domingo, 6 de noviembre de 2011

Fire in Two Hearts--cap--5



-Lo siento -dijo Joe, sorprendido por su imprevisto arrebato de genio-, no pretendía.

-Ya lo sé -lo interrumpió Nick secamente-. Sé perfectamente lo que piensas de todo este asunto -añadió mientras Joe enrojecía hasta las orejas.

Sabía que tanto su familia, como la de Joe , habían desaprobado su matrimonio con Miley desde un principio. Sabía que todos deseaban un final rápido. Pero se equivocaban si suponían que Miley había sido la causa del desastre matrimonial. De ninguna manera. Joe se engañaba si pensaba que él estaba dispuesto a divorciarse porque ya no le importaba el futuro bienestar de Miley . Era posible que prefiriera volver a casarse con una mujer menos complicada, pero...

-Penséis lo que penséis de mi matrimonio con Miley , quiero dejar bien claro, desde ahora mismo, que ella se merece todo mi respeto. ¿Entendido?

-Desde luego -aceptó su interlocutor. Joe doblaba en edad a Nick y, además, era su padrino, pero en ese momento tuvo que comportarse como habría hecho un simple asalariado, guardándose para sí sus propias opiniones-. Nunca quise decir. ..

-Por favor, infórmate de cuál es su situación antes de que tengamos que reunimos con ella -lo interrumpió Nick , echando una ojeada al reloj y dando por finalizada la conversación.

Joe se puso de pie, se despidió con una ligera inclinación de cabeza y salió del despacho para cumplir su cometido. Nick esperó hasta que la puerta se cerró detrás de él antes de volver a acomodarse en su sillón, pensativo. Sabía que había reaccionado irracionalmente. La conversación mantenida con Joe hacía dos semanas sobre la propuesta de divorcio había sido breve y concisa. Pero en aquellos momentos todavía pensaba que Miley era una bruja indeseable. Sin embargo, con el paso de los días, su opinión se había ido moderando hasta llegar a una conclusión mucho más razonable: Había sido él quien había «atrapado» a una Miley demasiado joven y la había lanzado sobre las fauces de la puritana alta sociedad griega sin previo aviso. Sin embargo, su imprevisto ataque de ira le preocupaba. ¿Qué le había pasado? ¿Estaba inseguro? ¿Cómo reaccionaría ante Miley si esta llegaba en una silla de ruedas? Soltó un juramento en voz baja mientras sonaba el teléfono. Era Selena . Llamaba para recordarle amablemente que su madre se inquietaría si esa noche llegaba tarde a cenar. El agradable sonido de su voz tuvo la virtud de relajarlo y permitirle olvidar todos los problemas. Cuando colgó el teléfono se sentía mucho mejor.

»Sí», se dijo, Selena era la mujer adecuada para él. Tenía la habilidad de reconducir su mente hacia los temas que realmente importaban con toda la calma del mundo.

-Con ese traje das la impresión de ir pidiendo guerra -dijo Monique Tisdale con su franqueza habitual.

Miley se miró en el espejo.

-¿Por qué? ¿Qué pasa?



Llevaba un traje marrón, con la chaqueta abotonada hasta el cuello y una falda larga que le cubría por completo las rodillas. Debajo, una respetable blusa de color crema. Se había recogido el cabello en la nuca con un prendedor de concha y el ligero toque de maquillaje pasaba prácticamente desapercibido.
-Lo que pasa es que ese traje te sienta tan bien que ningún hombre podrá evitar los deseos de ponerte las manos encima, y menos que nadie, tu apasionado esposo.
-No puedo evitar tener buen tipo. Lo he heredado de ti, al igual que los ojos Celestes y el cabello Castaño.
-Y un temperamento endiablado -añadió Monique -. Das la impresión de querer demostrarle lo mucho que va a perder divorciándose de ti.
-iQué dices! ¿Tengo que recordarte que fui yo la que lo abandoné hace ya tres años? -contestó ella con disgusto-. No tengo tiempo para seguir discutiendo, no quiero llegar tarde a la reunión.
-Sería mejor que no volvieras a verlo cara a cara -insistió Monique .
-iNo empecemos de nuevo, por favor! -suplicó Miley, observando cómo su madre se desplazaba muy despacio por la habitación con la ayuda de un andador.
-Siempre he creído que tendrías que haber dejado todo el tema en manos de los abogados, ya lo sabes. Y ahora, al verte así vestida, estoy más convencida aún de que ponerte delante de sus ojos va a ser la mayor equivocación de tu vida.
-Siéntate, por favor -rogó Miley. Te tiemblan los brazos y los médicos te han advertido que no te esfuerces demasiado.
Monique había sido una mujer impresionante, al igual que su hija, hasta que un desgraciado accidente automovilístico la había reducido a una silla de ruedas. Sin embargo, era tozuda y, con la ayuda de un fisioterapeuta, estaba recuperando poco a poco la movilidad de las piernas. Afortunadamente, su mente seguía tan lúcida como siempre.
Miley chasqueó la lengua con impaciencia mientras acercaba una silla y la colocaba detrás de su madre. Monique se inclinó con cuidado y se sentó sin emitir protesta alguna, lo cual indicaba claramente lo cansada que estaba de estar de pie. Miley la besó en la tersa mejilla como despedida-: De acuerdo -admitió-, me he vestido así por algo, pero no tiene nada que ver con el deseo de que Nick se arrepienta de su propuesta de divorcio. Durante el año que estuvimos juntos, no paró de criticar mi forma de vestir, y yo fui lo suficientemente testaruda como para no aceptar ni una sola sugerencia por su parte. Ahora quiero demostrarle que sigo siendo igual de cabezota, pero que he madurado y soy capaz de vestirme de una forma totalmente convencional si me da la gana.
-Eres pretenciosa -comentó su madre con preocupación.
-Quiero demostrarle que soy capaz de cualquier cosa.
Unos contenidos golpes en la puerta interrumpieron la conversación. Tenía que ser Lucas Grabeel , el abogado de Miley . Ella dirigió una sonrisa a madre y se preparó para partir, pero Monique insistió-:
-No permitas que vuelva a hacerte daño.
-Fuera lo que fuera lo que Nick hizo conmigo, jamás tuvo la intención de hacerme daño -protestó Miley con una furia que dejó a su madre aturdida y confusa-. Estábamos enamorados, pero no había armonía entre nosotros. Nos resultó muy duro reconocer que la convivencia era imposible.

Monique decidió respetar el dolor de su hija y contuvo la lengua mientras aceptaba un segundo beso en la mejilla. Miley estaba sorprendida de sus propias palabras. ¿Qué demonios pretendía defendiendo a un hombre que era indefendible? ¿Estaría más nerviosa de lo que se atrevía a aceptar? ¿Era posible que Nick conservara todavía la capacidad de hacerle daño? «No», se dijo, ese hombre no volvería a herirla nunca más, la historia se había acabado.
-¿Qué vas a hacer mientras yo esté fuera? -le preguntó a su madre antes de abrir la puerta para marcharse en compañía de Lucas Grabeel.
-Lucas ha alquilado un coche, iremos a dar un paseo para admirar las vistas de la ciudad.
«Lucas», recordó Miley. Ese era otro problema con el que tendría que enfrentarse. Lucas Till era fisioterapeuta, vecino y buen amigo. Y, según Miley sospechaba, estaba a la espera de que ella le diera permiso para empezar a cortejarla. Lucas se las había arreglado para invitarse al viaje a Atenas, posiblemente alentado por su madre. Y ella se había enterado al encontrárselo en el vestíbulo del hotel esa misma mañana. Lucas había sonreído ante su gesto de disgusto, antes de comentar con tono inocente:
-Estoy aquí por tu madre. Deberías alegrarte por la sorpresa, ingrata.
Pero ella no se había alegrado de verlo ni había sentido gratitud alguna. No le gustaba la gente que se creía con derecho a interferir en su vida. Por eso necesitaba finalizar la relación con Nick de una vez por todas, sabía que no existía ni la menor posibilidad de que él deseara revivir la locura de su ya lejana relación amorosa, pero el divorcio era necesario para poder mirar hacia el futuro de frente, sin viejas ataduras. No era que lo odiara, pero sí lo despreciaba por cómo había sido tratada. Él había herido de muerte su alma y había destrozado la inocente confianza que tenía en sí misma, algo muy difícil de recuperar.
Miley abandonó la habitación y se dio de bruces con Lucas Grabbel . Él la miró de arriba abajo con sorpresa y a Miley le quedó bien claro que su atuendo no iba a pasar en absoluto desapercibido.
.A lo mejor había cometido un error al vestirse de ese modo, pero ya era tarde para rectificar, por lo que alzó la barbilla, saludó a su abogado con una inclinación de cabeza y continuó su camino hacia los ascensores, seguida de cerca por el joven letrado. Se trataba de un hombre emprendedor que ella había localizado a través de las páginas amarillas de la compañía telefónica. Se sentía capaz de hacerse cargo de los trámites del divorcio ella sola, pero no podía negar que la presencia de Grabeel la tranquilizaba. Había llegado el día de liquidar las cuentas pendientes con Nick. Estaba dispuesta a recobrar todo lo que ese hombre le había robado y a salir de la reunión satisfecha consigo misma. No quería su dinero ni sus bienes. Y ella no poseía nada que él pudiera desear recobrar, a no ser que pensara discutir por el anillo de boda o por un conjunto de joyas que le había regalado. Eran reliquias de la familia, había dicho su hermana Demi, antes de añadir con soma: «Demasiado elegantes para ti, ¿no crees?».
Pero ni la madre ni la hermana de Nick habían estado presentes cuando ella había hecho el amor con él, adornada exclusivamente con esas preciosas reliquias. Las joyas llevaban tres guardadas en la caja fuerte de un banco ateniense y Nick podría recuperarlas sin problemas. Iba a ser interesante estudiar su propuesta, saber qué propiedades estaba dispuesto a entregarle antes de dejarle claro que no quería llevarse absolutamente nada. Y a continuación, le devolvería sus preciosas joyas para poder salir de la reunión con la cabeza bien alta y la dignidad intacta.

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