miércoles, 5 de octubre de 2011

Amor de dioses-niley-capi-5


—Lo que sea —dijo ella, como si la burla no le molestara. Excepto que sus mejillas se sonrosaron. miley era el epítome de la fuerza, o se suponía que lo era, y siempre había sido más masculina que femenina. Eso era por lo que la atención de Atlas le había sorprendido y deleitado tanto. Ese magnífico hombre podía haberse ganado a cualquiera, sin embargo la había elegido a ella. O eso es lo que había pensado. Y se había enamorado en el acto porque él, de alguna manera, la había hecho sentir como una mujer delicada y hermosa.
En ese momento nick entró a zancadas en la estación de los guardias. miley no necesitaba verlo para saberlo. Lo había sentido. Siempre sentía su calor. Cuando su mirada lo encontró, descubrió que tenía el brazo alrededor de una rubia de piernas largas. Una rubia que se acurrucaba a su lado como si perteneciera allí, y hubiera estado ahí varias veces antes.
Ese pensamiento enfureció a miley. No debería haberlo hecho; ella despreciaba a nick con todo su ser y no le importaba con quien dormía. No le importaba a quien le daba placer. Y si le había dado placer a esa rubia con esas talentosas manos y anhelados labios. Él era un amante sorprendente cuyo toque todavía rondaba los sueños de miley. Pero allí estaba. Furia.
Ella no quería, pero se encontró caminando a zancadas hacia los barrotes y apretándolos para  tener una vista mejor y más cercana de él. Otros tres guardias le rodearon, todos hablando y riéndose. Mientras los prisioneros vestían de blanco, los guardias lo hacían de negro, y a él le sentaba bien ese color. Era el complemento perfecto para su propia oscuridad, su cabello corto y ojos color mar.
Su rostro había sido cincelado por un artista maestro, todo en él estaba perfectamente proporcionado. Sus ojos tenían la perfecta separación, su nariz la perfecta longitud, sus mejillas la perfecta angulosidad, sus labios la perfecta forma y color y su barbilla era un perfecto y testarudo cuadrado.
Debía haber sabido que él estaba jugando en el momento que giró esos peligrosos ojos y estos se encendieron con “interés” al verla. Los hombres simplemente no la miraban de esa manera. Ni siquiera lo había hecho Erebos, y él la había amado.
—Bastardo —murmuró, la maldición para ambos hombres de su pasado.
Como si la hubiese oído, nick alzó la mirada. En el momento en que sus ojos se encontraron, ella quiso soltar los barrotes. Deseaba alejarse, fuera de su vista. Pero no se permitió ese lujo. Hubiera sido una cobardía, y este hombre la había visto débil demasiadas veces.
Sólo para burlarse, y esperando hacerlo sentir tan fuera de control como siempre la había hecho sentir, ella permitió que su atención descendiera a su pecho, exactamente donde descansaba el nombre de ella. Sonrió presumidamente antes de levantar su mirada y arquear su ceja. Touché. Un músculo palpitó en su mandíbula.
¿Qué opina tu amante de tu marca? Quería gritar. ¿Qué piensa la rubia acerca de mi nombre sobre tu cuerpo?
Tiró de la estúpida rubia más cerca de él y, sin romper el contacto ocular con miley, plantó un lujurioso y mojado beso en su boca. Por supuesto, ella reaccionó como cualquier mujer lo hubiera hecho. Envolvió sus brazos alrededor de él y se sostuvo como para salvar su propia vida. Como miley bien sabía, ese hombre podía hacer correrse a una mujer con la pericia de su beso.
La furia de miley se intensificó. Si hubiera sido capaz, habría bajado allí y los habría desgarrado. Luego los habría matado a ambos. No porque quisiera a Atlas para ella —no lo hacía— sino porque él estaba claramente usando a esa mujer. La pasión no ardía en su expresión. Sólo lo hacía.la determinación
miley le haría un favor a la población femenina destruyéndolo.
— Erebos —lo llamó—. Ven aquí. Quiero besarte.
— ¿Qué? —él jadeo, su shock era evidente.
— ¿Quieres un beso o no? Ven aquí. Rápido.
Escuchó un roce de ropa detrás de ella y luego su antiguo amante estaba a su lado. Él era un prisionero y el sexo era una rareza. Erebos tomaría lo que pudiera obtener, incluso de alguien que aborrecía. Por lo mucho que sabía.
miley se volvió hacia él, que ya estaba inclinándose hacia abajo. Como la rubia, ella envolvió sus brazos alrededor del cuello de su compañero y se sostuvo fuerte. Sólo que ella no disfrutó el beso, familiar como era. El sabor de Erebos era tan… ¿qué? Diferente del de nick, se dio cuenta, y su furia se elevó otro grado. Ningún hombre debería tener tanto poder sobre ella.
Con todo. Dejó que Erebos continuara. nick necesitaba darse cuenta que ya no lo deseaba. Necesitaba darse cuenta que nunca, nunca jugaría otra vez con sus emociones. Ya no era una pequeña muchacha idealista. Él se había asegurado de ello.


Furia. Una furia absoluta llenó a nick. Soltó a su acompañante, ni siquiera podía recordar su nombre, y esta jadeó en protesta por lo abrupto de las acciones. Él no se molestó en explicar lo que pensaba hacer al alejarse con pasos fuertes. La furia continuaba propagándose mientras subía las escaleras que llevaban a las jaulas de prisioneros y a la celda que contenía a miley.
Llevaba su nombre en la espalda. ¿Cómo se atrevía a permitir que otro hombre pusiera sus labios sobre ella?
Cuando llegó a su destino, nick levantó su brazo y el sensor que había incrustado en su muñeca hizo que los barrotes se abrieran. Varios prisioneros estaban sentados contra la pared más alejada. Sus rostros se sonrojaban mientras observaban, embelesados por el deseo, como el dios menor de la Oscuridad y la diosa de la Fortaleza se limpiaban mutuamente las amígdalas. De hecho, estaban tan absortos que ni siquiera trataron de pasar sobre nick para intentar escapar. O tal vez, eso tenía más que ver con el dolor que sentirían si trataban de hacerlo. Solo tenía que presionar un botón y sus collares les freirían el cerebro. 
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dedikado a mi novia jeniis saben de un grandioso dia pasa a ser un asco de dia waa q mas dah no jejeje las amo nenas y novia aqui el capi lo siento sin inspireicion para one shot pero te lo debo amore mio shiii??

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