miley sonrió encantada de que la
hubiera llevado a esa casa. Después de tomarse el té, nick le peló un melocotón
y se lo fue dando poco a poco. MILEY le lamió las manos para limpiarle el jugo.
nick la agarró de las manos y la levantó.
-Estoy listo -le dijo.
El bulto bajo los vaqueros era tan
obvio que miley se sonrojó, muerta de deseo también. Se apretó contra él
buscando su calor y sus caricias. nick la agarró del pelo y la besó con pasión.
-Vamos a terminar de desayunar -dijo tomándola en brazos y volviendo
al dormitorio.
-¿Va a ser así todas las mañanas? -bromeó miley bajándole los pantalones.
-Ponme a prueba -contestó nick-. No te puedes imaginar lo
sensual que me parece que lleves a mi hijo dentro. .
miley lo miró con los ojos como platos.
-¿De verdad?
Al mirarlo a los ojos, vio que hablaba en serio y sintió un gran
alivio.
-De verdad -le confirmó él sonriendo y quitándole el camisón.
-Lo que dijiste ayer de Joe...
-Shhh -respondió él-. Ni caso.
-Pero...
-Pero nada. Cierra los ojos y haz como que acabamos de llegar
-le indicó nick acariciándole los pezones.
La introdujo en un mundo de placer, en el que lo único que
importaba era el siguiente orgasmo. nick recorrió todo su cuerpo con la boca
arrancándole gritos de éxtasis.
-nick... te deseo...
-Espera... -le dijo separándole las piernas y avanzando hacia el
centro de su cuerpo con la lengua.
-No... -dijo miley.
nick no le hizo caso y siguió hasta convertir aquel «no» en
varios «síes» de placer. miley se sentía fuera de control. Su cuerpo no era
suyo, no le respondía, solo sentía. Cuando el placer parecía insoportable, Nick
se introdujo en su cuerpo sin dificultad. miley no podía respirar, se incorporó
y siguió el ritmo de las embestidas con las caderas hasta que alcanzó el punto
más alto de placer, sintió espasmos por todo el cuerpo y, luego, un gran
bienestar.
En la tranquilidad que siguió a aquella maravillosa experiencia,
se sintió llena de amor. Era la mujer más feliz del mundo. Aunque nick no la
quisiera, era cariñoso.
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