— No —le dijo miley—, déjala abierta.
— ¿Estás segura?
Ella asintió.
Cuando entraron en su dormitorio, vio que nick también lo había ordenado. Pero al contemplar las estanterías que habían guardado sus libros, ahora vacías, se le rompió de nuevo el corazón.
En esta ocasión no protestó cuando nick cerró la puerta.
Horas más tarde y después de haber comido, miley pudo convencer a selena y a taylor de que se fueran.
— Estoy bien, de verdad —les aseguró por enésima vez en la puerta. Agradecida por la presencia de nick, colocó la mano sobre su brazo—. Además, tengo a nick.
selena la miró con severidad.
— Si necesitas algo, me llamas.
— Lo haré.
Sin sentirse segura del todo, miley cerró la puerta principal y subió a la habitación. Nick la siguió.
Se tumbaron en la cama, uno junto al otro.
— Me siento tan vulnerable… —susurró.
Él le acarició el pelo.
— Lo sé. Cierra los ojos y duerme tranquila. Estoy aquí. Yo te mantendré a salvo.
La rodeó con sus brazos y ella suspiró, reconfortada. Nadie la había consolado nunca como él lo hacía.
Tardó horas en dormirse. Cuando lo hizo, estaba rendida.
Se despertó con un silencioso grito.
— Estoy aquí, miley.
Escuchó la voz de nick a su lado y se calmó al instante.
— Gracias a Dios que eres tú —murmuró—. Tenía una pesadilla.
nick depositó un ligero beso en su hombro.
— Lo sé.
Ella le dio un apretón en la mano antes de salir de la cama y prepararse para ir al trabajo.
Cuando intentó vestirse, le temblaban tanto las manos que no fue capaz de abotonarse la camisa.
— Déjame a mí —se ofreció nick, apartándole las manos para poder hacerlo él—. No tienes por qué estar asustada, miley. No dejaré que ese tipo te haga nada.
— Lo sé. Sé que la policía lo atrapará y, entonces, todo habrá acabado.
Él no contestó, y siguió ayudándola a colocarse la ropa.
Una vez estuvieron preparados, miley condujo hasta la consulta, situada en el centro de la ciudad. Tenía un nudo tan grande en el estómago que le costaba respirar. Pero no podía encerrarse. No iba a dejar que Rodney controlara su vida. Ella era la que llevaba las riendas y nadie iba a cambiar eso. No sin luchar.
No obstante, estaba muy agradecida por la presencia de nick. La reconfortaba de tal modo que no quería pensar demasiado a fondo en el porqué.
— ¿Cómo se llama esto? —preguntó nick cuando entraron al antiguo ascensor del edificio de finales de siglo.
Ella le enseñó cómo tirar para cerrar la puerta y, de inmediato, percibió la incomodidad de nick al quedarse encerrados.
— Es un ascensor —le explicó miley—. Aprietas estos botones y subes a la planta que quieres. Yo trabajo en el último piso, que es el octavo. —Y apretó el botón de diseño antiguo.
nick se puso aún más nervioso cuando comenzaron a ascender.
— ¿Es seguro?
Ella alzó una ceja y lo miró con curiosidad.
— No me puedo creer que el hombre que se enfrentaba sin miedo a los ejércitos romanos esté ahora asustado de un simple ascensor.
nick le dedicó una mirada irritada.
— Sé lo que son los romanos, pero esto me resulta desconocido
miley le rodeó el brazo con el suyo.
— No es muy complicado. —Señaló a la trampilla del techo—. Sobre esa puertecilla hay unos cables que suben y bajan la cabina, y también hay un teléfono —dijo, señalando el intercomunicador situado bajo los botones—. Si el ascensor se queda atascado, lo único que hay que hacer es apretar el botón del teléfono y, el equipo de emergencia acudirá de inmediato.
Los ojos de nick se oscurecieron.
— ¿Y suele quedarse atascado con mucha frecuencia?
— La verdad, no. Llevo trabajando en este edificio cuatro años y no ha sucedido ni una sola vez.
— Y si no estabas dentro, ¿cómo lo sabes?
— Los ascensores tienen una alarma que se activa si se quedan atascados. Confía en mí, si nos quedamos encerrados aquí dentro alguien nos oirá.
nick dejó vagar su mirada alrededor del reducido espacio y, por la luz que había en sus ojos miley supo las malvadas ideas que le pasaban por la cabeza.
— ¿Puedes hacer que se detenga a propósito?
Ella se rió a carcajadas.
— Sí, pero no quiero que me pillen en flagrante delicto en el trabajo.
Él inclinó la cabeza y depositó un leve beso en su mejilla.
— Pero ser pillado en flagrante delicto en el trabajo puede ser muy divertido.
Miley lo abrazó con fuerza. ¿Qué había en él que le hacía sentirse feliz? Sin importar lo que ocurriera, nick siempre conseguía que las cosas fueran mucho más divertidas. Más brillantes.
— Eres malo —le dijo, y se apartó de él de mala gana.
— Cierto, pero te encanta.
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