-Yo... , sí, así es -balbució Miley, llevándose una mano al collar, atónita ante lo que acababa de oír mientras Demi parecía haberse convertido en una petrificada estatua de sal.
-Solemos referimos a ellas como «las antiguas reliquias familiares» -anunció Nick, sin sentir piedad alguna hacia su hermana.
Demi inmediatamente comprendió que él estaba al tanto de la historia que ella le había contado a Miley con el único fin de atormentarla. Se dio cuenta de que iba a tener muchas cosas que explicar la próxima vez que se encontrara con su hermano a solas.
Por suerte para Demi, el maítre anunció que la cena estaba servida y todo el mundo empezó a moverse para dirigirse al fastuoso comedor. Mandy tomó por el brazo a su marido y Theron le ofreció el suyo a Monique, regalando así un momento de intimidad a Miley y Nick.
-Parece que Theron aprecia la compañía de tu madre -comentó Nick con soltura.
-Ni me hables -repuso Miley-. Estoy demasiado furiosa como para escucharte.
-¿Por qué? ¿Qué te he hecho? -preguntó él con fingida inocencia.
-No me has hecho nada, pero sé que eres malo por naturaleza. Deben de ser los genes.
-Eso me demuestra que comprendes por qué mi hermana es como es -comentó él con jovialidad mientras impedía que ella se soltara de su abrazo-: No voy a dejar que vuelvas a salir corriendo, agapi mou.
-A veces te odio -afirmó ella alzando la barbilla-. Te has estado riendo de mí mientras me colocabas las supuestas «reliquias».
Nick soltó una sonora carcajada. Miley estaba que echaba chispas y él la adoraba cuando se encontraba en ese estado.
-Lo del pirata venezolano era pura fantasía. Y ahora cuéntame cuál es la historia que Demi te endosó en su día sobre esas famosas «reliquias familiares».
Pero Miley rehusó contestar, sorprendiéndose a sí misma. ¿Por qué se detenía cuando había llegado el momento de vengarse? ¿Tendría todo ello algo que ver con la evidente vergüenza de Demi y con la sincera mirada de disculpas que le había dirigido antes de desaparecer entre la multitud?
-Tengo hambre -dijo para cambiar de tema, aunque estaba segura de que esa noche no iba a ser capaz de probar bocado.
La insinuación cumplió su cometido. Nick entendió que no pensaba iniciar una discusión sobre su hermana hasta que pudiera comprobar por sí misma si Demi había madurado a lo largo de los últimos tres años como su última mirada de arrepentimiento permitía sospechar.
-¿Por qué venezolano? -preguntó de repente-. ¿Por qué no español o francés... ?
Él rió de nuevo, echando la cabeza hacia atrás. La gente se detuvo para mirarlo, pero él no hizo el menor caso, besó a su mujer en la boca y la arrastró hacia el concurrido comedor.
En una de las mesas redondas, los esperaban Monique, Theron, Mandy y Ethan Rayes. Mandy monopolizó la cena relatando con gracia todos los detalles de su romance con Ethan. Rieron y disfrutaron de la comida y la bebida, sobre todo Monique, que estaba pasando uno de los mejores momentos de su vida, caballerosamente atendida por Theron en todo momento.
Después de la cena, la gente empezó a regresar poco a poco hacia el salón, y Nick fue llevando a su esposa, firmemente agarrada por la cintura, de grupo en grupo, para que todo el mundo pudiera saludarla personalmente e intercambiar unas palabras de cortesía con ella. Quería dejar bien clara la solidez de su matrimonio, al tiempo que sorprendía a todo el mundo conversando con su esposa en griego. Al final de la velada, todos los presentes sabían que Miley hablaba y entendía el idioma local. La intención de Nick era obligar a la gente a pensarse dos veces lo que decía sobre su esposa delante de ella antes de cometer un error imperdonable. Hubo gente que se tomó la noticia con manifiesto desagrado y Nick tomó nota mentalmente de quiénes eran para no invitarlos a las reuniones sociales que pronto empezaría a organizar en. su casa. Sin embargo, otros se mostraron complacidos. Esos sí serían invitados a formar parte de su futuro círculo social.
También hubo gente a la que no pudieron abordar porque mantenían ostensiblemente las distancias. Takis Konstantindou fue uno de ellos. Al igual que Demi... y Selena Christophoros. En el fondo, Miley sentía pena por Selena . No tenía que ser nada fácil presentarse en aquella fiesta, donde iba a quedar bien claro que los rumores sobre el supuesto divorcio de Nick para casarse con ella eran falsos.
-¿No crees que deberíamos acercamos a saludarla? -preguntó Miley, al descubrir que su marido también miraba en aquella dirección.
-¿Para qué?
-Debe sentirse muy incómoda, Nick, los rumores tienen que haberla afectado tanto como a ti.
-La mejor manera de acabar con un rumor es no hacerle caso. Además, parece que Selena ya cuenta con el apoyo incondicional de mi madre y de mi hermana.
Era verdad, se dijo Miley. Aunque aún no se había atrevido a pensar en ello, la realidad era que la familia de Nick seguía sin aceptarla y lo demostraba colmando de atenciones a su rival.
Miley se separó de Nick para salir a la terraza a tomar un poco de aire fresco y allí la encontró Mandy.
-Quiero advertirte, Miley -dijo nada más llegar-. Ten cuidado con Selena Christophoros. Parece una joven simpática y tranquila, pero esconde una personalidad diabólica. Es una hábil manipuladora. Fue ella la que convenció a Demi para que regresara a Atenas para ayudar a Thea con los preparativos de la boda de troy mientras se postulaba como la sustituta ideal. Así fue como consiguió pasar dos semanas a solas en el yate de Nick, preparando la gran fiesta de inauguración de la urbanización de San Esteban. No me extrañaría lo más mínimo que hubiera sido ella también la que ha propalado los rumores de que tu marido pensaba divorciarse para casarse con ella. Hará todo lo que esté en su mano para quitarte a ick. Y su tío Takis la apoya incondicionalmente.
-¿Takis y Selena son parientes? -preguntó Miley, sorprendida.
-Son uña y carne. Las familias griegas son muy leales.
-¿Qué te está diciendo esta pilluela? –preguntó Nick cruzando la puerta de la terraza para ir a abrazarse a la cintura de su mujer y morderle el lóbulo de la oreja.
-Las cosas que se dicen las mujeres no son aptas para los oídos de los hombres -contestó la «pilluela»-. Y tú, mi querido primo, debes estar muy contento de cómo te han salido las cosas. No lo olvides -añadió alejándose con un ademán de despedida.
Miley y Nick observaron su marcha que tenía como destino final el brazo de su marido, que la recibió con una sonrisa.
-Ha sudado tinta para conquistarlo -le confió Nick-. Me da la impresión de que aún no se cree lo que le está pasando.
-Yo pienso que es un hombre con mucha suerte -dijo Miley, que siempre había apreciado mucho a Mandy.
-Hum..., yo también lo soy -dijo él inclinando la cabeza para besarla.
-No lo hagas -rogó ella con una sonrisa-. No quiero perder la poca dignidad que me queda delante de todos.
Pero él rió y se interpuso entre la balaustrada de la terraza y ella para que nadie pudiera verla desde el interior. Miley miró complacida sus ojos sonrientes.
-Te amo -dijo, sin habérselo propuesto.
Él respondió tomando una amplia bocanada de aire y tensando los hombros mientras sus caderas se ajustaban a las de ella.
-¡Vaya momento que escoges para decírmelo! -gritó.
Ella empezó a temblar porque la confesión que acababa de hacer la comprometía demasiado. Se sintió desnuda y vulnerable; temerosa de volver a dejarse herir por ese hombre con el que se había casado. Unas cálidas lágrimas resbalaron por sus mejillas.
Pero él tampoco estaba en paz consigo mismo, su expresión denotaba que estaba librando una fuerte batalla interior. Miley se hubiera conformado con un simple «y yo también», pero Nick no parecía capaz de articular palabra.
-Puedo retirar lo que he dicho -aventuró Miley.
-No -graznó él-. Solo quiero que te-esperes a que yo pueda...
Miley se sintió desamparada. Eran dos adultos haciendo el ridículo, expuestos a las posibles miradas de reprobación de un centenar de personas. Debería habérselo dicho en casa, pero ya no podía evitar el desastre. Las manos de él la atrajeron con firmeza, incontenibles.
-¡No me beses! -exclamó ella.
Miley sintió cómo una oleada de calor le recorría todo el cuerpo. Saber que él estaba tan excitado la volvía loca. La música sonaba en el salón, abriéndose paso entre las conversaciones. E Miley se dio cuenta de que, si no lo impedía a tiempo, iba a acabar tirada en el suelo con el pesado cuerpo de ese gran hombre sobre ella.
-Ahora todo el mundo está convencido de que eres una princesa educada y primorosa, pero yo sigo teniendo que batallar con la maldita bruja que llevas dentro. Esa bruja que es capaz de llevarme hasta el límite sin previo aviso.
-Continua insultándome -lo retó ella empezando a enfadarse-. No lo puedes evitar.
-No, no lo puedo evitar. Desde que regresaste a mi vida con ese par de piernas que le quitan el hipo a cualquiera, no he dejado de sentirme como un adolescente enamorado que no sabe qué hacer.
-¿Te atreverías a repetir que estás enamorado?
-¡Siempre he estado enamorado de ti! Incluso durante esos tres años atroces.
-Me pediste que volviera para divorciarte de mí.
-Era una excusa.
-Ya habías elegido a tu segunda esposa.
-Soy una persona arrogante, ya lo sabes.
-Supongo que esa es la razón de que yo haya tenido que mencionar la palabra «amor» en primer lugar.
-Me pones de tan mal humor que estoy a punto de tirarte por la barandilla.
-¡Tírate tú primero! ¡Y espero que te rompas ese arrogante cuello!
Un sonido los sacó de la discusión. A Miley se le cayó el alma a los pies en cuanto vio a su suegra. Cualquiera que tuviera ojos podría jurar que habían estado peleándose. Thea se les acercó con cautela y preocupación, mirándolos de hito en hito. Miley gimió en silencio, deseando que se la tragara la tierra.
-Siento molestar -dijo Thea con formalidad, antes de detener la vista sobre su avergonzada nuera-: Estoy preocupada por tu madre, Miley. Theron la ha sacado a bailar con el andador y creo que su entusiasmo la está fatigando.
Miley comprobó de un solo vistazo que la preocupación de Thea tenía fundamento. El anciano Theron estaba bailando con su madre, que manejaba el andador con graciosa soltura. Ese hombre estaba cortejando a Monique alegremente y sin el menor recato. Y ella se divertía de lo lindo, pero incluso desde la distancia que las separaba, Miley pudo ver cómo las huellas del cansancio empezaban a hacer aparición en su bello y aún juvenil rostro.
-Voy para allá -dijo Miley. Pero Nick la detuvo.
-No, déjamelo a mí. No se lo tomará tan mal si es un hombre quien le pide que se siente a charlar un rato -explicó, depositando un beso sobre los labios de su esposa antes de entrar en el salón de baile.
De pronto, Miley se encontró a solas con una mujer a la que no agradaba y que, además, era su suegra. Ambas mantuvieron un silencio tenso que Thea decidió romper:
-Mi hijo aprecia mucho a tu madre.
-Sí -repuso Miley, algo más calmada, observando cómo Nick hacía girar a su madre una última vez antes de acompañarla hasta un sofá-. Y mi madre lo adora.
Thea alzó la nariz, dispuesta a marcharse.
-No, quédate, por favor -rogó Miley impulsivamente.
La madre de Nick detuvo el paso e Miley sintió una aguda presión en el corazón. Había llegado el momento de retomar los asuntos familiares, de darles un nuevo giro. Por el bien de Nick, sabía que tenía que tender una mano amistosa hacia Thea.
-Os estabais peleando de nuevo -dijo ella.
-No nos malinterpretes -replicó Miley-. En realidad estábamos cortejándonos -explicó encogiéndose de hombros con una sonrisa-. Siempre nos pasa lo mismo, discutimos hasta que se enciende la pasión y luego nos amamos salvajemente. ¡Pero comprendo que te preocupen nuestras peleas -concedió finalmente para mantener viva la llama de la conversación.
Thea se tomó su tiempo para asimilar la fresca confesión de Miley, luego suspiró y pareció que se quitaba un peso de encima.
-Supongo que ya sabías hablar griego durante el año que pasaste en Atenas.
-Sí.
-Entonces, es posible que hayas oído comentarios poco halagüeños sobre tu persona.
-Efectivamente.
Se hizo un silencio y luego Thea se apoyó sobre la balaustrada.
-Mi hijo te ama -dijo con calma-. Ya mí solo me importa su felicidad, pero las peleas... me dejaban muy mal sabor de boca.
«Y a mí», reconoció Miley, recordando la época en que la chispa del amor había quedado sepultada por la incomprensión y la falta de entrega.
-Cuando te marchaste, sentí un verdadero alivio, pero Nick se quedó destrozado. Estaba tan deprimido, que tuvo que marcharse a España para que nada le permitiera recordarte. Te echaba de menos.
-Yo también lo echaba de menos.
-Sí, lo entiendo. Nick quiere que seamos amigas. Y a mí también me gustaría, Miley.
Ella sonrió, aunque el tono de Thea indicaba que la historia de su futura amistad no prometía ser un camino de rosas. Pero, en ese momento, bastaba con que su suegra hubiera puesto a prueba su orgullo para mantener una conversación íntima con ella, y se dispuso a devolverle el favor.
-Hace tres años yo era demasiado joven para comprender muchas cosas. Vuestro estilo de vida me resultaba ajeno y me sentía demasiado vulnerable y rebelde como para aceptar los consejos de nadie. Esta vez será diferente -prometió solemnemente mirando a Thea a los ojos.
Su suegra asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Ambas sabían que habían firmado un cierto compromiso de buenas intenciones. Cuando Miley se dispuso a volver a la fiesta, Thea la detuvo:
-Siento mucho lo del bebé -dijo con seriedad-. Tuviste que sufrir mucho porque sé que nadie de la familia te ayudó a superar tan terrible pérdida.
Era la pura verdad e Miley no supo qué responder. Su suegra pareció comprender y, después de dudar un instante, regresó a la sala de baile.
Nick apareció al cabo de un momento e Miley se preguntó si no las habría dejado hablar a solas a propósito.
-¿Te encuentras bien? -preguntó con tono preocupado.
Ella asintió y se acercó a él, metió los brazos por debajo de la. chaqueta y se agarró con fuerza a su espalda.
-No vuelvas a permitir que me marche jamás.
-Nunca -prometió él.
Abandonaron la fiesta poco después y no hablaron mucho durante el trayecto de regreso a casa. " En cambio, Monique no paró de parlotear sobre Theron y sobre los planes que habían hecho para salir juntos a hacer un poco de turismo al día siguiente.
-¡No me lo puedo creer! –exclamó Miley, mirando a Nick mientras se preparaba para meterse en la cama-. iMi madre ha seducido al hombre más rico de Atenas!
-Mi tío es un conquistador nato.
-iPero si tendrá unos setenta años...! No puede estar pensando en serio que mi madre...
-Debes saber que yo comparto la misma sangre -la interrumpió Nick en tono de advertencia, enarcando una ceja. Ella se había quitado la ropa y solo llevaba las «reliquias familiares»-. ¿Serás capaz de dejar que te haga el amor cuando yo cumpla setenta años y tú... ?
-iNo te atrevas a mencionar mi edad! –protestó ella.
Esa noche hicieron el amor durante horas, felices de haberse recuperado el uno al otro, felices de haber afrontado los problemas del pasado, felices de poder comenzar de nuevo. Una vez superadas las interferencias, solo quedaban el amor, la confianza y el deseo.
La mañana amaneció soleada y en la terraza encontraron un servicio de desayuno para dos. Monique iba a desayunar en su habitación para poder arreglarse cómodamente de cara a su cita con Theron. Cuando llegó el momento de marcharse a la oficina, Nick la miró con tal deseo, que ella no pudo evitar sonreír. Theron llegó a la hora acordada y saludó a Miley con la perfecta cortesía de un hombre de su edad y clase. De alguna manera, se las arregló para que Monique aceptara llevarse consigo la silla de ruedas, lo que le valió un enérgico gesto de aprobación por parte de su bella hija. Una vez a solas, Monique pidió a Alisse una segunda taza de té y se recostó en la silla, tratando de decidir qué haría mientras Nick atendía sus negocios
Llevaba los mismos pantalones de deporte de color caqui con una camiseta amarilla. Esa camiseta era la última prenda limpia que quedaba en su maleta, por lo que tomó en consideración la posibilidad de salir de compras. Estaba aún cavilando cuando Alisse llegó con un sobre que ponía su nombre y que había sido entregado en mano.
Si hubiera estado más alerta, podría haberse imaginado que aquel inesperado sobre solo podía traer problemas, pero se sentía relajada y satisfecha de la vida. Pensó que sería una sorpresa de Nick, aunque solo hacía media hora que se había marchado.
Pero lo que cayó en sus manos le borró la sonrisa de golpe. Después de haber echado un primer vistazo, soltó las fotografías como si estuvieran envenenadas y se puso instantáneamente en pie, golpeando la mesa del desayuno a su paso. Cuando se oyó el estrépito de la porcelana rota, ella ya había echado a correr despavorida, temblando de cólera y angustia.
ALISSE se encontró a Miley desmadejada sobre el suelo del cuarto de baño situado junto a la terraza, con la cabeza apoyada sobre la taza del váter sobre la que había vomitado.
-¡Kiria, está usted enferma! ¡Llarnaré al médico!
-¡No! -gritó Miley con desmayo-. No -repitió más calmada-. Ya estoy mejor, ha sido un corte de digestión. Lo único que necesito es echarme un rato en la cama, de veras.
Se incorporó dificultosamente ante la mirada preocupada del ama de llaves. Salió del baño dando tumbos y se encaminó hacia las escaleras, pero enseguida supo que allí no se encontraría descanso y se dirigió hacia la habitación de su madre. De vuelta al seno materno, se dijo.
Estaba segura de que Alisse iba a llamar a Nick, entendía que formaba parte de sus obligaciones. Pero nick no necesitaba ser informado. Un poco antes de que Miley recibiera el sobre, él ya estaba abriendo uno similar frente a la mesa del despacho de su oficina. Mientras ojeaba las malditas fotografías, el teléfono empezó a sonar. Era el padre de Selena , que también había recibido otro sobre. Apenas había colgado el teléfono, cuando recibió otra llamada, esa vez de su madre y, a continuación, la de un periodista del diario sensacionalista de mayor tirada de Atenas.
Nick estaba ya de camino a casa cuando Miley aún no había llegado a la habitación de su madre. Su teléfono móvil sonaba sin parar, pero lo silenció y lo arrojó al asiento trasero, junto a las fotos. Quienquiera que fuese la persona que intentaba contactar con él, tendría que esperar, porque toda su atención estaba puesta en la certeza de que Miley habría recibido el mismo regalo envenenado. Iba a toda velocidad y el frenazo que dio delante de la puerta de la casa levantó nubes de polvo. Alisse lo esperaba frente a la puerta con un teléfono móvil en la mano.
-¿Dónde está mi mujer? -preguntó escalando los primeros peldaños.
-En la habitación de su madre, kyrios -lo detuvo ella.
Nick cambió de dirección, cruzó el vestíbulo con determinación y entró en la terraza, en dirección al anexo. Pero allí estaba la repugnante .prueba de que Miley había sido alcanzada por el mismo francotirador. La mesa volcada, la porcelana rota y, en medio de todo el desastre, las fotos. Rugió de ira y se detuvo un solo instante para recoger el contenido del sobre. Entró en el anexo y se maravilló de lo cómodamente que se había instalado Monique, a pesar de que el equipo de fotografía digital de Miley ocupaba mucho espacio. Pero no tenía tiempo para pensar en los demás, puesto que su objetivo yacía en posición fetal sobre la cama. Alguien lo iba a pagar muy caro.
-Miley -la llamó suavemente. Pero ella no reaccionó. ¿Esperaba acaso que él se pusiera de rodillas para pedir perdón? «Jamás», pensó, tirando las fotos sobre la cama-. Son falsas -anunció-. Espero que me creas.
Ella no se movió y él deseó saltar sobre ella para demostrarle que nunca habría sido capaz de hacer una cosa como esa.
-¡Miley! -clamó-. No hay tiempo para dramatismos. Tú eres una fotógrafa profesional. Conecta el equipo y demuéstrame cómo han sido capaces de realizar un montaje tan realista. Necesito tener las pruebas para castigar al culpable.
-Márchate -murmuró ella.
Con un suspiro de impaciencia, Nick se inclinó para tomarla por la cintura y levantarla. Una vez sentada, le apartó el cabello de la cara. Estaba tan pálida como una pared y sus ojos miraban extraviados.
-Escúchame.
Pero ella hizo caso omiso y empezó a golpearlo, gritando los peores insultos que se veía capaz de proferir. Él esperó a que perdiera las pocas. fuerzas que aún le quedaban. Finalmente, ella lanzó un suspiro quejumbroso, se puso en pie y tomó las fotografías.
-¡Me has mentido! Me dijiste que ella nunca había significado nada para ti, pero... iMira! ¡Ahí estás, sobre la cubierta de tu yate, desnudo, abrazándola por detrás como solo lo haría un amante!
-Nunca. ..
-¡Y mira esta! ¿Te atreves a negar que estabais los dos desnudos, tomando el sol sobre la cubierta del yate? Jamás podré perdonarte...
Nick agarró la mano que sostenía las fotos y se las quitó.
-¡Debes creerme cuando te digo que son falsas! -rugió.
-¿Falsas? -preguntó Miley con la mirada arrasada en lágrimas. ¿Qué importancia podía tener que fueran falsas cuando ya se habían quedado indeleble mente grabadas en su mente? El daño estaba hecho-. Te creí cuando me dijiste que ella no...
-Pues sígueme creyendo. Y empieza a pensar con la cabeza en vez de con el corazón.
-¡Mi corazón está muerto! ¡Tú me lo has arrancado!
-El melodrama no va a resultar de gran ayuda, agapi -dijo él con un suspiro y cierta condescendencia. Al menos, había conseguido que ella volviera a la vida.
-Me marcho de Atenas hoy mismo.
¿Echando a correr para huir de los problemas otra vez? Pues ten cuidado, porque soy capaz de dejarte marchar. No quiero pasarme toda la vida bajo sospecha.
-¿Por qué te enfadas conmigo?
-No estoy enfadado contigo, sino con el autor de estas fotografías. No eres la única que ha recibido copias -le explicó dando detalles-. Este asunto es muy serio, Miley. Alguien quiere hacernos daño provocando un escándalo y yo necesito tu ayuda, no tu desprecio.
Nick se acercó hasta el ordenador y comprobó que todos los enchufes estaban en su sitio.
-Tú conoces este artefacto mejor que yo. Dime qué tengo que hacer para que se ponga en funcionamiento.
-No se usa desde hace tres años, puede estar estropeado.
-¡Inténtalo, al menos!
Miley estaba empezando a comprender que Nick iba en serio. Movió sus temblorosas piernas y se acercó a él, manteniéndose en guardia. Tocó un par de interruptores y la pantalla se iluminó.
-Y ahora, ¿qué?
-Escanea las fotos, amplíalas y busca detalles que no concuerden. Esas fotos son solo un montaje.
-¿Seguro?
-¡Sí! ¡Seguro! ¡Y me gustaría poder disfrutar de un poco de confianza!
-Si vuelves a gritarme, me marcho -lo amenazó ella fieramente.
-Pues deja de mirarme como si fuera una serpiente venenosa replicó recuperando las fotos y dejándolas junto al ordenador.
-Dices que son falsas -murmuró ella, ampliando la primera foto.
-Quiero que me demuestres que lo son.
-De momento, no me parecen falsas, pero si lo que dices es cierto. ..¿quién tomó esas fotos? Cualquier persona entendida en el asunto puede hacer un montaje, pero necesita partir de unos originales.
-¡Demi! -exclamó Nick.
-¿Nick? No puedo creérmelo. Ella te adora. Y, además, no tiene nada que ganar en este asunto.
-Quiere vengarse -dijo él mientras la foto de la pantalla se ampliaba-. Siempre ha deseado que alguno de sus hermanos se casara con su mejor amiga, pero los dos la hemos decepcionado.
-No puedo creerlo.
-Una tarde vi un fotógrafo en el dique tomando fotos del yate. Esas deben ser los originales. Estoy casi seguro de que ha sido Demi la que ha pagado por este trabajo. iQuiere que te divorcies de mí y que a mí no me quede más remedio que casarme con Selena para poner a salvo su reputación!
-Todo eso no tiene ni el menor sentido -protestó Miley-. ¡Nadie llega a tales extremos para favorecer a una tercera persona!
-¿De qué tercera persona hablas? ¿De Selena ? A ella la están manipulando igual que a nosotros. Escucha lo que pienso: Demi manda repentinamente a Selena a España para sustituirla y organiza todo este tinglado, en previsión de que nuestro divorcio no llegue a consumarse.
Nick pensaba que podía explicarlo todo a su i manera, pero Miley recordó la conversación mantenida con Mandy sobre Selena y sus sospechas tomaron otro camino. Se concentró en la pantalla y, al cabo de unos segundos, encontró la primera discrepancia: en una de las fotos faltaba un dedo de la mano de Nick. Aumentó el tamaño de esa zona y mandó la copia a imprimir. En la misma foto, observó que la línea de la barandilla del yate se interrumpía sin razón alguna. Ya no cabía ninguna duda: las fotos eran falsas, tal y como Nick aseguraba.
-¿Quieres que siga con las demás?
-No, a no ser que tú desees convencerte aún más -respondió él con una frialdad rayana en la descortesía.
Miley suspiró, se merecía ese trato, al fin y al cabo, no había confiado en él cuando se lo había pedido. Había necesitado ver las pruebas por sí misma.
-Supongo que ahora querrás vengarte de mi falta de confianza.
-Más tarde. Pero lo vas a pagar muy caro -dijo recogiendo las copias y disponiéndose a salir. Ninguno de los dos se permitió una sonrisa. Las fotografías, falsas o verdaderas, habían dañado su relación e Miley se preguntó si alguna vez iban a poder superarlo.
-Nick ... -lo llamó Miley cuando estaba a punto de salir de la habitación-. Demi sabe que soy una fotógrafa profesional. Recuérdalo cuando te enfrentes con ella.
-Y eso... ¿qué quiere decir?
-Nada. Solo te pido que no la juzgues mal antes de hablar con ella, puede no tener la culpa le advirtió, sin añadir nada más. No estaba segura de sus sospechas y no quería arruinar la buena imagen que Nick tenía de Selena.
En cuanto él se hubo marchado, ella imprimió sus propias copias. El coche de él acababa de salir del aparcamiento cuando ella ya estaba llamando a un taxi. La mansión de los Christophoros era muy parecida al resto de las que se diseminaban por la colina. Llamó a la puerta y se dejó acompañar por una criada hasta una pequeña salita de espera. Selena se tomó su tiempo antes de aparecer e Miley empezó a perder los nervios. Sintió cómo el estómago se le contraía involuntariamente, provocándole una oleada de náuseas. No sabía si había hecho bien acudiendo a esa casa, ni siquiera estaba segura de sus sospechas, pero sabía que, culpable o no, había llegado para ella el momento de enfrentarse a su rival.
La puerta se abrió Miley se giró para mirar a Selena cara a cara. Ella iba vestida con un discreto vestido azul cielo y su apocada expresión no encajaba con la supuesta posibilidad de tener que enfrentarse con una esposa celosa y ansiosa por hacerla pedazos. En realidad, daba la impresión de que Selena era la esposa ofendida.
-Tenemos que abreviar -dijo Selena -. Mi padre llegará a casa dentro de un momento y estoy segura de que no le gustará encontrarte aquí. Ahora que ya sabes la verdad sobre Nick y yo -prosiguió con una calma poco natural-, ¿podemos pedirte que desaparezcas de una maldita vez y nos dejes vivir en paz?
No hay comentarios:
Publicar un comentario