Tan rápido como pudo, comenzó a ordenar todo aquel desastre para que miley no tuviera que verlo de nuevo. Pero con cada trozo de papel que tocaba, su ira crecía.
Una y otra vez acudía a su mente la tierna expresión de miley mientras buscaba un libro entre toda su colección. Si cerraba los ojos podía ver su pelo desparramado sobre su pecho mientras leía.
En ese momento, quiso la sangre de este tipo.
— ¡Joder! —exclamó taylor desde la puerta—. ¿Esto lo ha hecho él?
— Sí.
— Tío, menudo psicópata.
Zac no dijo nada y continuó arrojando los papeles a la bolsa. Su alma gritaba, clamando venganza. Lo que sentía hacia Príapo era una leve sombra de lo que en esos momentos pasaba por su mente.
Una cosa era hacerle daño a él. Pero herir a miley…
Ya podían tener las Parcas compasión de ese tipo, porque él no pensaba tener ninguna.
— ¿Llevas mucho saliendo con miley?
— No.
— Eso me parecía. selena no te ha mencionado, pero pensándolo bien, tampoco se ha mostrado tan preocupada porque miley se quedara sola desde su cumpleaños. Supongo que os conocisteis entonces.
— Sí.
— Sí, no, sí. No eres muy hablador, ¿verdad?
— No.
— Vale, lo he cogido. Hasta luego.
nick se detuvo cuando encontró la cubierta de Peter Pan. La cogió y apretó los dientes. El dolor lo asaltó de nuevo. Ese libro era el preferido de miley.
Lo apretó con fuerza un instante y después lo arrojó a la bolsa con el resto.
miley no fue consciente del tiempo que pasó sentada en el sofá, sin moverse. Sólo sabía que se encontraba muy mal. El golpe de Rodney había sido muy fuerte.
selena le trajo una taza de chocolate caliente.
Ella intentó beber, pero le temblaban tanto las manos que tuvo miedo de derramarlo y lo dejó a un lado.
— Supongo que necesito limpiarlo todo.
— Ya lo está haciendo nick —le dijo taylor, que estaba sentado en el sillón haciendo zapping.
miley frunció el ceño.
— ¿Qué?, ¿desde cuando?
— Hace poco estaba arriba, recogiéndolo todo en el vestidor.
Boquiabierta por la sorpresa, miles subió en su búsqueda.
nick estaba en la habitación de sus padres. Desde la puerta, observó cómo acaba de poner orden y se enderezaba. Dobló los pantalones de su padre de un modo que haría que Martha Stewart hiciese una mueca de dolor, los colocó en el cajón y lo cerró.
La ternura la invadió ante la imagen del que fuera un legendario general ordenando su casa para evitar que ella sufriera. Su delicadeza le llegó al corazón.
nick alzó los ojos y descubrió a miley. La honda preocupación que reflejaban sus ojos azules la reconfortó.
— Gracias —dijo ella.
Él se encogió de hombros.
— No tenía otra cosa que hacer. —Aunque lo dijo con un tono despreocupado, algo en su actitud traicionaba su pretendida indiferencia.
— Aún así, te lo agradezco mucho —le dijo ella mientras entraba y miraba todo el trabajo que había hecho. Con el corazón en la garganta, colocó las manos sobre la cama de caoba—. Ésta era la cama de mi abuela —le dijo—. Todavía escucho la voz de mi madre cuando me contaba cómo mi abuelo la hizo para ella. Era carpintero.
Con la mandíbula tensa, nick contempló la mano de miley.
— Es duro, ¿verdad?
— ¿Qué?
— Dejar que los seres amados se vayan.
miley sabía que nick hablaba desde el fondo de su corazón. El corazón de un padre que añoraba a sus hijos.
Aunque la pesadilla ya no le persiguiese por las noches, ella le oía susurrar sus nombres, y se preguntaba si era consciente de la frecuencia con la que soñaba con ellos. Se preguntaba cuántas veces al día pensaba en ellos y sufría por su muerte.
— Sí —le contestó en voz baja—, pero tú lo sabes mejor que yo, ¿no es cierto?
nick no contestó.
miley dejó que su mirada vagara por la habitación.
— Supongo que ya va siendo hora de seguir adelante, pero te juro que aún puedo escucharlos, sentirlos.
— Es su amor lo que percibes. Aún está dentro de ti.
— ¿Sabes? creo que tienes razón.
— ¡Eh! —gritó selena desde la puerta, interrumpiéndolos—. taylor está encargando una pizza, ¿os apetece comer algo?
— Sí —contestó miley.
— ¿Y tú? —le preguntó selena a nick.
nick sonrió a miley.
— Me encantaría comer pizza.
miley soltó una carcajada al recordar cómo nick le había pedido pizza la noche que lo invocaron.
— Vale —dijo selena—, pizza para todos.
nick le dio a miley los anillos de su madre.
— Los encontré en el suelo.
Se acercó a la cómoda para guardarlos, pero se detuvo. En lugar de eso, se los colocó en la mano derecha y, por primera vez después de unos cuantos años, se sintió reconfortada al verlos.
Al salir de la habitación, nick cerró la puerta.
1 comentario:
Jajaja q cosas tan
LOCAS decimos por el
Msn jajaja y no nos metimos
a la casita de Elvis :P
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