domingo, 6 de noviembre de 2011

Fire in Two Hearts--cap--8


Miley, por favor... -dijo Joe.

-Señora jonas, piénselo con más calma, por favor. ..-intervino Lucas Grabeel.

-Quiero que ustedes dos salgan de la sala inmediatamente -dijo Nick con tono autoritario, refiriéndose a los abogados-. y tú, Miley, si das un solo paso más en dirección a la puerta, te llevaré a los tribunales y te arrastraré por el fango.

Ella ralentizó el paso y, finalmente, se detuvo con renuencia. Temblaba de tal manera, que estaba empezando a marearse. Durante el silencio que siguió, se preguntó qué camino tomarían los abogados. ¿Serían capaces de enfrentarse a Nick Jonas? No, se dijo al verlos salir de la sala con la cabeza baja. La puerta se cerró tras ellos.

Estaban a solas y ella se giró sobre los tacones de los zapatos para enfrentarse con él.

-Eres un matón de mala muerte -dijo con disgusto.

-iUn matón! -repitió él con un mohín-. y tú, cariño, ¿qué eres... un ser angelical? -preguntó en tono de sorna, jugueteando con la pluma. Parecía relajado, pero ella no se dejó engañar, la forzada mueca de los labios y el apretón de dientes indicaban que estaba en tensión, como un gato agazapado-. Háblame de Lucas Till.

Ella se rió porque la situación le parecía surrealista. ¿Cómo se atrevía a pedirle explicaciones después de tres años sin verse? Miley regresó hacia la mesa, plantó las palmas de las manos sobre la superficie y lo miró a los ojos.

-Puro sexo -mintió-. Soy una maestra en el tema, ¿recuerdas? Lucas ...

En menos de un segundo, Nick rodeó la mesa y se lanzó sobre ella, derribándola de espaldas sobre la pulida superficie, antes de colocarse encima. El brutal e inesperado contacto físico consiguió que Miley reaccionara de forma instintiva, lamiéndose los labios. La situación era espantosa. Un auténtico torbellino de recuerdos llenos de deseo y pasión ocupó su mente por completo.

-Repítelo, atrévete... -la urgió Nick.

-Apártate de mí –protestó Miley, desesperada, mientras asestaba ineficaces puñetazos contra su pecho.

-¡Dilo!

-No pienso permitir que vuelvas a darme una orden jamás -advirtió ella con una brillante expresión de firmeza en sus hermosos ojos Celestes.

El lanzó una carcajada burlona y la miró con desdén.

-Siento decepcionarte, cariño, pero estás atrapada -dijo, embistiéndola con las caderas para demostrar su masculino poderío.

-Eres insoportable -suspiró ella, sin poder evitar responder con sus propias caderas a la insinuación sexual, consciente de que sería imposible intentar controlar sus instintos más básicos.

Él rió roncamente y acercó una mano hasta su nuca para quitarle el prendedor del pelo.


-Así me gustas más -dijo mientras admiraba cómo la mata de cabello rojo se extendía sobre la mesa-. Vuelves a ser el demonio con el que me casé. Lo único que nos queda por hacer es comprobar hasta qué punto sigues siendo diabólica -añadió mientras sus dedos luchaban con los botones de la chaqueta de cuero. Debajo apareció la elegante blusa de seda color crema-. ¿Por qué te has vestido de cuero para venir a verme? ¿No sabes que es el material más sexy del mercado? ¿Por qué llevas debajo una blusa tan convencional que incluso mi madre rechazaría ponerse? ¿Qué quieres demostrarme, Miley? ¿Que hay diferentes formas de resultar provocativa? ¿O es que estás respetando los gustos de tu amante? ¿Le gusta irte desnudando capa por capa? ¿Es eso?
-Sí -murmuró ella-. Cuantas más capas lleve, más se excita. Mientras que tú nunca me has dirigido una mirada hasta que estaba desnuda sobre la cama, preparada para concederte una rápida satisfacción.
-iBruja! -rugió Nick, sintiéndose insultado.
-iDeja que me marche! –rogó miley con lágrimas en los ojos. Pero él aprovechó que ella estaba hablando para capturar furiosamente la boca con la suya, introduciendo la lengua con el mayor descaro.
En unos segundos, Miley renunció a resistirse a ese bruto que sabía exactamente cómo besarla para que perdiera los sentidos. Los dedos de Nick desabotonaron la blusa con gesto experto y se metieron por debajo del breve sujetador de encaje para acariciar unos de sus protuberantes pezones, haciéndola gritar de gozo. Estaba a punto de abandonarse por completo a sus instintos más primitivos, reflexionó Miley. Si él metía la mano entre sus muslos, no podría negarse a que terminara la tarea. Pero, de repente y por sorpresa, se sintió libre. Nick estaba de nuevo en pie, mientras ella yacía sobre la mesa confusa y desorientada. A sus ojos asomaron lágrimas de humillación que no intentó reprimir mientras él la tomaba por la cintura y la ayudaba a ponerse en pie. Cuando reparó en sus lágrimas, soltó un suspiro de triunfo.
-Te odio -le espetó Miley-. Siempre fuiste un bruto.
-iNo deberías haberte traído a tu amante! Me siento insultado.
Miley resolvió la situación por instinto, soltándole una tremenda bofetada en plena cara. A continuación, recogió el bolso y se dispuso a marcharse. Le temblaban las piernas y apenas acertó a abotonarse la chaqueta. Sin embargo, la espesa mata de cabello rubio relucía desplegada sobre los hombros, mostrando claramente lo que había ocurrido.
Él no intentó retenerla, lo cual ella se tomó como el insulto supremo. Cuando llegó a la antesala, se encontró con la mirada perpleja de los dos abogados.
-Se hará lo que él quiera -le dijo a Lucas Grabeel sin detenerse-. Firmaremos lo que haga falta.
Nickno se había sentido tan furioso consigo mismo desde hacía mucho tiempo. La había tratado como a una fu*lana, pero... ¿para qué? Una vez recobrada la cordura, se encontró con que no tenía respuesta. No podía creerse su propia grosería. Habían pasado tres años y, sin embargo, él había reacionado ante la visión de su amante en el vestíbulo del hotel como si la hubiese encontrado con otro hombre en su propia cama. Ella era una joven atractiva y saludable. Era perfectamente normal que tuviese un amante al cabo de tanto tiempo. ¿Por qué se sentía tan celoso, tan engañado, cuando había pasado tanto tiempo? Porque en lo más profundo de su ser aún estaba convencido de que ella le pertenecía, reflexionó.
La puerta de la sala de reuniones se abrió, dando paso a Jonas , mientras él se servía un vaso de whisky solo.
-Te ha dado una bofetada -comentó el abogado al ver los dedos marcados sobre su rostro-. Sospecho que te la merecías.
Sí, claro, se la merecía, asumió Nick tristemente.
-¿Qué os ha dicho?
-«Se hará lo que él quiera» -repuso Joe -. Quiere que le mande los papeles para fimarlos, y eso es precisamente lo que pienso hacer antes de que cambie de opinión. Esa mujer es un peligro. Sea lo que sea lo que le hayas hecho, se ha vuelto peligrosa.
-Admitió delante de mí que se estaba acostando con ese hombre -repuso él como si eso lo explicara todo.

-¿Le has comentado que quieres divorciarte cuanto antes porque ya tienes a una nueva prometida esperando en el altar?
-¿Quién te ha dicho eso? -preguntó Nick, furioso.
-Creo que ya lo sabe todo el mundo -repuso el abogado con cautela.
¿Lo sabe todo el mundo?, se preguntó Nick, ¿Quién había hecho correr esa noticia de boca en boca? ¿Su esperanzada madre? ¿Su casamentera hermana? ¿O la propia Selena ? No, Selena era imposible, no era el tipo de mujer dada al cotilleo.
-Los rumores son solo eso, simple rumores -murmuró nick -. Miley no tendrá tiempo para enterarse de ellos. -¿Le importaba que Miley lo supiera? Sí, definitivamente sí. ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué se sentía tan apegado a una mujer a la que hacía años que no veía? De repente, reparó en que Jonas lo estaba mirando con intención de decir algo, a la espera de que él estuviera preparado para oír las malas noticias-. ¿ Qué pasa?
-Lo sabe. Su abogado mencionó el nombre de la familia Gomes antes de salir corriendo detrás de ella -nick palideció-. De hecho, comentó tener noticias de que habíais estado juntos en España, compartiendo el yate, durante un par de semanas. También hizo mención del conservadurismo griego y sugirió que no despreciáramos sus propuestas, si no queríamos ver los nombres de las dos familias relacionados con un escándalo de adulterio en los periódicos. Es un hombre joven, pero nada tonto -concluyó Joe
Nick apenas le había escuchado. Su pensamiento estaba puesto en la cara de cólera y disgusto que había mostrado Miley al entrar en la sala. En aquel momento había sido incapaz de interpretar sus gestos, pero la verdad lo alcanzó como un rayo: Miley era una luchadora nata y, si se había enterado de que iba a ser reemplazada por otra mujer, perteneciente a la clase alta ateniense, lo normal era que defendiera su orgullo con uñas y dientes.
-La falta de acuerdo prenupcial me preocupa -prosiguió Jonas sin conseguir que su ahijado y cliente le hiciera el menor caso-. Si quiere, puede quedarse con la mitad de tu fortuna.
Nick observó las marcas opacas que el traje de cuero de Miley había dejado sobre la reluciente mesa y sintió cómo se le encogía el estómago. No por haberse propasado brutalmente, sino por él deseo de terminar lo que allí había empezado. Aún tenía en los labios el sabor de su boca.
Reparó en que el anillo de boda y el sobre, que ella había sacado del bolso, seguían allí. ¿Qué era esa historia sobre unas supuestas reliquias familiares?, se preguntó con el ceño fruncido. No recordaba nada semejante.
Al parecer, ella había llevado el anillo nupcial hasta ese mismo día, pensó jugueteando con el suyo entre el índice y el pulgar. ¿Era normal que una mujer siguiera llevando un anillo matrimonial mientras se divertía con su amante? La imagen del musculoso y rubio Lucas volvió a encolerizarlo. Soltó el vaso de whisky y se guardó el anillo y el sobre en un bolsillo.
-Tenemos que tomar una decisión, Nick -lo urgió Joe .
-Más tarde -sugirió él con la mente ausente.
-No, más tarde, no. Si quieres un divorcio rápido y sin complicaciones, tenemos que ponemos a trabajar ahora mismo.
«Pero resulta que ya no quiero divorciarme», pensó Nick con una lucidez inaudita. «Lo único que quiero es volver a tener a mi mujer entre los brazos... a mi mujer».


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