-Jamás tuve ningún asunto amoroso con esa mujer antes de conocerte. Selena no se marchó de Atenas por mi culpa. Cuando Selena se presentó en mi yate, para sustituir a Demi, que debía ayudar a mi madre con la boda de mi hermano, llevaba casi cuatro años sin verla. Estuvo en el yate durante un par de semanas, pero durante ese tiempo ni nos besamos ni nos acostamos. Sin embargo, su compañía me resultaba agradable -admitió-. Y en un acto de pura arrogancia, pensé, simplemente pensé, que podría ser una buena esposa para mí. ¡Al fin y al cabo, la que tenía no me resultaba demasiado accesible!
-¿Quieres decir que soy yo la que tengo la culpa de que todo el mundo sepa que pensabas divorciarte de mí para casarte con ella?
-No. Quiero decir que fue un pensamiento arrogante, pero que jamás salió de mis labios.
-Pero actúa como si fuera la propietaria de la casa.
-Es una amiga, eso es todo. Una buena amiga, que me ha servido de enlace con mi madre, que está absolutamente neurótica con la próxima boda de mi hermano y necesita que alguien la acompañe a los diferentes actos sociales previos a la celebración.
-¿De enlace? ¡Qué palabra tan oportuna! No sabes mentir, Nicholas.
Al diablo con todo, pensó él, abatido. Alguien movió en picaporte y entró. Era Monique, en su silla de ruedas. Parecía enfurecida. Todo el mundo parecía tener una expresión iracunda.
-Jovencita -dijo dirigiéndose a su hija-. ¿Puedes explicarme qué ha pasado con los buenos modales que pensaba que te había inculcado? ¿Cómo has podido cometer la grosería de darle la espalda a la simpática señorita Gómez y marcharte? Me he pasado la última media hora intentado disculparte.
-¡Esa simpática señorita Gómez con la que has hecho tan buenas amigas resulta ser la amante de mi marido! -replicó Miley destilando cólera, antes de alzar la barbilla con firmeza e iniciar su salida de la habitación.
Nick la siguió para intentar convencerla de que no se marchara, pero se interrumpió al ver cómo ella se dirigía hacia las escaleras.
-¿De que hablaba mi hija? –preguntó Monique.
-Está celosa -musitó él-. No sabe lo que dice.
-A mí me parece que lo que ha dicho estaba bien claro -contraatacó Monique-. ¿Es esa mujer tu amante actual?
¿Actual? No había tenido ninguna amante desde que Miley se había marchado hacía ya tres años, pensó Nick al tiempo que escuchaba un familiar portazo en la parte alta de la casa. En la habitación de invitados, dedujo, no en la suya.
Reparó en que, para Monique, Selena había pasado inmediatamente de ser «la simpática señorita Gómez » a ser «esa mujer».
-¿Dónde está Selena ? -preguntó con aspereza.
-Se marchó en cuanto llegó el equipaje.
-Monique -dijo con seriedad-, no sé cómo vas a tomarte lo que voy a decirte, pero lo mejor será que te hagas pronto a la idea. Miley y yo no vamos a divorciamos -anunció-. De hecho, tienes que saber que nos hemos reconquistado el uno al otro.
-¿En medio día? -preguntó Monique con los ojos como platos.
Él sonrió, sin poder evitarlo.
-Tardamos menos tiempo en enamoramos el día que nos conocimos -contestó él con una expresión de feliz complicidad.
-Pero eso fue antes de que le rompieras el corazón y me la enviaras a Londres hecha pedazos -comentó Monique con una mirada tan fiera y vulnerable como la de su hija-. No estoy dispuesta a permitir que lo hagas de nuevo.
-No es esa mi intención -aseguró él-. Pero te lo vuelvo a advertir -añadió en serio-, Miley sigue siendo mi mujer y lo será durante mucho tiempo.
-Creo que a la que tienes que convencer es a ella, no a mí –repuso Monique , estudiando su expresión en busca de la verdad.
-Ella lo sabe -afirmó él entornando los ojos-. Lo único que pasa es que necesita tiempo para hacerse a la idea de lo que todo esto significa.
-¿Y la amante?
Él compuso una mueca burlona.
-Es solo una amiga -dijo tratando de parecer convincente-. ¿Dónde está el abogado?
-Sigue en la terraza, algo impresionado por la forma de vida de la alta sociedad griega.
-Me alegro de volverte a ver, ee peteria. Pero no me gusta verte confinada en esa silla de ruedas.
-No será para siempre. Cada día me se siento un poco más fuerte.
-¿Te importaría explicarme cómo sucedió?
Diez minutos más tarde, Nick salió con paso firme de la habitación en busca de Lucas Grabell, no sin antes depositar un suave beso sobre la mejilla de Monique. No se dio cuenta de que Miley había estado sentada en lo alto de la escalera, escuchando toda la conversación que él había mantenido con su madre. Una vez hubo desaparecido, Monique bajó las escaleras y acarició la mejilla de su madre en forma de saludo silencioso. No sabía lo duros que habían sido los dos últimos años para Monique hasta que había escuchado sus confidencias con Nick.
-Vamos -dijo con dulzura-. Echemos un vistazo a nuestras habitaciones -añadió empujando con suavidad la silla de ruedas.
-¿Te encuentras bien? -preguntó Monique a su hija.
-Sí.
-Aún lo amas, ¿no?
-Sí.
Dieron una vuelta por la habitación de Monique y no encontraron nada de qué quejarse. El anexo había servido de estudio para el propietario anterior, que era escritor, e Miley lo había utilizado como cuarto de trabajo para sus fotografías durante el año que había vivido en Atenas. Allí seguía aún el ordenador que había utilizado para retocar las instantáneas digitales.
Siguiendo las instrucciones de Selena, alguien había colocado una cama, una mesa, un par de cómodas butacas y un impresionante televisor. Miley tuvo que admitir que el resultado era sencillamente perfecto. Además, alguien se había ocupado de deshacer el equipaje y colocarlo cuidadosamente en el armario.
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