martes, 15 de noviembre de 2011

Amor de dioses-niley-capi-15-aniversario con ternuriis


Su piel, tan dorada y suave, cubrían músculos esbeltos y curvas suculentas. Sus pechos eran suaves, perfectos para sus manos y sus pezones eran del hermoso color rosa que recordaba. Se le hacía agua la boca por ellos.
miley caminó hasta la bañera y se metió dentro. Su trasero, su espalda… el nombre de nick. Se puso en pie antes de darse cuenta de lo que hacía. Quería besar ese tatuaje, algo por lo que ella lo golpearía, probablemente. Sin embargo, no se disculparía por habérselo hecho. Diablos, no. Le gustaba demasiado.
Girando despacio, su mirada encontró la de él mientras se hundía lentamente en el agua. No había forma de ocultar el deseo que nick sentía, lo consumía, lo devoraba y lo dejaba tan desnudo como ella. La expresión de miley, no obstante, era ilegible.
Lentamente, se enjabonó el cuerpo entero con la barra de jabón que él había traído. Parecía totalmente imperturbable mientras las burbujas danzaban sobre ella, bajando por esos pechos magníficos y escondiéndose entre los pétalos de rosa. Se lavó la cabeza también y pronto los mechones estaban chorreando por su rostro y hombros.
Con cada movimiento que ella hacía, él se acercaba un poco más. No podía evitarlo. Finalmente, miley terminó y se puso de pie. Otro banquete para sus ojos. Todas esas curvas que él deseaba más que nada en el mundo estaban ahora mojadas. nick quería secar a lametones todas las gotas.
—¿En qué piensas? —preguntó ella, su voz tan vacía de emoción como su rostro.
—Te necesito —logró decir con voz ronca, a través del nudo de su garganta.
Al fin. Una reacción. Alivio y deseo, deseo intenso, la reclamaron y miley sonrió como una sirena.
—Entonces, a me tendrás.
Esas palabras eran una réplica de sus palabras de antes y completamente inesperadas. Pero, como le había dicho antes, no había ninguna buena razón para analizar un cambio de actitud. En ninguno de los dos. No ahora. Un segundo después, había recorrido la distancia que los separaba. Tenía sus brazos envueltos alrededor de ella, empujándola contra él, al segundo siguiente. Sus labios se encontraron en un enredo salvaje, sus lenguas buscando, rodando juntas. Una y otra vez el beso continuó, ahogándolo en todo lo que era miley.
Odiaba detenerse, aunque fuera por un momento, pero tenía que quitarse las ropas. Si no experimentaba un contacto piel a piel pronto, estallaría en llamas.
Jadeando se arrancó la camisa, sus botas y luego los pantalones.
La atrajo de vuelta a su abrazo. Finalmente. Benditamente. Piel contra piel. Ambos gimieron ante el efecto embriagador. Los pezones de miley se frotaron contra su pecho, contra su tatuaje, mientras que sus partes inferiores empujaban juntas. Luego ella se inclinó, trazando las letras con su lengua, y dioses, nunca había estado más feliz de tener esas marcas.
Después de trazar la última, besó su camino abajo hacia el estómago. Poniéndose de rodillas.
miley iba a… por favor, por favor, por favor… pero a ella no le gustaba lo suficiente como para hacérselo. ¿Verdad?
—¿Qué estás…
miley se metió su polla, profundamente en la boca.
La cabeza de nick cayó hacia atrás y rugió. Todo ese calor húmedo era el éxtasis, seguramente el primero que de verdad conocía, pues nada se había sentido jamás tan condenadamente bien. Arriba y abajo, miley se movía, permitiéndole llegar a tocar el fondo de su garganta.
—Dioses. No hagas que me corra.
Ella rió, se retiró y lamió sus testículos.
—¿Cuándo te he hecho caso?
—Zorra —con un gruñido, nick se puso también de rodillas. Probaría su semilla. Después. Más que nada, incluso más que ese éxtasis, quería estar dentro de ella y no quería tener que esperar para hacerlo—. Abre tus piernas para mí.
En cuanto miley obedeció, él ya tenía dos dedos enterrados profundamente. Más húmedo calor. Y para su deleite…
—Estás lista para recibirme.
Nunca estuvo más orgulloso de haber llevado a una mujer hasta ese punto.
Ella tembló y tuvo que aferrarlo por los hombros para mantenerse de pie.
—Estoy lista pata ti, cada maldita vez que te veo.
Y no le agradaba, nick podía notarlo en su tono de voz, pero sólo podía disfrutar de la admisión.
—Es igual para mí.

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