domingo, 6 de noviembre de 2011
Fire in Two Hearts--cap--11
Nick extendió la mano en dirección a ella e Miley se dio cuenta de que pretendía devolverle la cámara que se había dejado olvidada en El Pireo. Hizo intención de recoger la cámara, pero le falló la mano y, de repente, se encontró asida a una fuerte muñeca masculina. Él no dudó un momento y la atrajo hacia sí, dejándola que se apoyara sobre su hombro, sin importarle lo que pudieran pensar los sorprendidos espectadores. Con una mano la sostenía por la nuca y, con la otra, por la cintura. Ella se agarró al cuello de su camisa, reconfortada por un familiar apoyo masculino que no deseaba sentir. Oyó cómo alguien sollozaba y se dio cuenta de que era ella misma.
-Todo esto es culpa tuya, Nick -dijo Miley.
-Sin duda -aceptó él caballerosamente-. Señor Grabell, ¿podría usted hacerme el favor de decirle al recepcionista que el señor Jonas desea hablar con él?
Miley salió de su trance al oírle hablar.
-¿Qué piensas hacer? -preguntó.
-Algo que alguna vez me dijiste que se me daba bien, resolver los problemas ajenos.
-Puedo hacerlo yo misma -repuso ella con el orgullo herido.
-No te muevas -dijo él estrechándola aún más-. Al parecer, este día se va a convertir en el mejor de mi vida, y no estoy dispuesto a que lo arruines con esa arrogante rebeldía que conozco tan bien.
El mejor día en la vida de él, el peor en la de ella, resumió Miley. Como era de esperar, en cuanto el director del hotel escuchó el nombre de Nick, se presentó de inmediato, pidiendo disculpas profusamente en griego. Nick le respondió con igual profusión, también en griego. La conversación era tan tensa y rápida, que Miley no la pudo comprender por entero.
Cuando el hombrecillo desapareció, Nick la soltó con cuidado. Su madre la miraba como si aún no pudiera creerse que Miley hubiera estado llorando sobre el hombro de su marido. Lucas Grabell se puso la chaqueta y miró a su alrededor con aire satisfecho por el deber cumplido. Lucas T. se había puesto en pie y parecía considerar las posibilidades de enzarzarse en una pelea con su adversario. Miley pensó que había llegado el momento de hacer las presentaciones.
-Lucas T., te presento a mi marido, Ni...
-¡Monique! –exclamó Nick, haciendo caso omiso a las palabras de Miley, y acercándose a su madre, sin dedicarle ni una sola mirada al fisioterapeuta-. ¡Tienes mal aspecto! Creo que todo esto ha sido demasiado para ti -le murmuró casi al oído-. Acepta las más sinceras excusas por parte del director de este hotel. Concédeme cinco minutos y conseguiré que tu vida sea algo más agradable, te lo prometo. Si el encargado está haciendo lo que le he pedido, en un par de minutos llegará un coche para llevamos a un lugar donde funcione el aire acondicionado.
La resistencia de Monique se disolvió como por ensalmo al oír tan gentiles palabras.
-Este era el único hotel que nos podíamos permitir pagar -explicó con cierta modestia-. Miley no estaba dispuesta a que tú costearas nuestro viaje, pero tampoco deseaba dejarme sola en Londres. Si estuviera en mi casa, al menos podría prepararme una taza de té.
-Nos va llevar ¿adónde? –intervino Miley, interrumpiendo tan cálida conversación.
-A nuestra casa, por supuesto -replicó Nick-. Miley es muy testaruda, ¿no es cierto? -añadió dirigiéndose a Monique con aire de conspiración-. Cosa que ha heredado de ti -prosiguió con una sonrisa.
-Ni lo dudes.
-¿Qué quiere decir eso de «a tu casa»?
-He dicho «a nuestra casa» -la corrigió él-. ¿Crees que podremos convencerla entre los dos? -le preguntó a Monique.
-Siempre fuiste un hombre encantador, Nick -protestó Monique fingiendo enojo, aunque su semblante presentaba mucho mejor aspecto.
-Nick , no vamos a irnos a tu casa -le advirtió Miley-. La luz volverá dentro de unos minutos y, con ella, llegará la normalidad.
-¿Y si vuelve a haber un corte eléctrico mientras tu madre está en su habitación? ¿Quieres arriesgarte a tener que dejarla allí confinada?
-En eso mismo estaba pensando yo antes de que tú llegaras -corroboró su madre.
Miley se dejó caer sobre una butaca, sin ganas de seguir luchando por una batalla perdida.
-¿Y qué pasa con Lucas y el señor Grabell? Tendrán que venir con nosotras.
Se produjo un silencio denso.
-Tu amante puede dormir donde quiera, siempre que sea fuera de mi casa -contestó agriamente Nick.
Todos miraron a Lucas, que se había quedado de piedra. Lucas Grabell observaba la escena como si estuviera en el teatro. Miley pensó que iba a sufrir una parada cardiaca y se llevó las manos al rostro, deseando que se la tragara la tierra. ¡Había permitido que Nick creyera que Lucas era su amante! Al no poder aguantar la tensión que se había creado en el grupo, se levantó.
-Me subo a mi habitación -anunció con voz y piernas temblorosas mientras se encaminaba hacia la escalera.
Al terminar de subir los cuatro pisos, Miley estaba tan harta de todo que, nada más entrar en su habitación, pidió línea telefónica en recepción para ponerse en contacto con el aeropuerto. Si había billetes, volverían todos a Londres esa misma noche, decidió.
Pero no hubo suerte, los vuelos a Londres para el día estaban completos. Se sintió atrapada.
-Lo siento -dijo una voz a sus espaldas-. Creo que mi presencia en Atenas no ha hecho más que causarte problemas –añadió Lucas.
-¿Para qué has venido, Lucas? -le preguntó ella, dándose la vuelta para mirarlo a los ojos-. ¡No sé qué es lo que te propones!
-Pensé que podría resultar útil -repuso él desde la jamba de la puerta con un incómodo encogimiento de hombros-. Tu madre estaba de acuerdo. y a mí no se me ocurrió pensar que tu marido podría verme como a un rival.
-Me ha estado espiando. Cuando nos vio juntos en el vestíbulo, se imaginó lo peor, y yo no he hecho nada para quitarle esa idea de la cabeza, al contrario.
-Sin embargo, creo que lo que haya entre nosotros dos ya no es asunto suyo -repuso Lucas con tono afilado-. Has venido para firmar un acuerdo de divorcio, no a pedirle permiso para tener un amante.
Miley rió con ganas.
-Nick es un hombre muy poderoso, arrogante y posesivo. En cuanto oyó hablar de ti, olvidó todas sus intenciones de divorciarse. Y ahora estoy atrapada junto a un hombre que pretende salvar nuestro matrimonio, antes que dejarme a solas con cualquier otro hombre.
-¡Esa actitud es primitiva!
-Así es Nick-admitió ella con un suspiro mientras se sentaba en la cama.
-No tienes por qué aceptar sus planes.
-Eso me gustaría, pero se ha granjeado la aprobación de mi madre con sus promesas sobre el aire acondicionado.
-Pero si ni siquiera le tiene afecto.
-No te creas esas supuestas muecas de disgusto. Mi madre ha adorado a Nick desde el día en que lo conoció. Hasta que las cosas empezaron a marchar mal.
Lucas entró en la habitación. Su cuerpo parecía haber sido diseñado por un experto escultor. Todas las mujeres se volvían locas por él. Trabajaba en un hospital, ayudando a los pacientes a recuperar la movilidad de sus miembros. iEra un tipo encantador!
-Creo que has venido a Atenas con la esperanza de poder consolarme al finalizar los trámites del divorcio, ¿o no?
-No puedes evitar que mantenga la esperanza, Miley-admitió.
-Lo siento -murmuró ella con voz ronca.
-Ahora, dime, ¿qué piensas hacer? –preguntó Lucas, sentándose junto a ella en la cama.
-Darle una oportunidad -contestó ella con un leve y desconfiado encogimiento de hombros.
Con un suspiro, Lucas rodeó sus hombros con un brazo y le dio un abrazo amistoso. El contacto físico con aquel hombre era maravilloso, todo su cuerpo emanaba fortaleza y seguridad. Pero Miley sabía que no era el hombre adecuado para ella.
-Vaya, qué escena tan cariñosa -graznó una voz extremadamente sardónica.
Miley sintió que se le caía el alma a los pies. Lucas le apretó el hombro en señal de despedida y se puso en pie para marcharse. A medida que se acercaba a Nick, Miley podía sentir que el antagonismo crecía entre ellos. En cuanto Nick hubo salido, Miley oyó cómo la puerta se cerraba de un golpe.
-El coche ya ha llegado -dijo Nick-. Lucas Grabell y mi chófer están acomodando a tu madre en él. Nosotros...
-Podrías haberte marchado con ellos -repuso Miley con tono ácido.
-¿Y dejarte a solas con el fisioterapeuta? Debes creerte que estoy loco.
-Lucas es solo un amigo, no es mi amante -explicó ella.
-Demasiado tarde para que pueda creérmelo, agapi mou. Aunque, sin lugar a dudas, ya es tu ex amante, eso te lo aseguro yo.
-¡Nunca hemos sido amantes! -exclamó furiosa.
-¡No me mientas! -ladró él-. No soy *******. Sé contar.
-¿Contar? -preguntó ella-. ¿De qué hablas?
-Cuatro personas, tres habitaciones -replicó él-. Eso no cuadra.
-Lucas vino por su cuenta. No comparte la habitación conmigo, ni siquiera está en este piso.
Por el ceño fruncido de él, Miley pudo ver que no la creía. Abrió el armario y dio un paso atrás.
-Mis ropas -le mostró. Luego, se volvió y, haciendo un gesto con la mano, señaló-: mi habitación, mi cama individual. ¿Sabes lo que te digo, Nick? Que eres un cínico. ¿Con qué derecho te metes en mi vida privada cuando tú acabas de pasar un par de semanas con Selena Gómez en tu maldito y lujoso yate?
-Lo que dije sobre Selena...
Etiquetas:
Fire in Two Hearts
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario