viernes, 13 de mayo de 2011

perfect lover-cap-83

 
miley intentó acercarse, pero nick se lo impidió.
La mantuvo pegada a él, con el rostro enterrado en su pecho, mientras observaba cómo Rodney moría.
— No mires, miley—susurró—. Hay ciertos recuerdos que no necesitas conservar.
— Sí, selena —le contestó selena por teléfono mientras se vestía para ir a trabajar—. Ya ha pasado una semana. Estoy bien.
— Pues no lo parece —replicó selena, incrédula—. Tienes la voz temblorosa.
Y realmente aún no lo había superado del todo. Pero estaba bien, gracias a nick y al hecho de no haber visto morir al pobre Rodney Carmichael.
Una vez la policía hubo acabado con los interrogatorios, nick la llevó a casa y ella había procurado no pensar demasiado en lo sucedido.
— De verdad. Estoy bien.
nick entró en la habitación.
-Vas a llegar tarde. —Le quitó el auricular de la mano y le ofreció una galleta—. Acaba de vestirte —le dijo, y comenzó a hablar con selena

miley frunció el ceño cuando nick salió de la habitación; ya no podía escuchar la conversación.
Mientras se vestía, cayó en la cuenta de lo cómoda que se sentía junto a nick. Le encantaba tenerlo a su alrededor, cuidarlo y que él la cuidara. La reciprocidad de su relación era maravillosa.
— mils —le dijo, asomando la cabeza por la puerta—. Vas a llegar tarde.
Ella se rió y se puso los zapatos de tacón.
— Ya voy, ya voy.
Cuando atravesaron la puerta principal miley vio que él no se había puesto los zapatos.
— ¿No vas a venir hoy conmigo?
— ¿Me necesitas?
Ella dudó. En el fondo le encantaba almorzar junto a él y bromear entre paciente y paciente. Pero claro, seguro que para él sentarse horas seguidas esperándola era muy aburrido.
— No.
Él le dio un beso hambriento.
— Hasta la noche.
De mala gana, se apresuró hacia el coche.
Fue uno de los días más largos de la historia. Miley  lo pasó sentada tras el escritorio, contando los segundos que faltaban para acompañar a sus pacientes hasta la puerta.
A las cinco en punto, echó a la pobre Rachel de la oficina, recogió rápidamente todas sus cosas y se marchó a casa.
No tardó mucho en llegar. Frunció el ceño cuando vio a selena, que la esperaba en el porche delantero.
— ¿Ha pasado algo? —le preguntó nick al acercarse.
— Nada de importancia. Pero te daré un consejo: rompe la maldición. nick es un tesoro.
miley la miró aún más ceñuda mientras selena se alejaba hacia su Jeep. Confundida, abrió la puerta para entrar en casa.
— ¿nick? —lo llamó.
— Estoy en la habitación.
miley subió las escaleras. Lo encontró tumbado sobre la cama en una postura mucho más que deliciosa, con la cabeza apoyada en una mano. Había una rosa roja delante de él. Estaba increíblemente seductor y maravilloso con aquellos hoyuelos y esa luz en sus celestiales ojos azules, que en esos momentos eran decididamente perversos.
— Tienes toda la apariencia del gato que se ha comido al canario —le dijo en voz baja—. ¿Qué habéis estado haciendo selena y tú hoy?
— Nada.
— Nada —repitió ella, escéptica. ¿Y por qué no se lo creía? Porque nick tenía la apariencia de un niño que acaba de hacer una travesura.
Su mirada bajo hasta la rosa.
— ¿Es para mí?
— Sí.
Ella sonrió ante su escueta y cortante respuesta. Dejó caer sus zapatos al lado de la cama y se quitó las medias.
Al alzar la vista, captó la mirada de nick que había estirado el cuello para no perderse nada. Él volvió a sonreír.
Miley  cogió la rosa y aspiró su dulce aroma.
— Es una sorpresa encantadora —dijo, besándolo en la mejilla—. Gracias.
— Me alegra que te guste —susurró, acariciándole el mentón.
miley se alejó con renuencia y cruzó la habitación para depositar la rosa sobre la cómoda, y abrir el cajón superior.
Se quedó paralizada. Sobre la ropa había un pequeño ejemplar de Peter Pan, adornado con un gran lazo rojo.
Boquiabierta, lo cogió y desató el lazo. Al pasar la primera página, su corazón dejó de latir un instante.
— ¡Oh Dios mío! ¡Es una primera edición, y firmada!
— ¿Te gusta?
— ¿Que si me gusta? —le contestó con los ojos humedecidos—. ¡nick!
Se arrojó sobre él y depositó una lluvia de besos sobre su rostro.
— ¡Eres tan maravilloso! ¡Gracias!
Y por primera vez, miley lo vio avergonzado.
— Esto es… —su voz se desvaneció al mirar hacia el vestidor. La puerta estaba entreabierta y la luz del interior encendida.
No podía haber…
Muy lentamente, miley se acercó. Abrió la puerta y miró dentro

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