencionaba mi nombre me sentía especial. Eso me obligó a pensar en selena y sin saber tampoco por qué, me sentí culpable de pronto. Todos mis intentos por hacer que él no pagara mi comida fueron en vano.
-Soy un caballero-terminó por decir y antes de que yo le refutara algo tendió el dinero sobre la mesa.
Me llevó de regreso hasta el departamento de selena, mientras que la fierecilla rogaba encontrar alguna manera de extender el tiempo y si era posible hacerlo parar. Aquello me daba miedo, por que yo también lo deseé. Cuando llegamos, él subió conmigo, encaminando sus pasos junto con los míos.
-Espero que a selena le hayan dado el trabajo-musité, mientras mis pies medio cansados, subían desganados los escalones del edificio.
-Yo también. Sueña con eso desde hace tiempo-concordó.
-Exacto, sé que la haría bastante feliz estar dedicando su tiempo a algo que le gusta bastante hacer-sonreí.
Abrí el departamento y oí el chasquido de la llave al quitar el seguro, entonces nick siguió mis pasos y se adentró también. Una rara combinación entre la extrañeza y la emoción creció repentinamente en mi fuero interno. Me le quedé mirando cuando cerró la puerta.
-Son las tres treinta, seguro que le dieron el empleo-dijo, observando el reloj que colgaba de la pared.
-¿Tú crees?-pregunté, mientras sentía a la fierecilla celebrar de emoción y no precisamente por una buena razón.
-Sí, ¿te molesta si la espero?-preguntó, jugando con una manzana que había tomado de algún lugar en la cocina.
-No, por supuesto que no, siéntate.
La fiera celebró aún más, el tiempo con nick se me había expandido, al menos hasta que selena llegara. Esa última idea no le agradó del todo a la fierecilla.
El día terminó, selena había llegado pasadas de las cinco de la tarde anunciando jovialmente su nuevo empleo y nick, luego de tres horas se había marchado. Ahora yo me encontraba recostada en la cama, mirando el techo de nuevo, como en la noche anterior; haciendo un análisis del día trascurrido y trayendo a mi mente aquel perfecto rostro, maravillándome al recordarlo. Rebusqué entre las amarillas hojas de aquel grueso libro de anuncios un buen laboratorio para imprimir las fotos que había tomado ayer. selena había partido temprano a su empleo y llegaría tarde, así que tenía que buscar alguna manera de pasar el rato.
Después de un silencio incómodo, en el acomodo de ideas, nuevas sensaciones y miles de cosas que hacían que mi estómago se moviera, una luz llegó a mi razón y pudo conectar con mi lengua y hacer salir mi voz.
-Amm… me decías que joe había aceptado. ¿Cuándo sería?-dije.
-Bueno, si quieres, mañana mismo-comentó, animado.
-Mañana… ¿Pero qué tal si le dan a selena el trabajo?
-Buen punto, entonces sería quizá hasta el domingo-reflexionó.
-No falta mucho, de todas formas-dije, sabiendo que mañana era viernes.
El mozo llegó y colocó los platos delante de nosotros. El olor a queso fundido de la lasaña se adentró en mi nariz y mis tripas rugieron. La sonrisa de nick apareció fugaz en sus labios y el rubor tímido en mis mejillas. Mientras comíamos saqué varias fotografías del lugar y justamente como la vez anterior, el rostro de nick apareció furtivo entre algunas. No sabía qué pasaba, no sabía por qué cada vez que nick hablaba me maravillaba tanto, no sabía tampoco por qué cuando me miraba algo se removía en mi estómago, ni tampoco sabía por qué cuando mencionaba mi nombre me sentía especial. Eso me obligó a pensar en selena y sin saber tampoco por qué, me sentí culpable de pronto. Todos mis intentos por hacer que él no pagara mi comida fueron en vano.
-Soy un caballero-terminó por decir y antes de que yo le refutara algo tendió el dinero sobre la mesa.
Me llevó de regreso hasta el departamento de selena, mientras que la fierecilla rogaba encontrar alguna manera de extender el tiempo y si era posible hacerlo parar. Aquello me daba miedo, por que yo también lo deseé. Cuando llegamos, él subió conmigo, encaminando sus pasos junto con los míos.
-Espero que a selena le hayan dado el trabajo-musité, mientras mis pies medio cansados, subían desganados los escalones del edificio.
-Yo también. Sueña con eso desde hace tiempo-concordó.
-Exacto, sé que la haría bastante feliz estar dedicando su tiempo a algo que le gusta bastante hacer-sonreí.
Abrí el departamento y oí el chasquido de la llave al quitar el seguro, entonces nick siguió mis pasos y se adentró también. Una rara combinación entre la extrañeza y la emoción creció repentinamente en mi fuero interno. Me le quedé mirando cuando cerró la puerta.
-Son las tres treinta, seguro que le dieron el empleo-dijo, observando el reloj que colgaba de la pared.
-¿Tú crees?-pregunté, mientras sentía a la fierecilla celebrar de emoción y no precisamente por una buena razón.
-Sí, ¿te molesta si la espero?-preguntó, jugando con una manzana que había tomado de algún lugar en la cocina.
-No, por supuesto que no, siéntate.
La fiera celebró aún más, el tiempo con nick se me había expandido, al menos hasta que selena llegara. Esa última idea no le agradó del todo a la fierecilla.
El día terminó, selena había llegado pasadas de las cinco de la tarde anunciando jovialmente su nuevo empleo y nick, luego de tres horas se había marchado. Ahora yo me encontraba recostada en la cama, mirando el techo de nuevo, como en la noche anterior; haciendo un análisis del día trascurrido y trayendo a mi mente aquel perfecto rostro, maravillándome al recordarlo. Rebusqué entre las amarillas hojas de aquel grueso libro de anuncios un buen laboratorio para imprimir las fotos que había tomado ayer. selena había partido temprano a su empleo y llegaría tarde, así que tenía que buscar alguna manera de pasar el rato.
Refunfuñé para mis adentros por no
entender nada de lo que me mostraba el libro y me pregunté entonces cómo podría
encontrar el laboratorio si no sabía siquiera leer el anuncio. Definitivamente
tenía que aprender italiano. Aquella idea me hizo pensar en nick y reí como
tonta al recordarle. Pero eso abrió paso una pregunta que me hizo fruncir el
ceño… ¿Por qué?
Sin embargo, no era tan tonta como para
no entender absolutamente nada de ese anuncio, me ubiqué un poco al distinguir
las imágenes y garabateé la dirección en un papel de aquel lugar que parecía
ser lo que yo buscaba.
Salí del departamento con la dirección
en mente que afortunadamente había encontrado en la guía, mientras trataba de
acomodar mi cámara fotográfica en el morral color verde olivo que cruzaba por
mi pecho. Mis pies siguieron caminando entre tanto que intentaba introducir
toda la cámara y de pronto mi andar se vio interrumpido al chocar con otro
cuerpo.
-¡Lo siento!-dijimos ambos al unisón.
Levanté la mirada y me topé con un
bello rostro meramente inmaculado. Su piel llana y pálida hacía lucir oscuros
sus ojos, sin embargo poseían un hermoso color Siena con motas de luz y las
pestañas se expandían con firmeza hacía arriba. El cabello en su cabeza
perfectamente intacto encontraba acomodado y peinados, haciendo que algunos
cabellos tomaran incluso un tono más claro que el castaño que los pintaba. Sus
labios rellenos y rosados se estiraron y un par de arruguitas se formaron a los
lados mientras se dibujaba una bonita sonrisa curiosa.
-Hola-pronunció.
-Hola-dije, medio atontada por el bello rostro juvenil que tenía justo enfrente.
Cuando el viaje terminó y pisamos tierra firme, el estómago me rugió de
hambre, recordé entonces que no había desayunado ni tomado nada. Até mis brazos
alrededor de mi barriga y rogué por que mi estómago se callara.-Hola-pronunció.
-Hola-dije, medio atontada por el bello rostro juvenil que tenía justo enfrente.
-¿Tienes hambre?-adivinó nick. Hice un mohín por haber sido descubierta y luego asentí sin decir nada, completamente apenada.- Conozco un buen restaurante aquí cerca, ven-me sonrió, emocionado. O al menos eso era lo que parecía y me hizo seguirlo. Dirigí una mirada al Chevrolet negro y nick volvió a adivinar mis expresiones.- No está tan lejos, podemos ir caminando, ven-me sonrió de nuevo, y esa sonrisa ató una cuerda a mi cuerpo, obligándome a seguirle hipnotizada.
Apresuré mi paso y llegué hasta su lado, me sentía… tonta; él parecía un modelo de revista y yo… una adolescente común y corriente; pero aquello no me impidió caminar junto a él. Yo lo consideraba un privilegio y no sabía por qué.
-¿Qué te gusta? Además de tomar fotografías, claro-preguntó.
-Mmm… bueno, la lluvia, oír cómo cae y golpea el techo-
5 comentarios:
ohh stupenda como siempreeee lo ameeee
sii te acosaaa o siiii
ahahhhh me tienes asi de 0.o
seguila seguila ahhhhh
ahh esta ree buenisisma esta nove sos increible para escribir vos sos geneal
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