—Lo que sea —dijo ella, como si la burla no le molestara.
Excepto que sus mejillas se sonrosaron. miley era el epítome de la fuerza, o se
suponía que lo era, y siempre había sido más masculina que femenina. Eso era
por lo que la atención de Atlas le había sorprendido y deleitado tanto. Ese
magnífico hombre podía haberse ganado a cualquiera, sin embargo la había
elegido a ella. O eso es lo que había pensado. Y se había enamorado en el acto
porque él, de alguna manera, la había hecho sentir como una mujer delicada y
hermosa.
En ese momento nick entró a zancadas en la estación de
los guardias. miley no necesitaba verlo para saberlo. Lo había sentido. Siempre
sentía su calor. Cuando su mirada lo encontró, descubrió que tenía el brazo
alrededor de una rubia de piernas largas. Una rubia que se acurrucaba a su lado
como si perteneciera allí, y hubiera estado ahí varias veces antes.
Ese pensamiento enfureció a miley. No debería haberlo
hecho; ella despreciaba a nick con todo su ser y no le importaba con quien
dormía. No le importaba a quien le daba placer. Y si le había dado placer a esa
rubia con esas talentosas manos y anhelados labios. Él era un amante
sorprendente cuyo toque todavía rondaba los sueños de miley. Pero allí estaba.
Furia.
Ella no quería, pero se encontró caminando a zancadas
hacia los barrotes y apretándolos para
tener una vista mejor y más cercana de él. Otros tres guardias le
rodearon, todos hablando y riéndose. Mientras los prisioneros vestían de
blanco, los guardias lo hacían de negro, y a él le sentaba bien ese color. Era
el complemento perfecto para su propia oscuridad, su cabello corto y ojos color
mar.
Su rostro había sido cincelado por un artista maestro,
todo en él estaba perfectamente proporcionado. Sus ojos tenían la perfecta
separación, su nariz la perfecta longitud, sus mejillas la perfecta
angulosidad, sus labios la perfecta forma y color y su barbilla era un perfecto
y testarudo cuadrado.
Debía haber sabido que él estaba jugando en el momento
que giró esos peligrosos ojos y estos se encendieron con “interés” al verla.
Los hombres simplemente no la miraban de esa manera. Ni siquiera lo había hecho
Erebos, y él la había amado.
—Bastardo —murmuró, la maldición para ambos hombres de su
pasado.
Como si la hubiese oído, nick alzó la mirada. En el
momento en que sus ojos se encontraron, ella quiso soltar los barrotes. Deseaba
alejarse, fuera de su vista. Pero no se permitió ese lujo. Hubiera sido una
cobardía, y este hombre la había visto débil demasiadas veces.
Sólo para burlarse, y esperando hacerlo sentir tan fuera
de control como siempre la había hecho sentir, ella permitió que su atención
descendiera a su pecho, exactamente donde descansaba el nombre de ella. Sonrió
presumidamente antes de levantar su mirada y arquear su ceja. Touché. Un
músculo palpitó en su mandíbula.
¿Qué opina tu amante de tu marca? Quería gritar. ¿Qué piensa la rubia acerca de mi
nombre sobre tu cuerpo?
Tiró de la estúpida rubia más cerca de él y, sin romper
el contacto ocular con miley, plantó un lujurioso y mojado beso en su boca. Por
supuesto, ella reaccionó como cualquier mujer lo hubiera hecho. Envolvió sus
brazos alrededor de él y se sostuvo como para salvar su propia vida. Como miley
bien sabía, ese hombre podía hacer correrse a una mujer con la pericia de su
beso.
La furia de miley se intensificó. Si hubiera sido capaz,
habría bajado allí y los habría desgarrado. Luego los habría matado a ambos. No
porque quisiera a Atlas para ella —no lo hacía— sino porque él estaba
claramente usando a esa mujer. La pasión no ardía en su expresión. Sólo lo
hacía.la determinación
miley le haría un favor a la población femenina
destruyéndolo.
— Erebos —lo llamó—. Ven aquí. Quiero besarte.
— ¿Qué? —él jadeo, su shock era evidente.
— ¿Quieres un beso o no? Ven aquí. Rápido.
Escuchó un roce de ropa detrás de ella y luego su antiguo
amante estaba a su lado. Él era un prisionero y el sexo era una rareza. Erebos
tomaría lo que pudiera obtener, incluso de alguien que aborrecía. Por lo mucho
que sabía.
miley se volvió hacia él, que ya estaba inclinándose
hacia abajo. Como la rubia, ella envolvió sus brazos alrededor del cuello de su
compañero y se sostuvo fuerte. Sólo que ella no disfrutó el beso, familiar como
era. El sabor de Erebos era tan… ¿qué? Diferente del de nick, se dio cuenta, y
su furia se elevó otro grado. Ningún hombre debería tener tanto poder sobre
ella.
Con todo. Dejó que Erebos continuara. nick necesitaba
darse cuenta que ya no lo deseaba. Necesitaba darse cuenta que nunca, nunca
jugaría otra vez con sus emociones. Ya no era una pequeña muchacha idealista.
Él se había asegurado de ello.
Furia. Una furia absoluta llenó a nick. Soltó a su
acompañante, ni siquiera podía recordar su nombre, y esta jadeó en protesta por
lo abrupto de las acciones. Él no se molestó en explicar lo que pensaba hacer
al alejarse con pasos fuertes. La furia continuaba propagándose mientras subía
las escaleras que llevaban a las jaulas de prisioneros y a la celda que
contenía a miley.
Llevaba
su nombre en la espalda. ¿Cómo se atrevía a permitir que otro hombre pusiera
sus labios sobre ella?
Cuando
llegó a su destino, nick levantó su brazo y el sensor que había incrustado en
su muñeca hizo que los barrotes se abrieran. Varios prisioneros estaban
sentados contra la pared más alejada. Sus rostros se sonrojaban mientras
observaban, embelesados por el deseo, como el dios menor de la Oscuridad y la diosa de la Fortaleza se limpiaban
mutuamente las amígdalas. De hecho, estaban tan absortos que ni siquiera
trataron de pasar sobre nick para intentar escapar. O tal vez, eso tenía más
que ver con el dolor que sentirían si trataban de hacerlo. Solo tenía que
presionar un botón y sus collares les freirían el cerebro.
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dedikado a mi novia jeniis saben de un grandioso dia pasa a ser un asco de dia waa q mas dah no jejeje las amo nenas y novia aqui el capi lo siento sin inspireicion para one shot pero te lo debo amore mio shiii??
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