viernes, 22 de marzo de 2013

What A Feeling- Capitulo 45


Pero tras el divorcio regresó. Aunque no
era el mismo. Parecía una copia barata del que había sido. Dejó de escribir,
de  trabajar.  —Cerró  los  ojos  un  instante—.  Era  el  mejor  escribiendo
historias, y en cambio no supo darse cuenta de que la suya necesitaba un
cambio de orientación.
—Nana quiere hablar contigo sobre esos años. Creo que ella no sabe
muy bien por lo que pasó su hijo y quiere entenderlo.
—Bueno,  no sé si  yo podré ayudarla —miró el  reloj—, pero estaré
encantado de volver a verla. Esa señora siempre me gustó.
—Ya,  entiendo  a  qué  te  refieres  —Miley  también  miró  el  reloj—.
Debería irme. —Se mordió el labio—. ¿Puedo preguntarte una cosa?
—Claro —contestó él mientras se levantaba—. Tú dirás.
—La reputación de Rupert. —Lo miró indecisa—. ¿Se podría recuperar?
—No lo sé. Quizá.
—Nana va a venir a Londres el miércoles. ¿Te parece bien si te llama
para reunirse contigo?
—Sí  —contestó él  buscando en el  bolsillo interior de su americana—.
Aquí tienes también el número de mi casa.
—Gracias. —Miley cogió la tarjeta—. Por todo.
—De nada.  —Los  dos  caminaron juntos  hacia la puerta—. Hasta el
miércoles, Miley.
Nick  no podía creer  lo que estaba viendo.  ¿Qué demonios  hacía
Miley hablando con el director de The Scope? ¿Desde cuándo conocía ella a
Steve? ¿Por qué no se lo había dicho?
Le dolían las manos, y se dio cuenta de que tenía los puños apretados
con fuerza. Se negaba a creer que Miley tuviera algo que ver con el robo de
los artículos.  No,  era imposible,  seguro que había una explicación lógica
para todo aquello.  Sí,  seguro que sí.  No podía creer  que su corazón se
hubiera equivocado tanto. Cerró los ojos y se dio la vuelta; a lo mejor así se
convencía de que no la había visto. Empezó a caminar y debió de hacerlo
muy rápido, porque llegó a su casa en seguida. Una vez allí, se desnudó y
se metió bajo la ducha, como si el agua que se iba por el desagüe pudiera
llevarse con ella toda su tristeza.
—¿Nick? Ya estoy en casa —dijo Miley al  entrar en el  piso,  pero
nadie le contestó—. ¿Nick?
—Estoy aquí —contestó él saliendo de la habitación recién duchado—.
¿Cómo ha ido con Anthony? —le preguntó tenso,  esperando a ver qué le
decía.
—Bueno —respondió ella mientras colgaba el bolso en el perchero—, al
final no he ido a verlo.
—¿Ah, no? —Él  levantó una ceja. Tal vez no a iba mentirle—. ¿Y qué
has hecho?
Ella se dio la vuelta y lo miró a los ojos.
—No puedo decírtelo —contestó, mordiéndose el labio inferior.
—¿Por qué no? —Nick estaba cada vez más intrigado.
—Porque es una sorpresa. —Se puso de puntillas y le dio un beso.
—¿Una sorpresa? —Le rodeó la cintura con las manos.
—Sí, una sorpresa.
Al  ver  que ella no continuaba,  Nick  le dio un beso;  eso siempre
lograba despistarla. A lo mejor así le contaba que había visto a Steve.
—Ya sé lo que estás tratando de hacer —dijo ella apartándose un poco
para poder respirar.
—¿Lo sabes? —Le besó el cuello.
—Sí, quieres despistarme.
Nick le desabrochó el primer botón de la blusa para poder besarle el
escote.
—Y está funcionando.  Pero si  te digo algo más, Nana me matará.  —
Miley le cogió la cabeza y le besó.
¿Nana? ¿Qué diablos tenía que ver Nana con todo aquello? ¿Era todo
una mentira? ¿De qué conocía Nana a Steve Gainsborough? Fuera lo que
fuese,  tenía  que  averiguarlo.  Su  padre  ya  había  cometido  el  error  de
enamorarse de una mujer mentirosa y él no iba a seguir sus mismos pasos.
Una parte de Nick sabía que Miley no se parecía en nada a su madre,
pero había otra que llevaba demasiados años convencida de que el amor no
existía, no para él. Así que lo mejor que podía hacer era resolver pronto el
misterio del robo de los artículos, llamar a Nana para preguntarle lo de esa
misteriosa y seguramente inexistente «sorpresa», y proteger su corazón. Si
Miley le había mentido,  se le rompería en pedazos,  y dudaba que jamás
pudiera recomponerlo.
—Nick, ¿estás bien? —Miley dejó de besarlo al notar que él  había
empezado a distanciarse.
—Sí, claro —contestó, pasándose las manos por el cabello—. Creo que
voy a ir al gimnasio, hace mucho que no voy. ¿Te parece bien?
Entonces Miley se dio cuenta de que la bolsa con la ropa de deporte
estaba junto a la entrada. Nick  no había vuelto al  gimnasio desde que
dejó de evitarla.
—Sí —dijo ella sin entender lo que estaba pasando. Un segundo antes,
él  la estaba besando,  y ahora ¿quería ir al  gimnasio?—. Yo llamaré a mi
madre, hace días que no hablo con ella, y luego podemos cenar algo.
—No, no te preocupes por mí. —Él cogió la bolsa y le dio un beso en la
mejilla—. Llegaré tarde.
Se fue, y Miley se quedó atónita mirando la puerta. Bueno, seguro que
estaba preocupado por la revista.
Nick  decidió ir andando,  y de camino llamar a Nana, pero ella no
contestó. Estaría cenando con alguna de sus amigas. Durante todo el rato
que estuvo en el gimnasio, no pudo dejar de darle vueltas al asunto. Cuanto
más lo pensaba,  menos lo entendía.  ¿Qué podían tener en común Nana,
Miley y el director de The Scope? ¿Una sorpresa? ¿Qué sorpresa? ¿Por qué?
¿Para qué? La única relación que existía entre The Scope y Nick  era el
robo de los artículos, y él se negaba a creer que Miley tuviera algo que ver
con ello.  Los robos habían empezado unas semanas después de que ella
llegase y Miley no tenía ningún motivo para colaborar  con Steve.  O al
menos ninguno que él conociera. Tal vez quisiera encontrar un trabajo de
más categoría, o quizá mejorar su curriculum. Aunque ¿de ese modo? Pero
¡qué tonterías estaba pensando! ¿Cómo podía plantearse que Miley pudiera
hacer algo así? Subió la velocidad de la cinta en la que estaba corriendo.
Por mucho que le doliera reconocerlo,  sabía la respuesta a esa pregunta.
Tenía miedo de confiar en Miley, tenía miedo de que ella le hiciera daño, y
cualquier excusa era buena para evitar enamorarse de ella. Detuvo la cinta
y fue a ducharse.
De camino a casa,  se dio cuenta de que ella no le había mentido
cuando él  le había preguntado por  lo que había hecho esa tarde,  pero
tampoco podía quitarse de la cabeza que no le había dicho la verdad. A lo
mejor  no  era  tan  complicado,  tal  vez  sólo  era  casualidad y  se estaba
preocupando por nada. Quizá debía arriesgarse a confiar en ella.
Mientras  Nick  estuvo en el  gimnasio,  Miley llamó a su madre y
estuvieron charlando. Ella le contó lo feliz que era con Nick y lo mucho
que le gustaba el trabajo que hacía en la revista. Parecía que por fin todo
empezaba a tener sentido. Elizabeth le contó las últimas aventuras de sus
hermanos, y ambas decidieron que, de momento, era mejor que Joe
no supiera nada de lo que había entre ella y Nick. El mayor de los Martí
era  excesivamente  protector  con  sus  hermanas  pequeñas.  Después  de
colgar, Miley se preparó algo de cena y se acostó. Estaba muerta de sueño.
Nick llegó y vio que todo estaba a oscuras. Mejor. Aún estaba hecho
un lío y se alegró de ver que Miley ya estaba dormida. Se desnudó y se
acostó a su lado. Ella, sin despertarse, se movió hasta apoyar la cabeza en
su pecho, y él  la rodeó con el  brazo. Desde el día en que vieron Drácula,
dormían juntos.  Esa noche «hicieron el  amor» por  primera vez.  En esa
ocasión,  Nick  entendió  la  diferencia  que  había  entre  acostarse  con
alguien y hacer el amor. Miley y él se habían acostado juntos una vez, y fue
espectacular, pero no se podía ni comparar con lo que tenían ahora. Ni él ni
ella habían hablado nunca de eso, pero cuando dormían juntos y Miley se
abrazaba a él  de ese modo,  Nick  suponía que era la manera que ella
tenía de decirle que entre ellos dos había mucho más que una relación
física, y que quería estar con él.
—¿Estás bien? —preguntó Miley sin abrir los ojos.
Él  tardó un instante en contestar.  Allí,  con  ella en sus  brazos,  no
lograba acordarse de por qué estaba tan preocupado. Con Miley sentía una
paz que nunca había sentido antes; era como si todo estuviera bien, como si
nada fuera tan grave.  Seguro que lo del  encuentro con Steve tenía una
explicación, así que, por primera vez en su vida, decidió arriesgarse y seguir
a su corazón:
—Sí. Ahora sí —contestó él, y le besó el pelo—. Sigue durmiendo.

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