Cuánto
hacia que trabajábamos juntos?
miley y yo hacía ya varios años que estábamos en el Jeffersonian, ella me atrajo desde el primer momento.
Su frialdad, su falta o corta de sentimientos, su profesionalidad, el temperamento… pero su físico no pasaba desapercibido.
Sus cálidos y expresivos ojos, el contoneo de sus duras caderas… Dios! Esa mujer podía conmigo, sacaba de mí el lado más salvaje.
¿Cuántas veces me había erectado al mirarla o al sólo pensarla? Había perdido ya la cuenta.
En los últimos meses la tensión sexual había crecido, yo sabía que a ella también le gustaba.
miley y yo hacía ya varios años que estábamos en el Jeffersonian, ella me atrajo desde el primer momento.
Su frialdad, su falta o corta de sentimientos, su profesionalidad, el temperamento… pero su físico no pasaba desapercibido.
Sus cálidos y expresivos ojos, el contoneo de sus duras caderas… Dios! Esa mujer podía conmigo, sacaba de mí el lado más salvaje.
¿Cuántas veces me había erectado al mirarla o al sólo pensarla? Había perdido ya la cuenta.
En los últimos meses la tensión sexual había crecido, yo sabía que a ella también le gustaba.
Son las nueve de la noche, estoy
sentado en el sofá, tamborileando con mis dedos en la rodilla. Impaciente a que
ella golpeé la puerta.
Hoy por fin hemos quedado a solas, ayer di el gran paso de invitarla a cenar.
Nada de velas ni música romántica, eso la ahuyentaría y no es su estilo, tampoco el mío, en absoluto.
Cena china. Si, sé que es lo mismo de siempre, pero es lo que nos une; a ambos nos gusta.
Hoy por fin hemos quedado a solas, ayer di el gran paso de invitarla a cenar.
Nada de velas ni música romántica, eso la ahuyentaría y no es su estilo, tampoco el mío, en absoluto.
Cena china. Si, sé que es lo mismo de siempre, pero es lo que nos une; a ambos nos gusta.
Tres suaves toques a la puerta y mi
corazón se paraliza, mis dedos dejan de tamborilear y debo calmar a mi miembro
para que no se erecte sólo al sentir su perfume.
-Hola, nick–dice ella, puedo sentir su nerviosismo.
-Hola, miley –es la primera vez que la llamo por su nombre, se me hace extraño pero delicioso.
Una falda por encima de la rodilla en color negó; una camisa rosa pastel entalladísima, con los últimos botones abiertos, enseñando la cumbre de sus pechos. Sus medial color piel me hacen divagar en lo lentamente que se las quitaría si me dejara.
-De las pocas veces que he venido a esta casa, es la primera vez que parece que hay vida humana –dijo sonriente, quitándome de mis pensamientos obscenos.
-He comprado Chino, no quería arriesgarme…
-Me encanta –me interrumpió, quitándome toda duda de que me había equivocado en la elección.
-Hola, nick–dice ella, puedo sentir su nerviosismo.
-Hola, miley –es la primera vez que la llamo por su nombre, se me hace extraño pero delicioso.
Una falda por encima de la rodilla en color negó; una camisa rosa pastel entalladísima, con los últimos botones abiertos, enseñando la cumbre de sus pechos. Sus medial color piel me hacen divagar en lo lentamente que se las quitaría si me dejara.
-De las pocas veces que he venido a esta casa, es la primera vez que parece que hay vida humana –dijo sonriente, quitándome de mis pensamientos obscenos.
-He comprado Chino, no quería arriesgarme…
-Me encanta –me interrumpió, quitándome toda duda de que me había equivocado en la elección.
Una cena tranquila, sin sobresaltos. miley
hablo de algunos casos pendientes y yo le conté las nuevas travesuras de
Parker.
Nada del otro mundo.
Nick había traído helado de postre, después de eso pasamos al café… todo muy típico.
Nada del otro mundo.
Nick había traído helado de postre, después de eso pasamos al café… todo muy típico.
-Es café de Colombia, lo traje de mi
último viaje –dije mientras ella saboreaba su café.
-Exquisito –murmuro aun con la taza en sus labios.
Nos sentamos en el sofá. Por un breve e incomodo periodo nos quedamos en
silencio, sin saber que decir. Era evidente que las citas no era lo nuestro o
más bien lo suyo.-Exquisito –murmuro aun con la taza en sus labios.
Yo estaba acostumbrado, pero no con alguien como ella. Ella era… especial. Conseguía ponerme nervioso.
-Gracias por la cena –dijo titubeando.
-Espero que te haya gustado –ella asentía deliberadamente.
Nuevamente me quede sin saber que decir, pero ella irrumpió en el silencio.
-Bueno… esto es… una cita ¿verdad? –esta vez me dejo más que mudo, atónito.
Me quedé en blanco.
-Eso parece –imbécil! Me dije una y otra vez después de decir esa estupidez-. Al menos eso pretendía –intente arreglar la situación.
miley se cruzó de piernas, en un movimiento inconsciente pero sumamente sensual. Mi lívido se disparó y mi miembro comenzó a latir dentro de mi pantalón.
-nick… sabes que a mí esto no se me da bien. Las relaciones interpersonales no son lo mío, pero… hace mucho que me he dado cuenta que siento algo por ti. Me refiero a algo fuera del plano profesional y yo…
No podía soportarlo, me estaba abriendo su corazón por primera vez.
Tuve que interrumpirla, necesitada besarla.
Sus labios y los míos colisionaron en la maravillosa danza de la pasión.
Estreché su cintura en mis manos, pegué su cadera a la mía.
Su pecho y el mío se elevaban juntos al respirar. Nuestras lenguas mantenían una intensa lucha y nuestros ojos se buscaban, impacientes.
-Te quiero… miley –murmuré pegado a su boca.
Ella no respondió, tan solo me dedico un largo y aliviado suspiro.
Mis dedos se aferraban a la tela de su camisa, a ese trozo que me separaba de su pálida piel.
Mi miembro comenzaba a cobrar vida, era algo inminente y ya no había marcha atrás. Quería la libertad y yo no podía negársela.
El perfume de su piel me embriagaba, me sentía mareado, pletórico.
Mi boca fue a parar al lóbulo de su oreja derecha. La colmé de besos.
Devoré toda la zona de su cuello. Ella gruñía plácidamente.
Mis sentidos estaban por para ella.
Sus manos se enredaron en mi pelo, pegando mi boca a su clavícula.
Era inevitable que nuestros cuerpos por fin se conocerían. Decidí acelerar el proceso y quitar su camisa.
Separé mi piel de su boca para poder contemplar su torso semidesnudo.
Aquello era algo que no me esperaba. Unos perfectos senos decorados con un precioso sujetador blanco, sencillo pero muy sexy.
Mis ojos se abrieron de par en par. La sangre subió a sus mejillas, haciendo que parezca una niña tímida, pero nada más lejos de la realidad.
Sus manos traviesas comenzaron a jugar con el cinturón de mi pantalón.
Me levanté para ir en busca de algo que beber, mi garganta estaba seca de tanto calor. Ella tiró de mi pantalón y me impidió irme.
Caí sobre ella, pero no le importo. Abrí las piernas y me quede en su regazo.
Quitó mi camisa con maestría y recorrió mis abdominales con dedos trémulos.
Esta vez sí, me levanté y tiré de ella.
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