114. Humo y espejos
Él no contesta.
El fuego crepita y salta,
llenado el silencio.
El humo sopla hacia nosotros.
—El humo sigue a la bella —dice él.
—Bueno, esa no sería yo.
Tú y tu canción, sin embargo.
Eso es hermoso.
—¿Te gustó?
Lo beso.
—Si, me gusto.
—¿Miley?
¡Oh, Dios!
La forma en que lo dice,
es como si viniera una mala noticia.
No lo digas.
No me digas que no puedo quedarme.
No seas como ellos,
pensando que saben
lo que es mejor para mí.
Por favor.
No seas como ellos.
—¿Que?
—Eres hermosa.
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