–Pues yo digo que deberíamos meterlo en un hormiguero y arrojarle unas miguitas de pan.
Miley Devereaux rió ante la sugerencia de Selena. Su hermana mayor siempre conseguía hacerla reír, sin importar la tragedia en la que estuviese inmersa. Y eso era exactamente lo que estaba haciendo, sentada en el puesto donde Selena leía el tarot y la líneas de la mano en Jackson Square una fría tarde de domingo, en lugar de estar metida en la cama con las mantas hasta las orejas.
Todavía sonriendo ante la imagen de millones de hormigas mordisqueando el pálido y blandengue cuerpo de Cliff, miley echó un vistazo a los turistas que atestaban la zona comercial de Nueva Orleáns, aun en un oscuro día de noviembre.
El aroma del café de achicoria caliente y de los beignets llegaba flotando desde el Cafe Du Monde y cruzaba la calle, mientras los coches pasaban zumbando a unos metros de allí. Tanto las nubes como el cielo tenían un color gris plomizo que casaba a la perfección con el humor huraño de miley.
La mayoría de los vendedores ambulantes de Jackson Square ni siquiera se molestaba en colocar los puestos durante el invierno, pero su hermana Selena consideraba que el suyo era un tesoro tan importante como la Catedral de San Louis, que se alzaba tras ellas.
Menudo tesoro...
La sencilla mesa donde echaba las cartas estaba cubierta por una faldilla púrpura que había hecho su madre, añadiendo unos «encantamientos» especiales conocidos tan sólo por su familia.
Madam Selene, la «Señora de la Luna» –como Selena era conocida–, estaba sentada tras la mesita con una ancha falda de ante verde, un jersey de punto morado y un enorme abrigo negro y plateado.
La extraña indumentaria de su hermana contrastaba enormemente con los vaqueros desgastados de miley, su jersey rosa de ochos y su polar color café. Pero miley siempre había preferido vestirse de modo discreto. A diferencia de su extravagante familia, odiaba destacar. Prefería confundirse con el entorno.
–He terminado con los hombres –dijo miley–. Cliff fue la última parada del tren a ninguna parte. Estoy cansada de desperdiciar mi tiempo y mis energías con ellos. De ahora en adelante, voy a dedicar toda mi atención a la contabilidad.
Selena frunció los labios con disgusto mientras barajaba las cartas del tarot.
–¿Contabilidad? ¿Estás segura de que no te cambiaron al nacer?
miley soltó una débil carcajada.
–En realidad, estoy segura de que eso fue lo que ocurrió. Me gustaría que mi verdadera familia me reclamara antes de que sea demasiado tarde y se manifieste cualquier rareza.
Selena se rió de ella, mientras disponía las cartas de tarot para leerlas.
–¿Sabes cuál es tu problema?
–Soy demasiado remilgada e histérica –dijo miley, con las mismas palabras que su madre y sus ocho hermanas mayores solían usar para referirse a ella.
–Bueno, sí, eso también. Pero estoy pensando que lo que necesitas es ampliar tus horizontes. Deja de ir detrás de esos tipos con corbata apretada, que no dejan de quejarse y llorar a su mami porque no tienen vida. Tú, hermanita, necesitas una sexcapada con un hombre que acelere tu corazón. Me refiero a alguien verdaderamente imprudente y salvaje.
–¿Alguien como justin? –preguntó miley con una sonrisa, pensando en el marido de Selena, que era aún más remilgado que ella.
Selena negó con la cabeza.
–¡Oh, no!, eso es diferente. Mira, en nuestro caso, yo soy la salvaje y la imprudente, la que lo salva de caer en el aburrimiento. Por eso nos complementamos a la perfección. Pero tú no te complementas. Tú y tus novios ocupáis los primeros peldaños en la escalera que lleva a la Ciudad del Aburrimiento.
–Oye, me gustan mis tipos aburridos. Son dignos de confianza y no tienes que preocuparte por sus subidas de testosterona. Soy una chica beta; en todo.
Selena resopló y siguió sacando cartas.
–Me da la sensación de que necesitas unas cuantas sesiones con Grace.
miley hizo una mueca burlona.
–¡Ja! como si necesitase una cita con una sexóloga que se ha casado con un esclavo sexual griego al que invocó a través de un libro… No, gracias.
A pesar de sus palabras, a miley le caía bastante bien Grace Alexander. A diferencia de la multitud de amigos extravagantes de Selena, Grace siempre había sido felizmente normal y con los pies bien plantados en el suelo.
–Por cierto, ¿cómo le va?
–Estupendamente. Niklos aprendió a andar hace dos días y ahora no hay quien lo pare.
Milwy sonrió al imaginarse al adorable bebé rubio y a su hermana melliza. Le encantaba hacer de canguro cuando Grace y Julian salían.
–¿Cuándo está previsto que dé a luz?
–A primeros de marzo.
–Supongo que estarán encantados –dijo, con un pequeño aguijonazo de celos. Siempre había deseado una casa llena de niños, pero a los veintiséis sus perspectivas parecían ser escasas. Especialmente, porque no encontraba ningún hombre dispuesto a tener descendencia con una mujer cuya familia al completo era demente.
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dedikado a todas mis chikas las amoooooo muxioo no lo olviden besotees
v&s
a&c
se que se parece a la d eperfect lover ya saben asi enmpiesa pero nada que ver ehh jejeje aww sone fresaa jeje las amoo muaacki xaoo :D
2 comentarios:
eeeeehhhhh!!!!!!! la primera en comentar....ya era hora..jajjajaj
esta debe de ser parte de la saga de perfect love...por que la historia de grace y julian ...ps es la de nick y miley en P.L.
Pero o importa coraxoon asi me encanta....pero plis sube pronto el sigiente capi.............
pliiiis!!! hazlo por tu queriiiidizimaaa madreee....
que te quiieree tantoo...jajajja y te menda miles deee beesoos aun quee laas deemas se pongaan ceeloosaas...
jijiji
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