Sin embargo, cuando minutos después se
metió en el coche, no se sentía en absoluto satisfecho. No lo quería. Si lo
había amado alguna vez, él sólito se había cargado ese amor. Estaba dispuesta a
aceptar la seguridad de casarse con él, pero llevando vidas separadas. Aunque
estaba acostumbrado a estar siempre solo, no quería que aquello fuera así con
ella. Quería vivir con miley y su hijo. Quería compartirlo todo con ella. No
sabía de dónde había salido aquel deseo. Sintió vergüenza por habérselo dicho,
sobre todo porque ella había insistido en casas separadas y sexo de vez en
cuando por si él no podía resistirlo.
Sería un loco si aceptara aquellas
condiciones.
Solo un tonto las aceptaría.
¿Un desesperado quizás también?
Se recordó a sí mismo que lo primero
era pensar en su hijo y que todo lo demás era secundario.
miley se dio cuenta de que empezar a
trabajar en un sitio nuevo la misma semana que se iba a casar no resultaba
fácil. Era un buen trabajo porque podía ir vestida más informal y ganaba el
doble que en CI, sus compañeros eran encantadores y enseguida le confiaron la
organización de una fiesta de inauguración de una discoteca. Estaba tan
ocupada, que le faltaban horas para trabajar.
Tuvo que elegir el vestido de novia en
media hora que consiguió sacar para comer y se vio obligada a salir dos noches
y a dejarse ver con gente que se pirraba porque la vieran con la futura mujer
de Nick Contaxis. El embarazo la hacía cansarse mucho más que antes y, al
pensar lo difícil que le iba a resultar compaginar aquel trabajo con su
maternidad, se le pusieron los pelos de punta.
No podía parar de pensar en nick y se
pasaba las noches en vela. La primera parte de la semana estuvo fuera en un
viaje de negocios y, aunque la llamó, se mostró distante. «¡Qué esperaba!», se
dijo miley. Lo que le había parecido la solución perfecta al principio para su
matrimonio se le antojaba ahora un error.
No estaba apostando nada por su unión
ni por él si insistía en vivir separados. Nunca llegarían a nada. Además, si nick
no veía que su vida había cambiado, seguiría comportándose como un soltero,
algo que a miley no le convenía en absoluto. Le había dicho que no confiaba en
él y que quería que cada uno tuviera su espacio y su libertad; tenía la
impresión de que lo único que iba a conseguir así era que nick ni se molestara
en intentar adaptarse a su nueva situación de hombre casado y padre de familia.
Dos días antes de la boda, nick la
llamó para anunciarle que había encontrado la casa perfecta para ella.
-¡Qué rapidez! -consiguió decir
apenada.
No se habían vuelto a ver desde la
noche en la que habían decidido casarse. Cuando fue a buscarla para enseñarle
la casa, se mostró hermético, como si no se diera cuenta de que miley le estaba intentando dar a
entender por todos los medios que se moría porque la abrazara y la besara hasta
dejarla sin sentido.
-Me encanta el anillo -le dijo-
y los organizadores que has contratado para la boda son fantásticos.
-No quería que tuvieras demasiadas
cosas que hacer estando embarazada. ¿Qué tal el trabajo de relaciones públicas?
-Muy duro, pero divertido -contestó
fingiendo entusiasmo. La verdad era que le habían bastado cuatro días para
darse cuenta de que era el trabajo perfecto para una mujer soltera y sin hijos.
-Podrás descansar en el viaje de novios.
-¿Qué viaje de novios? ¡Acabo de
empezar, no puedo pedir vacaciones!
-Ya he hablado con tu jefe y no hay
ningún problema.
-¿Ah, no?
-No, me dijo que eres un gran fichaje
para la empresa. Al convertirte en mi esposa tendrás acceso a gente por la que
se pelean todas las empresas de relaciones públicas. Podrás elegir horario,
incluso ir solo media jornada -dijo nick, ilusionado por sus logros.
-Nada que
ver con las condiciones laborales que tenía en CI -dijo miley, avergonzada
porque había estado a punto de aplaudir ante la ......
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