viernes, 22 de marzo de 2013

What A Feeling- Capitulo 39


Ella levantó la ceja a modo de pregunta.
—Voy a darte un masaje —respondió él poniéndola de espaldas. Miley
estaba nerviosa,  no sabía qué se suponía que debía hacer.  Él  debió de
notarlo—.  Relájate.  Cierra  los  ojos. —Empezó  a  masajearle  la  nuca,
apretando exactamente los puntos que notaba más cargados—. Deja que te
mime.
—Mmmmm...
—¿Te gusta?
—Ajá... mucho.  —Apoyó las manos y la frente en la pared que tenía
delante.
Nick se puso un poco de jabón en las manos y pegó su cuerpo al de
Miley. Le mordió los hombros, el recuerdo de su sabor lo había obsesionado
durante todo el día. Empezó a acariciarle los pechos; con el agua y el jabón,
su piel era aún más suave. Era la primera vez que estaba tan obsesionado
con una mujer, quería saberlo todo de ella, conocer todos sus sueños, sus
miedos; nunca había sentido esa conexión sexual  y emocional  con nadie.
Seguro que con el tiempo se apagaría. Eso, o los dos acabarían exhaustos
de tanto hacer el amor. Notó cómo ella temblaba y cómo intentaba darse la
vuelta para poder quedar frente a él.
—Shh, quieta. Déjame hacer.
Miley quería volverse, besarlo y ver sus ojos,  pero se dio cuenta de
que  hacer  aquello  para  él  era  importante.  Parecía  como  si  quisiera
demostrar algo.
—De acuerdo —susurró ella.
Nick  siguió  besando,  lamiendo,  mordiendo  su  espalda,  su  nuca,
pegado a su cuerpo. Estaba tan excitado que su erección la rozaba. Con los
dedos, le dibujó los pechos, se los acarició, se los pellizcó, y luego deslizó
sus temblorosas manos hasta el lugar más ardiente de Miley. Jugó con ella,
la apretó aún más contra la pared, le besó el  cuello, le susurró al oído lo
excitado que estaba, y finalmente introdujo los dedos en su interior. Notó
cómo  sus  movimientos  seguían  el  ritmo  de  la  mano  de  él,  cómo  su
respiración se alteraba aún más. Nunca lo había excitado tanto la respuesta
de una mujer. Ella ni siquiera lo había tocado y ya estaba a punto de perder
el control. Miley bajó una de las manos que tenía apoyadas en la pared y la
colocó encima de la suya.
—Nick, para, quiero hacer el amor. No puedo aguantar más.
—Pues no lo hagas.
Él  le  susurró  lo  sexy  que  le  parecía,  lo  mucho  que  le  gustaba
acariciarla,  sentir  su calor  por  toda la piel.  A cada palabra,  le besaba la
nuca,  la oreja,  la espalda y movía la mano rítmicamente,  con la de ella
encima, hasta que Miley empezó a estremecerse,  su espalda se tensó y,
finalmente, cayó rendida en sus brazos. Nick la abrazó y, ahora ya frente
a frente, la besó con dulzura.
—¿Aún te duele la espalda?
Miley entreabrió los ojos y con una media sonrisa respondió:
—¿Qué espalda?
Nick  salió primero de la ducha y preparó un albornoz para Miley,
que permaneció un par de minutos más bajo el agua antes de salir. Una vez
fuera,  vio que Nick  le había dejado preparado su pijama para que no
tuviera que ir a la habitación a buscarlo. Se vistió y fue a su encuentro.
—¿Nick?
—¿Sí? —Él  se había puesto una camiseta blanca y un pantalón de
algodón. Aún tenía el pelo mojado—. ¿Estás bien?
—Sí  —respondió ella sonrojándose—. ¿Y tú?...  Tú no...  bueno,  ya me
entiendes.
Nick soltó una carcajada.
—Te entiendo perfectamente, pero no te preocupes. Estoy muy bien.
—¿Ah, sí? —Miley se acercó a él, que estaba sentado en el sofá con el
ordenador portátil abierto encima de la mesa.
—Sí. Me gusta cuidarte. —Le dio un beso—. Me gusta hacerte feliz.
—Y a mí. —Ella le devolvió el beso y vio que hablaba en serio. A él no le
importaba que ella no le hubiera hecho nada en la ducha.
—¿Tienes hambre? —le preguntó Nick acariciándole cariñosamente
el pelo.
—Sí. —Su estómago hizo un ruido escandaloso—. Mucha.
—Yo también —dijo Nick  relajado—. ¿Qué te parece si  voy a la
esquina a comprar un par de esos sándwiches que tanto te gustan?
—Genial. ¿De verdad no te importa?
—Por  supuesto que no.  —Se levantó del  sofá y le dio otro beso—.
Espérame aquí. Ahora que te he encontrado no quiero perderte de vista.
—Aquí  estaré.  Por nada del  mundo me iría a ninguna parte.  —Miley
quería abrazarse a Nick  y comérselo a besos,  pero como su estómago
volvió a entrar en acción, supuso que lo mejor sería aceptar su ofrecimiento
de comida.
—En seguida vuelvo.
Él se fue del piso con una sonrisa en los labios. Entró en la tienda de
comestibles favorita de Miley y, mientras hacía cola para que le atendieran,
se acordó de que a Anthony también le gustaba mucho la comida de allí. Él
nunca había llegado a preguntarle a Miley qué había pasado entre ellos
dos, y, aunque se repetía que no debía importarle, sabía que le importaba.
Tenía  que  preguntárselo.  Al  menos,  así  dejaría  de  torturarse  con  la
incertidumbre.
Miley se estaba durmiendo en el  sofá.  Había sido un día lleno de
emociones y aquella ducha la había dejado muy, muy relajada. Se esforzó
por mantener los párpados abiertos, pero no lo consiguió.
—¿Has dormido bien, princesa? —le preguntó Nick cuando ella abrió
los ojos.
—Me he quedado dormida.  Lo siento.  —Vio que los sándwiches que
Nick había comprado estaban esperándola encima de la mesa—. ¿Cuánto
rato he dormido?
—Una media hora. No te preocupes, he aprovechado para trabajar un
poco.  —«Y para torturarme con imágenes  de ti  con Anthony»,  pensó—.
¿Quieres comer? —Se levantó y empezó a preparar los cubiertos.
—Sí, estoy muerta de hambre.
Ya estaban acabando de cenar cuando Nick le preguntó:
—¿Mañana  vamos  a  casa  de  Sam,  te  acuerdas?  —Había  querido
preguntarle otra cosa, pero al final no se había atrevido.
—Sí,  claro.  —Miley no podía dejar de bostezar—.  Creo que lo mejor
será que me vaya a la cama. ¿Vienes?
—No puedo, tengo que acabar de repasar unas cosas.
—¿Vas a quedarte mucho rato? —Miley le dio un beso entre palabra y
palabra—. No quiero estar en la cama sin ti.
—Un poco, quiero acabar esto para enseñárselo mañana a Sam. —Ella
volvió a besarlo—. No me tientes. Vamos, vete. Te prometo que no tardo
nada. Pero antes de que te vayas, me gustaría preguntarte una cosa. —Se
le hizo un nudo en la garganta.
—Lo  que  quieras  —respondió  ella  al  instante,  sorprendida  por  el
cambio de actitud.
—¿Pasó algo entre tú y Anthony? —Y apretó los puños a la espera de
su respuesta.
—¿Y si te dijera que sí? —preguntó ella a su vez mirándolo a los ojos.
—Entonces te pediría que no volviera a suceder, por favor. Quiero darle
una oportunidad a lo nuestro.
—¿No te importaría que me hubiera acostado con él?
Él tardó unos segundos en contestar.
—Sé que se supone que debería decir que no —se pasó nervioso las
manos por el pelo—, pero mentiría. Me importaría. Mucho. Muchísimo.
—Pues no pasó nada —explicó ella sincera al ver que él, sin saberlo, le
estaba ofreciendo un pedacito de su corazón—. Nada.
—¿De verdad? —Nick empezó a tranquilizarse.
—De verdad. Yo nunca haría algo así. Y Anthony tampoco. Él te quiere
mucho, ¿sabes?
—Ya, bueno. Supongo que sí. —Nick sonrió—. De lo contrario, seguro
que habría intentado acostarse contigo.
—¿Y tú? —Ya que él había sacado el tema, Miley decidió preguntarle
sobre Monique.
—¿Yo qué? —Él no entendía la pregunta.
—Monique. —Miley se limitó a pronunciar ese odioso nombre.
—¿Monique? —Nick  pareció realmente ofendido—. No creo ni  que
lograra excitarme.
Miley se ruborizó al  oír  ese comentario tan gráfico y a la vez tan
sincero.
—En cambio, contigo, ése parece ser mi estado permanente. —Nick
se acercó a ella y le dio otro beso—. Vamos,  vete ya o no acabaré esto
nunca.
—De acuerdo. —Miley se rió y se apartó de él.
Caminó hacia el pasillo y, por un instante, tuvo una duda, ¿entraba en
su habitación o en la de Nick? Él ya estaba sentado frente al ordenador y
Miley oyó cómo las teclas dejaban de repicar un segundo. Notó los ojos de
él  clavados en su nuca y, sin dudarlo, abrió la puerta de la habitación de
Nick. Sintió que él sonreía a su espalda.
—Buena elección, princesa —dijo en voz baja. Miley no lo había oído,
pero seguro que sabía que eso lo había hecho feliz.
Por  desgracia,  Nick  tuvo  que  quedarse  un  par  de  horas  más
trabajando en el nuevo artículo. La próxima edición estaba a punto de salir
y quería tenerlo acabado por si volvían a ser víctimas de un robo. También
aprovechó  para revisar  un par  de currículos.  Odiaba desconfiar  de sus
compañeros,  pero tenía que reconocer  que la teoría de Sam tenía cierta
lógica. Por suerte, no encontró nada y decidió irse a dormir.
Abrió  sigilosamente  la  puerta;  Miley  ya  estaba  dormida,  y  él  se
desnudó y se metió en la cama. No sabía cómo ponerse, era la primera vez
que dormía  con  una mujer  sin haber  tenido relaciones  sexuales  antes.
Estaba rígido,  no sabía qué hacer,  pensó que no pegaría ojo en toda la
noche, hasta que Miley se movió y se abrazó a él. Estaba dormidísima, pero
se acurrucó a su lado y susurró su nombre. Entonces, Nick cerró los ojos
y se durmió.

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